Un rato en el cielo
Habían pasado las horas desde que había perdido de visita su cabaña, y francamente, había perdido igualmente la dirección de dónde era de dónde había partido.
Se angustiaba un poco, había formado lindos recuerdos en ese lugar. Cuando era mas joven, había escogido ese lugar, tranquilo y dónde era hermoso hasta donde podía ver, dónde el río silvaba... Había construido el lugar élla misma pero... No debía pensar en eso..
- será mas difícil tratar de regresar que continuar a lo que me espera-
Decía para consolarse mientras miraba con nostalgia el horizonte...
Pasó la noche y apenas dormía, debía estar muy despierta para cuidar que todo estuviera en orden para no acabar en el suelo antes de tiempo, aunque no tenía un destino, élla sabría cuando llegaría.
Poco a poco la leña se fue agotando y era tiempo de desender. Y eso era... ¿Un pequeño?
Veía como cada vez se esperaban los árboles y la vegetación cambiana, era un lugar al que quería bajar, su globo empezó a bajar de a poco, quería caer suavemente, veía como se acercaba a la entrada de un espeso bosque... Talvez demaciado cerca.
Su aterrizaje fue muy brusco que Perla apenas de pudo agarrar de algo, algo austada, salió a ver que había a sus afueras. Tal vez tendrá algo de leña l Incluso provisiones.
No tenía un hacha, un detalle olvidado en su mas olvidada cabaña. Pero no sería un problema.
De pronto, un sonido la puso inmóvil y atenta, su corazón se aceleró un poco, pero era valiente así que logró percibir que se trataba de un pequeño animal...
-Tal vez no sería peligroso... Talvez-
Decía para si misma
Tomando una rama, la empuñó con sus dos manos y en cuanto vió movimiento cerca suyo, procedió a golpear con toda su fuerza a ello...
En su interior tenía miedo, de lo que pudo ser, pero era mas su miedo si era algo que le pudo hacer algo... Asustada, movió el pequeño bulto dónde había dado el golpe para ver qué era... ¿Un conejo?
Pero además, no parecía uno común, su pelaje, parecía tener....costuras?
Se trataba a caso de un muñeco, uno que tenía vida, extrañada por eso, lo volvió a ocultar entre las hojas y empezó a querer alejarse.
Hasta que una voz que pudo percibir no muy lejos le dijo -¿has acaso matado a ese conejo?-
Su cabello se erizó y su sangre se ponía fría, únicamente podía voltear a ver... ¿Quién era el que había dicho tal cosa?
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