¡Hola!, me llamo Paola García Chaves y soy una loba como Shakira. Bueno, dudo que ella literalmente se pueda transformar en una como yo. Así es, soy una chica lobo, pero eso es un secreto. Tengo un olfato y un sentido del oído poderosos y puedo ver en la oscuridad. Aunque eso no signifique que viva en un bosque o algo así, en realidad tengo la vida normal de una chica de veintitrés años en Ciudad Juárez. Mi tez es blanca, tengo cabello castaño oscuro que es lacio y largo y mis ojos son marrón oscuro, saqué a mi papá. Voy a la universidad y estoy en mi penúltimo semestre de mi carrera.

Hoy tuve un día algo ajetreado, pero no importa, me gusta mi carrera y puedo manejar con lo que mis profes me exigen. Justamente la última clase acaba de finalizar, todos están recogiendo sus cosas para seguir con su vida.

—Oye, Pao, ¿me acompañas por un café? —me preguntó Patri, mi mejor amiga.

Patricia, o Patri, es más baja y delgada que yo. Estudiamos la misma carrera y tenemos mucho en común. Es una chica que definiría como liberal, suele vestirse con ropa negra que resalta su piel clara y con las cadenas que le gusta usar lo que la hace parecer gótica o emo pero no lo es. Su cabello es una melena de colores, constantemente está cambiando de look. Actualmente tiene un arcoíris sobre su cabeza.

Dudé un poco y tuve que mirar la hora en mi celular porque ya tenía un compromiso. ¿Quieren saber qué compromiso tengo?, bueno, si ustedes insisten. Cada dos años, la manada de hombres y mujeres lobo nos reunimos para elegir quién luchará con el elegido de lo coyotes. Porque también hay hombre y mujeres coyote, son una copia barata provocada por razones evolutivas o desevolutivas. El punto es que esta reunión es muy importante y no puedo faltar o llegar tarde, mis papás me matarían. Aunque puedo hacerme una idea de lo va a suceder: nominarán a la hija del líder de la manada, Lucía, a Eddie o a mi hermana, Emma y terminará ganando mi hermana o tal vez Eddie porque tiene muchas admiradores gracias a que es muy guapo y no lo niego, si mi hermana no fuera una de las elegidas, votaría por Eddie sin dudarlo.

—Muy bien —accedí al ver que tenía algo de tiempo.

Comenzamos a caminar hasta la tiendita de la universidad y mi amiga procede a comprar un café y un paquete de Chokis. Nos sentamos en una de las mesas que estaban libres mientras ella comía.

Mientras tanto, lejos de nosotras había un grupo de tres chicas que miraban a Patri y murmuraban entre ellas. Un oído humano no pudiera escucharlas por la distancia, pero ellas no cuentan con que tengo un oído muy bueno gracias a los genes de lobo. Los mayores de la manada dicen que está mal usar nuestro oído de lobo cuando estamos entre humanos, invade su privacidad y puede provocar situaciones que pongan en riesgo nuestro secreto.

—¿Ya la vieron? —dice una de las chicas—. Se ve tan ridícula.

—Que se regrese al ataúd de donde vino —agrega otra.

—O que se vaya a un circo —habla la última de las tres.

Las tres chicas comienzan a reírse. Eso me enoja. Es muy fácil juzgar a las personas cuando no lo dicen a la cara. No voy a permitir que se burlen de mi amiga. Me levanto con decisión y me dirijo hacías esas chicas.

—¿Pao, adónde vas?

Como no le contesto, Patri comienza a seguirme.

—¡Oigan! —llamo.

Las tres chicas me miraron con cara de fuchi.

—¿Sí? —responde una con insolencia.

—Escuche lo que estaban diciendo de mi amiga —ataco—. Si tanto les gusta criticar, díganle en la cara lo que dijeron.

—¿Pao, qué estás haciendo? —pregunta mi amiga con confusión.

—Estas tipas estaban hablando mal de ti y parece que no tienen los huevos para decírtelo a la cara.

—¡Eso no es verdad! —exclama otra.

—Sí lo es —comento cruzando los brazos—. Ahora, discúlpense.

—Pao, en serio, no necesitas hacer esto, vámonos —pide Patri. 

—Discúlpense —ordeno con más firmeza.

—¡Sólo estás inventando cosas, no hicimos nada! —miente la última de ellas.

—Yo las escuché, dijeron que era ridícula, que se fuera a un ataúd y regresara al circo de donde vino —insisto colmándose mi paciencia. 

—No, dijimos que regresara al ataúd de donde vino o que se fuera un circo, ¿ves?, no estabas escuchando —afirma la chica que hizo la broma del circo quien empieza a darse cuenta de lo que dijo.

—Entonces, sí estaban hablando de mí —sonríe Patri victoriosa.

Las otras dos chicas regañaron a su amiga con la mirada. Luego, derrotadas, le piden disculpas a Patri y se van.

—Gracias por defenderme, pero, ¿cómo pudiste escucharlas desde tan lejos?, yo no las escuché.

—Digamos que tengo un buen oído —respondo con una sonrisa.

—¡Eres bien perra, Pao!

—Tienes razón, soy bien perra.

O mejor dicho, bien loba.