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Capítulo 32

El dolor es demasiado insuperable como para decir puedo salir adelante sin alas, todo parece volverse oscuro, sus ojos no cesan de llorar pensando en su marido y cómo va afrontar todo, necesita estar sola para descansar y al mismo tiempo pensar en alguna solución.
Tirada en su cama, como si su cuerpo flotara en el lago de su lamento solloza perdida en un difícil bosque donde solo ve lo mismo y el camino no le lleva a ninguna parte.
Amanda trata de calmarla como puede, siente tanta pena por su amiga como para ponerse a sollozar mientras trata de reponer fuerzas.

— ¡Basta ya! Deja de llorar, tú no has hecho nada malo. Simplemente él no te recuerda, quizás sea por un tiempo. Verás como todo va salir bien amiga. No llores más.

— ¿Qué quieres que haga Amanda?, cuando creí que había encontrado mi felicidad, saco conclusiones de donde no las hay, dejándome de llevar por mi actitud me separo de mí marido, después me entero de que él me ama y nada de lo que pensé era verdad, Yassir arriesgó mucho por mí, y ahora no puede recordarme, ¿cómo quieres que esté?
Él es el padre de mi hijo y no me conoce.
¿Qué hecho para merecerme esto? — De nuevo cae en el fondo del abismo donde al sumergirse todo está oscuro, Zara quiere nadar a la superficie, al sacar la cabeza para respirar ve que el agua aún le cubre por completo su cuerpo, un agua que ella misma se deshace sin saber  exactamente como debe de actuar.

Su teléfono suena, se trata de Mourad pidiéndole verla mañana.
Zara acepta tener una reunión con él, aunque esté abatida, debe de ponerse en pie para caminar por el camino que le conduce hacia su meta. Esa meta son sus propósitos y nada la va parar hasta conseguirlo.
Esa noche Amanda se queda con Zara hasta la mañana siguiente donde se preparan para la reunión con el empresario árabe.

Al llegar a su oficina, Mourad la recibe con expresión de seriedad, las invita a tomar asiento y a desayunar.
Mientras desayunan, Mourad habla con Zara sobre su marido.

— Me he enterado de lo ocurrido con Yassir. Me alegro por él pero me han comunicado uno de los médicos que trabajan en el hospital de su pérdida de memoria. Eso me preocupa Zara.

— Es muy difícil para mí y más que estoy embarazada, no sé qué debo hacer, me siento perdida.

— Enhorabuena por su maternidad. Y, quiero que sepa, que aquí estoy para ayudarte, en estos momentos usted es la presidenta  de la empresa, de su empresa.
Quiero ponerla al corriente para que comience cuanto antes a trabajar y dirigir la empresa desde aquí en mis oficinas o desde el hotel.

— Prefiero hacerlo desde el hotel para no levantar sospechas. Ya que es mi empresa quiero estar presente mientras pueda trabajar.

— Estoy de acuerdo con usted. Entonces usted se va encargar con la ayuda de Brahmín, uno de mis asesores de fianzas de la contabilidad de empresa, es un hombre de confianza, cualquier cosa él le va ayudar, lleva muchos años trabajando en este sector. Verá como le va ayudar.

— Muchas gracias por todo Mourad.

— No me las dé, somos socios y queremos que nuestras empresas obtengan beneficios y poder crear empleo.
Pongamos en marcha inmediatamente con su idea desde hoy mismo.
Nos reuniremos una o dos veces al mes para ver el progreso del funcionamiento del hotel.

— No tengo ningún inconveniente.

— Me alegro de poder trabajar con usted señora Okesty.

— Lo mismo digo señor Majet.

Zara sigue reunida con el empresario árabe pensando en cómo y de qué manera va poder trabajar sin levantar sospechas, Mourad le da algunas indicaciones sobre como debe de hacerlo,  preveniéndola de cualquiera que trate de engañarla.

En el momento que Zara pone un pie en la calle, respira varias veces hondo, no puede negar que aunque las cosas en su vida amorosa no estén demasiado bien, en esos momentos se siente más segura de sí misma y con ganas de afrontar todo con la esperanza de poder acercarse pronto a Yassir y puedan recuperar el tiempo perdido.

Con ganas de poder ver a su marido se dirige hacia el hospital, camina distraía pensando cómo será el encuentro entre ella y Yassir y si podrá reconocerla.
Entra dentro de la habitación, llevándose una sorpresa de ver allí a Gresa y Leonor.
Ambas hablan con Yassir el cual parece que le sigue la conversación algo que la desconcierta.
Leonor la ve, e inmediatamente se la lleva fuera al pasillo.

— ¿Qué haces aquí? — Pregunta Leonor sujetándola del brazo para llevársela lejos de la habitación.

— He venido a ver a Yassir.
¡Y suéltame, no quiero que me toques!

— Escúchame con atención, los médicos han hablado con nosotras, Yassir ha perdido la memoria de hecho no recuerda parte de su vida, y al parecer ese tiempo que no recuerda entras tú. Yassir te ha olvidado Zara. Admite que ya no haces nada en su vida. Deja que se case con Gresa y aléjate de una vez por todas de Yassir.

— Eso no puede ser. Tendrá amnesia, pero debe de recordarme.

— Lo llevas claro.

— Claro, tú madre te alegras de lo que está sucediendo. Te viene muy bien de que al fin se cumplan tus deseos.
Aún así, no voy a darme por vencida porque no pienso ponerte las cosas fáciles ni a tí ni a Gresa.

— ¿Eso es una amenaza? — Pregunta Leonor con sorna.

— Tómatelo como quieras. Pero lo que es mío, no comparto. Adiós Leonor.

Zara se marcha sin haber visto a su marido, busca a su tío para que le dé alguna explicación sobre el estado de Yassir.
Y tal y como imaginaba, Leonor llevaba razón, Yassir ha perdido la memoría, incluso puede que los últimos años de su vida no estén en su memoria.
Entristecido, abraza a su sobrina, donde ella deja descansar su mejilla en su pecho preguntándose porqué ahora cuando más lo necesita, cuando recién se ha enterado de que van a ser padres se construye una barrera entre ellos.

— Zara no llores, Yassir no se puede casar con Gresa, él aunque no te recuerde, está casado contigo, ante la ley, tú eres su esposa.
Y al menos que quiera cometer un delito de bigamia, o tú le des el divorcio, Yassir no se puede casar con Gresa.
De momento tú llevas las de ganar.
Leonor no tiene nada que hacer, al final se va tener que arrodillar ante ti.
No te preocupes, ahora mismo intenta no alejarte de tu marido, quizás haya algún modo de que pueda recordarte.
Si se enamoró de tí una vez, si el amor es fuerte y sincero, podrás enamorarlo de nuevo.

Zara mira a su tío con un brillo de dicha en sus ojos, esboza una sonrisa frágil cargada de esperanza e ilusión.
Asiente con su cabeza limpiándose sus ojos, roza su vientre pensando que ahora tiene un motivo más que suficiente para recuperar a su marido y obtener la felicidad que siempre quiso y solo Yassir pudo dársela.
Ahora, está más que decidida para volver a conquistar a su marido, si él se enamoró de ella una vez. ¿Podrá quererla de nuevo?

Antes de irse del hospital, intenta de nuevo visitar a su marido.
Al parecer está solo y eso le anima a entrar, aunque le duele demasiado el corazón de que no la reconozca y más deber de guardar la información por temor a que su salud empeore, Zara actúa con normalidad.
Entra sonriente, toma asiento en una silla mirándole a los ojos guardándose para ella las ganas de abrazarlo.

— ¿Cómo se encuentra señor Okesty? — Hace una pausa reprimiendo para ella el deseo que nace en su interior.

— Estoy bien...pero yo...disculpe que no la reconozca ahora mismo...

— No sé preocupe, lo entiendo. Soy Zara Castelo, su secretaría, trabajo desde hace poco tiempo con  con usted.

— Ah, vaya, ¡Qué malo soy para quedarme con las caras!

— Lo entiendo a mi me sucede lo mismo. Veo que ya está mucho mejor. — Zara sigue hablando camuflando a la perfección sus sentimientos, aunque no sabe por cuanto tiempo podrá seguir fingiendo.

Hablan durante un buen rato con naturalidad al mismo tiempo parecen más desconocidos que un matrimonio.
Al menos Zara puede irse algo más tranquila por haber podido hablar con su marido y volver a visitarlo.
Lo que más la irrita es los planes que tiene Leonor y Gresa, quedándose más tranquila por tener ella la última palabra.

Al día siguiente, Zara empieza a trabajar siguiendo los consejos de su socio, intercambian correos electrónicos para no levantar sospechas y esa misma mañana acude el señor Ziani, un hombre de confianza del empresario árabe y economista.
El señor Ziani será el encargado de llevar todo lo relacionado con la contabilidad de la empresa al mismo tiempo será el encargado de asesorar a Zara a la hora de tomar una decisión.
El empresario árabe se ha encargado de hacer lo posible para que su hombre de confianza pueda trabajar en el hotel y no levantar sospechas.
Al parecer todo está saliendo bien, y Álvaro no ha dicho nada aceptando con agrado el contrato del señor Ziani.

Zara se reúne con él a escondidas, hablan sobre lo que hasta ahora está investigando el señor Ziani. Y tal y como sospechaba Zara, hay otra persona que se ha estado encargando de manipular las cuentas llevándose las ganancias hasta otra cuenta fuera del país . A paraisos fiscales para no pagar impuestos y poder blanquear el dinero.
Zara frunce su ceño, poniéndose cada vez más seria, preguntando si han llegado a engañar a su marido, a lo que el señor Ziani responde con un posiblemente. Ya que las acciones del señor Okesty estuvieron muy bajas, incluso podría haberlas perdido si no llega a ponerlas a su nombre y con la nueva inversión del empresario árabe han podido subir y de momento, todo está normalizado.

— ¿Me quiere decir, que Yassir ha estado a punto de perder todo?

— Ha estado a punto de perderlo todo, porque lo han estado engañando. Quién sea no lo sé aún con exactitud, tan pronto como encuentre una repuesta la podré al tanto.
Aún sí, tenga mucho cuidado. Cualquier movimiento en falso, pueden quitarle todo. Tenga en cuenta señora Okesty, que está arriesgando mucho.

Zara comienza a palidecer, ante tal noticia.
Traga saliva con dificultad comenzando a ponerse nerviosa.
Mira hacia su taza de té para alzar su vista hacia el señor Ziani.

— De acuerdo, estaré alerta, cualquier cosa yo le informo. Ahora mismo, necesito descubrir quien ha sido quien ha estado estafando a mi marido.

— Seguiremos en contacto. Ahora me retiro.

El señor Ziani se marcha para su oficina para continuar con su trabajo, mientras Zara piensa en mil posibilidades de quien pueda tratarse la persona que esté detrás de todo.

Después del almuerzo, Álvaro visita a Zara en su puesto de trabajo.
Le hace entrega de una taza de café, la cual Zara rechaza entrándole arcadas haciendo que Álvaro se preocupe por ella.

— No es nada, será la comida que me haya sentado mal. — Mueve su mano de lado a lado quitándole importancia al asunto sin éxito, ya que la angustia se repite y debe ir al baño.

Álvaro la sigue, ella quiere evitarlo pero él más insiste.

— Dime que te ocurre Zara, te ves hasta pálida. Ven, te llevo al hospital ahora mismo.

— No es necesario que me lleves a ningún lado. Sé lo que me pasa. Es por el embarazo. — Zara deduce por la cara que se le ha quedado Álvaro que es algo con lo que no contaba.
— ¿Estás... Embarazada...? — Titubea mirando hacia su vientre.

— Sí, pero no quiero que nadie lo sepa. Aunque es muy difícil que no se sepa.

— ¿Es de Yassir? — Sigue preguntándole.

—Sí, y... No. Yassir no se ha llegado a enterar y debido a su estado de salud, creo que no podré decirle.

Álvaro siente decepción, todas sus esperanzas se han ido como el polvo en el aire.
Tenía la esperanza de que ahora Yassir no la reconoce, él podría consolarla y al mismo tiempo enamorarla.
Ahora con la noticia, prefiere aceptar su derrota y abrazarla como una lo haría un amigo que recién ha dejado volar todas sus posibilidades de enamorarse.

— ¿Qué vas hacer Zara, Yassir está con amnesia y por lo que pinta Leonor está tratando de que se case con Gresa?

— Eso no me preocupa. Si Yassir se enamoró de mí una vez, pueden que sean dos.

— No sé Zara, te veo muy convencida, pero quiero que sepas que cuentas conmigo para cualquier cosa.

— Gracias Álvaro. Después de todo eres buen amigo.

— Lo sé. Y te agradezco que aceptes mi ayuda.
De todas formas, quiero que te alejes de Leonor y Gresa de esas dos me encargo yo.
No deseo que te pase nada malo en tu estado. Y sobre Yassir, ojalá vuelva a enamorarse de ti.

— Eso espero. Quiero ir a verlo al hospital, pero según le conté soy su secretaria.

— Has hecho mal en decirle que eres su secretaria. Yassir nunca se fija en las secretarias.
Y si Gresa está por medio, muy difícil lo vas a tener y más por miedo a que tenga una recaída.
Yo no le deseo eso.

— Tendré que ir despacio. Mientras tanto intento hacer lo posible por acercarme a él para coquetear.

Ambos se echan a reír con ganas abrazándose de nuevo, pero esta vez como amigos.

Álvaro vuelve a su oficina, está desanimado, incluso piensa en irse una temporada fuera del país, lejos donde pueda olvidar a Zara y poner en orden su vida para reparar su corazón.
En mitad de sus pensamientos, llama su padre a la puerta.

— Hola, padre, ¿A qué debo tu visita?

— Vengo para hablar contigo. Ahora es el momento de quedarte con todo. ¿Has visto como han subido tus acciones?
Ahora mismo tú tienes más que Yassir. Puedes quitarle el hotel.

— Papá, no puedo. Yassir es como mi hermano. Además, está enfermo. Sería jugar sucio.

— ¡No seas estúpido Álvaro! — Su padre golpea la mesa fuerte con rabia.

— ¡No soy ningún estúpido!
Es que no soy como tú, no puedo engañar a Yassir, quitarle todo cuando peor está. No quiero ni debo. — Protesta Álvaro.

— Idiota. — Su padre lo golpea para que reaccione.

Álvaro se queda quieto conteniéndose apretando sus puños, su ego está más herido que su cara.
Siente en esos momentos asco por el comportamiento de su padre de querer quitarle todo a Yassir para ser él el único propietario.
La avaricia de su padre no tiene límites como sus insultos refiriéndose a él como un fracasado.
Álvaro quiere gritarle cuanto lo detesta, como quiere huir lejos de él, sin embargo se calla y obedece a su padre como siempre ha estado haciendo para agregarle demostrando que no es un inútil como siempre le ha dado a entender, donde cada día desde que recuerda siempre le ha golpeado por no hacer las cosas como le ha dicho, cuántas veces han discutido por no querer Álvaro hacerle caso.
Su padre siempre ha sido duro con él, echándole por cara que es un hijo adoptado que tuvo que recoger de la calle porque sus padres eran drogadictos.

Un dolor que le ha marcado a Álvaro durante su vida, siempre se ha esforzado por agradar a su familia esforzándose para poder conseguir una migaja de afecto por parte de su padre.

En esos momentos, al marcharse su padre, el estado de Álvaro es devastador. Se encuentra en una encrucijada, por un lado está Yassir, el cual siempre le ha tratado como un hermano, y por otro lado su padre el cual le obliga a ir en contra de sus principios.
Cara o cruz.
Lanza la moneda Álvaro esperando que salga cruz y todo se acabe de una vez.
Toma asiento en su sillón mirando la pantalla del ordenador y las cifras que marcan un antes y un después en la empresa.
Sin saber qué hacer con exactitud, sale de su oficina dirección al hospital.

Al llegar se encuentra con Leonor, la cual astuta trata de convencerlo de quedarse con la empresa ahora que Yassir está enfermo.
Una táctica bien empleada por parte de Leonor para pagar sus deudas y tratar de asegurarse una paga mensual a costa de Álvaro.
La confianza que tiene con sus padres es una puerta que se le abre.
Álvaro la escucha con atención, en un principio le da la razón, aunque sigue con su lucha interior de hacer las cosas lo mejor posible.
Entra para ver a Yassir, al abrazarse Álvaro no tarda en sentirse culpable, trata de aparentar algo que ni le nace. Habla con su amigo hasta caer la noche donde vaga solitario buscando en el refugio del alcohol armarse de valor.
En esos momentos, se siente  un cobarde por no tomar la iniciativa y plantar cara a su padre para hacer lo correcto.
Durante un largo tiempo ha estado callando siendo obediente, ha guardado silencio sobre las acciones de su padre ocultando la verdad a Yassir.
Un trago de alcohol lo hace de plantearse huir.
Quiere escapar de sus miedos, necesita el valor suficiente para enfrentarse a sus temores sabiendo que haga lo que haga al final se quedará sin nada.
Debe afrontar su culpa, pretendiendo así hacer justicia por pagar un alto precio por proteger a su padre.

Camina hacia el edificio de Zara, toca la puerta esperando unos minutos siendo recibido algo asombrada por Zara.
Ella le invita a pasar, al verlo Zara le ayuda a sentarse en el sofá donde Álvaro sintiendo que el peso de la culpa es cada vez mayor, notando como se axfisia por culpa de la traición empieza contándole todo a Zara.
La cual escucha con atención comenzando a encajar todo.

— ¿Cómo has sido capaz de engañar a Yassir? No está bien lo que has hecho. Jamás hubiera imaginado que fueras capaz de hacer algo así.
Eres un desgraciado Álvaro, has traicionado la amistad de Yassir y todo ¿Porqué? — Grita Zara alterada.

— Lamento mucho ser un desgraciado y servirle de marioneta a mi padre, en cierto modo siempre he vivido haciendo lo que él me ha dicho para complacerlo agradecido por haberme adoptado.
Diríamos que estoy en deuda con mi padre. Quizás eso me haya llevado hacer cosas que jamás he querido hacer.
También quiero decirte, que para mí la amistad es muy importante, lamentablemente, soy un hombre que no sabe en estos momentos qué decisión debo tomar para no dañar a nadie, exactamente no sé cuál es la determinación más acertada para complacer a todos y no salir nadie perjudicado.

— Haz lo correcto, no tomes lo que no es tuyo y habla con tú padre.

— No se puede hablar con él, solo me presiona para sacar el máximo beneficio para él mismo.
A fin de cuentas, yo solo soy un títere cual maneja a su antojo sabiendo que mi silencio es mi condena.

Zara observa a Álvaro sintiendo pena por él, ahora que sabe la verdad, está más que decidida a seguir jugando la partida para recuperar lo que le pertenece a su marido, pero eso sí, con cautela para no ser descubierta temiendo por la salud de su marido y poder ayudar Álvaro. De algún modo, él solo hace lo que le pide su padre, es un hombre desvalido que no ha tenido nada en la vida, ha sido criado por una familia con dinero pero pobre en amor, donde un hombre egoísta y avaro hace lo que sea necesario por escalar y obtener riquezas a cambio del sufrimiento de otros.

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