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Capítulo 37:"La historia de amor de Emily"

Al igual que a Xavier, el momento que compartían, le recordó a Emily su infancia. A diferencia de lo que el joven profesaba, ella no creía haber cambiado de manera tan dramática, quizás para los demás sí resultase así, ya que ellos nunca conocieron su corazón. Pero para ella, la única que podía adentrarse en el abismo interno, todo seguía siendo igual de oscuro.

–En estos momentos pareces alguien tan frívolo y distante... ¿Quién diría que hubo un tiempo en el que Fred estaba en tu corazón?

Tras una extravagante reacción de Karina, Emily divagó en sus memorias...

"Cierto, alguna vez sentí algo como aquello..." -pensó indiferente-

°°°
Unos años atrás:
El sol brillante que se alzaba en el éter protagonizaba un hermoso paisaje de verano. Las pocas nubes presentes, presagiaban un clima agradable. Cinco niños se habían adentrado en el bosque de la residencia ducal Di Ivilliom. Con todo el entusiasmo típico en su edad, se disponían a jugar hasta que el astro que señoreaba las alturas desapareciera.

–Desiste de tu lectura, Fred. No puedo creer que seas tan aburrido.

–Lo siento por ti, pero necesito estudiar.-dijo el joven chico levantando momentáneamente la mirada con reflexión-.

–Xavier, no le molestes. Tu también deberías estudiar. -interrumpió Esteban, apareciendo entre los arbustos junto a su hermana-.

–Solo los tontos estudian, yo, que soy un genio, no lo necesito. ¿verdad Sellya?

–Prefiero derrocar a la dinastía que inclinarme ante un emperador tonto. -dijo el heredero del duque, guiñándole el ojo a Sellya que se había escondido detrás de él-.

Al ver la escena, Xavier inclinó la cabeza con desconcierto, pestañeó con inocencia varias veces, sin comprender, y procedió:

–Sellya, ¿por qué siempre te escondes cada vez que preguntó algo sobre mí?

La niña no respondió, sino que se aferró más a la espalda de Esteban, quién musitó con sarcasmo:

–¿Por qué será?

La pequeña Emily sonrió, y luego alzó su vista y preguntó.

–Fred, ¿de qué trata el libro que lees?

El chico que reposaba sobre la gruesa rama de un árbol, descendió con celeridad y le extendió el libro.

–Se llama "Concepto del Negocio", este es el segundo volumen. ¿Lo quieres?

–No, gracias. -negó agitando la cabeza mientras sonreía- Ya lo leí, es un buen libro, aunque te recomiendo "Estudio de la economía" de Francoise Gelldert; pienso que es mucho más completo.

–Comprendo -frunció ligeramente el ceño y se distanció-.

Al observar aquello con agudos ojos previsores, Esteban suspiró decepcionado. Sus pensamientos se desembocaron y comenzaron a analizar si su plan era realmente adecuado. En ocasiones su mirada cobraba el mismo sentido que la de un adulto, sutil cambio que infantes malcriados no notarían -tendía a pensar-. Entonces, sus cavilaciones fueron interrumpidas por una aniñada y aguda voz.

–¿Qué jugaremos hoy? -preguntó Sellya-.

– Pues, respecto a ello...

Xavier, eufórico, esperaba las próximas palabras del joven Di Ivilliom.

–Hoy jugaremos algo nuevo. Deben formarse dos equipos, con un igual número de jugadores. Cada uno debe reclamar la bandera de otro, y así mismo, evitar que la propia sea robada.

–Pero somos 5, uno de nosotros será excluido, Esteban.

–No te preocupes, yo seré  el árbitro, y tú  serás equipo de Xavier.-le sonrió con complicidad-.

–Esteban, yo no quiero jugar. -comentó con desinterés mientras seguía leyendo su libro-.

–Hace poco leíste un libro de guerra y estrategia, ¿no crees que esta es una gran oportunidad para practicar?

Fred meditó por unos segundos, y finalmente aceptó.

–Emi -llamó a su hermana- aprovecha para decirle.

–¿Estás seguro Eban?

–Por supuesto, confía en mí.

Emi, como únicamente su hermano le llamaba, sonrió y se apresuró a llegar donde su compañero de equipo a urdir una estratagema. Entonces, Xavier se acercó a Esteban, quien se quedó observando la espalda de su hermana.

–¿Estás seguro? Emily es demasiado para ese chico frío. Además, se supone que el hermano mayor siempre debe rehusarse a que su pequeña hermana tenga una relación estrecha con otro chico.

–Ja ja. -se escuchó su metálica y seca risa- Emily aún es joven, y es una Di Ivilliom, por lo que esta es una emoción que fácilmente olvidará. Pero desde que murió madre, sonríe poco. Aunque recientemente parece más contenta por tener amigos, y Fred es un chico inteligente, por lo que naturalmente captó su atención. Ella está confundida, al agrado le llama amor, pero prefiero que viva esta experiencia y que aprenda a sentir realmente o que al menos crea que siente. ¿Acaso no es esto mejor que una niña inexpresiva e indiferente? Confío en que cuando crezca se reirá de estos tiempos, y su infancia no traiga solo recuerdos tristes.

–¡Eres muy complicado! "Y a veces muy extraño y distante."

Esteban río.

–Y tú eres un tonto. Sellya te está esperando.

Cuando el  príncipe escuchó el recordatorio volteó y corrió hacia la chica que le esperaba con aburrimiento, sintiendo que de alguna manera era injusta la disposición de los equipos.

Al ver al niño alejarse, el heredero del duque sonrió y se acercó a un árbol y lo escaló. Afiló su vista y buscó desde la altura a su hermana.

...

La pequeña Emily nombró a Fred, quien se volvió hacia ella y le miró expectante. Luego de confirmar que recibía su atención, ella le abrió su corazón y le dijo exactamente cómo se sentía respecto a él, de una manera tan directa y poco dubitativa que Fred dudó del verdadero objeto de su monólogo.

–Lo siento, no sucede así conmigo.-dijo secamente, y a pesar del rechazo un extraño resplandor se acentuó en sus ojos verdes-.

Él le dio la espalda, y caminó, distanciándose. Emily quedó desconcertada, sus sentimientos acababan de ser rechazados de una manera grosera y brusca ¿no? Se supone que cuando esto sucede debe doler.
"Cuando él la rechazó, su frágil corazón lacerado fue desmenuzado por el dolor" Esas palabras afloraron en su cabeza. Sí, definitivamente había leído algo como eso. Entonces...

¿Por qué no duele? A pesar de que esto acaba de suceder, tampoco se sentía decepcionada, más que aquello, no era como si esperase algo más que lo que ya existía. ¿Eso significaba que lo que ella sentía no era amor?

–¿Amor: qué significa?

No lo comprendió, pero le halló sentido, ella era una niña, no podría sentir algo como eso.
¿Y si por haberse expresado él hubiese desechado su amistad, también? ¿Dolería? Ella obtuvo su respuesta inmediatamente: no. En ese momento, por vez primera su carencia de sensibilidad fue descubierta. No, por primera vez reconoció la serenidad e indiferencia que siempre calmaba su corazón  y mente. No pudo evitar sentirse rota por dentro, cuando sintió claramente ese agujero que parecía devorar las emociones como un abismo. ¿Por qué era ella así? Entonces vio a su hermano acercarse, y le dijo:

–Eban, se siente muy vacío aquí. -puso sus manos sobre su corazón- Me siento incapaz de sentir nada por alguien que no seas tú o padre y madre. Acaso, ¿estoy defectuosa?

Esteban sonrió, y le abrazó con calidez.

–Así es, Emi, estamos rotos.

Su pequeña hermana, se reconoció a sí misma más de lo que él esperó. Aunque el hubiese preferido que se diera cuenta, de que un Di Ivilliom no podía sentir más que odio, un poco tarde. Pero en lo que había planeado Esteban había otro aspecto, los sentimientos de Fred, nuevamente el joven Zentrum no fue sincero.

No había manera de que él no percibiera todo aquello que rodeaba a Emily:  ni los sentimientos impuros de Fred, la amistad interesada de Xavier, y la máscara de timidez y ternura de Sellya habían podido ser excepción. Si ellos pertenecían al entorno de Emily, es porque él determinó que era necesario y beneficioso. Estaba moviendo los hilos para obtener la felicidad de Emily, y él  sentía que le quedaba poco tiempo junto a ella.

°°°
Después de recordar, Emily decidió volver a casa. Haber citado aquellas memorias le habían irritado. Por eso, tras indicar la fecha de una reunión con Karina -para que ella le hablase de lo sucedido en la abadía- fue guiada por Claudia y Dianne hacia la carroza.
...

Por otro lado, los últimos rayos del Sol caían delicadamente sobre el rostro de aquel joven que caminaba decididamente por el corredor de la mansión. La luz rojiza del crepúsculo le tiñó sus ojos verdes de arrebol. Finalmente, se detuvo frente a una puerta y entró en su habitación.

"Queda poco para ser nombrado el próximo Marqués Zentrum... Por fin se cumplirá lo que deseé por años"

Fred, se acercó a un cuadro cubierto por una sábana que se encontraba en su dormitorio. Ahí, de pie, junto a la imagen más perfecta, que su alma pudiese venerar, empezó a sonreír satisfecho. Había estudiado tanto desde niño con un solo objetivo: convertir al marquesado Zentrum en una casa poderosa. Desde su infancia, la poca relevancia de su familia le impidieron ser feliz, no se sentía a la altura de quienes eran sus amigos. Por eso estudió, y mientras crecía aconsejaba a su padre en los negocios, por lo que los Zentrum crecieron rápidamente y se situaron en el centro del mercado. Ni siquiera la familia imperial podría ser descuidada con ellos, todo esto fue el fruto de sus esfuerzos, por lo que si él llegaba a tomar el control absoluto de la casa Zentrum, el ascenso de su estatus sería incalculable. Se estremeció al pensar en ello.

Levantó su mano y agarró la manta que cubría el lienzo colocado en el caballete. Tiró con fuerza y la sábana cayó al suelo. Sonrió al apreciar aquello que él mismo había pintado después de que se terminara la Competencia de Cacería.

No era nadie más que Emilyette, en la pintura ella estaba tendida sobre un campo de flores, dormida, vestida con una toga mientras que diminutas hadas la coronaban con flores y Sílfide velaba por sus sueños.

Arrastró sus dedos por el lienzo, acariciando la pintura y pensó:

"Finalmente puedo estar de pie junto a tí, finalmente puedo ser merecedor de tí"

Él siempre había guardado a Emily en su corazón, pero su orgullo y su complejo de inferioridad no le habían permitido nunca expresarse. Él quedó muy extrañado cuando en la  Competencia de Cacería, Emily renegó sentir amor por él; pero acalló sus dudas justificando este comportamiento con el siguiente pensamiento: "Debe estar dolida por mi rechazo cuando niños". Fred, quien creía que el afecto de Emily desde que eran niños hasta ahora seguía intacto, había utilizado esta motivación para convertirse en uno de los jóvenes nobles más respetados, y su pronta ascensión causó que llegaran muchas propuestas matrimoniales, o de negocios. Pero él sólo tenía pensamientos para una persona, ni siquiera importaba mucho si su familia se beneficiaba con sus acciones, él solo deseaba estar junto a ella. Haberla tenido presente por todos estos años, causó que se enamorara más y más de la Emily que solo era un recuerdo; y a pesar de confirmar cuánto ella había cambiado, seguía prendado de ella. Su sentir con el tiempo se fue convirtiendo en una obsesión delirante, pero esto no importaba si ella se quedaba junto a él, ella iba estar con él, esto era seguro, ella debía seguir amándole, más después de todo lo que hizo por ella. Pero en lo más recóndito de sí, era consciente de que el corazón de Emily ya no era suyo, más bien nunca tuvo dueño, pero su alma era inestable y obsesiva, por lo que se siguió aferrando desesperadamente a una ilusión.

"Pronto serás mía..." -pensó en un susurro, casi como una promesa, cuyo testigo fue la Luna recién nacida.

Aquella luz blanca que acarició su rostro atrajo su atención, por lo que se acercó a la ventana y contempló la Luna.

"Hermosa y tan blanca como la nieve..."

Al describir de aquella manera a la Luna, recordó el cabello de ese joven que vio en la Competencia de Cacería que estaba junto a Emily de una manera demasiado familiar, ni siquiera recordaba su nombre, pero al pensar en él no pudo evitar sentirse disgustado.

...

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