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Capítulo 9

El viaje había sido largo y pesado por las horas que debía permanecer sentada en el asiento del bus.
Al fin llega a su pueblo, totalmente ilusionada y con ganas de abrazar a su abuela.
Se desplaza hasta llegar a su casa, donde María nada más ver a su nieta llora emocionada abrazándola con cariño dándole besos en su mejilla observándola de arriba a bajo para volver abrazarla expresando cuanto la hecha de menos.

Abuela y nieta pasan dentro para hablar de cómo son sus días en la ciudad, pero al mencionar a su madre, tanto María cómo Zara acaban derrumbándose en una tristeza transparente que solo sus pechos son conscientes de lo que pesa la amargura y el rechazo.
María sigue aconsejando a su nieta de ser paciente con su madre y hacer su vida con respeto hacia los demás y ojalá pueda encontrar un hombre que la ame y formar su familia.
Zara piensa en Ambrosio, se sonroja tanto hasta su abuela la interroga.

— Estoy segura que habrá un hombre que te guste mucho. Mira como te has sonrojado. —- Habla María con ternura deseando en lo más profundo de su corazón de que Zara pueda enamorarse con un hombre bueno que la quiera y la haga feliz mientras la cuida correctamente.

-— Bueno hay un hombre que me gusta, pero solo somos amigos, él me ha dicho que no quiere tener nada serio conmigo y de vez en cuando quedamos para vernos pero sin hacer nada malo abuela, no pienses lo que no es.

-— Confío en tí mi querida, sé que harás lo posible por enamorar a ese hombre, solo tienes que tener paciencia y mantener la tolerancia entre ambos, para  obtener respeto debes demostrarlo primero a ti misma.
Una mujer es como una flor, hermosa, provoca con su aroma, sufre cuando no la riegan y cuando se marchita se ve fea y vieja, pero al igual que las flores hay que cuidarlas para que duren y se vean hermosas a las mujeres nos pasa igual.
Somos hermosas, aunque pase el tiempo, aunque nuestro cuerpo no sea el deseado, debemos ser conscientes de superar pruebas y luchar por aquello que deseamos.

-— Comprendo lo que me dices, yo espero encontrar el amor antes de marchitarme. A veces, me pregunto si Ambrosio es el hombre indicado para mí, sin embargo, cuando estoy con él siento una conexión  de quererlo y estar juntos siempre, después viene sus palabras y aunque es sincero, me duelen. No sé qué hacer abuela.

—- Debes de avisarte a ti misma de no sufrir por alguien que habla pero no actúa. El silencio debe ir acompañado de hechos, un simple gesto, una mirada, un detalle demuestra la sinceridad de la persona. Las palabras llegan a ser mal sonantes, clavándose en tu mente y quedándose hay por un tiempo en tu pecho y es ahí cuando se debe de enfrentar a la realidad.
Solo hay dos caminos en esta vida, como siempre te he dicho intenta coger el bueno, el que te abra puertas no el que te las cierre del que te conviertas en la persona que no eres y el que te desvíe hacia las acciones malas y falsas. Ese aléjate, busca el camino bueno para obtener esa recompensa que tanto anhelas.

-— Lo sé abuela, pero en ocasiones estos consejos se olvidan y volvemos a recordarlos cuando nos suceden las cosas. —- Zara abraza a su abuela dejando descansar su cabeza en su pecho.

Cuanto la extrañaba, cuanta falta le hace y lo sola que se siente en un lugar que no conoce y sin tener a nadie en quien confiar.
Cansada por el viaje y por el trabajo, Zara se marcha hacia su habitación donde al entrar los recuerdos agradables golpean su mente y corazón, se siente tan feliz de haber regresado, esa noltagia que siente de estar en su hogar, rodeada de gente que la conoce y la quiere, no tiene precio cambiar aquello donde se ha criado, ha vivido tantos momentos bonitos y otros amargos por tener que salir a buscar una vida mejor donde nuevamente la realidad te golpea como un muro al percatarse de no ser aquello que se imaginó cuando salió con su madre meses atrás.
Ahora, puede respirar armonía y felicidad aunque sea por poco tiempo.

Antes de meterse en la cama recibe un mensaje de Ambrosio.
Inmediatamente, su corazón late intensamente dibujando una sonrisa cargada de ilusión.

Buenas noches mi querida Zara, espero que hayas tenido buen viaje, cuídate mucho.

✓ Buenas noches, ha decir verdad me siento feliz de volver a mi pueblo, estoy contenta de estar junto a mi abuela, pena que solo esté un par de días.

✓ ¿Porqué debes de irte tan pronto?

✓ Por el trabajo, solo me han dado un día libre. Aunque me gustaría quedarme otro más. En fin, que se le va hacer... Discúlpame tengo que dejarte tengo sueño estoy muy cansada, mañana hablamos. Cuídate mucho.

Dejando a un lado su teléfono, ella se duerme plácidamente, mientras Álvaro convertido ahora en Ambrosio busca una pensión para hospedarse y poder encontrarse con Zara.

Eran las diez de la mañana cuando al fin Zara se despierta sonriente de poder estar en su hogar.
Se levanta para darse una ducha e ir en busca de su abuela, la cual está sentada en la cocina preparando la comida.
Se acerca por detrás para darle un beso a su abuela, María la abraza como la niña que siempre ha querido y adora. Le sirve la comida y le pide que vaya a la farmacia a por sus medicinas y algo para comprar.

Zara coge su bicicleta con una sonrisa que hacía tiempo que no sentía.
Allí estaba de nuevo, hablando con aus vecinos, paseando con su bici hasta llegar a la farmacia donde recibe un mensaje de Ambrosio.

Buenos días mi querida Zara, espero que hayas descansado bien. Quiero saber que haces.

Zara se queda algo pensativa, extrañada por la repentina preocupación de él.
Aún así le responde lo que está haciendo y donde se encuentra, para que pasados unos minutos al salir de la farmacia, se encuentra con una sorpresa.
Ahí estaba él, tan guapo como siempre con su barba, su pelo hecho una maraña, vestido con jeans y una sudadera esperándola.
Zara mira para abajo tímidamente, se acerca hasta él para estrechar su mano, como si le leyera la mente, Álvaro la abraza exhalando el olor de su cabello notando una danza de hipopótamos bailar en su tripa de verlo allí encontrándose abrazada a él.

-— ¡Qué sorpresa! —Emocionada sin soltarle sus manos habla clavando sus ojos en él.

-— Te dije que te daría una sorpresa, y bueno como tenía que venir por aquí cerca para traer un pedido he aprovechado para visitarte.

-— ¡Oh, de verdad, estoy que no me lo creo!, no me esperaba esta sorpresa. Ven, vayamos a mi casa pronto será la hora de comer.

Álvaro la sigue hasta llegar a su bicicleta, donde sin pensarlo Álvaro sube delante y Zara detrás rodeando su cintura percibiendo numerables hilos de inquietud que tan bien la hacen sentir.
Llegan a la casa de ella, Álvaro mira la casa antigua sin saber cómo actuar exactamente.
María sale a recibir a su nieta secándose las manos en el mandil. Al ver al hombre extraño que la acompaña frunce su ceño algo molesta, al ver la reacción de su abuela, Zara le presenta Ambrosio.
Ya había oído hablar de él, pero verlo en persona era otro tema.
Se veía algo más mayor que Zara, aunque al estrechar sus manos María se da cuenta que tiene las manos suaves y no concuerdan con su rostro.
María no dice nada, vieja astuta no se le escapa nada y a pesar de tener la mosca detrás de la oreja finge ingenuidad siendo amable con Ambrosio invitándole a comer con ellas.
En un principio, Álvaro siente vergüenza, María le insiste en quedarse a comer y poder conocerse mejor, debido a que tiene curiosidad por saber cómo es el hombre del cual a creado esperanzas amorosas en su nieta .

Mientras camina hacia la cocina antigua, con pocos muebles y una gran chimenea calienta la estancia, María muy amable termina de preparar la comida mientras Álvaro toma asiento más relajado.
A decir verdad espera otra cosa, él está acostumbrado al lujo, ver ese ambiente lo hace de sentirse algo incómodo, aún así se relaja y actúa con normalidad siendo observado por María, la anciana lo trata muy bien, puede presenciar en algunos momentos la incómodad de él, aún así ella lo trata bien para que se sienta cómodo hasta que decide irse con Zara a pasear.

Juntos pasean por el parque del pueblo donde Zara le cuenta cosas de su infancia, se comen un pastel disfrutando del dulce pastel y la compañía uno del otro.
Atardecido, Zara regresa a casa donde se despide de Ambrosio con beso en la mejilla quedándose en ver en la ciudad.
Álvaro no puede quedarse más tiempo, no le agrada demasiado el lugar, es demasiado inferior todo a lo que él está acostumbrado.
Mejor se marcha a la ciudad, total allí no tiene nada qué hacer.

Nada más entrar en el salón, María deja de tejer para centrar la atención en su nieta, la cual rebosa felicidad abrazando tan ilusionada a su abuela como para hacerla callar guardándose para ella su opinión sobre Ambrosio.

Llegando a la ciudad, Yassir llama a Álvaro para salir de fiesta.
Inmediatamente accede a la invitación de su amigo, donde quedan en reunirse en el lugar de siempre donde dos de sus amigas lo esperan para tomar unos tragos y terminar en buena compañía.
Yassir decide en el último momento no tener sexo con su amiga, hay algo que le impide continuar y ese motivo es no poder quitarse de la cabeza a Zara.
Su amiga extrañada con la actitud de Yassir se preocupa por él, pero sacando su lado más travieso camufla su malestar inventando excusas infantiles para no llegar a más a pesar de los intentos de ella por acabar en su cama.
Sin embargo, Álvaro aprovecha la visita de la amiga de Yassir para besarla apasionadamente y terminar en la cama.

Nada más despertarse Yassir mira por la ventana con una taza de café, mira su cuerpo preguntándose porque no pudo tener sexo con una mujer tan bella como es Daniela.
Golpea repetidas veces el saco con fuerza como si a través de esos golpes se estuviera desquitando.
Agotado, con su frente y su cuerpo empapado de sudor cae al suelo volviendo a cuestionarse que le está sucediendo.
Eso no es normal en él. Siempre ha sido un buen amante nunca se negado a la buena compañía de una bella dama, y ahora verse en esa situación solo le da ha entender de haber empezado ha enamorarse de Zara. Si no, qué explicación va a dar del porqué no puede dejar de pensar en ella y su beso le haya causado tanto efecto.

Quitándose la idea de la cabeza, decide ir hasta la piscina para hacer unos largos, al menos el agua le hará sentir mejor.
Se dirige a la piscina donde se encuentra a Álvaro con su cita de anoche.
Los tres van hacia la piscina para nadar un rato y pasar un buen rato.
Yassir solo nada, mientras Álvaro tontea con la bella dama.
Al terminar de nadar, Álvaro mira con preocupación a su amigo, incluso le pregunta si está molesto con él.

-— ¡Que va! Solo estoy nadando un rato, quiero estar solo. Pero estoy bien. No te preocupes y sigue con tu cita yo iré a prepararme para la reunión de mañana.

Nuevamente se derrumbaba en su propia piscina de lamento, donde al cambiarse de ropa vuelve a encerrarse en su oficina preguntándose donde estará Zara. Llama al encargado y este le dice que tenía un día libre por lo que hasta el lunes no se incorpora al trabajo.
En un principio maldice para su adentros pero por otro lado se alegra de saber que no asiste al trabajo.

Su teléfono suena, se trata de Yassir.

—- Dígame señor Okesty. — Comienza hablando muy seria.

-— Te llamo para preguntar por qué no has venido al trabajo.

-— Señor Okesty tengo un día libre el señor Mayer me autorizó. —- Al otro lado Yassir sonríe, que gran favor le ha hecho Álvaro.

-— No estaba al corriente, ¿y dónde se puede saber que se encuentra en estos momentos?

— ¿Debo de informar también de mi vida privada?

-— Sí, te he hecho una pregunta.

—- Estoy en mi pueblo visitando a mi abuela ya le dije antes.

-— Ah, ya. Ehm... Muy bien nos vemos el Lunes a primera hora quiero hablar contigo.

-— ¿De qué? -— Pregunta sin entender que está sucediendo.

— Quiero verte Zara, solo eso. Pásate por mi oficina con los cafés y los churros y desayunamos juntos mi Caperucita. Que tengas buen día saluda a tu abuela de mi parte.

-— Imbécil no, lo siguiente. -— Insulta molesta.

—- Hija que te pasa. -— Pregunta curiosa María.

— De verdad este hombre agota mi paciencia.

— ¿De quién hablas, a quién te refieres al tal Ambrosio?

-— No, a Yassir el hijastro de mi madre. No he visto un hombre más desvergonzado y más impertinente que él. De todo se quiere enterar, hasta me llama para preguntar dónde estoy. De verdad, a veces me pregunto si sabe algo para que se comporte de esta manera conmigo.

-— No creo que tu madre haya revelado la verdad, no le interesa que le descubran quien es en realidad.
Ese hombre hace su trabajo como jefe y así debe de ser.
Recuerda no tener más relación con él que no sea de asuntos del trabajo.
Tú madre tiene muy mal genio para esas cosas y si te ocurre algo yo no podría soportarlo que algo te hiciera por su ambición y por ser ella una cobarde y mentirosa.

-— Tranquila abuela, ya lo estoy superando de verla y tenerla tan cerca y a la misma vez hacer como que no la conozco. Me duele mucho actuar así pero no quiero que nada te falte.
En el hotel gano bastante dinero para las dos, más lo que me da mi madre me voy apañando.

— Zara cariño, aléjate de tu madre y de todo lo que tenga que ver relacionado con ella o tú sin tener culpa saldrás perjudicada en todo este asunto.

Zara siente un pinchado en mitad de su pecho haciéndole estremecerse.
Tomando asiento lentamente al lado de su nieta, María la consuela acariciando su espalda en silencio pretendiendo de alguna manera aliviar el dolor de su nieta.

Esa misma tarde Zara se despide de su abuela para poner rumbo de nuevo a la ciudad.
Con su corazón encogido pone rumbo hacia la estación de autobuses pero antes decide comprar un recuerdo para dárselo a Ambrosio como regalo de amistad.
Suspira pesadamente mientras sube al autobús poniendo rumbo de nuevo a la ciudad, donde volverá de nuevo a ver a su madre y enfrentarse a sus continuas amenazas de alejarse de ella y su familia.
Con tristeza piensa en el rechazo de su madre, aún así, prefiere escuchar música para cerrar sus ojos con la intención de relajarse.

Esa misma tarde Yassir y Álvaro se encuentran en un lujuso restaurante junto a sus amigas con derecho.
Yassir como siempre trata de hacerse el gracioso, mientras Álvaro demostrando su lado más caballeroso sirve una copa de vino tinto para brindar cuando le llega un mensaje.
Distraído saca el teléfono y le deja en la mesa para seguir hablando con su amiga.
Con disimulo Yassir le coge el teléfono, al no tener código de seguridad puede leer el mensaje y de quién proviene el mensaje.

Disculpa si te molesto, tan solo era para decirte que me gustó la sorpresa y ya estoy de camino para la ciudad.
Cuando llegue te llamo, disculpa si te molesto. Que tengas buena noche.

Yassir deja el teléfono con cuidado para no ser visto por Álvaro.
Dentro de su ser comienza a sospechar de que Álvaro tenga algo con Zara.
La velada continúa con normalidad hasta caer la noche, los cuatro van hacia la suite del hotel.
Una vez dentro de la habitación, Yassir cierra desde fuera la puerta con la intención de ver la reacción que se llevará Zara cuando venga a limpiar y lo pille con otra.

Nada más darle instrucciones al gerente de lo que debe hacer y saludar a sus compañeros, Zara va directamente hacia la suite de Álvaro.
Yassir, ya cambiado y preparado para empezar con el trabajo se esconde cuando ve a Zara abriendo la suite de Álvaro.
Siguiendo como de costumbre el protocolo, toca la puerta varias veces, nadie responde, pasa la tarjeta por la ranura cuando se puede escuchar hablar con una mujer.
Ésta, mirando para todos lados para no ser vista sale de la habitación, Yassir sonríe victorioso, su plan está funcionando bien.

Zara entra, avisa de su presencia, pero Álvaro se encuentra debajo de la ducha y no la escucha.
Ella comienza con la limpieza como siempre, hasta que se percata de la presencia de Álvaro.
Él, vestido con un albornoz gris, su pelo mojado revuelto, y una mirada felina, observa a Zara esperando su reacción.
Ella al verlo así, tímidamente se voltea incluso se tapa los ojos.

-— Lo siento...lo siento mucho señor Mayer... Ahora mismo me voy... —- Balbuceando con sus ojos tapados, Zara intenta inútilmente salir sin tropezarse con algo.
Al darse con un mueble en la rodilla, gime de dolor.
Álvaro al verla trata de auxiliarla.

-— ¿Te encuentras bien? —- Le pregunta con preocupación poniendo su mano encima de la ella.

Ella, al sentir su contacto, lo mira desconcertada su grande mano en la suya, para a continuación, alzar su vista y clavar su mirada en esos luceros almendrados que tanto le recuerda a Ambrosio.

-— Estoy bien señor Mayer. -— Responde con aspereza dando un paso hacia atrás.

-— Déjeme que le traiga algo de hielo.

-— No se moleste, ya se me pasará. Ahora sí me disculpa iré a fuera para esperar que termine de cambiarse.

Atónito con su manera fría y áspera de comportarse, Álvaro la observa irse, mientras no muy lejos de allí, Yassir los observa sorprendido puesto no era lo que él esperaba.

Para no quedarse con la duda, pasa dentro de la habitación de su amigo actuando con normalidad como siempre bromeando.

-— Buenos días Casanova, no sabía que estuvieras hecho un fenómeno, primero acabas la noche con Astrid y ahora te veo seduciendo a la empleada, uhm, ¡Qué envidia me das, las llevas a pares!

-— Deja de decir estupideces Yassir.
Jamás me fijaría en la empleada, además la has visto.
Es muy sosa, viste un poco hortera, vamos mi abuela tiene más clase, además no está a mi nivel y mucho menos es el prototipo de mujer con la que haría el amor.

-— Sabes perfectamente, de no haber líos con las empleadas. Tampoco es necesario que te expreses así de ella, es una trabajadora como otra más, además no hay ninguna  mujer que no se parezca a una flor,  de distinto color y forma pero todas ellas son hermosas.
No veo necesario que te exprés así, sé que tienes un gusto muy refinado.

— ¡Qué poeta estás hecho! — La voz de Álvaro es tirante y suena a sarcasmo.

— Lo sé, estoy hecho todo un romántico. Además, cada uno tiene sus gustos y su manera de ser y actuar.
Yo solo quería advertirte, pero, mira me dejas más tranquilo de saber que tienes las cosas muy claras.

Ambos amigos empiezan a bromear, mientras a fuera en el pasillo Zara ha escuchado toda la conversación.
En un principio pensó bien de Álvaro, al escucharlo expresarse así de ella, deja caer una lágrima mirándose los pies pensando para ella en lo desafortunada que es.
El haber visto Álvaro tan sexy, con esa mirada que le recuerda tanto a la de Ambrosio sintió una energía de excitación haciéndola tambalearse de ver como un hombre tan elegante y hermoso como Álvaro la miraba tan sexy.
Qué equivocada ha estado al imaginarse que alguien como Álvaro llegue a sentir interés por ella.
Dándose pequeños golpes en su frente se repite una y otra vez que es su jefe, y ella es una simple trabajadora con problemas y uno de ellos es su autoestima porque de siempre se ha visto poco agraciada en belleza y, no era la primera vez que un hombre se expresa así de ella, sacando al flote lo poco favorecida  en cuestión de belleza.

Mientras ella se recompone al escuchar pasos, Álvaro y Yassir salen de la habitación, al verla se quedan callados.
Con su cabeza alta, mirada al frente Zara le pide permiso para entrar a limpiar.
Álvaro se lo concede y ella pasa al lado de él sin mirarlo, solo quiere hacer su trabajo bien para que nada le falte a su abuela y al ser posible mantenerse lejos de su jefes.

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