Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

💙 EL RECLAMO DE NOELIA 1💙

... Y es lo único que no envejecerá.
                                             
                                           NOELIA.

       

—No es mi vida la que te pertenece, Noelia —me dice la mujer que besaba al desconocido que me ha provocado esto—. Es el alma de Samuel. 

     —¿Se llama Samuel? —le pregunto yo. 

     Sonrío, por fin he descubierto cómo se llama el guitarrista que ha hecho que me estremezca en su presencia. Y me encanta, siento que cada letra de ese nombre me hace vibrar como lo ha hecho él con su música.

     Con toda la confianza que aún no le doy, la mujer me agarra de la mano y tira de mí para que la siga. 

     Quiero decirle que me suelte, pero la curiosidad puede conmigo y me callo, ¿qué es eso del alma que me pertenece? 

     —Me llamo Candela. Tienes que confiar en mí —me dice mientras salimos por la puerta más cercana. 

     No sé a dónde me lleva, y francamente no me importa, siento que debo confiar en ella como me ha pedido.

     —No quiero que te asustes. Lo que escucharás ahora será muy extraño, pero tienes que tener tu mente abierta, ¿crees que lo podrás hacer?

     ¿Por qué me habla como si fuese una niña pequeña? 

     —Lo intentaré —le digo yo haciéndome la interesante.

     A partir de ahora seguimos en silencio por las calles del centro de Granada, en una carrera de lo más desesperada para salir de él. ¿No podemos coger un taxi, que llevo tacones y estas cuestas y escaleras van a matarme? 

     —¿Adónde vamos? —no puedo ya evitar preguntar. 

     —Pronto lo sabrás. 

     En pocos minutos llegamos al barrio del Sacromonte, lo reconozco de mi paseo ayer con Asier. Candela pretende meternos a una consulta, ¿qué coño hacemos aquí? 

     El letrero de la puerta es terrorífico, la palabra Consulta ya me gusta poco y el lugar en sí es más extraño que la propia situación. 

     ¡Este sitio es una cueva! 

     Veo cómo Candela, a mi lado, cruza los dedos, y eso me gusta mucho menos. ¿He dicho ya que esto es una consulta?, ¿de qué, que se puede consultar aquí? 

     Candela toma aire antes de llamar a la puerta, lo que tampoco me gusta demasiado. ¿Qué hay ahí dentro para que tenga que respirar hondo y echarle valor al asunto? 

     Da tres golpes secos y decididos, a espacios prolongados, y luego tres golpes más, mucho más rápido esta vez. No tengo duda, se trata de una contraseña. En la película de espías que hice hace dos años, aprendí que es común comunicarse de este modo para evitar que te descubran donde no debes de estar. ¿Eso hacemos aquí, infringir la ley? 

     —¿Qué es este lugar, Candela? 

     La puerta no tarda en abrirse sola para que entremos. Parece que no tardaré en averiguarlo. 

     Me asomo al interior con precaución, nadie nos ha abierto la puerta, pero eso no es impedimento para que Candela entre sin esperar una invitación. Por supuesto ha tirado de mi mano de nuevo para que la siga. 

     Desde que quiso que la acompañase no le he puesto pegas a nada y a lo mejor ya va siendo hora de hacerlo y dejarme oír.

     He salido del hotel de madrugada sin avisar a Asier ni a ninguno de los guardaespaldas que velan por nuestra seguridad, y he atravesado media ciudad de Granada, y subido al cerro de uno de sus barrios, de la mano de una desconocida sin oponerme hasta dar con este ridículo lugar, que con eso de ser una cueva que se llama “Consulta de María” bien que puedo irme asustando ya. 

     Y para colmo, entro sin saber qué me espera dentro. 

     Así que no debe de extrañarle a nadie que pegue dos gritos y me dé la vuelta, porque estoy en todo mi derecho cuando parece que voy de cabeza a mi propio secuestro, del que obtendrán dinero o alguno de mis órganos.

     Pero resulta que sin tener idea de lo que me encontraré ahí, me siento atraída por lo que Candela tiene que decirme. 

     Supongo que esa necesidad debe de ser por Samuel, el atractivo guitarrista en el que no dejo de pensar desde que lo he visto en el escenario. ¡Si incluso he discutido con Asier porque me he negado a compartir esta noche la habitación con él!, eso hubiera sido, y llámame loca, engañar al propio Samuel. 

     Alguien tendría que decirle a quien viva aquí que ilumine el acceso si espera visitas. La luz de las velas en las paredes, aunque sean de cal, es demasiado lúgubre, puede hacer que te arrepientas de continuar. Y además deberían perfumar un poco el lugar para causar buena impresión, que huele a humedad que echa para atrás.

     Miro a Candela delante de mí, no es su primera vez en esta cueva, ella sabe por dónde caminar. 

     Sigo sin tener miedo del todo, es una mezcla de emoción y respeto por lo que vaya a averiguar. Espero que sea sencillo de entender, no todo el mundo que se deja guiar a través de una cueva oscura, que apesta y se llama Consulta de María, reacciona con este aplomo que yo estoy teniendo.

     Llegamos a una sala con algo más de luz, de ser un plató de cine estaría súper conseguido el atrezo de brujería. 

     Se ve una mesa de madera vieja y tres sillas. La principal parece del siglo pasado,  y las otras dos, enfrente, de un par de años menos. El  resto ya te lo podrás imaginar, sobre la mesa está la típica bola de cristal, una baraja de cartas españolas, unos pañuelos de colores y unas piedras extrañas formando un circulo. Sí, la taza de café en la que seguramente lee los posos también está ahí encima, o eso espero y no que esté sucia desde hace días. Me entran ganas de reír y aplaudir.

     —Buenas noches, Candela —dice una voz que ha salido de la nada. De ultratumba diría yo.
 
     Pego un bote del susto. 

     —Hola, María —le contesta ella. 

     Bien, es la tal María, la dueña del lugar, parece que al fin podré enterarme de algo, que de un momento a otro va a darme un ataque al corazón. 

     La mujer atraviesa una cortina de cuentas, que ya podría haber renovado hace años por la cantidad de ellas que faltan, y nosotras la miramos, calladas. 

     —María es la matriarca más venerada del Albaicín, y venimos a hacerle una consulta —me cuenta Candela para ponerme en antecedentes. 

     Tiro de su brazo y hago que frene junto a mí. 

     —No se tratará de una estafa, ¿verdad? Yo no voy a soltar un euro con una vidente. 

     Acabásemos, mi secuestro no es, estas mujeres piensan sacarme los ojos con cuentos chinos, o mejor dicho, gitanos. 

     —¿Todavía no sabe nada? —le dice la mujer ahora a Candela. 

    —¿Qué tengo que saber? —pregunto a punto de enfadarme. Claro, he caído en el engaño de estas dos estafadoras—. Yo me largo de aquí. 

     —De la unión de las Almas Gemelas. 

     María corta mi avance hacia la puerta. De nuevo oigo esa palabra, alma. De nuevo mi corazón brinca por haber pensado en Samuel, ¿o acaso ha sido mi alma, con vida propia, la que ha pensado en él? No, no lo creo.

    María toma asiento frente a nosotras. Sigue mirándome en un reto a abandonar la habitación o a sentarme también para escucharla. 

     Pienso en Samuel, en su piel morena, en sus ojos ámbar al verme desde el escenario y en esos labios que yo sentí míos así besaran otra boca. 

    Y me acabo sentando, antes incluso de que Candela lo haga a mi lado. 

      —No voy a soltar un euro, ya lo sabéis —les aviso antes de escuchar el disparate.

     Mi vida está tan expuesta en la presa y en Internet que nada de lo que me digan será nuevo para mí. Habrán rebuscado en toda esa basura. 

     —No lo necesito, es un favor que haré a Candela. Su abuela fue como una hermana. 

     —Gracias, María —le contesta la mencionada. 

     —Bien, echadas vuestras flores, empecemos ya para que pueda irme —les digo yo. 

     María pasa por alto mi comentario jocoso, pero me deja claro que le ha parecido una grosería cuando ni siquiera me mira. 

     —Queréis que os hable de vuestra unión de almas, ¿no es eso?

     —Bueno, Noelia me ha explicado lo que ha sentido al ver a Samuel y necesito confirmarlo —dice Candela inquieta en su lugar. 

     —¿Solo ella? —le pregunta mientras levanta la mano para acariciarle el rostro. Actúan como si estuvieran a solas, pero yo toso para que me vean aquí sentada. Mi estúpida tos irrita más a María—. ¿Y qué hay del otro hombre? De su hombre —dice sin mirarme todavía a mí. 

     ¡¿Del mío?! ¡¿De Asier?! 

     —Si tan clara ha sido tu visión, también tendrías que haberme dejado hablar con ella antes para no ahuyentarla —le recrimina Candela. 

    —Basta ya, que alguien me explique —intercedo sin obtener respuesta.

    Tal vez este lugar misterioso es lo que tiene, que me he vuelto invisible. 

     —Entonces no tengo nada que confirmarte, pequeña —continúa diciéndole María—. Sabes de sobra cómo va todo esto, tu abuela era la mejor. 

     —Me cuesta aceptarlo, María. 

     —Tendrás que hacerlo, Candela. Tu alma gemela te ha encontrado al fin, y en ti está que no se te escape para completar vuestra unión en esta vida.

     —Un momento, ¿y qué pinto yo aquí? —seré invisible, pero me van a oír estas dos—. Así que nada de esto es por mí  o por Samuel, todo el tiempo ha sido por Asier —digo entendiéndolo ya. Me levanto irritada. 

     —No puedes marcharte, eso sería perder la oportunidad con Samuel —me dice Candela a la vez que se levanta conmigo—. Mira cómo has reaccionado ahora. Si te hubiera dicho la verdad en el hotel, ¿me hubieras creído? No, ¿verdad?, ni tampoco  hubieras aceptado venir conmigo para ver a María. 

     Dirijo mi mirada a la anciana que me la devuelve con una sonrisa, la madre que...  Ella, que espera al igual que Candela a que me siente de nuevo, me sigue sonriendo. Solo si lo hago y las escucho, lo entenderé todo y acabaremos cuanto antes. 

     Comienzo a enfadarme. 

     No puedo dejar de pensar en Samuel cuando estuvo en el escenario, ni en sus manos tocando la guitarra mientras mi deseo fue que me tocase a mí con esas caricias. 

     —No —digo más calmada al tiempo que tomo asiento otra vez—, claro que no te hubiese creído. Supongo que habría pensado que eras una aspirante a actriz, capaz de meterse en la cama de Asier por uno de sus papeles. Con una disparatada historia de videntes, gitanos y hechizos, eso sí.

     Candela me sonríe en agradecimiento porque después de todo no hice preguntas y confié en ella.

     —¿Y quién coño es Asier? —pregunta María interrumpiéndonos.

    —Mi prometido, Asier Llanes.

     No me puedo creer que esta mujer, además de vivir en esta cueva, lo haga sin televisión, no ha oído hablar de Asier o de mí. ¿No me reconoce? Ten un Goya para esto. 

     Candela entristece de repente, y yo puedo sentir el daño que le he causado con la palabra “prometido”. 

     Tomo su mano y me solidarizo con ella. Igual de incómoda estoy yo por saber de Samuel a su lado cada día, cada noche en esa cama que han de compartir. ¿Qué me ocurre? Por ningún hombre, jamás, me sentí así, ni siquiera por Asier. 

     —Créeme que no es fácil tampoco para mí, Noelia —me dice ella—. Es la primera vez que siento algo parecido por un hombre desconocido, con esta intensidad que todavía abrasa mi pecho, que me quita la vida —me dice en un arranque de sinceridad que me hace entender que ya no podrá seguir adelante sin Asier como hasta ahora ha hecho, como yo no podré vivir sin Samuel porque siento lo mismo que ella. 

     Vuelve a llamarme loca, total, esta situación ya lo es, un verdadero guión de fantasía de serie B. 

     —No debe de ser fácil para nadie, pequeña —le dice María— y menos cuando se tiene que ocultar que un alma te complementa porque no todos creen en la unión de las almas gemelas.

     —Lo sé, María, pero hay un problema añadido a las creencias de Noelia, o del propio Asier sobre el tema. 

     La palabra problema es fea, no debería ni de existir, y no quiero ni imaginar cómo de grande será el que va a describir Candela si María, que parece controlarlo todo desde su bola de cristal, ha abierto de esa manera los ojos. 

     —Se van mañana de Granada, no tengo tiempo de acercarme a él y conquistarlo sin dejarlo todo y correr tras ellos, a Bilbao. 

     —¡Ups! 

    ¿Ups? ¿Eso es todo? Licenciada en ciencias ocultas, tarot y tazas sucias y eso es todo cuanto tiene que decir esta mujer? 

     —Sí, por eso estamos aquí, porque si hay alguien que pueda ayudarnos con tan poco tiempo, esa eres tú.

     

Bienvenid@, y quiero que sepas que mientras leas este libro, mi alma te pertenece.

@palomagomez78.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro