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Capítulo 4

Al terminar su turno, Zara se prepara para irse lo más rápido posible a su casa para poder arreglarse para acudir a la cita con Ambrosio.
Llena de felicidad se dispone a salir del hotel cuando se cruza con Ingrid. Ella la mira de arriba a bajo haciendo un mohín de desapruebo, mientras Zara hace la vista gorda actuando con normalidad.
Ya en la calle, Ingrid se sube al auto con la elegancia de una rica con modales estudiados en la mejor universidad.
Zara observa al chófer y éste sin apenas mirarla sube a su auto, a fin de cuentas hace su trabajo.
Viendo la realidad, Zara camina hacia la parada del bus, su mala suerte hace que antes de subir cuente su dinero para hacer cuentas si puede o no subir al transporte debido a la falta que le hace el dinero no puede derrochar ni un céntimo.
Al ver que no le alcanza para tomar varias veces el transporte, decide ir caminando hasta su casa aunque le pille algo lejos.

En el parking del hotel, Álvaro consulta la hora en su reloj caro, le queda un par de horas antes de convertirse en Ambrosio, para ello va necesitar la ayuda de Selena, una estilista y amiga desde la infancia.
Sale del parking conduciendo a velocidad elevada, al salir a la calle ve corriendo a Zara, sin dudarlo aparca el auto a un lado de la acera y como todo un caballero sale a su encuentro.

— Oh, disculpe señor Mayer, no le habia visto. — Sofocada habla para recuperar la respiración.

—  No tranquila, no se preocupe, la he visto tan apurada que me atrevo a preguntar dónde se dirige y si le puedo llevar yo mismo.

— Voy a mi casa, y sí, está lejos, pero debo de darme prisa tengo una cita. — Fijando su mirada en ella Álvaro sonríe.

— De acuerdo, déjeme llevarla entonces. — Álvaro se ofrece abriéndole la puerta del copiloto de su auto deportivo.
Zara mira con incredulidad el auto para desviar su mirada hacia Álvaro.

— Disculpe señor Mayer pero... Creo que no puedo subir en su auto, es muy lujuso...— Balbuceando Zara intenta darle una explicación para no subir.
Ella misma entiende que no puede subirse a ese auto y más con su jefe.

— No sé preocupe, solo es un auto, venga suba yo mismo la llevo a su casa.

Ante la insistencia por parte de Álvaro, roja de la vergüenza Zara sube en el auto notando el aroma del ambientador mezclado con la fragancia de Álvaro.
El cual muy tranquilo en apariencia conduce siguiendo las instrucciones de Zara hasta llevarla a su casa.

— Gracias señor Mayer por traerme.

— Ha sido un placer poder haberte ayudado. — Con sus almendrados ojos y una sonrisa seductora Álvaro se marcha conduciendo hasta el salón de belleza de su amiga donde con su ayuda le hará cambiar su aspecto para no ser reconocido por Zara.

Muy nerviosa, Zara comienza a ver en su pequeño armario su ropa.
Mira una a una sus prendas para ver cuál es la más indicada para asistir a la cita de su amigo y amor imaginario.
Su ropa es muy simple y sencilla, haciendo un mohín pensantiva decide ponerse un vestido largo con un estampado de rayas.
Como puede se maquilla y se peina su cabello rojizo dándose varios pellizcos en la mejilla repitiéndose así misma que no es un sueño.
Dándose un último repaso ante el espejo, agarra su bolso y se marcha hacia el parque donde se había citado con Ambrosio.
Entusiasmada con la idea de poder conocer al fin al hombre del cual se ha enamorado, camina en dirección al parque, cruza todo el gran parque donde hay bastantes personas caminando, paseando con sus mascotas y sus hijos.
Consulta su hora, tan solo quedan cinco minutos para la hora acordada.
Tambaleando sus piernas consulta su teléfono incluso piensa repetidas veces con la idea de poder gustarle a Ambrosio imaginado como será.

Pasados quince minutos, su teléfono suena. Al ver en la pantalla que se trata de Ambrosio salta del banco mirando para todos lados para poder saber quién es.
Ella se describe como va vestida, donde está situada y al terminar la conversación tiene delante de ella al hombre del cual se ha estado enamorando a través de mensajes.
Álvaro, ahora haciendo el papel de Ambrosio con una peluca y una careta de hombre algo más mayor que él saluda a Zara esperando que ésta lo rechace.
Pero no, ella tímida lo saluda con las más bellas de las sonrisas le invita a tomar asiento en el banco.
Álvaro se queda impactado por la reacción de ella, se ve tan ingenua y feliz por conocerlo como ver sus mejillas rojas.
Zara se muestra torpe, mientras él piensa en como ingeniárselas para que lo odie y así poder enamorarla con su verdadera identidad.

Ha pesar de mostrarse indiferente con ella, Zara quiere entablar una bonita conversación, no se da por vencida y para atraer su atención le invita a pasear donde caminan y hablan aunque Zara no puede apartar los ojos del suelo por estar con el hombre que le gusta.
Mientras el silencio los rodea, Zara piensa en las veces, mejor dicho, la ocasiones contadas paseando con un chico, de aquello ha pasado tanto tiempo que ya ni recordaba cómo era poder estar con una persona del sexo opuesto donde su interior permanece hilos de inquietud y con ganas de pasar más tiempo junto a Ambrosio.

A pesar de querer aparentar un tipo arrogante y mal educado, Álvaro bajo su disfraz, se mostraba feliz y lo más importante, podía ser él mismo sin necesidad de andar siendo precavido por ser engañado por alguna mujer.
Aún podía recordar la noche en la que fue traicionado por la mujer que amaba.
Aquella mujer que tanto deseaba, donde no había luz si ella no estaba presente. Donde quería casarse con ella y formar una familia pero todas y cada una de sus ilusiones se marchitaron el día que llegó antes de tiempo al apartamento que compartían y la pilló en brazos de otro hombre.
Desde aquel día se juró de no volver a caer en el hechizo de una mujer interesada, y hasta el momento solo había conocido mujeres hermosas pero no había interés en ellas.
Quizás sea porque el dolor de la traición estaba aún presente en su corazón y no había podido romper la coraza que se puso el día que se despidió de el su ex.

Ahora estaba demasido relajado bajo una identidad falsa, al parecer,  Zara no había notado nada raro en él y todo marchaba incluso mejor de lo que él esperaba.
Zara había parado en un puesto para comprar un maíz caliente, incluso lo estaba invitando ella.
Algo que le estaba dejando confundido, pues no estaba acostumbrado a comer comida de calle y ser invitado por una mujer, ya que él era el que las invita a lujusos restaurantes para terminar la noche en la cama.

Y allí estaba sentada con sus piernas cruzadas comiendo maíz hablando de su infancia riendo a la misma vez siendo observado por unos hermosos luceros almendrados y una sonrisa cautivadora.
Las luces de las farolas anunciaban de anocher.
Debido a que debía de trabajar a otro día, Zara se despide de él con pena.

— No te preocupes, podemos quedar otro día. — Álvaro está tan a gusto en compañía de Zara que no quería dejarla ir.

— Disculpa, yo me quedaría más tiempo, pero no quiero llegar tarde a mi trabajo, llevo poco tiempo y necesito trabajar para mandar dinero a mi abuela.

— Entiendo. ¿Y cómo es tu jefe? — Se atreve hacerle la pregunta con la intención de averiguar que opina realmente de él mismo.

— Bueno, tengo dos jefes. El señor Mayer es muy educado y buena persona, pero el señor Okesty es más serio, no te pasa ninguna y no quiero darle motivos para que me despedida.

— Estoy seguro que no lo hará, tú ten como amigo al jefe bueno verás como no te va despedir. — Bromea intentando ver si es una mujer aprovechada o no.

— ¡No! ¿Qué dices! Quita, quita, que el señor Mayer sea buena persona no quita de ser mi jefe y yo debo hacer mi trabajo bien por eso me paga. Mejor no quiero ser su amiga, vamos que no me gustaría tener que verlo demasiadas veces, quiero hacer mi trabajo lo mejor que pueda y no darle motivos suficientes para que tenga que estar vigilada.

Álvaro hace un mohín de desaprobación, pues era lo que menos quiere, no verla.
A pesar de querer decirle que Yassir no volverá a meterse con ella, debe guardar silencio, aparentar con buen humor como sus palabras no le han afectado en lo más absoluto.

— Me gustaría acompañarte a tu casa. — Cada minuto junto a ella era más importante para él.

— Eh...no sé, yo vivo en un apartamento muy pequeño y sola y creo que no está bien de que...digo...— Álvaro se echa a reír ante la inocencia de ella, pero eso le gusta y le atrae más aun de ella.

— Te entiendo, también quiero decirte que te respeto y no haré nada de lo que tú no quieras.
Ante todo somos amigos y no me gustaría romper mi amistad contigo por algo que no va suceder. Porque para mí eres mi amiga. — Seguro que se va arrepentir de lo dicho, pero era mejor decirle que no hay más opción de ser más que amigos por querer enamorarla como Álvaro.

La desilusión fue inmediata, tanto como para picarle sus ojos y querer salir corriendo para estar a solas consigo misma. Pero ya no era esa niña que todos se metían con ella, no era aquella adolescente que tuvo su primer novio y le dejó por haber hecho una apuesta con sus amigos.
Si lo miraba desde esa expectativa, Ambrosio ha sido sincero con ella, por lo cual no debería molestarle su actitud hacia ella.
Después de todo, le queda su amistad.

— Gracias por todo Ambrosio, me ha hecho mucha ilusión el haberte conocido. Y...bueno, espero quedar más veces contigo. — A pesar de estar sufriendo por dentro por el rechazo por parte él, ella muestra una sonrisa tímida.

— Darlo por hecho amiga. — Álvaro la observa con detenimiento, notando como su corazón late despacio incluso se siente mal consigo mismo.
Le da la mano y ambos toman sus correspondientes caminos.


La tarde había sido maravillosa, pena que él no quiera tener algo serio con ella, pensaba Zara caminando hacia la parada del bus.
Mientras tanto, en su auto alquilado viejo y sucio, Álvaro golpea enfadado y molesto consigo mismo por no poderle decir que le gusta.
No quería enamorarse, no pretendía abrir las puertas de su corazón nuevamente, pero Zara había llegado a su vida como una ángel sin maldad que lo lleva a tocar la estrellas y empezar a sentir esa emoción, ese sentimiento ya olvidado.
Condujo hasta la casa de su amiga para que le ayude a quitarse el disfraz y pensar como lo va hacer para enamorarla como Álvaro, ya que ella misma le ha dejado claro de no querer acercarse a su jefe.

Nada más bajarse del bus, Zara camina unos cuantos metros cuando ve el auto del chófer de su madre.
Con disimulo se acerca hasta el auto donde llega a escuchar unos gritos.
Toca repetidas veces la ventana, alguien grita desde dentro, nerviosa intenta abrir la puerta, pide ayuda a transeúntes, pero nadie la escucha hasta que un policía vestido de paisano grita para que abra la puerta.
Del auto sale un hombre alzándose sus pantalones y a su lado se encuentra Ingrid temblando.
El policía le hace unas preguntas a ella, inmediatamente se lleva al supuesto novio a comisaría.
Zara al ver en el estado que se encuentra su hermana decide prestarle su ayuda.
Ella la abraza entre lágrimas pidiéndole que no la deje sola.
Zara la abraza asintiendo con su cabeza.
Ambas se van a hospital, donde tras ser examinada y la policía le ha hecho varias preguntas de lo sucedido por supuesto negando de querer poner una denuncia en contra de su supuesto novio, Ingrid llora desconsolada en los brazos de Zara.

— ¿Quieres que llame alguien de tu familia? — Le dice mientras ella descansa en una camilla.

— No, no por favor, no quiero que mis padres se enteren.

— Debes de poner una denuncia. — Insiste Zara viendo sollozar a su hermana.

— Por favor, no le cuentes nada de esto a mí familia. Danilo es ... Bueno su familia es uno de los inversores más importantes de los negocios de mi familia se llevan muy bien y no quiero que mi padre tenga problemas por mi culpa.

— Son negocios, pienso que a su padre le importa más tu bienestar que los negocios. — Sin soltarle su mano Zara trata de explicar que debe hacer lo correcto.

— No insistas, no puedo hacerlo. De verdad que si pudiera lo haría, pero no puedo. Mi familia es muy importante, y cualquier escándalo llamaría la atención de la prensa y eso provocaría que hablen de nuestra familia y estaría manchando el apellido de mi familia y la gran reputación que ha obtenido durante años.
Mi familia es muy conocida, y de verdad no quiero hacerle algo así a mi padre prefiero callar.

Zara suspira pensando en cómo debe sentirse como para guardar un secreto que la lástima tanto protegiendo a su familia de las habladurías de los demás.

— De acuerdo. Yo tampoco diré nada, no se preocupe por nada. Respeto su decisión aunque no la comparto pero...mejor que tú, sabes lo que sucede en tu entorno.

Ingrid la mira buscando el consuelo de aquella desconocida y tan próxima a ella.
Guardan silencio hasta la llegada del médico donde le da el alta y pueden irse a casa.
Ya en la calle, Zara se despide de Ingrid, ésta se sube a un taxi y aunque Zara no quiere dejarla sola y se preocupa debe dejarla ir, así se lo hizo saber su madre.
Ningún tipo de contacto con cualquier miembro de su familia.
Al volver a recordar aquella discusión con su madre, varias lágrimas salen de su rostro preguntándose nuevamente porqué su madre la trata de ese modo.

Al llegar al edificio, en el ascensor se encuentra con Amanda, ella con su carácter tan alegre, la saluda invitándola a su casa.
Algo avergonzada, Zara quiere irse a su casa, ante la insistencia por parte de Amanda entra en su casa, donde ella muy habladora y encantadora le prepara una bebida y algo de picotear.
Animadamente hablan conociéndose un poco mejor hasta que alguien toca la puerta.
Amanda se sorprende puesto que al estar en sus días no recibe ningún cliente.
Confundida abre lentamente la puerta, se trata de uno de sus clientes.
Habla con él unos minutos y después se escucha de cerrar la puerta.

— Disculpa, era un cliente. Pero ya se ha ido. — Tomándose las cosas con naturalidad vuelve a prestar toda su atención en su vecina y ahora amiga.

Amanda es una chica extranjera, tuvo una infancia difícil y muy joven quedó embarazada.
Dejando su país y a su hija tuvo que pasar por muchos difíciles momentos donde las personas se aprovecharon de ella, la trataron mal, y donde tuvo que aprender a no hacer caso a nadie salvo a su intuición.
Donde la gente habla por hablar y nadie es tu amigo, si no tú enemigo, cuando dejas de hacer favores ya no te conocen, pero de igual modo, conoció gente buena en su misma situación y la ayudaron y ahora puede decir que es libre y dueña de su vida.
Zara la mira con adoración, de alguna forma se siente identificada con Amanda, da igual de que país provengas, raza, cultura... Cuando eres injustamente tratado como si no vales nada, cuando amas a una persona y esta te engaña, te sientes frágil por no entender lo que está sucediendo, llegando a romper tus ilusiones, en tu corazón ves en esa persona tu propio reflejo cuestionándose ella misma que en todas las familias siempre hay una abeja reina y una oveja negra.

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