Era una noche fría, lúgubre, oscura. Me desperté con el sonido del coche yendo por un camino de tierra. Miré por mi ventanilla y sólo veía alguna que otra luz a lo lejos, el resto era oscuridad y la tenue luz de la luna como intentando iluminar el camino.

-Ya hemos llegado-Dijo mi padre.

Miré al frente y vi una vieja casa de madera de dos plantas. Era una casa muy siniestra,¿de verdad íbamos a vivir ahí? Parece que la respuesta estaba clara. Cogí mi maleta y mi mochila con el portátil y miré el móvil.

-Papá, ¿en serio pretendes que vivamos en mitad de ninguna parte y sin cobertura?-Dije extrañada.

Mi padre se rió, pero no era ningún chiste. Lo digo en serio, no puedo vivir sin cobertura.

-No te preocupes, cariño-dijo mi madre-, nos acostumbraremos. Además, en tu instituto tendrás cobertura de sobra.

Pero yo no quería un instituto nuevo. Ni siquiera quería venir aquí.