Capítulo 5
Con los primeros rallos del sol, Zara se despierta preparándose para ir a trabajar.
Al salir a la calle se encuentra con el chófer de su madre, éste le hace un gesto con la mano para que acuda hasta donde se encuentra y llevarla al trabajo.
En su cabeza, Zara se cuestiona demasiadas preguntas, una de ellas era porque aún su madre no se había puesto en contacto con ella, y como se encuentra Ingrid.
Aún así, prefiere guardar silencio hasta llegar a un lugar apartado para bajar e ir caminando al hotel.
Puntual, llega a su lugar de trabajo, Johana la saluda y le hace entrega de unos papeles indicándole donde debe de limpiar.
Para sorpresa de Zara, le toca limpiar la suite de los jefes además de las oficinas.
Incrédula, casi temblando le pide a Johana de cambiar.
— Lo siento mucho Zara, pero las órdenes vienen de arriba. Yo no puedo hacer nada.
Ahora, como has pasado el periodo de prueba, debes estar sola.
Pero ya sabes, cualquier cosa búscame.
Nos vemos a la hora de comer.
— De acuerdo, gracias por todo. — Aunque trata de aparentar normalidad, Zara presiente que algo no anda bien.
Sin quedarle de otra comienza con su labor de limpieza hasta llegar a la suite de Yassir.
Temblando, comprueba que no hay nada en la puerta, toca la puerta varias veces, hace oreja, no escucha nada. Respira hondo y abre la puerta con la tarjeta temblorosa.
Con la puerta medio abierta avisa de pasar.
Nadie le responde.
Ella pasa dentro viendo el desorden que hay.
Comienza a limpiar, a quitar las sábanas de la cama escucha una voz detrás de ella.
Al escuchar la voz de Yassir, se queda totalmente de piedra, sabe que ese será el motivo por el que la va despedir, pero al voltearse para intentar darle una explicación a su jefe, lo ve desnudo, tan solo lleva una toalla liada a su cintura.
Al verlo de esa forma, se pone roja de la vergüenza se disculpa cubriéndose la cara tímidamente sale de la suite sin escuchar las palabras de Yassir.
Fuera, respira con dificultad.
Se toca su rostro quemando del mismo sofoco que ha pasado.
Se queda en la puerta para calmarse un poco, a decir verdad está demasido abochornada por haber visto sin ropa a su jefe.
Más calmada, retrocede en el tiempo, solo había visto pocos hombres sin ropa, como mucho sin camiseta cuando trabajaba en el campo.
Su falta de experiencia, y la protección por parte de sus abuelos han hecho que en estos momentos se sienta como una completa imbécil.
De pronto la puerta se abre, rápidamente se separa dándole al espalda a Yassir, para su suerte está hablando por teléfono.
Inmediatamente pasa dentro de la suite para terminar cuanto antes de limpiar y seguir con las demás habitaciones.
Hasta la hora del medio día no había sucedido ningún contratiempo, por lo que aún podía decir que seguía trabajando.
Durante la comida habla con Johana, poco a poco se van conociendo más y se hacen más amigas.
Mientras habla con Johana, un coche para enfrente de ellas, al bajar del auto, puede ver a su madre vestida elegante con gafas de sol.
Zara la observa reprimiendo sus emociones.
Su madre camina con demasiada seguridad sin prestarle atención a su propia hija.
El rostro de Zara cambia y Johana se percata del malestar de su amiga. Aunque quiera decirle la verdad, prefiere ocultarla y mentirle.
Su amiga se cree que está preocupada por conservar su trabajo porque sabe la falta que le hace para ayudar económicamente a su abuela.
La consuela quitándole importancia al asunto y haciendo un broma se marchan para continuar con sus trabajos.
Leonor sube por el ascensor directa a la oficina de Yassir, el cual se encuentra reunido con Álvaro.
Al entrar, Yassir saluda a su madrastra y Álvaro hace lo mismo.
A ojos de otras personas, Leonor se ha creado una reputación de buena persona, amable y educada.
Una buena esposa que ayuda a su marido en los negocios y una excelente madre con su hijastro e hija.
Leonor toma asiento enfrente de Yassir para hablar sobre la fiesta de cumpleaños que quiere organizarle a Ingrid.
Entusiasmada, comienza a pedirle consejo a Yassir hasta que alguien toca la puerta y son interrumpidos.
— Buenas tardes, discúlpeme pero tengo que limpiar la oficina, lo hago ahora o después. — Yassir posa sus ojos en Zara.
— Adelante, haga su trabajo. — Responde tajante prestando atención a su madrastra.
Cabizbaja, con el carrito de la limpieza pasa dentro donde se encuentra con su madre, la cual la ignora por completo hablando de la gran sorpresa que le va dar a Ingrid.
Una flecha va directa al corazón de Zara. Emociones destruidas hace tiempo y deseo de obtener algo que nunca ha podido conseguir y ahora, ahí está, limpiando la oficina escuchando como se expresa de su hermana y como le dice te quiero a su hijastro.
Mientras que a ella, apenas puede recordar las veces que le ha dicho un simple «te quiero hija».
Una lágrima roza con ardor su mejilla, rápidamente se seca sus ojos.
— ¿Queréis un café? — Pregunta Álvaro.
— Sí, pero deja que lo traiga Zara. — Responde Yassir mirando a Zara esperando su reacción para darle motivos de despido.
— De acuerdo. Dígame cómo lo quieren. — Con calma, fingiendo una sonrisa se quita sus guantes dándole un zasca a Yassir.
— No es necesario, nuestra secretaria puede traerlo. — Fulmina Álvaro a Yassir sabiendo las intenciones de éste.
— No tengo problema en traer sus cafés señor Mayer. — Yassir mira a su amigo y como ha fruncido su ceño, eso quiere decir que está molesto.
Yassir le explica cómo quiere los cafés y Zara sale para traerlos.
Al salir de la oficina se siente pérdida, avanza unos metros algo desconcertada hasta que Melania, la secretaria se ofrece ayudarla.
Con la ayuda de Melania, Zara carga la bandeja de cafés y unas galletas que siempre le pone Melania que tanto le gustan a Yassir y Álvaro.
Respirando algo más aliviada y agradeciendo el detalle a Melania se marcha hacia la oficina donde para sorpresa de todos ha cumplido bien con el mandado.
Al dejar los cafés en la mesa, Zara está demasido cerca de su madre, su corazón se contrae cuando ésta la trata como una desconocida.
Muda ante su comportamiento se marcha en busca de su carrito para finalizar con la limpieza y poder irse cuando antes del lugar.
Una vez fuera, Zara busca un baño donde a solas se sienta en el sanitario para cubrirse con sus manos sus rostros y sollozar por el daño que le causa su madre.
Alguien toca la puerta. Rápidamente se limpia el rostro, y abre.
— Disculpe, quiero entrar en el baño. — Dice una de las empleadas.
— Sí, pase esta limpio todo. — Dice Zara evitando mirar a la mujer y seguir trabajando.
Con apariencia normal, Zara sale del baño para continuar trabajando mientras su madre sigue en la oficina reunida con Yassir y Álvaro terminando los detalles de la preparación de la fiesta de cumpleaños de Ingrid actuando con normalidad, despidiéndose de su hijastro con cariño y afecto hacia Álvaro para marcharse hacia la calle sin saber que acabará encontrándose de frente con su hija.
Ambas se miran por unos instantes envueltas en un silencio glaciar donde en su pecho desatan tormentas de emociones no visibles.
— Buenas tardes señora Okesty. ¿Desea algo, la puedo ayudar en algo? — La frialdad de Zara y la manera tan poco afable le pilla por sorpresa a Leonor.
— Gracias muchacha no necesito nada. Que tenga buen día.
— Gracias, igualmente. — Alzando su barbilla orgullosa pasa por al lado de su madre sin pararse ni a mirarla caminando despacio dándole a entender que ya han pasado años desde que lloraba pidiéndole algo de cariño.
Leonor la mira a través de sus gafas de sol como desaparece de su vista, notando un dolor punzante en su corazón. A fin de cuentas es su hija.
El lujo, la vida buena que tiene no la quiere cambiar por un error del cual se avergüenza del pasado.
Y si su marido llegara a enterarse de la verdad, de que Zara es su hija debería explicar su pasado, algo que siempre ha mantenido oculto y así debe de ser.
Una vez que han terminado sus trabajos, Yassir propone de ir a comer a su amigo y seguir hablando de cómo deben de hacer para seguir encontrando más alternativas para seguir adelante con el negocio familiar.
Una vez que salen a la calle, deciden de ir caminando ya que el restaurante al que van a comer está cerca.
Con lo que no contaban era con encontrarse a Zara en la parada del bus hechando cuentas con algunas monedas para hacer la compra y pagar el transporte.
Al verla en ese estado, Álvaro quiere ir a su rescate incluso llevarla él mismo a su casa, pero no está solo y por nada del mundo quiere darle explicaciones a su amigo se sus sentimientos hacia una empleada.
— Anda, pero si es la señorita Castelo. — Se acerca Yassir captando la atención de Zara.
— Buenas tardes señor Okesty y Mayer. — Saluda ella guardando su monedero en su bolso antiguo.
— ¿Esperando el transporte? — Pregunta Álvaro muy cortés.
— Sí. — Responde mirando al frente cosa que le hiere a Álvaro por querer mantener una conversación con ella.
— A ver, ¿porqué cuentas el dinero? Tú no sabes que existen tarjetas para el transporte público. Cómprate una y puedes viajar durante un año aunque no lleves dinero. Pasas la tarjeta y te se va descontando y te sale más barato el viaje.
— Disculpe, pero no sabía de eso. Gracias por su ayuda señor Okesty. — Con sus mejillas rojas mira su suelto en la mano.
— Bueno ya sabes, hasta luego.
Álvaro la contempla en silencio pensando en la manera de ayudarla.
Ambos amigos caminan juntos hasta el restaurante donde al sentarse en la mesa viene a su encuentro una amiga íntima.
Los tres comen en una ambiente relajado y al terminar no dudan en volver al hotel con un propósito.
Al salir de la tienda, Zara camina hacia su apartamento cuando ve a pocos metros el auto de su madre. Insegura lo mira y decide caminar. Su madre se baja y la llama pidiéndole reunirse con ella en el auto para no ser vistas.
Zara camina hacia el auto donde su madre le indica al chófer de dar una vuelta.
— ¿Qué quiere? — Pregunta Zara mirando al frente.
— Quería explicarte mi comportamiento de antes en el hotel. Quiero, o más bien necesito que entiendas que de momento no puedo presentarte como mi hija, dame tiempo hija para hablar con familia, entiéndeme, tengo miedo de que mi marido se enfade y me quite todo, y yo...quiero a mi familia.
— Lo entiendo, no te preocupes que no voy abrir mi boca, hasta ahora estoy cumpliendo con lo acordado, mantenerme lejos de su familia no tener ningún contacto con ellos y mucho menos revelar la verdad.
Y de ti, también me mantendré lejos, no deseo que se avergüence de mí, tampoco quiero que tengas problemas por mi culpa. Ahora soy mayor, puedo cuidarme sola y cuidar a mi abuela, ella es la que me importa y la que amo como si fuera mi madre.
Disculpe, ¿Puede parar aquí mismo? Ya no tengo nada más que hablar. — El chófer sigue la orden de Zara, ella se baja dejando descolocada a su madre por su manera de hablar.
Antes siempre le pedía tiempo,le proponía ideas para pasar tiempo, la llamaba madre y le agarra sus manos poniéndose las en sus mejillas donde ese contacto la hacia estremecer.
Ahora, todo a cambiado. Leonor no puede contener más su dolor y llora amargamente siendo observada por su empleado de confianza.
Por querer deshacerse de su madre, Zara no sabe dónde está, apenas conoce la ciudad y realmente no sabe dónde está.
No conoce a nadie, solo conoce a Ambrosio, quizás él pueda ayudarla.
Lo llama, pero no responde.
Insiste una vez más pero tampoco responde.
Asustada, mira para todos lados para poder encontrar alguna solución.
Una señora mayor pasea con su perro, Zara pregunta dónde está y cómo puede volver a su casa. La mujer le da explicaciones pero ella no consigue ubicarse, subirse al metro sería un peligro ya que nunca se ha subido a uno.
Agradece a la señora y sigue caminando hasta llegar a una parada de bus.
Allí pregunta a las personas que se encuentran esperando pero nadie puede ayudarla.
En ese momento su teléfono suena, es una mensaje de Ambrosio.
✓ Zara, lo siento pero no puedo responder a tu llamada estoy con una mujer ocupado. Hablamos después ya te llamo.
Al leer el mensaje inmediatamente siente decepción, no quería darle conversación, más buen necesita su ayuda. No enterarse de sus aventuras.
Prefiere seguir caminany sin rumbo, mira los escaparates de las tiendas parándose porque sus zapatos comenzaban hacerle daño.
A lo lejos puede ver la señal de la farmacia, camina directa hacia la farmacia para comprar algo para curarse las heridas y de paso preguntar si le pueden ayudar para volver a casa.
Al entrar a la farmacia se queda de piedra al ver a Yassir dentro comprando.
Al voltearse y verla Yassir se desespera pero ninguno dice nada.
Ella pide lo que necesita, al decirle el total, Zara se da cuenta de no tener suficiente dinero, retira una cosa y pregunta el precio para ver si le alcanza al final se marcha sin nada.
De nuevo en la calle mira para todos lados para ver qué puede hacer, entonces se le ocurre el nombre del hotel, si da ese nombre quizás la gente le puede dar la ubicación mejor y desde allí ir hasta su casa.
Al entrar de nuevo en la farmacia se topa con el pecho de Yassir haciendo que se tambalea un poco.
— ¿Acaso me persigues o qué? — Protesta él.
— Disculpe señor Okesty, necesito de su ayuda. — Yassir la mira extrañado.
— Dime, que quieres y como sea dinero la respuesta es no.
— ¡ Qué va!, siempre piensa en lo mismo. Necesito que me indique cómo puedo llegar desde aquí al hotel.
— Fácil,. cómprate un mapa o en tú teléfono tiene un mapa que si pones la dirección te lleva. Utiliza Google para eso lo inventaron.
— Mi teléfono es algo antiguo. — Lo saca del bolso y se lo muestra.
— Vaya, eso tiene mérito, estoy seguro que si lo vendes a un coleccionista te ofrece bastante como para comprarte otro.
— Yassir, puedes decirme la dirección del hotel, estoy perdida necesito volver a mi casa, no conozco la ciudad. ¿puedes ser más amable? — La voz autoritaria sonando enfadada hace que Yassir centre su atención en ella mirándola de arriba a bajo en silencio.
— De acuerdo, disculpe que le moleste señor Okesty, lamento lo dicho, lo siento usted es un hombre de negocios y yo le estoy quitando su tiempo. Gracias por todo, perdone por mí comportamiento.
Que tenga buena noche.
Zara se da cuenta de que está hablando con el hijastro de su madre, con su jefe, y no debe mezclarse con él.
Le da la espalda y empieza a caminar parando a un hombre para que pueda ayudarla.
— Zara, ven, te llevaré al hotel. — Agarrándola por su muñeca tira de ella hacia donde está su auto aparcado.
— No quiero molestarlo señor Okesty, ya llegaré a casa. — Incómoda y tímida se suelta de la mano de él.
— ¿Y cómo vas a ir? No tienes dinero para pagar un taxi, no sabes ni dónde estás y casi no puedes ni caminar. Confía en mí, no te voy a meter mano, ni te voy a morder, simplemente te llevo al hotel voy para allá.
— Gracias.
Zara sube al auto de Yassir atrás, algo que lo descoloca por completo. Jamás antes una mujer se ha sentado atrás, normalmente lo hacen delante para presumir.
— ¿Te puedes sentar delante, no soy un taxista? — Protesta Yassir.
— Estoy bien aquí, gracias.
Él mueve su cabeza aplacando su enfado.
Conduce hasta hotel, mientras Zara mira por la ventana sintiéndose tan mal y tan sola que no puede sujetar su llanto.
Solloza en silencio limpiando su rostro, fácil secar el rostro difícil tapar el dolor que sufre por dentro.
Al llegar al aparcamiento del hotel, Yassir le pregunta porque llora.
Ella, evita mirarlo, quiere decirle la verdad, pero no puede, a pesar de todo ella misma ha presenciado como es la vida de su madre, si ella habla todo sería un conflicto.
A fin de cuentas es su madre, que va hacer si no protegerla y mentir por ella aunque sabe que eso está mal.
— Disculpe,.yo... Es que me siento muy sola aquí no conozco a nadie y hoy he sentido mucho miedo.
Yassir se baja del auto, le abre la puerta y sin ella esperarlo la abraza.
Zara acepta ese abrazo que tanto necesita, al menos por unos instantes alguien se ha preocupado por ella.
Se aparta de Yassir agradeciéndole el abrazo y su generosidad.
— No me des las gracias, toma te he comprado esto para que te cures tus heridas, y aquí tienes dinero para que puedas coger un taxi que te lleve a casa.
— Yo...no puedo aceptar esto, bueno las vendas y la crema si porque me duele mucho los pies, pero el dinero no.
No puedo. Agarra la bolsa pero no el dinero.
— Tómalo prestado, ya me lo devuelves cuando puedas o...te lo descuento del sueldo. — Bromea haciéndola reír.
— Si es así, sí lo acepto. Gra...— Un dedo tapa su boca, una mirada clara lo mira con afecto y su sonrisa la tranquiliza.
Asiente con su cabeza y se marcha para coger un taxi que la pueda llevar a casa.
Si no hubiera sido porque su padre se encuentra en su oficina con dos hombres más y una pila de documentos esperándole encima del escritorio, él mismo hubiera llevado a casa a Zara, su teléfono no deja de sonar y su padre necesita las pastillas con urgencia.
Camina hacia su oficina con una sonrisa boba en el rostro pensando en Zara y en lo mal que lo está pasando y la entiende, él mismo se encontró años atrás solo en el extranjero sin ayuda.
Para poder saber lo que siente otra persona, hay que ponerse en sus zapatos.
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