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Noelia 23💙

La enferma, la que necesita descanso y la que se despierta siempre desorientada tras un sueñecito aquí en el hospital parezco ser yo. 

     Samuel está despierto ya, y ayudado por una enfermera camina un poco por la habitación ahora que ya no tiene drenaje ni suero que se lo impidan. Sonrío al verlo tan repuesto y con ese pijama de hospital tan grande. 

     —Buenos días,  cariño. 

     Su voz termina de despejarme. Me siento incómoda, sigo en la cama del propio enfermo y ambos me miran con sonrisas tontas. 

     —¿Quiere hacerlo usted, mejor? —me pregunta la enfermera al tiempo que se retira de Samuel para dejarme el lugar. No lo dudo, me levanto y voy hacia él—. Dentro de un rato pasará el doctor, pronto te irás de aquí.

     Y me río porque antes de irse ha puesto cara de lamento. Sí, parece que Samuel no solo despierta en mí esa sensación de pérdida. 

     —Buenos días, ¿cómo estás hoy? —le digo cuando la enfermera nos deja solos. 

     Samuel ha pasado su brazo por mis hombros y le es fácil darme un beso en la sien. Cierro los ojos al notar su aliento cálido en mí. 

     —Mejor que nunca, a tu lado. 

     Eso no me dice mucho, me da dos respuesta en vez de una. 

     A ver, ¿ha dicho, "mejor de lo que nunca he estado a tu lado" , o "mejor que nunca, porque estoy a tu lado"? Y no me vengas con que es lo mismo, porque a la que él cree que ve es a Candela, así que ella es la destinataria de la segunda opción. En cambio, si nunca estuvo así de bien antes, esa sí que soy yo. 

     —No me cansaré de darte las gracias por encontrarme. 

     Vaya, y esa respuesta de nuevo es para ella. 

    Sonrío tímidamente y trato de no venirme abajo. Samuel, por lo menos, no me rechaza y eso ya es algo positivo que he de celebrar. 

     Continuamos dando pequeños pasos por la habitación. 

     —Ayer no tuve oportunidad de hablar contigo del trabajo. 

     —Ya, cuando no dormía yo, lo hacías tú. Y luego María llegó y… 

     —Me llamó Elisa.

     —Por lo de mi finiquito, ¿no? 

     —¿Cómo lo sabes, te llamó también? 

     —Aproveché que estabas comiendo para hablar con Sarai por teléfono, y ella me lo dijo. 

     Me separo de él, lo justo para mirarle a los ojos. No me parece ver en ellos que me esté gastando una broma. No lo conozco aún lo suficiente como para saber si sería tan buen actor como yo, por eso me inclino por pensar que Samuel me ha dicho la verdad 

     —¿Por qué con ella?

     Y me da la impresión de que no solo me lo dirá él. 

     La puerta se ha abierto y Sarai nos mira sorprendida, casi molesta por verme tan cerca de Samuel. ¿Qué esperaba, que él la hubiese llamado para ocupar mi lugar? Seguro y pensó que yo no estaba aquí. 

     —¿Qué es esto, Samy? 

     —Pasa, por favor. Tenemos que hablar —le pide él. 

     Ella le hace caso y cierra la puerta cuando ya está a menos de dos metros de nosotros. Se cruza de brazos y levanta una de sus cejas perfectas. 

     Mira que procuro no ver en Sarai una amenaza ahora que sé que como mujer no debo hacerlo, pero una fuerza extraña me provoca imquietid bajo esos ojos negros capaces de empequeñecerme. Es difícil tener confianza en mí al verla a ella tan guapa, tan segura de sí misma, cuando yo estoy oculta tras una cara que no es mía y que recién despierta de varias horas de sueño. 

     Intento apartarme de Samuel, pero él no me deja y emplea su fuerza para abrazarme más fuerte. 

    —Los tres, cariño, hablaremos los tres —me dice a mí en concreto para que no piense si quiera en que puedo irme de la habitación. 

     De todas las situaciones que pude imaginar con Sarai para disputarle el amor y la atención de Samuel, estar con ella, oyendo lo que él ha decidido respecto a nosotras, bueno, más bien a ella y a Candela, jamás se me pasó por la mente. No sé cómo he llegado a ser una espectadora de lo que mi alma gemela tiene que decirle a dos mujeres tan importantes en su vida. 

     Para esta ofensa no hay maestro ni luces que destruyan mis sombras, mi orgullo como mujer queda por los suelos. 

     Ya puedo considerarme oficialmente un alma infeliz para la eternidad, dudo que Samuel escoja a Noelia sin conocerla. 

     —Siento tener que decírtelo otra vez, Sarai, pero si alguna vez creíste en la posibilidad de estar conmigo en algo más serio, no fue mi culpa. Sabías desde el primer día que no sería así. 

     —¿Qué día en concreto, Samy?, refréscame la memoria —dice ella dejando claro que fueron muchos días y muchas veces que contar entre ellos. Intenta hacerme sentir mal y no permitiré que lo consiga—. ¿Quizás te refieres al día en el que dijiste que conmigo sí podrías llegar a ser feliz?  

     ¡Coño! Sarai está jugando fuerte, tiene a Samuel contra las cuerdas, él mismo ha dejado de apoyarse en mí. No me atrevo ni a buscar su mirada. 

     Ahora quien no está cómodo junto a ella es él. E incluso sin tocarlo ya, puedo oír su corazón bombear enloquecido de rabia, ojalá y no repercuta en su herida. 

     —No he querido ser  borde contigo, Sarai, ni mandarte a la mierda directamente. Aunque no lo creas, no quiero herirte. 

     —¿Y por eso ella está aquí oyendo cómo me dejas?, ¿de verdad crees que así me humillas menos? 

     Sarai no quiere ni mirarme, está enfrascada en su discusión con Samuel, sabe que lo está perdiendo, y lo peor es que creo que yo también pierdo algo en todo esto. 

     —Quiero que ambas entendáis cual es mi elección. 

    Vaya, pues a mí, que ya tengo una ligera idea de su “intención” final, no me gusta en absoluto.

     —Eso no será suficiente para hacerme desistir contigo, Samy —insiste ella, cada vez más cerca de romper a llorar. 

     —¡Y qué quieres que te diga, ¿eh? ¿Qué coño quieres oír de mí?! 

     Él ya no puede más. 

     Observarlos discutir no me provoca satisfacción, hay algo que Samuel oculta, no conoceré sus dotes interpretativas pero sí que oigo su corazón cada vez más fuerte. 

     —¡Dime algo que me haga ver que eres un cerdo, un capullo que jamás debí de cruzarme en la vida y que no mereces la pena para que yo me aleje de ti! 

     Samuel medita las palabras que va a decir, con las que dejar zanjado el tema definitivamente. Sarai y yo lo miramos, calladas,  a la espera de oírlas. Él baja la cabeza sin querer mirarnos a ninguna de las dos, ya arrepentido de lo que todavía no dice su boca. 

     Mi alma, porque ya la identifico en su pesar, presiente que sufrirá un dolor infinito. ¡Si hasta yo, que sin ser una experta en esto del amor, lo presiento! 

     —Nunca fuiste tú. Siempre pensé en Candela mientras follábamos, me mordía la lengua para no llamarte por su nombre. Y aquella vez que se me escapó no estaba borracho como te dije, necesitaba decirlo para creer que eras ella. 

     El silencio se hace agudo entre nosotros, las respiraciones de todos parece que se hayan detenido, y solo es roto por los pasos que da Sarai hacia la puerta de la habitación. Se va.

     —A Sarai no le tengo aprecio, y estoy segura de que no se lo tendré nunca, pero ¿no crees que has sido muy duro con ella? 

     No he podido evitar ser la primera en hablar cuando Sarai se ha ido, las miradas entre Samuel y yo me pedían a gritos que lo hiciera, y el silencio ya era insoportable. 

     —No ha sido mi intención hacerle daño, yo no soy así, lo sabes, ¿verdad? —Samuel busca mi comprensión—. Me ha obligado a decir eso. Solo así lo entenderá de una vez, y nosotros podremos avanzar. 

     Mira, por lo menos sabe que ha sido muy duro con Sarai. Tiene razón, si se ha convertido en un cerdo es porque ella así se lo pidió, aunque eso no quita que yo me sienta mal

     Creo que ve las lágrimas en mis ojos y está preocupado. 

     —Jamás hubiese dicho nada parecido delante de ti. 

     —Es que no tenías que haberme pedido que me quedase para esto, Samuel. 

     No, no debió decirlo porque yo me he enterado de lo mismo que Sarai y duele mucho. Candela sigue viva en su corazón, siempre fue, y será, ella, para esa eternidad que le niega a mi alma. 

     —Pero no tenía otra alternativa, no podemos salir de aquí sin dejar atrás mi pasado. 

     —Necesito un momento —le digo angustiada, porque de seguir junto a él rompo a llorar como una idiota. 

     —No, por favor, no te vayas. Si tienes alguna duda yo puedo aclarártela. 

     —¿Me aclararás por qué me cuesta oírte hablar así? ¿Por qué mi alma se resiste a dejarse consolar por ti? No, ¿verdad? ¡Porque no puedes hacerlo! 

     Samuel calla, no me puede rebatir una sola palabra. 

     Así que con todo el dolor de mi alma, nunca mejor dicho, lo dejo solo porque quiero correr y llorar sin que me vea.

     Respiro hondo. El aire parece calmar mi dolor, pero no lo elimina todavía. 

     No hago más que salir de la habitación y veo a Gabriel en la sala de espera de la planta. Se levanta de su silla para abrazarme. Me gusta, parece que oliese mis problemas. Y ahora mismo me viene muy bien un hombro en el que llorar. 

     —¿Quieres hablar, o prefieres seguir así un rato más? 

     Emito un quejido cuando pretende apartarse, y entiende que quiero seguir así, a su cobijo. Me acaricia el pelo en un consuelo que le agradezco. 

     —¿Qué ha pasado con Samuel? ¿Está peor? 

     —No, esta vez soy yo la que está a punto de morir. 

     Él me aparta sin que yo pueda evitarlo. Me mira de arriba a abajo, extrañado, no ve ningún daño en mí. 

     —No digas tonterías, no puede ser tan malo. Vamos, Noelia, regresa con él. Y no insistas en ver sombras que ya no están sobre ti. 

     —¿Has podido ver eso? 

     —Bueno, es que la tuya era bastante oscura, cariño. Además, he visto salir a Sarai llorando de la habitación y me temí lo peor —me dice para que sonría. 

     —Pero ahí dentro hemos hablado de Candela y… 

     —Candela no es su alma gemela, ya lo sabes de sobra, y él lo verá muy pronto. 

     Me dejo consolar un poco más, sobre todo por sentirme abrazada por un padre más que por un maestro de luz con sus consejos. 

     Gabriel me toma por los hombros, para poder mirarme a los ojos, antes, los intenta secar con sus dedos. 

     —Destierra cualquier miedo de tu alma, cualquier culpa que te haga sentir así. Entrégate a Samuel sin reservas, Noelia. No tienes nada que temer. 

     —Si lo tuyo con Samuel no funciona, ¿te gustaría ser mi padre? —le pregunto con la sonrisa que él ha logrado sacarme. 

     —Si tú no me lo hubieras pedido, me hubiese metido en tu vida igual —responde él como afirmación. 

     —Gracias. 

     —De eso nada, voy a ejercer de padre contigo, ahora mismo —dice riendo—, entra por esa puerta para poder iros juntos a casa. 

     —¿Le dan el alta? 

     —Sí, he venido a despedirme. 

     —No, por favor, te necesito a mi lado. 

     —Eso crees tú, pero eres fuerte, tu sombra se fue, solo te queda disfrutar de vuestra unión. 

     Me va a costar convencerle, no sé qué puedo decirle más. 

     —¿Y qué harás tú esta noche? —le pregunto cuando caigo en que ha dormido las dos últimas en casa de Samuel. 

     —No te preocupes por mí, ya veré qué hago —me dice mientras acaricia mi mejilla. 

     —Eso no es ni una excusa, Gabriel. 

     —Pues es lo único que puedo saber por ahora. 

     —Prométeme que no será en la calle. 

     —Noelia… 

     —Promételo. 

     —Buscaré un techo, te lo prometo. 

     —Dime dónde puedo hacerte llegar dinero, por lo menos, por favor. Hoy puedes dormir en algún hotel. 

     —Estaré bien, de verdad, ahora vuelve con Samuel. 

     Y no puedo negarme a él, con esa sonrisa, esa determinación en sus palabras y ese empujoncito que me da y que me hace volver sobre mis pasos. 

     —Ven a verme por favor —le digo cuando estoy a punto de  entrar a la habitación y él ya me dice adiós con la mano. 

     Entro decidida a hacerle caso a Gabriel. 

     Samuel ha vuelto a tumbarse en la cama, tuerce la cabeza hacia la puerta que yo he abierto. 

     —Hola —me dice con una sonrisa. 

     Si fuera de esas personas que te lo ponen fácil en su enfado porque te grita o te ignora del asco, tendría una opción, me considero buena para discutir, puedo llevar la razón o no, pero no me siento una mierda mientras estoy chillando y pataleando. Pero no, mi alma gemela tan perfecta, el hombre que adoro, me sonríe como si yo no estuviera loca y hace que me muera por besarlo. 

     Camino hasta sentarme en el borde de la cama,  donde ya me espera para abrir sus brazos. 

     Samuel me besa antes de que yo pueda hacerlo con él. Acaricia con sus labios los míos a la espera de poder  profundizar su beso. Abro la boca para que lo haga, para que tome con el control de mí. Damos lugar a un intercambio de caricias sutiles con nuestras lenguas, que yo no tardaré en volver salvajes. Es lo extraño que me sucede con él, que no tengo nunca bastante, y sé que solo si me relajo, él podrá satisfacer mi calor. 

     Dejo que sus manos exploren mi espalda, que me aprieten más a su cuerpo, está por conseguirlo. Mis pechos sienten el respirar del suyo, mi alma se estreme con sus latidos. 

     Samuel detiene su beso, pero no quiere que me separe de él. Acaricia mi nariz con la suya para poder hablar. 

     —Lo siento mucho, Samuel, procuraré relajarme y no salir huyendo más. 

     —Amar significa no tener que decir nunca lo siento. 

     Al oírlo me aparto, él tiene cara de chiste. 

     —Sabes que no te pega para nada esa frase, ¿verdad? 

     —¿Por qué no? No seré Ali MacGraw, pero me ha quedado de puta madre —dice riendo más. 

     —¿Conoces también su nombre? 

     —Pues claro, sabes que me encanta el cine. 

     —¿De hace cincuenta años? —Y no dejo de alucinar. 

     —Hombre, recientemente me gusta mucho más el cine X de adultos —me dice levantando las cejas de manera pícara. 

     No sé cómo tomarme eso, ¿Samuel ve porno porque Candela y él llevaban semanas sin follar, o porque desde que soy yo tampoco moja? 

     —Está bien, no quiero saber tus pajas mentales. 

     Y las carcajadas de Samuel me indican que todo estará bien entre nosotros cuando lleguemos a casa. 

Empezamos fuerte el martes de Noelia💙, está visto que el tiempo corre y si bien a ella no le influye en su unión con Samuel, sí que puede verse afectada cuando la verdad de Candela se descubra el sábado💙.

Relleno necesario que dice mucho💙, quizás debas de leerlo ooootra vez, cada palabra, cada acción tiene su doble lectura jajajaj, disfrútala tantas veces lo hagas,💙

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