Capítulo 10
Para su suerte, Zara no había vuelto a cruzarse con sus jefes, eso la contenta de saber que está haciendo buen trabajo.
Esa misma tarde, Zara le tocaba limpiar la piscina junto a su compañero.
Adrián, era encantador y parlanchín, siempre gastaba bromas y le causaba muy buena sensación a Zara. De hecho, junto con Johana habían comido alguna que otra vez juntos.
Mientras Adrián limpia la piscina, Zara recoge las butacas para limpiar todo el desastre de la fiesta anterior.
Hace demasiado calor, varias veces se limpia el sudor, bebiendo agua por las temperaturas tan elevadas por esa razón su ritmo de trabajo ha disminuido.
Adrián le avisa de tener que irse, ella asiente con la cabeza desesperada por terminar cuanto antes.
A solas, y con tanto calor decide sentarse en el borde de la piscina sumergiendo sus pies, no era mucho pero al menos podía relajarse.
Entre tanto, Yassir se prepara para nadar, había terminado la reunión y Álvaro se encuentra de viaje, por lo que ahora debe lidiar él con todos los problemas.
Camina descalzo con la idea de poder nadar un rato y quitarse el estrés del día.
Va directo hacia la piscina y para no ser molestado cierra con llave la puerta.
Al voltearse, ve a Zara sentada en el borde jugando con sus pies en el agua y su cabeza echada para atrás apoyada en sus manos.
Se queda observándola un rato lo hermosa que es.
Al llegar a su altura, Zara se sobresalta a verlo allí y en bañador, mostrando su perfecto cuerpo y una sonrisa pícara.
Torpe se levanta queriendo dar explicaciones de porque estaba así, debido a su torpeza acaba perdiendo el equilibrio cayendo al agua.
Al ver que no sabe nadar, Yassir se lanza al agua y logra sacarla fuera.
-- Caperucita, si quieres que te haga el boca a boca mejor me lo dices y no mueras en el intento.
-- Yo... Es que no se nadar. Ahora mismo me voy, digo, le dejo solo para que nade. -- Con sus mejillas acaroladas, su ropa mojada Yassir piensa en la manera de retenerla.
-— ¡Quítate la ropa! -- Le ordena.
-- ¡No! ¿Porqué tengo que desnudarme? -- Protesta enfadada.
-— Caperucita, no pienses mal, simplemente quiero enseñarte a nadar, si no vas a acabar ahogándote.
-- No estoy interesada en aprender, total no suelo meterme en piscinas.
-- Deja tu actitud infantil y métete en el agua, tranquila he visto muchas mujeres en bikini.
Y un sujetador y bragas viene a tapar lo mismo que un bikini.
-- Me da vergüenza. Mucha vergüenza.
-- Zara, estoy seguro que te han visto hombres desnuda, yo no voy a ser una excepción.
-- Yo...bueno a decir verdad...¿cuenta el médico?
-- Zara, no me digas que eres...-- Yassir abre los ojos al máximo tragando saliva con dificultad.
-- Solo tuve un novio, y me lastimó tanto que ya no he tenido más relaciones con hombres, pero no llegué a...
-- Me dejas tranquilo, siento por lo sucedido. Ahora quítate la ropa, te prometo que no te haré nada malo, te doy mi palabra de controlarme.
-- Si es así, sí. -- Sonríe entusiasmada con la idea de poder aprender a nadar. Era algo que siempre había deseado y ahora era su oportunidad.
Despacio se quita el uniforme dándose cuenta de la ropa interior que lleva, el sujetador de un color y las bragas de otro, tela barata.
Cubriéndose con sus brazos avergonzada pasa al agua donde Yassir le sonríe entusiasmado con la idea de poder estar junto a ella y verla sin ropa lo excita más aún, lastima que le haya prohibido no tener contacto salvo el visual.
-- Ven sirenita, a ver si eres capaz de nadar o vas acabar por ahogarte en el intento.
-- Creía que era Caperucita.
-— Hemos cambiado de cuento. Ahora ven, estírate galga que empezamos con las clases, no te preocupes yo te voy a sujetar. Solo lo justo, ante todo soy un caballero.
Vaya si lo hace bien, es la excusa perfecta para poder tocar su piel húmeda, acercarse a ella mientras ella ajena e inocente por lo feliz que se siente de poder hacer aquello que siempre deseó pone todo de su parte para aprender nadar.
Bajo el agua unas grandes manos la sujetan, al sentir el contacto de Yassir un escalofrío frío recorre muy rápido su espina dorsal.
Trata de poner distancia para calmar de alguna manera el galope de su corazón.
Trata de luchar contra el deseo que la arrastra hacia ella.
Comienza a jugar con el agua, la proximidad de ambos cuerpos no es para nada saludable, quiere evitar la atracción que siente a pesar de que ella distraía y feliz por haber podido medio nadar, lo rodea por su cuello acercándose a él tanto como para abrasarse con el calor de su piel.
Están tan cerca, sus pieles húmedas se rozan, sus miradas se quedan quietas donde baja su vista hasta sus labios.
Al ver las intenciones de él de querer besarla se retira rápidamente sofocada subiendo las escaleras deprisa.
-- Caperucita, soy feo, pero no es necesario que salgas huyendo de mí. ¡Déjame al menos pegarte un bocado a ver cómo sabes!
-- No...no puedo...esto no está bien ... creo que mejor me voy a casa, gracias por su ayuda. -— Avergonzada negando para sí misma por ser quien era prefiere desaparecer mientras su cordura aún funciona.
Yassir la mira desconcertante pensando si su comportamiento es debido a que es su jefe.
Para intentar tranquilarzar la situación, Yassir se para delante de ella, con cuidado la coge por ambos lados de sus brazos clavando sus luceros corales en ella le asegura de que nada malo ocurre porque pasen tiempo juntos.
-- Es mejor que nuestro trato sea empleada, jefe. Lamento mi comportamiento, pero no estoy acostumbrada a que me presten atención.
-- Zara, no debes de disculparte todo el tiempo, tú no haces nada malo, aquí el lobo feroz soy yo y mira no te he merendado.
-- Pienso que no lo haría.
-- ¿Porque dices eso? -- Asombrado pregunta él.
-— Porque yo no soy exactamente el tipo de merienda que usted quiera morder.
—- Te aseguro que eres un manjar exquisito. Simplemente debes creertelo más.
Sonrojada, Zara sonríe ante tal cumplido por lo que le da un beso en la mejilla empezando a recoger su ropa para marcharse discretamente para no ser vista y poder cambiarse de ropa.
Después de todo, le gusta mucho la atención que le presta Yassir, es un hombre hermoso y muy amable seguro que será un rompecorazones. Piensa ella mientras se cambia para irse a casa.
Al marcharse Zara, Yassir se tira al agua nadando como un delfín con todas sus fuerzas para olvidarse por un momento de Zara y la fascinación recién ha comenzado a interesarse por ella.
Zara llega a su casa hablando un rato con Amanda contándole lo ocurrido con Yassir.
La amiga y vecina, la escucha con atención pensando en lo inocente que es para no darse cuenta de que ese hombre está interesado en ella.
Zara no puede aceptar la sugerencia de su amiga.
Niega una y otra vez con la cabeza alterando se por esa posibilidad.
-— No, te equivocas. Yassir nunca se fijaría en mí, soy muy pobre y sosa.
Como mucho le doy pena.
Yo misma he visto como son sus amigas tan elegantes y hermosas.
— Zara, no te menosprecies de esta forma. Solo debes de arreglarte un poco, dedicar algo de tiempo para tí, y verás como vas a lucir distinta.
Yo misma te voy ayudar para que al fin puedas encontrar tu príncipe ideal.
Zara sonríe por la idea de poder dar ese paso de ser la novia de algún hombre que la acepte tal y como es y la trate tan bien.
Hasta el momento no ha tenido esa suerte, solo habla con Ambrosio, siente que ese amor que pensó tener por él, comienza a desaparecer debido a su falta de interés y alejamiento por parte de él.
Amanda se marcha para recibir a sus clientes cuando ve salir del ascensor a su madre.
Leonor camina haciendo resonar sus tacones en el suelo.
Fría y con altanería pasa dentro del apartamento mirando con desprecio a Zara.
-- ¿A qué debo tu visita? -- Pregunta Zara para salir de dudas.
Sin esperarlo, Leonor le da una cachetada dejando consternada a Zara.
-- ¿Ahora que hecho para que me pegues?
-- ¡Maldita seas Zara! Te advertí que te mantuvieras lejos de mí familia, en especial de mi hijo.
Pero no, tú intención es de seducirlo, ¿Verdad?
-—¿De qué estás hablando?
—De esto. -- Leonor le muestra una imagen del vídeo que le han pasado donde se hablando con Yassir y él la sujeta por sus brazos.
Zara mira atónita las imágenes, intenta darle una explicación a su madre, pero ella como dueña del hotel ha pagado para que la vigilen para saber todo lo que hace Zara, la cual protesta por la manera de tratarla su madre.
— No comprendo porqué me me tratas así, llegas a pensar de mí lo que no es. Jamás me acostaría con Yassir ni con nadie que no me quiera como para casarse conmigo.
— Eres tan estúpida, tan idiota. Tú no sabes lo que son capaces los hombres de hacer por conseguir su objetivo.
Palabras bonitas, dulces, regalos, atención todo el tiempo y cuando caes en su red ya se les olvida todo. Te pisotean, te destruyen verbalmente hasta tú misma sientes el suelo frío debajo de lo que te arrastras por una migaja de compasión.
— No entiendo, ¿porqué me hablas así?
Háblame,dime qué te sucedió para que me desprecies tanto, dime qué hice mal para que me trates como una prisionera prófuga.
Dime madre, porqué no me tratas y me amas como me merezco, porqué no recibo tu cariño. Eres mi madre.
— Eso es lo que me tienes que agradecer, el que estés en este mundo. Porque en estos momentos me arrepiento de haberte parido.
Zara se seca sus lagrimas y va hacia la puerta donde le pide que se vaya.
— Por supuesto que me voy a ir, antes quiero darte dinero.
— Guárdate tus limosnas para tus hijos, yo no necesito nada de tí.
— ¡Uy! Encima orgullosa.
El intercambio de palabras era el sinónimo de desprecio, su rencor hacia la persona que tanto la lastimó en un pasado sale a la superficie con golpes hacia una niña que ha sufrido durante años y vive con la soberbia y la desconsideración en sus carnes convirtiendo su poco amor en dolor.
Leonor se marcha dejando sola y sufriendo a su hija, envuelta en preguntas sin respuesta donde se cuestiona constantemente porqué hace todo eso a ella, porqué de su rechazo.
Echa un ovillo llora hasta dolerle la cabeza, al escuchar tocar la puerta abre como puede, poniendo su mano en el lado del costado.
— Zara amiga, ¿qué ha pasado?, he venido porque he escuchado gritos y... ¡Oh Dios mío! ¿Estás bien? -- Sorprendida de ver a su amiga sangrando y quejándose del dolor Amanda la agarra con cuidado llevándola hasta el sofá para llamar a su cliente el cual es médico para que la examine.
— No tardo, solo espero de que no se haya ido, él es médico le pediré que te examine, dame un minuto.
Deprisa, sale del apartamento en busca del doctor Inasa. Un cliente desde hace algún tiempo rico y soltero.
Amanda le pide el favor de examinar a su amiga, el hombre no se niega y acude al apartamento de Zara, al verla doblada quejándose del dolor el hombre siente lástima.
Con calma y dulzura le habla para poder examinar el daño que pueda tener en el abdomen y curar la herida en su labio.
— Tranquila, soy el doctor Inasa, voy a ver la gravedad de tus heridas y si fuera necesario hacerte una radiografía, deberías acudir al hospital.
-— Gracias doctor, pero estoy bien, solo es una pequeña molesta. — Intentando de quitarle importancia a su mal estar, el doctor empieza a examinarla percatándose de ser sus heridas recientes y afortunadamente, no habido males mayores.
— No temas, no tienes nada roto o alguna fractura. Tómate un analgésico y si el dolor no se quita acude de inmediato al hospital.
Toma mi tarjeta, yo mismo me ocuparé de tu caso y esto, es confidencial no te preocupes.
Aún así, no estaría mal que te plantees de poner una denuncia para que esto no se vuelva a repetir.
— Es su madre quien le ha hecho esto, estoy segura. -— Habla Amanda mirando con compasión a su amiga.
— De acuerdo, yo de momento no voy a intervenir, pero si se vuelve a repetir posiblemente ya lo deba hacer. Recuerde mis indicaciones y cualquier cosa, hágamelo saber.
-— Estoy muy agradecida por su ayuda. —- Zara extiende su mano mirando con pena al doctor, el cual, al mirarla a los ojos y ver su cabello rojillo, su piel blanquecina y unas pequeñas pecas en su nariz se estremece al recordar a su hermano fallecido.
Con una medio sonrisa de noltagia, el doctor se marcha avisándole a Amanda de estar al pendiente de cualquier incidencia puede contactar con él.
Agradecida y dándole un jugoso beso en sus labios, Amanda cierra la puerta para acompañar a su amiga y saber que ha sido lo que ha sucedido para verse en ese estado.
Sollozando, Zara le cuenta a su amiga lo sucedido con su madre, a lo que su amiga le intenta dar ánimos abrazándola poniéndose en sus zapatos.
Pues ella misma sabe lo que es sentir en tus carnes el rechazo por parte de su padre, la incomprensión y la falta de cariño.
Ahora, ella lucha vendiendo su cuerpo para ganar el suficiente dinero para traer a su familia y nada les falte.
Le da un analgésico y se tumba a su lado, ambas amigas se miran en silencio, cada una guarda su dolor en forma de secreto en su pecho.
Zara se queda dormida y Amanda le acaricia el pelo con mimo, siente mucha ternura hacia ella y si está en sus manos la ayudará.
Nada más despertarse, Zara con la ayuda de Amanda se maquilla para tapar esos rasguños de su rostro.
Su amiga le avisa de mantenerse lo más lejos posible de esa familia haciéndole una promesa de ayudarla a conseguir otro trabajo.
Zara le agradece de todo corazón su ayuda, a lo que con su corazón blando le agarra de las manos pidiéndole de ser fuerte e inteligente.
El ave debe volar, si lo encierras en la jaula, no sabe las difíciles situaciones que debe de enfrentarse, un ave que no sabe volar no sabe cómo defenderse.
Zara llega al trabajo evitando contacto con sus compañeros menos con Johana.
Su amiga le pregunta por su inquietud, Zara con apariencia tranquila le dice que está bien.
Se marchan juntas para comenzar a trabajar mientras aún el hilo del miedo de saber que es vigilada la hace de sentirse acorralada en un callejón sin salida.
Llegando al hotel, Álvaro recibe la llamada de Yassir de reunirse con él en su oficina.
Aunque está cansado del viaje y preocupado por Zara por no haberse puesto en contacto con ella estos días, Álvaro entra al hotel buscando poder ver aunque sea de lejos a Zara.
Al no dar con ella, entra en la oficina de Yassir donde se encuentra reunido con su madre.
Leonor nada más ver a Álvaro se levanta para saludarlo y preguntarle por su viaje.
En realidad, Leonor se encuentra allí para hacerle entender a Zara de mantenerse lejos y mostrarle cuanto dinero dispone gracias a sus engaños aparentando ser una persona que en realidad no es.
Quería entregarle las llaves de un apartamento que había comprado a un buen amigo suyo fallecido hace poco y a través de sus hijos lo puedo adquirir a buen precio.
Los años que está casada con un empresario le han enseñado a saber manejar asuntos del negocio y más cuando se propone algo no para hasta conseguirlo.
Antes de entrar a la oficina de Yassir para limpiar, Zara siente mucho dolor.
El doctor le avisó de no hacer esfuerzos y ella ha hecho lo contrario.
Johana se preocupa por su amiga, ésta le pide el favor de continuar ella.
— Por supuesto amiga, no te preocupes ve al hospital que yo me ocupo de terminar tu trabajo.
-— Es que no puedo más, me duele mucho en el costado casi no puede respirar. —Se queja ella.
— Espera, voy a llamar a seguridad para que te lleven al hospital más cercano.
— No, déjalo, yo misma voy a mi doctor. Por favor, dile que me enfermado al gerente.
-— No te preocupes yo misma le aviso. Ven, déjame acompañarte hasta la salida y te pido un taxi, te doy dinero que sé perfectamente tu situación. Cuídate mucho amiga. — Le dice despidiéndose de ella cuando el taxi arranca directo al hospital.
En el hospital, Zara espera para ser atendida por el doctor Isana.
Al verla, el hombre la hace pasar a su consulta, le hace unas preguntas para subirla a la camilla y poder examinar mejor antes de mandarle a rayos.
Al quitarse su suéter, el doctor c comienza a revisarla hasta que de pronto ve algo que lo desconcierta. Es una mancha de nacimiento en forma de rombo.
Niega con su cabeza y le hace algunas preguntas para salir de dudas decide mejor hacerle un análisis de sangre.
Zara se marcha hacia otra consulta mientras Oriol rellena unos papeles mirando la foto de su hermano.
Comenza a recordar el pasado, dentro de él se cuestiona si habrá una posibilidad de que esa muchacha sea su sobrina.
Mientras tanto, Leonor está impaciente por ver a Zara, y al escuchar tocar la puerta comienza con su plan.
Lamentablemente, sale mal, es Johana quien empuja el carrito de la limpieza y antes de comenzar es Álvaro quien pregunta por Zara.
— No entiendo porqué se encuentra haciendo el trabajo de la señorita Castel. -- Johana temiendo lo peor, le responde con la verdad.
—Zara ha comenzado a sentirse mal y se ha ido al hospital, todo a sido de repente ha comenzado a sentirse mal. — Álvaro hace un gesto de preocupación disimulando le agradece su respuesta para dejarla que continúe con su trabajo.
Leonor se levanta y se despide para marcharse con la excusa de tener mucho trabajo.
En su interior nace la preocupación y la conciencia no la deja en paz por haber golpeado a su hija sin motivo.
Los hechos ya están hechos, y ahora debe rebajarse para disculparse con su hija pero su orgullo le impide dar ese paso.
Álvaro se disculpa con Yassir para ir hasta su oficina y poder llamar a Zara, por un instante piensa si hacerlo como Álvaro o Ambrosio.
Al final decide hacerlo como Ambrosio.
Le manda un mensaje, dos y hasta tres mensajes en los cuales no obtiene respuesta.
Comienza a desesperarse, no puede ni imaginar de que ella trate de rechazarlo, vuelve a insistir en llamarla y al fin responde.
-— Disculpa, no te respondido porque estoy ocupada, te llamaré después. -- Responde apresuradamente.
— ¿Estás en el trabajo escucho mucho ruido? -- Álvaro insiste en poder localizarla.
— Eh, sí, claro estoy en el trabajo. Te dejo que tengas buen día. -— Sin dudarlo termina la conversación.
Al otro lado, Álvaro comienza a molestarse, sabe perfectamente que no está en el trabajo, ¿pero porqué le ha mentido? ¿Acaso no está realmente enferma?
Aliviada por haber podido quitarse de encima a su amigo, a pesar de sentirse culpable por mentirle debe de hacerlo, no quiere que sepa realmente lo que ha sucedido y menos contar que su malestar es debido al enfado de su madre que ha acabado por lastimarla con golpes injustos.
Sin esperarlo, recibe la llamada de Yassir.
— Zara, ¿Qué te ha pasado? Dime en qué hospital estás y voy para allá?— Zara resopla, porqué tanta preocupación, si él supiera la verdad.
— Gracias señor Okesty por su preocupación, no es necesario que vengas sé apañarmelas por mí misma. Gracias. — Zara finaliza la llamada quedándose consternada por unos instantes, agradece la preocupación por parte de Yassir, aún así esas heridas y el dolor que siente en ese instante es producto de la amenaza de su madre.
Sí o sí debe ingeniárselas para evitarlos ojalá encuentre otro trabajo pronto.
Zara camina algo perdida, el hospital es muy grande y debe de preguntar para saber dónde se encuentra la sala de extracción de sangre.
Después de caminar por pasillos que parecía que no tenía fin, al fin pudo encontrar el lugar.
Siguiendo las instrucciones de una enfermera toma asiento en una silla distraída hasta pasados unos minutos se percata de la presencia de Ingrid.
Ambas se miran en silencio pero ninguna se atreve a hablar.
Así permanecen un rato hasta que entra la primera Ingrid, minutos después entrará Zara para que le extraigan sangre, al no poder ver una aguja comienza a marearse debiendo así quedarse sentada un rato más hasta mejorar.
Entre tanto, Ingrid recibe los resultados de su analítica.
Al ver los resultados se queda impactada comenzando a sollozar.
Zara, la ve en su estado y decide acercarse para preguntar.
-— Señorita Okesty, ¿Se encuentra bien, necesita algo?
-— Quiero morirme, yo...— Zara se atreve abrazarla al escucharla hablar así.
— No diga eso, pase lo pase todo tiene solución. Dígame si puedo ayudarte en algo.
— No, yo...solo quiero... deshacerme de este bebé. Estoy embarazada.— Solloza avergonzada con Zara por su comportamiento anteriormente se disculpa con ella.
— Tranquila eso ya está olvidado. Ahora piense que va ser mamá, es hermoso. Me duele escucharla hablar así.
— No quiero tener un hijo a mi edad y tratándose del hijo de ese desgraciado.
-— Se refiere a Danilo a su novio.
-— Sí. Él culpable de mi sufrimiento.
— Creo que la culpable es usted por no haber tomado la decisión correcta y haber permitido que llegue a más.
-— Qué voy hacer Zara, tengo miedo, me amenaza constantemente si hablo, me golpea para que calle y me lastima por placer.
— ¡Maldito desgraciado! Ojalá pueda hacer algo por usted para que no sufra este calvario.
—- Gracias Zara. -— Se seca sus lagrimas buscando en aquella desconocida un minuto de cariño y comprensión.
Zara la abraza haciéndole prometer de guardar su secreto, se la lleva hacia la cafetería donde se toman un bocadillo y un zumo de naranja.
Precisamente cuando peor lo está pasando, Ingrid habla con confianza con Zara, por primera vez alguien la toma enserio además de su hermano.
Por supuesto, a él no puede contarle nada temiendo por las constantes amenazas recibidas del que se supone que es su novio.
Zara la escucha con atención, percatándose del calvario que arrastra por ser incomprendida.
Ahora se entera de cosas referentes a su madre. Una de ellas, es que compra con regalos costosos el amor de su hija.
Una hija que ha sido criada por una Nany, porque su madre acompañaba a su padre a los viajes de negocios y cuando estaba en casa siempre encuentraba una excusa para no querer pasar tiempo con ellos.
Una madre que ha interpuesto antes el dinero que el cariño de su familia en especial de sus hijos.
Al escuchar como su hermana saca su dolor a la superficie, Zara intenta buscar su confianza prometiéndole de poder ayudarla y la busque cuando la necesite.
Una flecha de cariño interrumpe su momento de dolor, Ingrid mira con detenimiento a Zara encontrando en ella el cariño y la comprensión que tanto anhela desde siempre.
Para ella Zara es una desconocida, donde en el peor momento de su vida ha aparecido como un ángel caído del cielo demostrando su preocupación y sinceridad.
Bajo un abrazo cargado de emociones se abrazan ambas hermanas donde hoy se reencontrado.
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