Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Tacos con mucha salsa

Juárez dejó de tener el toque de queda oficialmente el 11 de diciembre, justo a tiempo para poder celebrar las fiestas navideñas y año nuevo. Debido a que ya no se encontraron más sacos de piel vacíos en la ciudad ni en ninguna parte, las autoridades anunciaron que las labores podían retomarse con normalidad, aunque pidieron que la sociedad tuviera precaución. 

Todo parecía que iba a estar bien. Carl, logró regenerar las partes que el monstruo se había comido, todo lo que necesitó fue agua, bastante agua. Eddie y yo escoltamos a Jeff de regreso a casa, resulta que él había llegado a México en su motocicleta, gracias al cielo no se la habían robado de tantos días que llevaba estacionada en la calle, así que nosotros los seguimos hasta Nuevo México donde cumplí mi promesa y les dije a todos que lo respetaran explicando que él fue una pieza clave para derrotar al monstruo de humo. Durante días, hubo gente que en redes sociales e incluso en la misma calle afirmaba que lo que sucedió era una señal de que el mundo se iba a acabar el 21 de diciembre, tal y como lo habían predicho los mayas.

Obviamente el 21 de diciembre no fue el día del fin del mundo, aunque sí fue el día en que información confidencial del gobierno de Estados Unidos se filtró causando un revuelo mundial. Al parecer en el desierto de Nuevo México encontraron un OVNI estrellado y abandonado. El OVNI fue llevado a un laboratorio en Arizona y ustedes ya se saben el resto. Aunque, en un resumen de los informes hechos en ese laboratorio, analizaron y experimentaron con el poco combustible que le quedaba a la nave y el resultado fue, adivinaron, el monstruo de humo. Tal vez fue el fin del mundo tal y como lo conocíamos. El gobierno de Estados Unidos negó rotundamente aquella información tachándola de falsa, hubo quienes lo creyeron y otros que no. 

Carl me llamó ese día confesando que el OVNI que encontraron era la nave en la que había llegado a la Tierra y que el combustible está hecho de un recurso extraído del subsuelo de su planeta natal. Tal vez eso podría explicar porqué el monstruo de humo atacaba solamente de noche.

Retomando el final de esta historia, como era mediados de diciembre aún tenía que ir a trabajar dos semanas más. Para colmo de haber salvado a la ciudad, el martes 12 me encontré a Karen. Su olor seguía siendo tan irritable como su personalidad. No obstante, no todo fue tan malo porque finalmente Samuel y yo nos pudimos poner de acuerdo para ir por esos tacos que me había prometido. Yo estaba encantada con eso. Iríamos después del trabajo, el viernes 14. Contaba los días, las horas, los minutos que quedaban para que llegara ese momento porque sería la primera vez que él y yo convivimos fuera de la empresa nosotros dos solos.

—¿Lista para ir por esos tacos? —preguntó Samuel con entusiasmo el viernes 14 cuando apagaba mi computadora.

—Por supuesto, vamos.

Samuel y yo nos despedimos de nuestros compañeros y en el estacionamiento me indicó donde estaba estacionado su camioneta negra, un modelo viejo de Chevrolet.

Subí al asiento del copiloto y, aunque estuviera relativamente limpio con un toque de aroma a pino, mi super-olfato detectó restos de comida en el ambiente. Samuel se sentó en el asiento del conductor, sacó sus llaves y encendió el motor para llevarnos hasta un puesto de tacos ubicado en la calle Jarudo.

—¿Quieres escuchar algo? —preguntó él ante el silencio que nos acompañaba.

—Como gustes —respondí.

Samuel encendió la radio y se empezó a escuchar una canción romántica, irónicamente. Se trataba de "El Amor Manda" de María José, una canción que se popularizó gracias a la telenovela "Porque el amor manda".

—¿Está bien así o cambio la estación? —inquirió Samuel.

—Así está bien, mi mamá ve esa novela.

—¿En serio?, también mi mamá la ve... y yo también —confesó poniéndose rojo de la cara.

—¿Te gusta ver novelas? —pregunté divertida.

—Son entretenidas —afirmó—. Además no tengo remedio, mi mamá acapara la única tele que tenemos y no quisiera quitarle su única distracción.

Podría decirse que no conozco realmente a Samuel. Sé que vive con su mamá y que tiene un hermano que se casó y tienen una niña, pero de ahí en fuera, no sé nada. Esta sería la ocasión perfecta para que eso cambié.

—No creo que veas solamente novelas, debe de haber algo más, Samuel Ignacio.

—Primero, no me digas Ignacio —señaló divertido—. Segundo, no tengo muchos pasatiempos, mi vida se basa en trabajar, mantener mi casa limpia y en cuidar a mi mamá, es todo. ¿Qué hay de ti, Emma Sin-Segundo-Nombre, qué haces cuando no estás en la oficina?

La respuesta sería salvar la ciudad del monstruo de humo convertida en loba, pero no le iba a decir eso.

—Me gusta leer historias de misterio, siempre y cuando mi hermana no me pida que la acompañe a algún lado. Para ser estudiante, tiene una vida ocupada.

—Hablando de estudiantes, ¿recuerdas al estudiante que encontraron hace unos días? —mencionó Samuel de repente—. Yo lo conocía, vivía en la casa que está frente a la mía.

—Por eso estabas tan molesto ese día —concluí.

—Era un buen muchacho, bastante amable, llegó a ayudar a mi mamá en varias ocasiones y el pobre falleció de la peor manera.

Su semblante que hace un rato estaba alegre, se tornó lúgubre.

—Al menos, esa cosa ya no podrá hacerle daño a nadie más —aseguré.

—Yo no estaría tan seguro, así como apareció, desapareció, no puede ser una coincidencia.

Decidí darle la vuelta a la conversación y saqué el tema de su auto antes de que nos estacáramos en el silencio de nuevo.

Samuel se estacionó a cuatro cuadras del puesto de tacos. Me tuvo contó mi compañero que tienen cierta fama por su gran variedad y por sus salsas deliciosas. Llegamos al puesto que resultó ser un local grande cuyo olor me fascinó al instante y despertó mi apetito. La cocina era visible para los comensales, podías ver las parrillas rebosantes de carne y soltando humo.

—¡Hola, mi Sammy! —saludó uno de los cocineros.

—¿Cómo estás, Paco? —respondió Samuel.

—¡Siéntense donde gusten! —invitó el cocinero.

Quedaban pocas mesas libres, tomamos la última que quedaba para dos personas. De inmediato, una chica delgada de cabello corto nos trajo las cartas.

—Hola, Emma —me saludó la chica.

—Hola, Patri —respondí—. No sabías que trabajabas aquí.

—Vivo cerca, además estos colores no se mantienen solos —dijo refiriéndose a su cabello teñido—. Bueno, regreso en un reto para tomarles la orden.

—¿La conoces? —inquirió mi compañero cuando Patri se fue a atender otra mesa.

—Es amiga de mi hermana.

Tomé la carta y me sorprendió su variedad. Desde los comunes de asada y chorizo hasta los más inusuales de ubre y cuerno.

—No sé qué pedir —manifesté.

—Pide lo que quieras, recuerda que yo invito.

—No quisiera abusar de tu bondad.

—Esta noche puedes abusar de mí todo lo que quieras.

Yo reí y él también. Creo que ambos malinterpretamos la definición de abusar.

—Lo siento, sonaba mejor en mi cabeza —se disculpó—. Me refería a que pidieras con confianza.

Patri regresó al cabo de unos cinco minutos para tomarnos la orden. Yo pedí cuatro tacos: uno de adobada, uno de cabeza, uno de asada y otro de lengua. Mi compañero pidió uno de cada uno.

—Ya veo porque eres tan popular por aquí —vacilé.

Él respondió dándose unos golpecitos en el estómago.

Patri nos llevó a la mesa tres molcajetes pequeños, uno con una salsa diferente. Samuel me explico que en uno había salsa verde sin chile, en otro de aspecto más espeso era una salsa hecha a partir de aguacates y que picaba un poco y de la última salsa me advirtió que sí picaba mucho pero que estaba sabrosa.

Cuando llegaron mis tacos, me dispuse a comerlos como se debe, con mucha salsa. Le agregué de las tres salsas a mis cuatro tacos y los disfruté como no tienen una idea. Los tortillas estaban recién hechas, la carne estaba en su punto justo de cocción y las salsas tenían el toque justo de sabor y de picor.

Samuel también se comió sus tacos con mucha salsa. Claro que yo terminé primero y me tocó esperarlo y rechacé sus muchas ofertas de que pidiera más. La verdad sí quería más, mi apetito de mujer lobo no se podía satisfacer tan fácilmente y los tacos sí estaban sabrosos, pero no quería parecer una muerta de hambre.

Charlamos de manera más fluida en lo que duró nuestra reunión, que sí fue larga porque Samuel pidió cuatro tacos para llevarle a su mamá. Cuando Patri le entregó su orden a Samuel, pagamos lo que consumimos y le dejé una buena propina a la amiga de mi hermana. 

En el camino de regreso, no paré de hablar de lo buenos que me parecieron aquellos tacos. Mi compañero parecía contento de que me hubieran gustado. Íbamos de regreso a la oficina porque ahí dejé mi auto.

—Me la pasé bien —comentó Samuel con una sonrisa.

—Sí, yo también —coincidí—. Deberíamos salir más seguido.

Admito que dije eso último sin pensar. No era una mentira, pero fue como si las palabras se hubieran salido solas, otra vez. Pude sentir mis mejillas calentarse, de seguro me había puesto roja como un tomate.

—Claro, tú di rana y yo salto.

Llegamos a la oficina y antes de que dijera algo sin pensar, le agradecí los tacos y abandoné la Chevrolet. Él se fue y procedí a hablar con el vigilante para que me dejara pasar por mi auto, no fue fácil, pero logré irme a mi casa en mi auto.

Llegué casi a las diez de la noche. Mis papás estaban apunto de irse a dormir, me preguntaron cómo me había ido en mi salida con mis compañeros de trabajo y yo les dije que todo bien. Subí a mi habitación donde una intrigada Paola me esperaba.

—¿Por qué me estás mirando así? —pregunté.

—No te hagas, hermana, Patri me contó que te vio con un hombre ustedes dos solos —contestó Paola mostrándome en su celular una foto mía con Samuel en los tacos—. Samuel y tú se ven lindo juntos, ¿ya te invitó a salir o tú a él?

Debí saber que esa chiquilla de cabello teñido le iba a chismorrear todo a mi hermana.

—Metete tus propios asuntos —evadí.

—Estoy de vacaciones, ¿recuerdas?, no tengo nada más qué hacer.

—Entonces ponte a limpiar todo ese desmadre que tienes —regañé.

Podría decir con seguridad que todo había vuelto a la normalidad, sin luchas contra hombre coyote y sin monstruos de humo. Aunque, claro, ahora me consta que los extraterrestres existen y que soy la mujer lobo más chingona porque puedo destruir la materia. Pero fuera de eso, todo había regresado a la normalidad... por ahora.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro