Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 18

Desperté al sentir que estremecían mi cuerpo y escuché a alguien decir mi nombre, sacándome del sueño profundo en el que estaba. Abrí lentamente los ojos restregando cada uno para ver mejor de quién se trataba. Era mamá, nos estaba despertando uno a uno porque al parecer nos habíamos quedado dormidos. Una luz se encendió en mi cabeza recordando que ese día teníamos que ir de campamento como parte de clases. Me levanté a toda prisa para evitar llegar tarde.

—¿Qué hora es? —le pregunté a mi madre.

—Casi las ocho, van a llegar tarde si no se alistan rápido —comentó con ambas manos en la cintura, desde afuera de la puerta.

—Que pereza —bostezó Jacob estirando sus brazos.

—Tenemos que apresurarnos —les informé saltando de la cama hacia el suelo.

Fue por instinto, solo quería hacer todo rápido y estar lista. Ni tiempo nos dio de bañarnos por lo que tuvimos que cambiarnos de ropa y ya, Axel y Damián se estaban quejando por eso, no querían oler mal.

—¡Me siento sucio! —exclamó el rubio, haciendo una cara dramática.

—No es para tanto —inquirí negando con la cabeza.

Me estaba colocando los zapatos sentada en el sillón, los mismos de siempre con las suelas desgastadas.

—Ni siquiera sabemos si hay baños en el bosque o tendremos que esperar a volver para poder ducharnos —proclamó Axel, con una mano en la cadera—. ¿Se imaginan tres días sin bañarnos?

Los tres arrugaron la nariz e hicieron un leve sonido de asco. Suspiré porque con ellos no se podía, ni que fuera la gran cosa, no les pasaría nada si no se bañaban durante varios días, lo único que saldría de ellos sería un mal olor. Pero como eran unos sifrinos sin remedio, de alguna forma intenté comprenderlos.

—Podemos buscar un río en cuanto lleguemos a la zona para tomar un baño —informé para tranquilizarlos.

—No suena mal, digo, peor es nada —respondió Axel decepcionado, encogiéndose de hombros.

Caminamos a la entrada, ya con las mochilas listas y todo lo que necesitaríamos para estar bien en el campamento.

—Hasta pronto —se despidió mi madre con un beso en la mejilla en cuanto estábamos en la puerta.

—Nos vemos señora Melissa —saludó Damián con un tono simpático.

—¿Llevan todo? ¿Guardaron los sándwiches que les preparé? —cuestionó mamá viéndonos a cada uno.

A lo que asentimos. Si nos quedábamos más tiempo nos iba a bombardear de preguntas por lo preocupada que se solía poner en ocasiones.

Salimos de nuestro hogar para ir al colegio, estaba segura de que habíamos llegado más temprano que los demás porque la única que estaba en la entrada era la profesora Fiona, con una sonrisa de oreja a oreja y un bolso enorme detrás de su espalda.

—Fueron los más responsables al llegar temprano —comentó con un tono amable, entre cerrando los ojos.

—¿Y los demás? —pregunté.

—Vienen en camino, esperemos unos minutos más —dictaminó de forma comprensiva.

Nos sentamos en el frente a esperar por los que faltaban, la primera que vi venir fue a Brisa, su corto cabello estaba adornado con un cintillo de tela e iba vestida con un short corto color marrón, más una camiseta pegada a su cuerpo, simple igual que yo. Tenía esa aura que la hacía ver "interesante" según ella.

—¡Hola chicos! —expresó lo más risueña que pudo.

Se acercó a nosotros y saludó a mis compañeros con un beso en la mejilla como era de costumbre, mis ojos recorrieron todo el lugar mientras esperaba a ver si me saludaba, cuando me observó hizo una expresión de disgusto y se dirigió a donde se encontraba la profesora Fiona para saludarla con un abrazo, me pareció un gesto hipócrita de su parte, sin dudas me seguía odiando.

Los demás estudiantes llegaron a medida que pasaban los segundos, la profesora se marchó por un momento diciendo que tenía que buscar el transporte para poder irnos. ¿Desde cuándo teníamos transporte? No estaba enterada de eso. No me imaginaba que fuera un auto, sería imposible conseguirlo con nuestra economía. Mi atención se centró en Fiona cuando la vi en un transporte peculiar.

Iba manejando una bicicleta la cual estaba atada a una enorme caja con ruedas en donde seguramente cabíamos todos, bueno, era una bicicleta para dos personas, así que deduje que necesitaría la ayuda de alguien más para poder mover a tantas personas a la vez.

Todos estaban sorprendidos al igual que yo, ella tocó una pequeña trompeta que estaba adherida en la bicicleta, indicándonos que debíamos subir. Mostró una sutil sonrisa como si estuviera emocionada con la situación.

—¡Suban, suban! O los dejaré en el pueblo —simuló hacer un megáfono con ambas manos.

A veces la profesora se podía comportar un tanto infantil sin importar su edad.

—¿Qué se supone que es eso? —cuestionó Jacob extrañado, inspeccionando cada parte.

—Es nuestro transporte, no pregunten dónde lo conseguí, es un secreto —soltó una pequeña risa piadosa—. Ahora, Jacob súbete conmigo y ayúdame a pedalear, yo dirijo.

Le hizo señas con su mano para que el muchacho se montara atrás de ella. El pelinegro hizo una expresión de disgusto y arrugó la nariz, era obvio que no tenía ganas de hacerlo, más bien; ni siquiera quería ir al campamento, pero lo obligué como siempre.

—¿Por qué yo? —masculló de mala gana.

—Eres el más fortachón. ¿No te alegra? —lo halagó Fiona de brazos cruzados.

—Tsk —rodó los ojos sin llevarle la contraria.

Por más que le molestara hacerle caso a los demás, se limitó a seguir las instrucciones de Fiona en cuanto ella le regaló una cálida sonrisa de agradecimiento, pude notar un leve sonrojo en el chico malhumorado y supuse que tenía vergüenza. No le di más vueltas al asunto, lo observé hasta que se montó en la bicicleta detrás de Fiona, a regañadientes.

Me aseguré de sentarme cerca de mis amigos antes de que Brisa lo hiciera y me apartara de ellos. El lugar era un poco apretado al ser un compartimiento no muy grande, estaba demasiado pegada de Damián y Axel, a ellos no pareció importarle.

Pero a mí sí, me sentía extraña al sentir ambos contactos, dos chicos que me hacían experimentar muchísimas cosquillas a diario, me ponía nerviosa, ya era algo que se me estaba haciendo difícil de controlar, mi reacción ante el contacto de nuestras pieles.

Fiona empezó a pedalear junto a Jacob logrando que la especie de carruaje se moviera a duras penas, poco a poco la velocidad iba a aumentando y la carga pesada hacia los dos conductores se iba aliviando. El viento que provocaba hacía que mi largo cabello volara por todos lados, molestando a mis compañeros. Decidí mejor atarlo en una coleta para evitar quejas por parte de los más cercanos.

Salimos del pueblo y me limité a observar los alrededores, habían árboles y más árboles junto con un camino de tierra por el cual estábamos pasando.

El transporte se adentró al bosque, no muy lejos de la carretera de tierra. Se detuvo en cuanto Fiona dio la señal de alto, en un terreno despejado en donde se veía claramente siete tiendas de campaña, todas del mismo color y pequeñas en donde probablemente solo entraban dos personas como máximo. También habían unas mesas y bancas antiguas que pertenecían al lugar. Era como una zona abandonada, lo poco que tenía estaba oxidado y viejo.

—Hemos llegado. Pueden dejar sus cosas en su respectiva tienda —la profesora se bajó estirando sus brazos.

—Ya era hora —inquirió Jacob con fastidio.

Todos nos bajamos con cuidado de no tropezar en el proceso y terminar con la cara en el suelo.

Fiona sacó unas hojas de su bolso y se sentó en una de las bancas más cercanas a escribir, yo me acerqué a los chicos para comprobar que todo estuviera bien y decidir cómo compartiríamos las tiendas.

Los más pequeños corrían hacia el lugar indicado, cada niño eligió su dormitorio junto a un compañerito.

—¿Y cómo haremos? ¿Con quién me toca dormir? Preferiría que fuera uno de ustedes, ya los conozco —dijo Axel con ambas manos en la cintura, expectante.

—Creo que podemos hacer un juego de piedra, papel o tijeras. A menos que quieran dormir con alguien en especifico —refuté decidida, sin tartamudear.

—Yo puedo compartir la tienda con Jacob, ya me acostumbré a dormir a su lado —comentó Damián acercándose al susodicho.

Lo tomó del brazo como si el pequeño fuera una princesa apegada a su príncipe ogro. Era obvio que Damián solo lo estaba molestando.

—No seas homosexual —replicó Jacob intentando soltarse—. Lamento informarte que no me gustan los hombres —agregó asqueado, tensando la mandíbula.

—¡Jacooob! —alargó la letra "o"—. No seas cruel conmigo, yo solo quiero ofrecerte un poco de cariño a ver si se te derrite ese frío corazón —hizo un puchero.

Por más que el pelinegro tuviera más fuerza que Damián, no lograba quitárselo de encima, parecía un chicle, cosa que ya le empezaba a molestar debido a la expresión de disgusto que tenía plasmada en el rostro.

Me reí y decidí ignorarlos, dejar que se pelearan como marido y mujer.

Por otro lado, miré a Axel porque sabía que me tocaría dormir junto a él. Caminó hacia nuestra tienda, lo seguí sin hablar, detrás de él como una fanática, movió la tela que funcionaba como entrada para que pudiéramos pasar adentro. El espacio era mucho menos que la cama que tenía en mi cuarto, sería incómodo estar más cerca de Axel de lo acostumbrado.

Suspiré llevando una mano a mi agitado corazón. Que dilema.

Dejé mi mochila para salir afuera y comprobar qué era lo primero que debíamos hacer luego de habernos instalado, me volteé para ver si Axel me seguía, pero no lo hizo, se quedó en la tienda, así que continué con mi camino sin mirar atrás. Llegué a donde estaba Fiona sentada, parecía concentrada en lo que hacía, carraspeé para que notara mi presencia.

—Disculpe. ¿Qué debemos hacer? —pregunté lo más elocuente posible.

Ella dejó de escribir para centrar su atención en mí.

—Espera que termine de escribir las notas, esto es necesario para cuando empiecen a cazar sus insectos, deberán anotar la especie y los que han encontrado, aparte de obviamente traerlos para comprobar que no hacen trampa —informó para seguir con lo suyo, ignorándome de nuevo.

Asentí convencida aunque no me haya visto por lo concentrada que estaba la mujer.

Volví a la tienda para pasar el rato con Axel porque no veía por ningún lugar a Damián ni Jacob, supuse que esos dos estaban juntos en algún lugar, o Jacob estaba tratando de huir de la garras del otro. Entré encontrándome con los ojos cerrados de Axel, estaba acostado, apoyando su cabeza de sus antebrazos de forma relajada, sus largas pestañas lograron captar mi atención por lo que me incliné para observarlo mejor.

¿Tan rápido pudo caer en el sueño? Tal vez sólo quería tomar una siesta, me apoyé en mis piernas para tener un mejor equilibrio y no caerle encima. El shock me invadió en cuanto sentí su mano tomar mi muñeca y jalarme con fuerza hasta quedar arriba de su cuerpo, lo que más quería evitar, pensé que estaba dormido, lo cual no era cierto. Nuestros ojos se conectaron a causa del momento. Su vista ¿Acaso se dirigió a mis labios? ¿Eh?

No sabía cómo reaccionar ante la situación, tenía un revoltillo de mariposas dentro de mi estómago y mejillas, quedé completamente inmóvil hasta que me miró con picardía.

—Te he pillado. ¿Qué hacías mirándome mientras dormía? —comentó soltando su agarre para que pudiera separarme de él.

—¡N... Ni siquiera... Estabas dormido! —exclamé con nervios tratando de defenderme.

La estaba cagando al tartamudear.

—No respondiste mi pregunta —dijo, se mostró tan relajado como un perezoso que me impresionó.

Pensé que él era el más nervioso de los dos, el que se avergonzaba más rápido que cualquiera, pero lo estaba llevando muy bien, no como yo que me estaban carcomiendo los nervios.

—Pues... —las palabras no salían de mi boca.

¿Qué debería decir? En primer lugar ¿Por qué lo miré de cerca? Nunca me había costado tanto hablar.

Él se levantó y colocó su mano en mi cabeza en cuanto quedamos sentados, yo apoyada sobre mis piernas, lo que hizo fue despeinar mi cabello más de lo que estaba. Su gesto me confundió mucho más, me sonrió con diversión, se burlaba de mí ¿Verdad? Seguro notó mi fuerte sonrojo. Lo miré con una expresión de niña molesta por su actitud, sabía que aún me faltaba conocer mucho sobre Axel.

—Estaba bromeando, puedes verme todo lo que quieras —hizo una mueca divertida y sin más salió de la tienda dejándome ahí.

Sola y sin poder moverme por la reciente situación.

¿Qué me estaba pasando con ellos?

El cosquilleo, de alguna forma sentía que quería ir detrás de él, seguirlo y decirle todo lo que sentí por dentro, todo lo que me hacía pensar.

No, no y no, pellizqué mi mejilla para reaccionar y sacar de mi mente lo que acabé de imaginar. Escuché que Fiona nos llamó a todos. Respiré profundo para calmar mis sentidos y salir tranquila. Me retiré de la tienda para ir hacia donde estaban todos reunidos. La profesora nos entregó las hojas después de explicar lo que haríamos durante esos dos días.

—Profe ¿Y dónde nos bañaremos? —preguntó Brisa al notar que no había ninguna ducha cerca.

—Hay un río cruzando los arbustos —señaló dichos arbustos.

¿Río? ¿Planeaba que sus estudiantes se bañaran en un río? Era muy propio de la profesora, una fan de la naturaleza y supervivencia. Siempre sin pensar las cosas por completo. Caminé hasta el árbol más cercano para colocarme en cuclillas y encontrar bichos, hormigas era lo único que pude divisar recorriendo todo el suelo.

¡Mosquitos! Por suerte tenía en mis manos el atrapa mosquitos de papá. Conseguí varios, más de lo que esperaba y seguí buscando algún otro insecto, estaba aburrida, de verdad que esa actividad no me gustaba para nada.

El día transcurrió con velocidad desde mi punto de vista, el tener que estar pendiente de los insectos hizo que me distrajera a pesar de que no me gustaba hacerlo. El atardecer se empezó a notar con facilidad.

Era hora de darme un baño, ya apestaba a sudor, no tenía jabón ni nada por el estilo, pero por lo menos dejaría de estar pegajosa. ¿A quién podía llevar conmigo para que hiciera de guardaespaldas para que nadie más fuera al río mientras estaba yo? Pensé en Axel, no, después de lo sucedido, me daría mucha vergüenza pedirle algo así. Jacob, muchísimo menos. ¡Damián! Después de todo era tan inocente, no creía que se atreviera a mirarme.

—Damián, necesito tu ayuda —lo llamé y vino hacia mí—. Voy a bañarme, ¿Podrías cuidar que nadie más atraviese esos arbustos? —supliqué con mi siempre convencedora cara.

—¡C...claro! —se sonrojó, esperaba que no pensara nada malo—. Pero si haces lo mismo por mí.

—No vayas a espiar —lo regañé señalándolo con mi dedo.

—¡No soy así! —se defendió avergonzado.

Acepté con alegría y riéndome, busqué mi ropa y un trozo de jabón que me dio la profesora en el camino, atravesé los arbustos, antes de quitarme la ropa me aseguré de que Damián no estuviera viéndome, me pareció tierno verlo de espaldas hacia mí, asegurando la zona como un caballero. Caminé hasta entrar al río, meter mis pies en el agua provocó un choque eléctrico ¡Demasiado frío!

Crucé mis brazos en busca de calor, en cada momento tenía mi vista fija en los arbustos por si acaso, me daba un poco de miedo. ¿Qué estaría pensando Damián en ese momento? Con un simple movimiento entre los arbustos por su parte haría que yo quedara vulnerable ante sus ojos porque estaba desnuda.

Por suerte los minutos pasaban y nadie atravesaba las hojas. Me quedé más tranquila confiando en Damián.

Terminé mi baño y salí, una fuerte oleada de aire sopló provocando un tremendo escalofrío por todo mi cuerpo debido al agua que escurría, tomé el trapo que traje para secarme de una vez y vestirme a la velocidad de la luz porque ya había tardado.

Listo. Más fácil de lo que pensé hace un rato, no sucedió nada malo, nadie invadió mi privacidad. Pasé por los arbustos encontrándome a Damián, seguía estando de espaldas, toqué su hombro para avisarle que era su turno.

—¡Emily! —exclamó sorprendido, llevando una mano a su corazón—. Me asustaste, pensé que se habían colado detrás de mí —suspiró aliviado al verme.

—No te preocupes, no tuve inconvenientes gracias a ti —le sonreí.

—Eh... Me alegra saberlo —titubeó jugando con sus dedos.

Le di una palmadita para indicarle que se apurara.

Yo me coloqué en el puesto de él mientras cruzaba los arbustos. ¡No podía creer que había un chico detrás de mí bañándose en ese instante! Estaba desnudo y confiando plenamente en mí en cuanto a su privacidad. Sentí mis mejillas arder, inhalé para calmarme, Axel se dirigió hacia mi ubicación, también traía una toalla, de seguro pensaba bañarse, pero no lo iba a dejar pasar.

—¿Qué haces? Voy a pasar —lo detuve con mi mano.

—Damián está al otro lado —contesté deteniendo cada movimiento.

—¡¿Lo viste?! —exclamó con demasiada preocupación.

Negué muchas veces hasta con mis manos.

—¡No! Solo me aseguro que nadie pase —defendí.

Pareció aliviarse. ¿Por qué la molestia de que lo hubiese visto desnudo?

Damián nos sorprendió saliendo de entre las hojas, él nos regaló una sonrisa y se marchó a su tienda, contento, no sabía por qué. Axel le echó una última ojeada juzgante para proceder a pasar por los arbustos. ¿No le importaba si alguien más lo veía? No me pidió que cuidara la zona. Por si acaso me quedé en mi lugar, aunque él no me lo hubiese pedido, no quería que lo vieran desnudo, mucho menos Brisa porque sabía lo entrometida que podía llegar a ser.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro