Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

Sus ojos se abren al maximo al presenciar lo grande y lujosa que es la habitación. Hay todo tipo de electrónica, sábanas de seda, un baño con un mini jacuzzi y hasta su propio masajista dispone.
La decoración es moderna con todo tipo de muebles y accesorios de luz led.
Todo lo que algún día había soñado con tener, lo está presenciando en ese mismo momento, incluso Ingrid para darle envidia abre el gran clóset lleno de ropa de marca, zapatos y accesorios que solo Zara ha podido ver en alguna de tienda.
Ingrid, al ver la cara de envidia que ha puesto Zara comienza a sacar ropa esparciendo la en el suelo.

— Si te gusta algo puedes quedarte con lo que te guste. Te lo regalo. — Zara sin salir de su asombro solo puede titubear porque.

— Bueno, quiero ser amable contigo y darte esta ropa que no me pongo. Mira, tengo tanta ropa que no me pongo, incluso algunas prendas tienen aún la etiqueta. Sabes, en mi casa tengo más.

— Disculpe, pero no entiendo porqué usted se comporta tan amable conmigo. — Por un lado Zara se encuentra feliz de poder intercambiar algo con su hermana pero por otro lado desconfía de su actitud tan amable.

— Es una recompensa por hacer bien tú trabajo. — Se encoge de hombros fingiendo una sonrisa.

Zara, agradecida  por el detalle de su hermana  se le dibuja  una sonrisa iluminando su así  su rostro como un sol al amanecer.
Ingenua, se pone a recoger todo el desorden que había en la habitación limpiando a fondo llegando a tardar un buen rato para dejar todo limpio y ordenado.
El cansancio se va lentamente apoderando de ella.
Se seca su sudor y agradeciendo el detalle de darle ropa se marcha sin saber lo que le va esperar.
Al fin ha terminado, su cuerpo está agotado y sus piernas tiemblan del tiempo que lleva de pie.
Dentro de los vestuarios se cambia de ropa, la bolsa con ropa que le ha regalado su hermana la coge en la mano para salir cuanto antes del hotel y poder ir a casa a descansar.
Dispuesta a salir hacia la calle, el guarda de seguridad la retiene informándole de tener que esperar hasta que llegue el encargado.
Zara habla al hombre de seguridad preguntándole porqué la mantiene retenida. El hombre solo puede explicarle que ha recibido órdenes de su superior.
Un buen rato después, aparece el encargado pidiéndole ir a solas.
En su mini oficina, el encargado le pide a Zara de dejar la bolsa con ropa que ha robado.

— ¿Qué me está queriendo decir señor Selfe? Yo no he robado nada, mire, esta ropa me la ha dado la señorita Okesty por su voluntad. Yo no he cogido nada.

— Disculpe señorita Castelo, pero eso no es precisamente lo que nos han comentado. La  señorita Okesty nos ha asegurado de haber entrado usted a limpiar y faltarle ropa. — Zara comienza a desesperarse maldiciendo por dentro por haber sido tan estúpida y haber aceptado la ropa.

— Vamos a ver señor Selfe. Yo entro en la habitación de la señorita Okesty, tiene cosas de más valor que una simple ropa. Es de lógica que ya que me pongo a robar, robe lo que más valor tiene. Por ejemplo joyas, algún teléfono, dinero...¿Pero ropa? Y si la robo la voy a llevar en la mano como tal cosa, la tendría que llevar escondida, ¿No cree señor Selfe?

El hombre la mira serio analizando sus palabras, por un lado está la palabra de Zara de no parar de repetir de no haber cogido nada, siendo la misma señorita Okesty quien le ha dado la ropa.
Por otro lado está la obligación y el deber de seguir las instrucciones de tener que despedirla.

Sin quedarle de otra, el señor Selfe la mira con compasión haciéndole entrega de un sobre con su despido.

— ¿Qué? Yo no he hecho nada, se lo prometo esto no lo he robado yo no soy esa clase de persona. Por favor debe de creerme señor Selfe.

— Zara, yo en estos casos no puedo hacer nada, salvo seguir instrucciones para conservar mi trabajo.
Me han dicho que debo de despedirte por ladrona y eso he hecho. Yo no tengo nada en contra de tí, pero entiende mi posición.

Zara aprieta sus puños en silencio, de qué sirve discutir con un hombre mayor que le queda poco para jubilarse cuando no tiene culpa de nada, aguantando la ira que emana por sus venas agarra la bolsa de ropa pidiéndole al señor Selfe de no interferir en nada. Total ella está despedida.

Con paso firme, cara de pocos amigos y sintiendo la rabia fluir por cada poro de su piel, pregunta a varios compañeros donde se encuentra Ingrid.
Cuando al fin le han dado la información, no duda en ir a buscarla hasta el jardín donde se encuentra reunida con varias amigas en la piscina tomando el sol.
Sin pararse a pensar en las consecuencias, Zara llega hasta donde está su hermana lanzándole la bolsa a la cara.

— ¿Qué haces maldita loca?— Grita molesta Ingrid.

— Darle la ropa que según tú te he robado, aquí te la devuelvo para que vayas y te rías de otra persona niña malcriada, caprichosa y egoísta.

— Oye pobretona, no voy a permitir de que me hables así. Y mucho menos de que me faltes el respeto, ahora mismo voy a llamar a seguridad para que te hechen.

— Te lo puedes ahorrar, ya me han despedido por lo cual no va volver a verme la cara y también me hace el favor de no tener que vérsela más.
Espero que se haya divertido fastiando la vida a las personas inocentes.
Porque aún no me explico que demonios te he podido hacer para que tengas que llegar a estos extremos de acusarme de algo que no he hecho para que me despidan. — Alza la voz al borde de las lágrimas por el malestar que siente debido a que la lastime sin justificación alguna.

Ingrid va responder pero guarda silencio al ver detrás de Zara a Álvaro .

— ¿Me puedes explicar Ingrid porque la señorita Castelo está dirigiéndose de este modo a ti?— Pregunta con la mejor de sus sonrisas y calma aunque por dentro esté intranquilo y molesto.

— Pues resulta... — Ingrid empieza a contarle a su manera  las cosas incluso haciéndose la mártir.
Álvaro la escucha en silencio y al finalizar le responde tajante.

— Escúchame con atención Ingrid, que sea la primera y la última vez que vuelves hacer algo así, tú no estas aún preparada para tomar decisiones sobre el hotel y mucho menos sobre los empleados, lo segundo yo mismo he visto las cámaras de vigilancia y nada de lo que me has contado es cierto. En las imágenes se ve claramente como entras junto a la señorita Castelo y salís juntas.
Donde se ve que tú misma le sujetas una bolsa antes de separaros.
Y lo tercero y último, antes de tomar una decisión debes de informarnos a mi o a tu hermano, que no estamos pintados en la pared.
Ahora discúlpate con la señorita y que no se vuelva a repetir algo así.

Enojada y desganada Ingrid se disculpa con Zara, ella acepta sus disculpas y antes de marcharse Álvaro le dice que puede volver a su trabajo mañana mismo.

— Disculpe señor Mayer, quería preguntar si puedo coger un día libre para ir a visitar a mi abuela. — Álvaro la mira con detenimiento pensando si debe o no darle permiso ya que había hecho planes para pasar el fin de semana juntos.

Después de todo, recapacita y le da permiso para coger su día libre para ir a visitar a su pariente.
Zara le agradece y se marcha feliz mientras él la observa algo preocupado desaparecer por la puerta.

Nada más salir, al fin puede respirar aire puro, a pesar de estar cansada emocionalmente y físicamente camina con sus pies dolorosos hacia la parada del bus parándose repetidas veces notando como cada vez le duelen más los pies impidiéndole caminar más rápido.
Como si se tratara de un milagro, un auto de color plata para justo a su lado.
Al bajar la ventana la voz de Yassir capta toda su atención y preocupación pensando si su hermana le habrá contando algo de lo sucedido anteriormente.

— Zara, ¿Qué tal estás, te ocurre algo, necesitas algo? — Zara maldice para sus adentros preguntándose porque precisamente Yassir debe de preocuparse por ella.

— Gracias señor Okesty estoy bien, tan solo es un dolor de pies. Ya me falta poco para llegar a la parada. Gracias por su ayuda.

— Anda Caperucita sube que hasta un caracol camina más rápido que tú. Además mira como tienes los pies de hinchados. Ven, te llevo a tu casa. — Sin salir de su asombro y siendo sujetada por Yassir, Zara camina hacia su auto donde le dice dónde vive.

— Gracias por traerme, le estoy muy agradecida. — Zara se baja del auto y cojeando comienza a caminar.

— ¡Zara, espera! Déjame ayudarte te ves mal. — Sin pensarlo Yassir la coge en volandas poniendo su rostro muy cerca de el de ella pudiendo ver más de cerca un océano de coral donde su rostro se ve reflejado.

— ¡Bájame, puedo caminar! — Se queja ella revolviéndose en los brazos de él consiguiendo que la agarre con más fuerza estrechándola más contra su cuerpo.

Al llegar a su casa, Yassir no tiene prisa en irse, espera que Zara le invite a pasar, ella le agradece el detalle y al cerrar la puerta la mano de él sujeta la puerta con fuerza.

— ¿No me invitas a pasar? — Alza su ceja poniendo cara y voz seductora, un truco que nunca le falla a la hora de flirtear con las mujeres.

— ¡No! — Zara es tajante y quiere de nuevo cerrar la puerta a lo que Yassir entra sin su permiso.

— ¿Pero quién te crees que eres para pasar a mi apartamento?

— Quiero un vaso de agua, tengo sed y además debes tratar bien a las visitas.

— Tienes más cara que un saco de muñecos. De verdad, mira que tienes un morro que te lo pisas hasta de medio lado. — Protesta Zara caminando hacia la cocina para servirle un vaso de agua.

Mientras Yassir observa el apartamento tan sencillo y pequeño se quita su chaqueta, arremangado busca algo que le pueda servir para poner agua caliente con vinagre y sal.
Zara atónita protesta, él la hace de sentarse y meter los pies dentro del agua, donde arrodillado le masajea los pies con paciencia sintiendo Zara alivio en sus pies y ternura en su pecho.

— Listo, espero que te relajes y descanses lo necesitas. Ah, y la próxima vez que tengas un problema con mi hermana házmelo saber inmediatamente yo conozco a mi hermana y me ocuparé personalmente del asunto.

— Gracias por todo. — Sus palabras salen solas sin poder apartar la mirada de Yassir.

— Caperucita, ¿Me puedes dar agua? que me estoy secando, vaya manera de tratar a las visitas.

Ella llega con una jarra de agua, le sirve el agua y le pide que se vaya.

— ¿Qué prisa tienes de que me
vaya?

— ¿Que quieres que te prepare también la cena?

— Bueno, si insistes acepto y de paso te ayudo a preparar algo de picoteo.

— Yassir, ¡Vete, ahora mismo de mi casa! Estoy sola, y un hombre en mi casa crearías una imagen de mí que no soy, ¿Entendido?

—  Tranquila Caperucita, aunque tengo hambre no voy a devorarte siempre que tú me dejes de hacerlo. — Yassir se acerca hasta ella acorralándola contra la mesa y su cuerpo, su mirada lasciva clara la devora y sus manos se quedan quietas pero con ganas de tocarla y besarla.

— Eres un sinvergüenza. ¿Cómo te atreves a intentar conmigo... ¿Es que no tienes amantes para divertirse? — Lo desafía ella haciéndose aún lado.

— Tengo algunas amigas que esperan de mí lo mismo que yo de ellas. Pero tú eres diferente, tú eres tan hermosa...— De nuevo se acerca rozando el contorno de su cara.

Años atrás se vio en la misma situación, cuando Fernando la trababa tan bien, llegándose a sentir como una princesa de cuento de hadas. Una princesa que al despertar todo fue una pesadilla, y por nada quería volver a pasar por lo mismo dos veces.
Tenía claro que no iba a ser la distracción de un hombre que no muestre sentimientos hacia ella.
Por lo que sin pensarlo le va a dar una cachetada pero él más hábil la agarra por su muñeca atrayéndola hacia él donde la besa con fervor sujetando su cintura pegándola más a su cuerpo.

— Desgraciado. — Se limpia sus labios mientras ve como Yassir los saborea.

— Yo no diría eso de tí, más bien te diría como mi corazón ha vuelto a latir con una gran emoción que me acabado por invadir todo mi ser, y si tengo la oportunidad y la dicha de poder probar tus besos y tus caricias no voy a desplegar mis alas para volar de tu lado.

— ¡Que romántico! Estoy segura que ese poema se lo dices a todas tus conquistas. Pero conmigo no cuela.

— Yo no hablo, mi boca traduce lo que mi corazón dice.
Eres hermosa Caperucita, lastima que no quieras tener una aventura conmigo, te demostraré el lobo feroz que hay dentro de mí.
Déjame un minuto para envolverte entre mis brazos y si al terminar no te ha gustado, me iré para siempre de tu lado.

— Lo que yo te digo, más imbécil no te fabricaron. Yassir no tienes sentimientos por nadie salvo por tí mismo y tú ropa cara. Eres un presumido y caprichoso no tienes ni idea de lo que es la vida, tú has tenido la suerte de tenerlo todo pero estamos personas que no tenemos demasiado y aún así somos ricas en agradecimiento por lo que tenemos.
Por eso no tengo que soportar tus idioteces y ser tu amante, cuando quieras me buscas y cuando no te vas con otras, a me molesta esa actitud. No sirvo para ser el segundo plato.

— Vaya, mira que eres más santurrona de lo que imaginé. En fin, llevas razón, quería tener sexo contigo, pero por lo que veo no me vas a dejar de mojar el churro.

— ¡No! ¡No y mil veces no!

— Pero, sabes, yo también soy celoso, también me molesta ver a la mujer que me interesa con otro hombre, duele demasiado y más cuando se trata de alguien cercano a tí, sufres en silencio y callas por no pecar, mientras tus ojos ven una imagen tu corazón se desangra por querer estar con la persona de la cual te has enamorado.

— Te entiendo perfectamente, a mi me sucede lo mismo pero mírame estoy sola y con mi soledad me planteo el camino que debo escoger. No cierro la puerta de mi ser, quiero amar y que me amen al mismo tiempo deseo sentirme protegida y amada.

— Zara — Yassir se calla de golpe, siente una conexión con ella que le da más ganas de besar sus labios y extraer el jugo de su sabor. — Quiero que sepas, que cuando te sientas sola, quieras cumplir con tus fantasías y necesites alguien quién te haga de reír y te consuele por favor llámame, tienes mi número. Acudiré a tu ayuda porque yo estaré esperándote.
Chao mi Caperucita. — Se despide de ella con un dulce beso en la mejilla cerrando la puerta con tristeza suspirando al aire porque ahora ha comprendido lo que Zara significa para él.

Cuando al fin se ha marchado Yassir, Zara cae de golpe en el sofá rozando sus labios pensando en Yassir, y lo que le hace sentir.
Desafortunadamente, no puede acercarse a él y mucho menos pedirle ayuda. Ante todo es el hijastro de su madre, y ella es tan solo una extraña que recién acaba de aparecer en su vida con el único propósito de trabajar para que nada le falte a su abuela y poder encontrar su felicidad con un buen hombre.
Con ese pensamiento duerme unas horas antes de ponerse en marcha para viajar hasta su pueblo y ver a su abuela.


Han pasado horas desde que se despidió de Zara, en su cabeza permanece la idea de querer verla de nuevo, pero esta vez como Álvaro.
Según la poca información que le ha dado ella, Álvaro pone rumbo hacia el pueblo de Zara.
Viaja solo, con la esperanza de volver a encontrarse con ella y tratar de cortejarla como Álvaro, que lo vea tal y como es y no como su jefe. Quiere hacerle entender de sus sentimientos, mostrarle abiertamente su deseo de acercarse a ella para empezar  un solo camino donde estén ellos juntos y felices.
Comienza a conducir hasta un pueblo exactamente no sabe cuál es el pueblo de Zara, por lo que le manda un mensaje haciéndose pasar por Ambrosio para obtener más información.

Como te ha ido tu día.

Pregunta sabiendo que podrá obtener la información que desea.

✓  Mi día ha sido algo raro, estoy muy cansada y deseando de llegar a mi pueblo para ver a mi abuela, la extraño mucho y tengo ganas de verla pronto.

Qué bien. ¿Y qué pueblo es?

✓  ¿No me digas que vas hacerme una visita?

✓ Y, ¿Porqué no? Quizás tenga tiempo y si no me pilla lejos te sorprendería.

✓ Me encantaría verte, pero está lejos y quizás  llegues aburrirte el pueblo es muy distinto a la ciudad.

✓ Contigo creo que no me aburro.

Roja de la misma emoción Zara le dice todo lo que Álvaro quiere saber, ahora el problema es que debe presentarse como Ambrosio y no como Álvaro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro