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Brothers bane

Personaje: Syd y Bud

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El destino de los hermanos

En alguna parte de Asgard

Más allá de los frondosos bosques que rodeaban el valle de Alfheim, dirigiéndose hacia el norte a las afueras de Asgard, se encuentra una zona árida cubierta por gruesas capas de nieve. Un sitio casi desertico habitado por pobladores de bajos recursos que no tienen autorizado vivir o acercarse a las inmediaciones de Asgard debido a su estatus social.

Sus altos valles cubiertos de nieve hacen que la vida sea particularmente difícil pues, durante esas duras épocas del año, no se podía cultivar o cosechar nada. Por lo tanto, los habitantes no tenían recursos para vender en los mercados o lo suficiente para comprar del exterior. En medio del paraje se podía ver a un joven desaliñado andando con dificultad por en medio de la leve pero fría ventisca.

El joven llevaba una pesada carga en un trineo, dicha carga sería la cena de los siguientes días siendo dos grandes ciervos, los cuales logró atrapar con relativa facilidad agradeciendo la buena fortuna de haberlos encontrado por el camino en la linde de los espesos bosques cercanos a la provincia de Alfheim.

—El destino de los hermanos...  —refunfuñaba jalando el trineo cuesta arriba alejándose de la ciudad de Asgard ya que, si algún guardia lo pillaba cazando en el límite del bosque, sería sancionado con una cuota muy alta que no era capaz de cubrir.

No contaba con suficientes recursos siquiera para comer, menos para pagar una multa.

Bud regresó a su cabaña ubicada muchos metros más allá y oculta en medio de varios árboles muy altos que no llegaban a formar un bosque observando un poco la orilla del lago congelado que se extendía varios kilómetros al noreste de Asgard. Acto seguido fue enseguida a colocar la caza de esa semana en el espacio destinado a su almacenamiento.

La cabaña era pequeña y silenciosa, no así acogedora y hogareña, pese a que el ocupante original había muerto hace tiempo siendo Bud el dueño ahora. El joven encendió la chimenea tomando asiento sobre la alfombra más cercana observando con aprehensión el fuego arder meditando seriamente varias cosas en su cabeza.

Ideas y pensamientos que no dejaban de atormentarlo desde hacía años, los fantasmas del pasado estaban más vivos que nunca en su cabeza.

—El destino de los hermanos separados al nacer por capricho de unos padres negligentes —se repetía con odio una y otra vez como si fuese una oración elevada a Odín—. Llegara el momento en que cumpla con mi venganza por haber sido abandonado tanto tiempo atrás.

Su mirada se ensombreció dirigiéndola a la mesa donde descansaban dos pequeñas dagas una al lado de la otra las cuales observó con evidente desprecio mientras el fuego del hogar proyectaba unas sombras inquietantes en su rostro. Si no fuera tan arriesgado, pensaba, podría dirigirse ahora mismo a la casa de sus padres biológicos ubicada en Alfheim y castigarlos por lo ocurrido hacía tantos años, tal y como hizo en su momento con el dueño original de la cabaña, serían dos lápidas más en el cementerio al sur de Asgard.

Solo Syd lloraría la pérdida.

No obstante, era una mala idea ya que la casa estaba resguardada por fieros guardias y, al ser aquella una de las familias más importantes, se armaría un escándalo que, paulatinamente, llegaría hasta a él. Qué más dá, se repitió, jugueteando con un cuchillo para cortar carne que colgaba de una de sus manos, el cual lanzó rápidamente a la pared más cercana aterrizando justo en el blanco.

—¡¿Y por qué demonios habría de interesarme si me atrapan por aniquilar a esos dos?! —furioso se puso de pie observando el fuego— Las malditas leyes ridículas de este país los favorecerán eso está claro y jamás se me dará lo que merezco por derecho ni el reconocimiento de ser su hijo. Al contrario... cobraré mi venganza, pero terminaré en la horca o peor.

Morir así carecía de sentido.

Se dirigió al mueble donde descansaban las dos pequeñas dagas enfundadas en su estuche grabado con ciertos decorados característicos de la región y cuyo nombre estaba escrito en el corto mango. Mismo diseño tenía la que perteneció a su gemelo Syd. El hombre que se quedó con la gloria, la familia amorosa y un techo sobre su cabeza que le arropará de por vida. Mientras que él fue despojado de todo viviendo en condiciones precarias bajo el techo de un pobre comerciante quebrado, estricto y cruel.

Se había deshecho del hombre luego de que este le profirió una serie de azotes que dejarían marcas de por vida en el cuerpo de Bud. No tenía derecho a castigarlo pues no era su padre, estaba lejos de ser una figura digna de recibir ese nombre, así que devolverle todos los azotes y sepultarlo en medio de la helada tundra en la miserable región de Jotunheim podría considerarse un acto de piedad.

Bud habría lanzado su cuerpo al mar sin dudarlo ni un momento, pero se vio misericordioso al darle una sepultura sin nombre deseoso por hacer lo mismo con su familia biológica.

¿Por qué no podía ser como Syd, por qué no tenía acceso a las cosas maravillosas que este poseía, por qué no podía ser un respetado dios guerrero lleno de reconocimiento y glorias? O, más bien, ¿por qué no podía ser él? En sus peores momentos de desesperación deseo fervientemente ser su hermano, intercambiar su vida por la del otro.

El joven de los cabellos verdes se deslizó lentamente hacía la habitación donde tenía guardado aquello que apareció de improvisto cuando Hilda, la actual sacerdotisa de Odín, elevo una plegaría extraña invocando a los jóvenes más prominentes de Asgard a su servicio. Bud sintió el llamado topándose con un ropaje sagrado que asemejaba a un dientes de sable de pelaje blanco idéntico al poderoso felino prehistórico que lo dejo extrañado apenas emergió del lago delante de sus ojos.

—Una armadura sagrada... —se dijo con sorpresa— He sido elegido como dios guerrero. ¡Esta es mi oportunidad de demostrar quien soy!

Se presentó en el palacio poco después del descubrimiento sin embargo, Hilda se negó a recibirle debido a su condición de hermano gemelo que le impedía ser visto a la cara por una persona respetable y de mayor rango. La joven le dejó en claro que siempre sería la sombra del guerrero de Mizar, sobre todo, sería su repuesto en caso de que este muriera.

—Si Syd muere —dijo la joven con voz sedosa vistiendo el atuendo de una valkiria negra—, entonces podrás ocupar su lugar y recuperarás tu honor. Intercambiarás papeles con él. ¿No es eso lo que quieres Bud, la vida de tu hermano, su ropaje sagrado y todo lo que este posee?
—Señorita Hilda...
—¿Qué esperas para tomar el lugar del joven que te despojo de todo? Si tanto quieres tener una vida en Asgard, deberás entrar al campo de combate una vez que los enemigos del Santuario se presenten y salir victorioso, ¿entendiste? —repetía maliciosa.

Bud se mantuvo en silencio por un momento sintiéndose humillado por el rechazo a que se le viera en persona y se le impidiera postrarse delante de ella junto a los otros dioses guerreros presentes en aquella reunión. No obstante, la sacerdotisa maligna le había ofrecido la oportunidad de oro, de tomar el lugar que le correspondía por derecho y no habría necesidad de intercambiar armaduras pues, Bud se haría de lleno con un nuevo honor que sería totalmente suyo y no de su hermano.

—Lo haré —dijo al fin esbozando una sonrisa mientras sus ojos proyectaban un brillo mortecino—, actuaré desde las sombras y saldré al ataque en cuanto sea necesario.
—Odin y yo lo tendremos en cuenta —finalizó Hilda ordenando que se retirara por ahora.

Las ventajas de ser invisible eran muchas, se dijo sonriente saliendo del palacio mientras cubría su cabeza con una capucha tratando de pasar desapercibido hasta llegar al vehículo que lo sacaría de la ciudad cual leproso indeseado.

Bud se mantenía al pendiente de la llegada del enemigo mientras estaba en casa observando el cloth blanco y brillante delante de él.

Tenia una misión importante en sus hombros, siendo así, asesinar a su familia ya no le parecía tan importante y seria una perdida de tiempo. Volvió a la sala donde estaba la chimenea encendida llevando consigo un pequeño bolso que estaba en uno de los cajones de la mesa, bajo las dos dagas, tomando asiento nuevamente delante de la chimenea mientras sacaba las runas del saco colocándolas delante de él.

No solía hacer tiradas con frecuencia pero esa noche lo ameritaba. La tirada le arrojó "Isa" la cual le recomendaba tener cuidado con sus impulsos siendo Bud presa de estos con mucha frecuencia. Planearía sus movimientos con calma estando decidido más que nunca a tomar el lugar de Syd, a intercambiar no solo su estatus como dios guerrero sino su honor como gladiador dejando la sombra atrás.

—¿Y por qué solo he de intercambiar papeles con él cuando puedo ser mejor que él? —pensó triunfante al ver la runa Wyn, la de la victoria, en la tirada— He entrenado muchos años para mejorar mi capacidad como guerrero, soy más digno que Syd para el puesto de dios guerrero. Si debo ser su sombra en el combate, eso quiere decir que no está a mi altura. El que seamos gemelos no es importante salvo para las cuestiones sociales.

Rio a carcajadas al ver los resultados de su tirada, su plan estaba concebido hasta el más mínimo detalle, solo quedaba esperar la fecha prevista para la llegada de los enemigos hasta Asgard o que Syd fuese enviado a territorio griego antes de eso, para provocarlos en cualquier caso, Bud estaba listo para todo.

El gemelo despreciado estaba preparado para tomar el lugar de su hermano en cualquier momento no dudando en demostrar que era mejor que él en todo. Era el más capaz de ambos en portar el ropaje sagrado. No dudaría en intercambiar su estatus social y condición de vida con él, de arrebatarselo de ser necesario.

De matarlo de ser necesario con tal de poseer todo lo que era de Syd, de pasarle por encima, de ser mejor de lo que este era no importaba que fuera su hermano. Los lazos de sangre habían pasado a un segundo plano desde hacía mucho tiempo.

—Soy mejor que él a fin de cuentas.

Auto satisfecho por esas metas, guardó las runas en su pequeño saco de cuero quedándose un momento más delante de la chimenea escuchando como las ventanas se azotaban ligeramente debido a la fuerte nevada. Bud de Alcor resplandecerá en la batalla que se avecinaba, de eso no había duda alguna.

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El desarrollo de la batalla, en especial, su enfrentamiento con Ikki estuvo lleno de desagradables sorpresas incluyendo la idealización que Syd tenía sobre su hermano perdido. Si hermano sabía de su existencia, lo tenía por figura trágica que debió sufrir viviendo en condiciones precarias, privado del amor de sus padres y de las gracias y encantos de un hogar respetable.

—Vaya... —se dijo saliendo del palacio llevando el cuerpo caído de Syd en brazos repasando una y otra vez los hechos ya con cabeza fría— Tanto me amaba y tanto le importaba que no fue capaz de compartir algo conmigo, de hacer mi existencia menos miserable. Syd... creo que en el fondo tu vida me parece de lo más vacía y carente de sentido.

Lo llevo a lo profundo de los bosques donde cayo a la nieve helada debido al cansancio quedandose al lado de su hermano un largo rato, tal vez morir no sería tan malo, así se libraría del estigma de ser el hermano en desgracia, de no tener una vida ni futuro ni sueños. No obstante, nada sucedía, él continuaba con vida mientras el cadaver a su lado se congelaba lentamente.

—Ni siquiera podemos ser iguales en la muerte...

Permaneció así varias horas notando que no se congelaba debido a que llevaba puesto el ropaje sagrado, además de que estaba acostumbrado a la precariedad del clima. Sería imposible que una nevada acabara con él, sabía como sobreponerse a todo a esas alturas de su vida. Tener el cuerpo caído de su hermano no le era útil, bien podría sepultarlo por ahí sin embargo, de que serviría.

—Haré lo que no hiciste por mí —susurró en voz alta como si Syd aún pudiera escucharlo.

Se levantó sacandose la armadura, la cual se armó en su forma object alejándose de ahí para volver a su sitio de origen mientras Bud observaba, lo mismo ocurrió con el ropaje de Mizar, el cual se separó de su hermano volviendo al lugar de donde había salido. Bud cubrió el cuerpo caído de Syd con su capa llevándoselo en brazos hacia la casa familiar, la cual sabía donde estaba ya que, en más de una ocasión, se tomo el tiempo para buscarla pasando, a veces, largas horas delante de la puerta fantaseando con formar parte de una familia.

Varias horas después, logró cruzar hacia Alfheim llegando a la enorme residencia la cual tenia algunas luces encendidas. Al no ver guardias en la cercania, bastó con acercarse sigiloso depositando el cuerpo de Syd frente a la puerta. Luego de eso, y de despedirse, se alejo de ahí lo más rápido que le dieron las piernas maldiciendo lo que acababa de hacer.

—Ni muerto pude ser él...

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Pasaron algunos días lentos antes de que Hilda de Polaris le enviara una misiva breve en respuesta a una carta enviada por Bud luego del doloroso entierro de Syd, al cual acudieron las familias nobles de la ciudad, el gemelo en desgracia también acudió observando todo desde la lejanía, escuchando como Syd era honrado como noble guerrero y único heredero de la familia. Nadie menciono al hermano separado al nacer, habia sido borrado de los registros de la historia. Borrado de la vida de esas personas.

Fue así que Bud solicitó una audiencia con Hilda, quería entender cual era el panorama a futuro ahora que Syd ya no estaba. En su camino al palacio, se topo con unas personas que iban en una carroza que se veía elegante llevando un bebe en brazos, Bud prestó especial atención al hombre que cubría al niño con una manta notando como lloraba dejando un beso en la frente del bebe.

—Otro gemelo que caerá en desgracia, que será abandonado en los bosques —se dijo sintiendo un inmenso coraje—. Si al volver de mi audiencia, el bebe está en los bosques, entonces lo recogeré. Le daré una mejor vida de la que tendrá. Les demostraré a todos que puedo ser mejor que los padres que estan por arrojarlo al bosque.

Se le condujo a una sala oculta sin permitirsele interactuar con nadie, no se le ofreció algo de beber ni ninguna atención.

—Creo que si fuera un leproso, un extranjero o cualquier otro tipo de persona se me trataría con dignidad —masculló entre dientes—. Estoy cansado de todo esto, de estas leyes y de este país miserable.
—Bud —la voz de Hilda sonó a sus espaldas y este la reverencio girándose a la pared, estaba prohibido verla de frente—. Perdoname, no puedo ir en contra del protocolo. Solo por esta vez hare una excepción, puedes verme de frente.

Bud se giro quedando frente a ella reverenciandola como lo merecía.

—Eres idéntico a tu hermano, sería muy difícil hacer una distinción entre ambos —Bud se mantuvo en silencio hasta que se le cediera la palabra—. Escucha Bud, sé que mientras estuve bajo el hechizo del anillo Nibelungo, hice promesas hechas al aire y sin fundamento. Dije cosas terribles y falsas.

La joven lanzo un suspiro largo antes de continuar.

—Eso de que puedas tomar el lugar de tu hermano... no es posible por ley. Dije que se podría hacer estando en trance y, a pesar de que he revisado la ley una y otra vez, no existe un apartado que mencione que un gemelo en desgracia puede ser reincorporado a la sociedad y menos a la familia que lo echó en primer lugar.

La mirada de Bud se ensombrecía con cada palabra que salía de la boca de Hilda al mismo tiempo que sus esperanzas que se esfumaban una a una. En realidad, ya lo había anticipado pese a guardar una pequeña esperanza.

—Te pido me perdones, Bud. Tu situacion social debe mantenerse tal cual, las leyes continuarán vigentes por tiempo indefinido. No hay planes de cambiarlas por ahora —Hilda se veía afligida quebrándosele la voz de vez en vez—. ¿Que tienes en mente ahora mismo?
—Creo que no hay más que hablar. Pensé que mi vida podría ser algo mejor, pero veo que no es así. La vida en Jotunheim es dura, nos tratan peor a parias y el hecho de que pocas veces se nos permita la entrada a Asgard me parece injusta.
—Entiendo a la perfeccion tu sentir.
—¿De verdad? —bajo la mirada disculpandose por su insolencia— Perdone. He pensado un poco en todo esto y, siendo honestos, estoy muy cansado de la situacion aqui, de no poder aspirar a nada. Entonces quiero saber si es posible que se me permita salir de Asgard, para siempre.
—¿Dejar Asgard?

Bud evadio su mirada sin ocultar que estaba seguro de su decisión. Si no había nada para él ahí, si no había futuro, entonces era mejor marcharse.

—¿Irías a vivir a los territorios de Nifelheim al norte del país?
—No, quiero permiso para ir a Midgard, a la tierra que está fuera de Asgard y de toda esta zona. Quiero vivir entre los extranjeros de aqui en adelante.
—Bud...

No se doblegó ante las palabras de Hilda estando seguro de su decisión y, si la buena fortuna le permitía encontrar por el camino al bebe abandonado, aprovecharía para sacarlo de Asgard ya que tampoco él podría hacer nada con su vida.

—¿Tu decisión es final, Bud? —preguntó la sacerdotisa triste.
—Es correcto. No tengo más que decir.

El trámite tardó más de dos horas en las que se le dejo en aquella sala solo con sus pensamientos. Finalmente, la puerta se abrió mientras Hilda volvía al interior llevando un documento que le entregó enseguida.

—Con esto podrás cruzar el puente Bifrost sin que se te cuestioné, pero no podrás volver jamás. Los guardias tomarán acciones pertinentes si te divisan en los territorios cercanos, eso incluye la ciudad de Tromsø. Bud, ¿por qué no mejor...?
—Le agradezco y cumpliré lo acordado. Jamás volveré —respondió firme leyendo el documento rápidamente.
—Entiendo, siendo así deberás dejar Asgard esta tarde sin demoras.
—Lo haré.

Bud salio del palacio llevando su cabeza cubierta volviendo a los bosques cuanto antes. El destino decidió que se marcharía solo de Asgard ya que, todo parecía indicar, que el bebe fue recogido por alguien pues los bosques estaban en silencio. Asi que, sin perder tiempo, empacó sus pocas pertenencias dejando la cabaña intacta. Las dos dagas aun descansaban sobre el mueble estando tentado a dejarlas; aunque hubiera podido hacerlo, las tomo llevándolas consigo tras comprobar que no olvidaba nada.

Se detuvo un momento frente al lago lanzando ambas lo más lejos que le dieron las fuerzas observando cómo se iban al fondo. Eso cerraba el pasado de forma definitiva y jamás lo volvería a recordar mientras viviera.

Encaminó sus pasos al puente Bifrost a la hora acordada cruzando hacia Midgard, al mundo exterior, para no volver jamás.

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FIN

*Notas: Primera vez que escribo sobre estos gemelos

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