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✯ Capítulo I ✯

Disclaimer: Mob Psycho 100 no me pertenece, es propiedad de One. De ser mío, pues, jejeje, habría hecho muchos cambios.

Advertencias:
*Personalidades algo Ooc.
*Algunas partes pueden carecer de sentido ;v
*Azúcar :v

—Diálogos—.
«Pensamientos»

✷✷✷

Emi se hallaba realizando los respectivos apuntes que cada estudiante debe tomar (si no quieren perder información) en la clase de ciencias, cuando cayó en cuenta de aquello.

Al pensarlo, frente a sus ojos aparecieron dos opciones:

La primera, seguir esperando a que su adorado "amigo" tomara el valor suficiente (si es que algún día lo hacía) y la invitara a salir.

La segunda, no esperar más, tomar ella misma la iniciativa y, por fin, invitarlo a salir.

Obviamente, la linda castaña elegiría la segunda opción. No podía esperar más. Después de todo, tenía ya dos años esperando.

Sí, así es. Desde que ambos se conocieran en octavo grado, cuando aún estaba en secundaria, hasta la actualidad, habían transcurrido ya dos años.

En aquél momento, luego de que el tímido y acomplejado esper hiciera el ridículo al no decir ni una sola palabra en el discurso para conseguir votantes durante las elecciones para presidentes del consejo estudiantil, Emi decidió enviarle una carta de amor en la que se le indicaba una ubicación específica en la que tenía que esperar a su admiradora secreta. Dicha persona le confesaría su amor cuando estuviera en el lugar acordado, más específicamente, detrás del colegio después de clases.

Ésa admiradora había resultado ser ella, la propia Emi, quien se le confesó y le pidió que se hicieran novios. Como era de esperarse de una persona como Shigeo Kageyama, que prefiere siempre evitar meterse en problemas y nunca busca herir a nadie, rechazó la propuesta unos segundos después de haber sido formulada.

Si no estaba enamorado de ella, al menos en ése momento, entonces, ¿para qué decirle que sí?

Con todo y eso, el chico decidió pasar tiempo con ella en calidad de amigos y porque no quería herir aún más los ya maltratados sentimientos de la chica. O, al menos, éso creía él.

Finalmente, después de todo lo ocurrido con Emi, su novela y las "amigas" de la misma, Mob pudo enterarse de la verdadera naturaleza detrás de aquella confesión.

Aún sabiendo toda la verdad y, después de que la chica se disculpara con él, Mob decidió perdonarla y hacer como que nada había pasado.

Y, fue después de todo aquello que la verdadera amistad surgió entre ellos. Si antes de todo lo ocurrido pasaban tiempo juntos, después de eso la cantidad de ratos en los que se hacían compañía aumentó exponencialmente.

Con el pasar del tiempo, ambos jóvenes fueron haciéndose cada vez más y más cercanos. Hasta que, finalmente, acabaron enamorándose el uno del otro. Pero, ninguno de los dos hizo algo al respecto. No hicieron absolutamente nada para que su relación (la cual sólo se trataba de amistad) evolucionara y se convirtiera en algo más profundo y especial.

Y así, pasó más tiempo hasta que, un día, con ya dos años de haberse conocido, Emi notó que era lo que realmente pasaba y decidió tomar cartas en el asunto. Y ése día era hoy.

La chica, después de pensarlo mucho, había determinado que el problema radicaba en que ella esperaba a que Mob hiciera algún tipo de movimiento. Una jugada, algo que los sacara a ambos de la zona de amigos y los llevara a la siguiente etapa. Pero, ése momento no llegaba y, por los vientos que soplaban, no llegaría si seguían por ése camino.

Si bien el chico estaba evolucionando bastante con el paso de los años (se había vuelto más emotivo, más valiente, más empático, más fuerte e inclusive ahora era más alto que ella), éso no significaba que en el ámbito del romance haya podido mostrar algún tipo de cambio notable. En ésa área se encontraba casi igual (por no decir que era el mismo) que en su época de secundaria.

Por cierto, ella también había cambiado un poco. Ahora tenía  más de confianza en sí misma. Escribía historias en una página de internet. Algunas de ellas tenían muy buena aceptación y estaba planeando subir, dentro de poco, su primera novela capítulo a capítulo.
Su cabello castaño rojizo estaba un poco más largo y también había crecido un poco. Aunque sólo fueron unos dos centímetros, igual podría decirse que su estatura era diferente también.

Mientras pensaba en todo esto, Emi levantó un poco la mirada de los apuntes que estaba tomando y la dirigió a su izquierda. A un puesto de por medio, y con expresión de estar atento a lo que el profesor se hallaba explicando, se hallaba sentado Kageyama Shigeo.

Estaba tan concentrado en lo que decía el docente, que no se dió cuenta de la fija e insistente mirada que la chica le dedicaba. Sin darse cuenta de ello, Emi frunció el ceño. Ahora estaba más que segura. Debía hacer algo y rápido. De lo contrario, pasarían toda la vida en ése plan.

Sólo siendo amigos cuando, evidentemente (incluso para ellos mismos, pero se hacían los desentendidos) se morían el uno por el otro. Y si no eran ellos quienes hacían algo por sus sentimientos, entonces, ¿quién?

«Ésto es el mundo real, no es como en mis novelas —pensó la chica—. En ésta historia no actuará un tercero. Nadie más intervendrá. Ninguna persona ajena a la relación metería su nariz en algo que no le importaba e intentaría unirnos... —suspiró—. Ésto es un problema de nosotros y sólo nosotros debemos...o bueno, yo seré quién lo resuelva», fué lo último que la chica pensó con repentina determinación, para después dedicarse nuevamente a prestar atención.

✷✷✷

—Shigeo-kun... —llamó la joven de mirada jade al que era (muy en contra de lo que quería realmente) su mejor amigo.

Debido a la cercanía que habían desarrollado en todo ése tiempo, Emi podía llamarlo por su nombre de pila con toda la libertad del mundo.

El chico, quién caminaba junto a ella en ése momento debido a que ambos se dirigían a una heladería cercana, se detuvo ante su llamado.

—¿Qué ocurre, Emi-chan?

La castaña dudó un momento. Estaba a solas con Mob y la voz del chico, que se había vuelto incluso más grave que la que solía tener en la escuela media gracias a los cambios corporales, pronunciando su nombre en aquellas circunstancias la atontaban de una manera que desconocía.

Hace rato, mientras se encontraban en clases, Emi pudo imaginar un sinfín de maneras, formas y hasta discursos para confesarle su amor al chico de cabello negro y mirada ligeramente vacía.

Se suponía que ella tenía todo fríamente calculado para cuando el momento llegara. Todo debía estar bajo control. Lo más gracioso era que las ideas de asistir a una cafetería después de clases, tomar aquella solitaria ruta y hablar con el fueron suyas.

—Yo...Yo...uh... —tartamudeó. No podía seguir así. ¿Y ahora qué? ¿Qué era exactamente lo que debía hacer ahora?—. Etto...

Ante su constante y poco usual titubeo, el chico ladeó la cabeza, clara señal de no entender.

—¿Intentas decirme algo? —se acercó a ella—. ¿Te encuentras bien? Estás algo pálida y...

—Me gustas. —soltó ella de golpe y sin pensarlo demasiado. De haber seguido pensando, probablemente no habría dicho nada.

Una vez dicho esa pequeña frase, como acto seguido, Emi sintió cómo su cara se incendiaba. Oh, sí. El sonrojo que debía llevar no era de éste mundo.

—...temblorosa —continuó el chico, antes de caer en cuenta de lo que acababa de escuchar para después guardar silencio.

En su rostro, casi siempre indiferente y carente de emociones, un fuerte sonrojo apareció. Éste se extendió por casi toda su cara, incluyendo las ojeras, las cuales daban la impresión de estar soltando pequeños chorros de vapor. Su boca se abrió un poco y había comenzado a transpirar.

Fué en ése instante, al verlo así y caer en cuenta de lo que acababa de decir, que Emi se vió presa de una extraña euforia y convicción. La sensación fue repentina y espontánea. No sabía si era producto del estrés o si sólo se trataba de la adrenalina que fluía por si cuerpo en ése momento. Sólo sabía que ahora, de alguna forma, era más valiente o algo parecido.

Si algunas personas bajo situación de presión, ansiedad y estrés desarrollaban poderes psíquicos, entonces Emi acababa de desbloquear un nuevo poder...y no se trataba precisamente de algo sobrenatural.

Con renovado valor, decidió seguir avanzando con aquello.

Dió un paso hacia delante, consiguiendo que el chico retrocediera por reflejo. La joven tenía el rostro algo elevado, ésto es debido a que lo miraba directamente a los ojos. Ella dió otro paso y, al igual que con el anterior, Mob retrocedió otro poco.

«¿Bailamos?», pensó ella en medio de su situación.

En su rostro ovalado ya no había inseguridad alguna y en su mirada verde limón estaba muy presente un nuevo tipo de determinación que nunca antes había experimentado. Si iba a continuar, debía hacerlo ahora que se sentía de ésa manera.

Dio otro paso más. Y otro más, otro más y otro más.

—Me gustas. —repitió la joven—, Shigeo-kun. Por favor, sal conmigo... —dió otro paso hacia él. Ésta vez notó que el chico ya no retrocedía. No supo cuando, pero desde hacía unos segundos, Mob ya no se alejaba frente el avance de ella—, pero no como amigos ésta vez, sino como pareja.

—Emi-chan... —murmuró él. En realidad, no sabía que decir.

Se sentía aturdido, descolocado y sorprendido. ¿Era ésa la misma Emi con la que había pasado tiempo de calidad en los últimos dos años?

Sabía muy bien que el día en el que tuviera que afrontar algo así llegaría, lo que no se esperaba era que ella fuera la que tuviera la iniciativa. Esperaba hacerlo él mismo algún día... Claro, un día, cuando tuviera el valor.

Pero ahora, se hallaba en la posición, al igual que aquella vez en el instituto, de quién debe dar una respuesta. De quién debe tomar una decisión, ¿aceptar o rechazar? Ésas eran las cuestiones de quién siempre se halla en ésta de ése lado de la cuerda.

—Oh, vamos. —sonrió con evidente confianza—. Ésta vez no quiero otro rechazo. En aquel momento no sentías nada por mí. Solo tenías ojos para Tsubomi-san... —acabó por acortar la distancia entre ellos y colocó sus manos en los hombros ajenos. Para hacerlo, tuvo que levantar sus manos casi hasta la altura de su cabeza. Al tocarlo, notó que el chico temblaba suavemente—, pero ahora es diferente. Yo te gusto... y tú me gustas también —le guiñó un ojo—. Entonces, ¿qué dices? ¿Nos daremos una oportunidad?

A pesar del enorme cúmulo de emociones por el que Mob estaba pasando, y que además el porcentaje de que indicaba cuanto faltaba para su próxima explosión indicaba un 35%, Shigeo respondió:

—Está bien... —intentó sonreír—. P-Podemos d-darnos una o-oportunidad... —el temblor en su cuerpo fue disminuyendo poco a poco—. Ya que t-tenías razón...t-tu... t-tu...

—¿Yo? —preguntó ella con su brillante y verde mirada clavada en él—. Puedes decirlo, Shigeo-kun...vamos —incitó.

—Tú...me gustas... —dijo por fin.

Emi sonrió ampliamente al escucharlo y ése pequeño calor nuevamente se había presentado en sus mejillas. Sin embargo, tuvo la impresión que, después de todo lo dicho, Mob se desmayaría o algo así. Con ésto en mente, cambió la posición de sus manos (que aún se hallaban en los hombros del chico) y las colocó en su torso de tal forma que, si iba a caer, al menos ella retrasaría la caída un poco antes de arrastrarla con él y cuando aterrizara en el suelo, el golpe no sería tan fuerte.

Pero nada de ésto ocurrió. Mob simplemente se quedó de pie, mirándola con una mezcla de vergüenza y preocupación.

—¿Qué haces, Emi-chan?

—Creí que te desmayarías, Shigeo... —al notar que ella no utilizaba el "Kun" al final de su nombre, Mob volvió a sentir como la cabeza le daba vueltas—. Pero no fue así. Bueno, en fin —lo soltó y se encogió de hombros—. ¿Nos vamos? De verdad quiero probar ése nuevo sabor de helado. —le guiñó un ojo mientras sonreía y le tendía su mano.

Mob correspondió su sonrisa para después, con algo de duda y timidez, extenderle la suya a su ahora novia.

Ahora, tomados de la mano, cada uno con un enorme sonrojo en sus rostros y ojos curiosamente brillantes, siguieron su camino a la heladería...




¿Continuará?

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