Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

💚EL DESENLACE DE CANDELA 2💚

No sé cuánto tiempo queda para el amanecer, no he llevado la cuenta de las horas que han pasado desde que me senté en este sofá tras dejar dormido a Samuel. Él no quiso ir a ningún hospital, al ver que se quedaba solo prefirió lamentarse a escondidas, y en casa, por su  ruptura con Noelia. 

     —No seas crío y vamos a llamarlos —le dije cuando se echó en la cama. 

     Me costó, pero acabé por convencerlo de que dejase de contemplar la pared de su habitación de  ensayo, la que hasta ahora no había sido suya de verdad sin esos ojos azules. 

     —Ya estarán camino de Bilbao. 

     No puedo asegurar que los ojos enrojecidos de Samuel fueran por el dolor que estaba padeciendo en ese momento a causa de la herida abierta, más bien apuesto por que de verdad creyó en lo que decía.

     De mi propio dolor no tuve dudas, ¿y si era verdad que nos dejaban aquí? ¿Y si era verdad que Asier ya no insistiría más conmigo, y yo por orgullosa lo dejé ir? 

     Cuando salí del dormitorio y lo vi peleando con Samuel me quedé paralizada. Mi alma gemela, el hombre del que estaba enamorada y por el que moriría si él me lo pidiese, había venido a buscarme a mí, según me dijo Noelia. De manera que al verlo también dispuesto a perdonarme por el Embrujo, que según él yo le hice, la rabia me cegó, ¿por qué coño él tenía que perdonarme nada si no hice otra cosa que amarle?, ¿por qué aguantar que él me “dejase” quererle ahora? 

     Ni mijita, Asier tenía que sufrir un poco más, que para algo me dejó sola el jueves en Cantabria sin otra cosa que un orgullo ahogado en llanto. 

     Pero en vista de que el amanecer llegaba de nuevo y yo seguía sin él, ya no me parecía haber hecho bien en dejarlo ir con Noelia. 

     —Tampoco puedes dormir, ¿verdad? 

     —¿Qué haces levantado? Me vas a obligar a llamar al médico. 

     —Estoy bien, dejé de sangrar.

     Sonrío, contenta de que por lo menos en la parte física continuemos estando sanos ahora que en la afectiva seguimos hechos una mierda. 

     —Vamos, vuelve a dormir. 

     Me levanto del sofá y cuando llego a él le muestro el camino de regreso a la cama mientras le sirvo de apoyo. 

     —Solo si te quedas conmigo, esa cama es enorme ahora que ella no está. 

     —Ya he visto que parece una casa muy diferente a la que dejé hace una semana —le digo yo recordando todo lo enorme que es la cama que compartían Asier y ella en Bilbao. 

     —Noelia no ha necesitado mucho para hacerla un hogar. —Sus palabras evocan un triste recuerdo, de hecho su cara no refleja que esté pensando en otra cosa. 

     —Tengo que confesarte que nunca la sentí mía, Samuel. 

    —Me imagino —me dice al tiempo que se acomoda. Coge mi mano y me obliga a sentarme en el borde de la cama, con él. Momento que aprovecho para ver si es cierto que no le sangra la herida. 

     —¿Qué estamos haciendo, Candela? 

     Su pregunta me ha cogido desprevenida, yo solo observaba las gasas que, menos mal, están secas. 

     Nos hemos llevado horas y horas hablando de nuestra relación, juntos, para pedirnos perdón mutuamente por todo lo que alguna vez no entendimos del otro, eso fue lo que faltó; preguntar, quejarnos. Nunca debimos conformarnos y aferrarnos a una rutina sin sentimientos, en la que fuimos verdaderamente nosotros solo cuando nos traicionamos con Sarai o José. Y en esa conversación sincera y dolorosa no pudieron faltar Asier y Noelia y lo que habíamos vivido esta semana con ellos: La felicidad. Por ese motivo, y contestando ahora a su pregunta, ya no quiero lastimar a Asier. Tengo miedo de que no regrese a por mí. 

     —El gilipollas, Samuel, hacemos el gilipollas. Y estamos a punto de cagarla también. 

     Me levanto de la cama y camino por el dormitorio como si estuviese enjaulada. No puedo parar de moverme, y de hablar, tampoco.  

     —Vamos a por ellos, son nuestras Almas gemelas, ¿no? Si nosotros estamos así, imagina cómo estarán ellos que no entienden de qué va esto. Eso es. Vayamos al aeropuerto, necesito regresar a Bilbao hoy mismo. Espera, ¿y si no hay vuelos para hoy? Puede ser demasiado tarde y yo… yo necesito ver a Asier… yo tengo que decirle tantas cosas que…. 

     Busco en el armario algo de ropa para abrigarme del frío de la noche porque no esperaré a que amanezca, solo que no llego a ponérmela, Samuel no me deja. 

     —Cálmate —me pide él ya de pie a mi lado. Me ha abrazado. 

     Rompo a llorar en su hombro, no lo hago desde que hablé con María cuando llegué, y todavía tengo que deshacerme de este dolor que me oprime el pecho. 

     —¿Crees que pueda encontrarlo, Samuel? 

    —Pues claro, tonta. ¿No lo hizo él contigo?, la atracción de Almas es lo que tiene, no podemos escaparnos de nuestras gemelas. Nos encontrarán. 

    Me hace reír aunque no tenga ganas. Ambos sabemos que Asier preguntó en el hotel por mí, no es que haya escuchado mi corazón a kilómetros de distancia para localizarme. 

     —Además, Bilbao ya no tiene  secretos para ti, solo tienes que regresar a esa casa y trepar por la verja de la piscina. 

    —Oye, que ya te dije que pasé mucho miedo con toda esa prensa en la puerta —le digo, y le doy un golpe en el hombro—. ¿Y tú qué, porque yo sí que no te veo allí buscando a Noelia?

     —Yo seguiré lamentándome, solo. —Lo tiene claro, no va a hacer nada por recuperar a Noelia. Y como muestra de su pasividad se echa de nuevo en la cama a descansar. 

     —No te creí nunca tan cobarde —le reprocho yo, a ver si así prendo la llama de sus venas y logro que se levante y mueva el culo tras su gemela. 

    —Ya la oíste, Candela. Se niega a admitir que nada de lo que hubo entre nosotros fuera cierto sin drogas de por medio. 

    —Ojalá pudieras sentir, como yo, lo que ella pasó con su padre.

     Ya lo dije hace días, no soy quien para revelar algo que no me corresponde, pero no tengo otra manera de hacer ver a Samuel que Noelia cargaba con una mochila muy pesada de sufrimiento y desconfianza hacia los hombres y que es difícil desprenderse de esa carga de un día para otro.

     —No —corta tajante mi justificación—. Me alegraré por ti si vas a salir a buscar a ese capullo, pero no me pidas que haga lo mismo con Noelia. Será ella, y no yo, quien solucione esto. 

     —Mi abuela diría que eres un mocoso testarudo. —No puedo evitarlo, pongo los ojos en blanco. 

     —Siempre te dije que tu abuela me hubiera caído bien —me dijo al guiñarme un ojo, lo que me hizo sonreír. 

     —Pues a ver qué se te ocurre ahora, porque tú vas a ayudarme, que para algo empezaste la pelea con Asier y acabaste echando a los “payos”. 

     —Ese tío llegó exaltado a mi casa y no supe a por cuál de las dos venía. 

    —Y te pareció mejor idea golpear primero y luego preguntar, ¿no? 

    —No me hables de actuar que sabes bien que la atracción de Almas no te deja pensar, ¿o acaso crees que él preguntó mucho para responder a mi ataque? 

    —Está bien, no vamos a arreglar eso ya, pero lo otro sí, ¿cómo lo busco yo? 

    —Podemos pensarlo con un buen café entre manos, ya no tengo sueño. 

     —Está bien, pero sin vainilla, chaval. Quiero recuperar a Asier, no que acabe matándote si no puedo resistirme a la “droga” de tus encantos. 

     Y por mi comentario me llevo de regalo un bonito cojín en toda la cara. 

     Me río, sobre todo cuando veo que Samuel, tras su pose indiferente, lo hace también. No está del todo convencido de quedarse sin hacer nada, y creo que mi insistencia se colará por esa rendija de duda. Este mocoso testarudo acabará por venir conmigo a buscar a nuestras almas gemelas. 

   

     En el tiempo de tomarnos el café hemos decidido algo: llamar a mi maestro, puesto que las llamadas previas a Asier y Noelia fueron en balde, no contestaron. 

     Así, desde Bilbao, Tximo podrá decirnos cuándo regresan ellos. Me bastará con que después los amarre y les impida salir de la casa hasta que lleguemos nosotros, cómo lo haga será su problema, y digo “lleguemos” porque aunque Samuel se niegue a coger el avión este se viene conmigo aunque yo lo tenga que amarrar a él. 

     Espero el máximo de toques de línea del teléfono, pero parece que Tximo duerme a las ocho de la mañana que son ya. 

     —¿Qué me miras así? —pregunto a Samuel que no ha dejado de mirarme un solo segundo, sin hablar y, si me apuras, sin mover una sola pestaña en el parpadeo de sus ojos. 

     —Eres igual a Noelia —contesta embelesado bajo el Embrujo del colgante. No quise arriesgarme a que Tximo no reconociera mi voz por el teléfono y me lo coloqué de nuevo. 

     —No fantasees conmigo, cochino —le amenazo en broma, mi cara de guasa no tiene otra lectura. 

     —No sería contigo —confiesa sin pudor y sin querer dejar la broma. 

     —¡Joder, Samuel, ponte serio, que esto lo es! 

     —¡Pero si no podemos hablar con nadie! Deberíamos llamar mejor a María para que lea alguna de esas mierdas suyas de cartas, piedras o cafés, a ver si así nos dice algo. —Vaya, para no querer recuperar a Noelia bien que ha cambiado de opinión—. Esos dos están desaparecidos, y como a Noelia le dé por ponerse tu colgante sí que pasarán desapercibidos para siempre, ¿quién va a reconocerlos nunca? 

     —Hombre gracias por decirme que tengo una cara vulgar y corriente. 

     —Una cara que no interesará a nadie de la prensa. 

     —Samuel, coño, recuerda que estás herido y que solo yo estoy a tu lado para no echarte vinagre en la herida —le digo encabronada, ¡pues no que me está diciendo que no soy comparable a Noelia!  

     —Esa es la solución, Candela. Pásame el teléfono de Noelia, que ellos sí los encontrarán. 

     Lo hago porque no entiendo nada y quiero ver en qué termina su idea. 

     Samuel busca algo en los contactos de Noelia, hasta dar con un número de teléfono. 

     —Asier Llanes y Noelia Arenas no se casarán hoy en la catedral de Bilbao, dejarán colgados a la prensa. Lo harán en secreto, sin flashes, en Granada. Están en la ciudad desde ayer, pueden comprobarlo en vuelos y hoteles de las últimas veinticuatro horas, y por supuesto con Tximo Goñiz, el encargado de la celebración. 

     Sin remordimientos por la mentira, Samuel corta la llamada. Y la repite hasta en tres ocasiones con el mismo discurso. Me queda claro que no habla con nadie, que deja mensajes en los buzones de voz. Luego recurre a WhatsApp, y a todos sus contactos manda un mensaje difusión. 

     —«Me caso hoy con Asier en Granada, siento comunicártelo así y a última hora. Agradeceremos tu mensaje de felicitación porque sé que te alegras por nosotros, si no lo haces, también lo entenderé. Gracias» —repite en voz alta mientras escribe.

     —Sabes que ese teléfono en pocos minutos estará que echa humo, ¿verdad?

     —Igual que el de Asier —me contesta levantando las dos cejas. 

     Ni una hora. Ni hora tarda el teléfono en sonar. Pero lo más extraño es que no es el de Noelia, sino el de Samuel el que nos hace pegar un bote del susto. 

     Ambos miramos el aparato en manos de Samuel, como si pudiera decirnos algo sin contestar antes. Ya bastante nerviosos estábamos y eso no ayuda demasiado. ¿Quién, y para qué, llamaría ahora a Samuel? 

     Le doy un empujón para que responda a la llamada y lo ponga en manos libres. 

     —Imbécil —dice José al otro lado—. ¿Me aparto de tu camino y tú dejas a Candela en manos de otro tío? Eres un perfecto gilipollas, Samy, un completo inútil. 

     —¿Dónde has visto a Candela? —le pregunta él tomando las riendas de la situación, menos mal, porque está visto que yo me quedo muda cada vez que Asier aparece. 

     —En el hotel. 

     Miro a Samuel, la llamada de José ha sido extraña, ¿ya ha colgado sin volver a insultarle? 

     —Ayúdame a vestirme, tenemos que detenerlos antes de que se vayan —dice el que no quería salir corriendo tras Noelia. 

     Y eso será solo cuando yo me vista.

El Embrujo los enredó a todos, solo el Embrujo los desenredará. 💚💙
 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro