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opinan de la historia, eso me ayuda mucho.꧂



Apunto la flecha de mi arco al centro de la diana de madera que se encontraba a unos metros de donde estaba, tense más el arco y solté la flecha pensando que esta daría en el blanco.

Pero esta no dio en el blanco, quedó en la orilla de la diana.

— De nuevo— Yennefer chasqueó la lengua en signo de desaprobación— vamos princesa.

Solté un suspiro, todo mi cuerpo estaba entumecido, por la fuerza que tenía que hacer para prepararme para disparar una flecha, y por el helado clima que hacía, siempre helaba pero el día de hoy es en lo personal el peor día.

— Tierra llamando a mi lady— llamo Yennefer haciéndome regresar de mi ensoñación.

Apunto de nuevo con el arco, suelto la flecha y fue a dar a la nieve.

Solté un suspiro de frustración, provocando que viera cómo se escapó el aire de mis pulmones por la baja temperatura.

Llevaba horas practicando puntería, y solo tres ocasiones había conseguido acercarme a la diana, no hablemos de que las flechas dieran o se acercasen al blanco.

— Es inútil— baje el arco y relaje el cuerpo— jamás seré tan buena como tú Yenn o cómo mi madre— solté el arco y este cayó a la nieve.

Yennefer guardó silencio, viéndome seriamente. Caminó a donde estaba el arco que empezaba a cubrirse de nieve y lo tomó, quitando la poca nieve que había sobre el.

— Tu madre no siempre fue la guerrera que es hoy en día— se acercó a mi y tomó una de las flechas del carcaj que yacía en mi espalda.

Y tensó el arco apuntando a una diana.

— No pero apuesto a que era mucho mejor que yo— respondí viendo cómo se preparaba para disparar.

Justo cuando vi que iba a soltar la flecha se detuvo, viéndome, aún con los brazos posicionados para soltar la flecha.

— Te equivocas Raehlya, tú madre la Reina, no era para nada buena cuando empezó en la arquería— respondió con una mirada seria— era mucho peor que tú— reveló— ni siquiera sabía cómo tomar un arco— dijo aquello con su usual sonrisa burlona.

Soltó la flecha sin dejar de sonreírme, dando en el blanco.

Ni siquiera dudo cuando disparó, y no dejó de verme, decir que estaba asombrada era decir poco.

— Enséñame— pedí.

— No— negó entregándome el arco— hasta que estes lista— tras decir aquellas palabras se retiró dejándome sola.

Practique una y otra vez,  durante tanto tiempo que sentí un escozor en la mano en la que tensaba la cuerda.

Cerré los ojos concentrándome en mi respiración para tranquilarme, debido a que la frustración por por no poder conseguir que la flecha diera en el blanco estaba acabando con mi paciencia, aún con los dedos sangrando y ardiendo por el constante uso de la cuerda del arco, tense la cuerda de mi arco.

De mis dedos escurría sangre, producto de tanto tensar la cuerda, suspiro para guardar el arco en su funda en mi espalda.

— Lya—mi hermana la princesa Nymeria se acercó al lugar donde entrenaba.

Físicamente Nymeria era toda una doncella, aunque aún no estaba en su mayoría de edad, Nymeria era la primogénita de la familia Stormhold.

— Hermana— di una reverencia antes de abrazarla.

Nym devolvió el gesto con mucho cariño, no amaba a nadie en el mundo que no fuera yo.

— Esta noche viene un Lord a casa— hizo unas caricias en mi trenza deshecha por el viento y el entrenamiento— ve a asearte— instó.

La joven Stormhold soltó un bufido y caminó al al interior del castillo Whitehaven a Raehlya le aburría mucho estar en reuniones y recibir visitas.

Eso significaba estar sentada en un incómodo vestido y con una sonrisa en el rostro hasta que este se me entumeciera, prefería estar sobre el lomo de Hydrax volando o entrenando.

Entre al castillo ignorando a la gente que saludaba con respeto o educación.

Caminé hasta mi habitación e inmediatamente fui  a la bañera, las sirvientas ya esperaban mi llegada, calentando el agua, agregando infusiones y hierbas relajantes.

— Dejaremos su atuendo en la cama— dijo con gentileza una criada antes de dejarme para que pudiera estar a solas.

Solté un suspiro, quitándome el traje de cuero en colores blancos y plateados, colores de mi casa, una vez que no tuve prenda alguna metí mi cuerpo a la bañera de agua caliente.

La sensación del agua caliente en mi piel que siempre estaba fría era algo que amaba y relajaba, podría quedarme una vida en la bañera siempre que hubiera agua caliente.

Una vez termine de ducharme, salí de la ducha, tomé una toalla y seque con ella mi cuerpo y cabello,  Y una vez seca puse sobre mi cuerpo camisón blanco de tela delgada.

Vi en la cama un camisón blanco de tela fina y delgada, junto un hermoso vestido blanco, de manga larga y escote ligeramente pronunciado, acompañado de un abrigo de piel en tonos blancos y destellos plateados.

Había unas damas de compañía junto a la puerta.

— Mi Lady permítanos ayudarla— Marie una criada de cabello pelirrojo hablo por las demás, asentí en silencio.

Las criadas ayudaron a ponerme el  hermoso vestido, ayudaron con el peinado, el cabello semi recogido. Y un collar que hacía alusión al animal representativo de mi casa. Un leopardo de las nieves.

— Se ve bellísima mi lady— una de las criadas más jóvenes dijo aquel alago soltando un suspiro.

— Muchas gracias a todas— agradezco con una sonrisa antes de abandonar su habitación y dirigirse al salón principal.

Aquel salón  en tonos plateados, tenía una mesa en el centro, con platos y comida preparada de distintas formas, todos los platos se veían deliciosos.

En las sillas ya se encontraban mi hermana Nymeria y mis padres  sentados.

Tomé asiento en medio de Nymeria y padre.

— Llegas tarde— Erig tomó su copa de vino y dio un sorbo degustando el sabor.

— Estaba ocupada con Yena— respondo jugando con el tenedor.

— ¿Entrenando?— cuestionó Nymeria sirviéndose un poco de vino en su copa.

Asentí una vez más tomando agua de la copa, imaginando que era vino también.

— Pues..

— Te he dicho que piensas antes de..— comentó mi madre.

— Lord Rickon Stark y su hijo el príncipe Cregan Stark— anunció la entrada un guardia, interrumpiendo a mi madre.

— Majestades, princesas Nymeria, Raehlya— saludó el Señor de Invernalia dando una reverencia.

—Rickon amigo mío— saludó Erig levantándose de su asiento y yendo a abrazar a su viejo amigo, dando unas palmadas en su espalda.

— Cuanto tiempo Cregan — saludo Nyra, mi madre— dándole una sonrisa.

— Bastantes inviernos mi reina— respondió dándole una sonrisa en respuesta.

— Hola Lya— Cregan me abrazó fuertemente en cuanto me vio.

— Hola Cregan— correspondo su abrazo. Deshizo el abrazo regalándome una cálida sonrisa.

— Lady Nimerya— saludo con una reverencia a mi hermana mayor.

— Tiempo sin verte Cregan— respondió extendiendo su brazo Cregan de inmediato tomó su mano y dio un beso en dorso de esta

Todos los presentes se sentaron en sus lugares, los Stark frente a la familia Stormhold-Targaryen. Hablaron de temas triviales y disfrutaron de la comida. Acompañados de música tocada por los mejores del reino.

— Demos gracias a los dioses por esta maravillosa comida— una vez que terminaron de comer Erig dio las gracias.

Y los presentes agradecieron, Cregan dejó su lugar y caminó hasta el mío.

— ¿Quiere bailar mi lady?— pregunto el chico pelinegro con una sonrisa suave.

Vi de reojo a mi hermana mayor, quería bailar si, pero estaba muy cansada por entrenar tanto con Yenn, Nimerya le dio a entender que aceptara al chico aquel baile.

Le di una sonrisa y deje mi mano sobre la del joven Stark, quien dio un beso en el dorso de esta. Y me levanté de mi lugar acompañándole al centro del salón.

Y así los músicos tocaron música para que ambos jóvenes bailaran animados; la reina Nyra llegó y vio a su hija menor bailar, inmediatamente sonrió al ver la felicidad de su hija al verla bailar con aquel joven. Y entre los mayores discutieron asuntos importantes.

— Baila mi reina— Erig le dio su mano a su esposa quien aceptó gustosa.

Pronto Cregan y Nimerya se unieron a ellos.

Después de un rato, todos volvimos a sentarnos cansados por tanto bailar, Cregan y yo bostezamos al mismo tiempo.

Y ambos reímos un poco por aquello.

— Mary— Nymeria llamó a una criada que llegó a los segundos— Lleva a Lord Cregan y al príncipe Willhem a sus habitaciones por favor— sonrió.

— Si mi lady.

Todos los presentes se levantaron, también debían irse a dormir. Y por supuesto darle las buenas noches a los invitados.

— Gracias por venir amigo mío— mi padre se acercó a Cregan y dio una palmada en su espalda otra vez, dándole una sonrisa.

— Es un placer venir hermano— respondió dándole una palmada a Erig en respuesta.

— Siempre serás bienvenido aquí Cregan— mi madre le dio un abrazo al Señor de Invernalia. Que fue respondido por Lord Stark.

— Le agradezco mucho mi reina— deshizo el abrazo y dio una reverencia.

— Altezas — nos reverenció a Nymeria y a mi— sin duda son las joyas del norte.

Ambas reverenciamos en respuesta.

— Gracias por su presencia esta noche— respondimos al mismo tiempo mi hermana Nymeria y yo, como solíamos hacer en ocasiones.

— Gracias por la velada mi Lord, mi Reina— el príncipe de Invernalia reverenció a mis padres, cortés como es usual en el.

— No tienes que agradecer Príncipe Cregan, es un honor para nosotros que nos acompañes— contestó El Señor de la Tormenta.

— Ven cuando quieras,Cregan siempre serás bienvenido aquí, además Raehlya disfruta de tu compañía— aquellas palabras de La Reina Guerrera provocaron que las mejillas del príncipe Stark se sonrojasen ligeramente.

Y finalmente Cregan se dirigió a mi hermana. Dejando que fuera la última de quien se despidiera.

— Lady Nymeria, es un gusto volver a verla, ha pasado mucho— exclamó el príncipe dándole una cálida sonrisa a mi hermana.

— Muchas nevadas han pasado desde la última vez que nos vimos, veámonos otro día para ponernos al día con lo ocurrido en esos años— respondió mi hermana formalmente pero gentil como solía ser.

Cregan asistió dándole una sonrisa más antes de dirigirse a mi.

Empezó a latir más rápido mi corazón con cada paso que daba, y sin darme cuenta estaba aguantando la respiración, fui liberando el aire poco a poco de mis pulmones.

— Princesa Raehlya, como siempre es un placer verla— sonrió levemente de lado tras decir aquellas palabras y luego dejo atrás su fachada de príncipe correcto, elegante y cortes, para abrazarme— te eche mucho de menos Lya, no sabes cuánto— su agarre en mi cuerpo se hizo más fuerte.

— Cregan estás aquí— respondí a su abrazo— también te he extrañado mucho, los días aquí se han vuelto aburridos sin ti— me permito oler su esencia por unos segundos, canela, madera y naranja, aquel aroma era algo que amaba, el aroma tan característico de Cregan— te veo mañana en el bosque congelado— dije antes de romper el abrazo.

— Descanse príncipe Cregan, Lord Rickon— digo reverenciando a ambos varones Stark, dando unos pasos atrás hasta estar con mi familia.

Ambos hombres asintieron antes de retirarse a sus habitaciones.

— Bueno, hasta mañana mis niñas— mi padre nos dio un beso en la coronilla a Nymeria y a mi cómo hacía cada noche antes de irse a dormir.

Nyra dos dedicó una sonrisa y bostezo para ir con Erig, mi hermana me dio un fuerte abrazo.

Mi hermana y yo caminamos hasta nuestras habitaciones, que por suerte estaban en el mismo pasillo, antes de entrar a su puerta se detuvo y volvió su cabeza a mi.

— Descansa Lya— dejó un beso en cada mejilla mía.

— Descansa Ria— la abrazó para dejarla ir a su habitación.

Una vez entró a su habitación entre a la mía, me quite el elegante vestido, los pendientes plateados, el collar y tomé el camisón blanco y ligero que había en la cama y me lo puse.

Mientras la joven Stormhold dormía profundamente, por otro lado un joven no podía conciliar el sueño, pensado en ella.

❄️

A la mañana siguiente me desperté temprano, busqué un vestido que ponerme, opte por uno en tonos blancos y tonos azules claros, una ves con el vestido puesto fui a mi espejo de tocador y me peine, dejando mi cabello suelto y
tomé una piel para cubrirme del frío.

Salí de mi habitación, a pasos silenciosos, era temprano y no quería despertar a nadie, pase por la cocina y tomé un par de manzanas. Le di un mordisco a una, y vi a Yennefer.

Me atraganté con la manzana que comía del susto, juro que no la vi, ni siquiera la oí.

— Pude haber muerto del susto Yenn— exclamó entre tos y tos.

— Lo lamentó mucho Raehlya no era mi intención asustarla— hizo una reverencia apenada— ¿puedo preguntar a dónde va tan temprano?— inquirió la guerrera.

— No te preocupes, Yenn— hago un movimiento con la mano para quitarle interés— me reuniré con Cregan en el Osburg Grove — respondo a la pregunta de la guerrera caminando por el castillo rumbo a la entrada.

— Princesa la acompaño— da un par de pasos Yennefer, para estar a mi lado.

— Yenna estaré bien, no tienes porque preocuparte— digo aquello dándole una sonrisa a la capitana de la guardia— además soy una Stormhold se cuidarme sola— digo aquello con una sonrisa orgullosa.

— De acuerdo Lya— dice soltando un suspiro— le avisaré a tú madre, solo no tardes— una vez dijo esas palabras se internó en los pasillos a buscar a mi madre y decirle dónde estaría y en compañía de quien.

Una vez fuera del palacio real, acomodó la abrigadora piel sobre mis hombros y me dispongo a caminar sobre la nieve para llegar al lugar del bosque donde me vería con Cregan.

Al llegar a un Arciano en Osburg Grove me detuve, lo vi de espaldas, demasiado concentrado viendo a un ave en una rama del árbol cubierta de nieve.

— Hermoso ¿verdad?— una vez a su lado le preguntó aquello viendo al ave.

Lo tomé desprevenido ya que logré sobresaltarlo ya que brincó por mis palabras, su reacción me hizo soltar una risa.

— Si es muy hermoso— dejó de ver al ave para verme— al igual que tú Lya— el joven Stark sé sonrojo al decir aquellas palabras.

— ¿Estas comparándome como un ave?— cuestionó divertida.

— N.. no yo—Cregan tartamudeo apenado y sonrojado, intentando encontrar las palabras correctas para decirme.

Por segunda vez había logrado hacer sonrojar y apenar al pelinegro, al parecer era muy fácil lograr apenar al chico.

— Lo lamentó— murmuró por lo bajo Cregan— perdóname— subió la mirada con una sonrisa tímida.

Cambie mi expresión a una pensativa, fingiendo pensar en si disculparlo o no, y paseé la mirada entre él, el suelo o dejando de verlo, para generar tensión.

Justo cuando él volvió a ver al ave, pude agacharme y tomar nieve del suelo, formé rápidamente una bola en mi mano y la oculté en mi espalda.

Me aclare la garganta, acto que hizo que Cregan volviera a centrar su atención en mi, para pronunciar con voz seria.

—- No te disculpo— dije con toda la seguridad y seriedad que pude—la expresión en el rostro de Cregan fue de tristeza, pero antes de que pudiera decir o hacer algo más dije— pero tal vez con esto si— y saqué mi mano de la espalda y le di con la bola de nieve en la espalda y parte del cabello.

Una risita provino de los labios del chico Stark, quien inmediatamente se volteó a verme.

— Conque así son las cosas Lya— sonrió de lado, en gesto burlón y juguetón— tomó nieve del suelo y la lanzó en mi dirección.

La nieve dio justo en mi hombro, quemando mi piel al contacto frío de la nieve, solté un auch por lo bajo, tomando un poco de nieve, dispuesta a lanzarla en respuesta.

Así pasaron las horas, Cregan y yo nos correteamos por el bosque, lanzándonos nieve el uno al otro innumerables veces, entre risas.

— No he terminado contigo Cregan Stark— dije mientras lo perseguía con la nieve.

— Atrápame si puedes Lya— se puso detrás del tronco de un árbol, con una sonrisa traviesa.

Justo cuando estaba por lanzar aquella bola de nieve, tropecé con una rama, provocando que cayera al suelo helado, dando un par de vueltas por el terreno irregular, hasta detenerme.

Oí los pasos apresurados de Cregan hasta el lugar en el que estaba, tenía una cara de espanto en cuanto me vio. Mientras que yo use mi mejor cara de adolorida.

— ¿Estas bien Raehlya?— pregunta el chico acercándose a mi, poniéndose en cuclillas.

Agache la mirada, no porque me doliera algo, al contrario la expresión de preocupación en el rostro del chico era muy linda, pero  tenía que seguir con mi actuación, pero no pude, una risa se escapó de mis labios.

— Hey qué pasa— preguntó el chico confundido, acercándose a vermes, poniendo su cuerpo al nivel del mío.

Solo de un rápido movimiento lo desequilibró, haciéndole caer en la nieve helada también.

— Raehlya— dio un suspiro de frustración y dijo aquellas palabras con voz severa.

Sin embargo yo, para no convertir el momento en una posible guerra de nieve de nuevo, o de bromas como de costumbre intento hacer algo diferente.

— Venga, no estes tan sensible— comentó con una voz tranquila— hagamos ángeles de nieve— propongo tirándome al suelo helado.

Al notar que no se movía de su lugar, me levantó de la nieve.

— Venga Cregan cuando fue la última vez que te divertiste en serio— sonrió juguetona.

Escuché suspirar al príncipe de Invernalia, antes de echarse al suelo helado, y mover sus brazos y piernas, con una sonrisa orgullosa me tire al suelo una vez más, haciendo los mismo movimientos que él.

Riendo por vez millón, disfrutando de la compañía del otro, en un momento de pura diversión y alegría, como cualquier otro niño a nuestra edad.

Cuando ambos creímos que sería suficiente para nuestro ángel de nuevo paramos nuestros movimientos. Y Cregan desde su lugar giró su cabeza, volteando a verme aún con la respiración agitada por moverse en la nieve, regalándome una sonrisa.

Aquella sonrisa no fue como las demás que solía darme, aquella sonrisa, significaba algo más, algo más que diversión y alegría, tampoco era paz o una amistad tan fuerte como la nuestra, una amistad forjada por tantos inviernos y momentos cálidos en un ambiente tan gélido como era el clima en nuestros hogares.

No, aquella sonrisa significaba algo más fuerte, algo que en ese momento ignoraba, pero en el futuro, sería algo de importancia en mi vida, algo que significaba para mi, un gran cambio en mi vida.

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