Candela 9💚
Contar con un organizador de fiestas es un chollo, no tengo de qué preocuparme, solo de arreglarme para la ocasión. Y doy gracias de que Noelia pague a uno.
He encontrado la lista de todos ellos en la tableta de Tximo, el asistente en cuestión y al parecer uno de los mejores amigos de Noelia desde la primera fiesta que le organizó. Y el colgante me ha salvado de la ignorancia, me ha mostrado qué pintan todos esos invitados en la vida de ella o de Asier.
He tenido mucho que estudiar y memorizar durante el día, pero valdrá la pena el esfuerzo para no quedar mal esta noche.
Es la inorpotuna fiesta de compromiso de Noelia y Asier.
Pero ahora que ya controlo cada nombre y vivencia que ella ha tenido con sus invitados a la fiesta, tengo otro dilema: El vestido que he de llevar.
No tengo ni idea de cómo combinarlo con el modelo, color y estilo de los zapatos, el bolso o los accesorios.
Hace horas que no veo a Asier, ha ido a comer con sus padres y todavía no regresa cuando estoy a punto de entrar a la ducha y vestirme. Y se fue solo porque entiende que un nuevo enfrentamiento con su madre, a menos de veinticuatro horas del último, puede ser un problema cuando tendremos que vernos, sí o sí, esta noche de igual modo.
Al despertarse esta mañana vino a darme los buenos días, y las gracias por la toalla que se había encontrado encima de él, en el jardín. Ha sido un despertar mágico, sorprendente. Digno del embrujo del colgante porque en ningún momento Noelia estuvo entre nosotros dos.
Yo, que fingía dormir cuando él ha entrado en el dormitorio, he esperado a que me despertara. Asier ha gateado por la cama hasta situarse a horcajadas sobre mí sin hacerme mucho daño con su peso y me ha dado un beso en la punta de la nariz.
—Buenos días a ti también —saludé sonriendo con los ojos cerrados.
—Casi tardes ya, dormilona. ¿Por qué no me despertaste anoche para venir a la cama contigo? —me dijo él haciéndome cosquillas con su nariz en la mejilla, mientras yo intentaba en vano abrir los ojos.
—Estabas tan cansado que no quise provocarte jet-lag para esta noche.
—¿Te ríes de mí? —Y fue cuando movió el colchón bajo mi cuerpo con unos saltos bruscos que terminaron por despertarme del todo con sus risas—. Solo fueron dos horas.
—Dos horas que todavía te cuesta recuperar si te quedas dormido en una hamaca, machote. —Y estallé en carcajadas cuando las cosquillas pasaron a mi cintura.
—Un momento, ¿desde cuándo duermes en bragas y con la ventana tan abierta? —preguntó con la mirada encendida dispuesto a recuperar ese tiempo perdido.
Tomé su cara con ambas manos, hasta juntarla con la mía, a un beso de distancia entre nuestras bocas.
—Desde que mi cuerpo arde contigo, desde que provocas este calor en mí. —Ahí tuvo la respuesta más sincera que podía obtener de mi parte.
Asier hundió su rostro en mi cuello, con un quejido de dolor.
—¡Oh, joder! Y hoy es la cena de nuestro compromiso —oí que dijo con un lamento.
—¿Y? —pregunté muerta de risa.
Se incorporó para mirarme a los ojos.
—Que no podré amarte como quiero si tenemos que estar listos a las ocho de la tarde.
Entenderás que en ese momento deseara echar el cerrojo de la puerta y suspender la maldita fiesta, además de hacerle llegar tarde al almuerzo con su madre. Mi entrepierna casi que lloró por no verse complacida, o bien podría parecer que lo hizo, porque de todas formas se humedeció.
Y como recordé que tenía esa cita pendiente con sus padres, le dije:
—Yo pienso en tu madre, y se me quitan las ganas. Puede funcionar, inténtalo tú ahora que vas a comer con ella.
—Serás mala —me dijo riendo sin dejar de mover el colchón para que yo saltase bajo su cuerpo riendo a carcajadas.
Tengo en cuenta que no me sobra el tiempo para conquistarle, que en una semana tiene que ser mío, de Candela, pero no gano nada con martirizarme a cuenta de eso. Así que he procurado ocupar mis pensamientos en otra cisa, cuando se fue, como por ejemplo ayudar a preparar la fiesta.
Organizar alguna que otra recepción en el hotel de Granada me ha servido de algo todo estos años para saber qué, o no, gusta a los invitados en ocasiones como estas.
Todo está impecable, por supuesto, pero a mi gusto y decisión.
He sido yo quien ha recibido los camiones del catering y quien ha elegido dónde poner las flores frescas. También he dispuesto las mesas y sillas, a juego, y el lugar de la tarima del escenario de la orquesta para el baile, junto a la piscina. Yo he hablado con todos los empleados del servicio para que nada falle.
Y todo está ya preparado para empezar la cena.
Cuando he visto a los músicos colocar sus instrumentos, me he acordado de Samuel. ¿Qué será de él?, ¿y cómo se habrá desenvuelto Noelia en la cocina del hotel? Si no la llamo, no lo podré saber, ella puede seguir mis pasos esta noche por la prensa o por Internet, pero yo no puedo decir lo mismo.
Me propongo llamar en cuanto pueda a Noelia, para saber qué tal les va.
Miro el reloj, sigo sin saber qué ponerme con el vestido. Asier tiene más suerte que yo, puede venir a menos de dos horas de la cena y no tener de qué preocuparse. Seguro que lleva el esmoquin negro que Paulina le ha dejado preparado.
Llaman a la puerta del dormitorio y tengo la esperanza de que sea él y que en su infinita caballerosidad se niega a abrir la puerta de nuestro dormitorio hasta que yo le dé permiso.
Pero no.
Es todo un ejército de peluqueros, maquilladores e incluso profesionales de la manicura. Estas dos últimas me entregan una nota ante mi asombro.
«NO CREAS QUE QUIERO CONTRADECIRTE SI AHORA PREFIERES LLEVAR LAS UÑAS CORTAS, NO ME OPONGO. PERO AÚN SE PUEDEN VER MÁS BONITAS, ¿NO CREES? TE LO MERECES, ACEPTA MI REGALO, POR FAVOR».
Sonrío al pensar en Asier cuando vio mis manos ayer en el coche, cuando María me dijo su significado.
No puedo dejar de sentirme feliz por ello. Cada vez está más cerca de verme junto a él.
De momento, una pequeña victoria.
—¡Estás preciosa! —grita Tximo desde la puerta.
Ya puedo estarlo, ya, después de casi dos horas sometida a torturas de todo tipo sobre mi pelo, mi cara, e incluso, lo que quedaba de mis uñas.
Sonrío por su halago así se lo lleve Noelia.
—No, no, no, no, no, esto no puedes llevarlo, encanto, es una ordinariez.
Miro la mano de Tximo que sostiene mi colgante. Entiendo que no es lo más apropiado, pero no puedo deshacerme de él, o lo primero que haría Asier sería encerrarme en un manicomio por querer usurpar a su prometida después de hacerla desaparecer de su propia fiesta.
—Tienes que ayudarme, Tximo. Porque no puedo quitármelo o acabaré muerta —le digo mientras cojo su mano con las mías.
—Qué dramática eres, reina, cómo se nota que eres la mejor.
Me río, si él supiera que no soy la actriz que cree ver.
—Es una promesa que no puedo romper, de verdad —miento descaradamente.
A la mierda el carmín. Me muerdo el labio porque estoy nerviosa y no puedo hacerlo con las uñas que me faltan.
Tximo me da un toque en la boca para que no lo repita y asiente con la cabeza antes de echar a todos de la habitación dando palmadas al aire. A continuación abre el vestidor.
—Está la prensa ahí abajo y mañana no se hablará de otra cosa que del reciclaje de uno de tus diseños en tu propia fiesta de compromiso. ¡Qué horror, encanto!
—No me odies, por favor, que ya bastante nerviosa estoy.
—Es que no me pagas lo suficiente para disgustos como este, preciosa. —Y sé que no lo dice enfadado porque me da un beso en la mejilla—. Tu prometido sí que va a matarme a mí —dice a nadie en particular porque pasa, como un loco, vestido tras vestido en el guardarropa hasta dar con el apropiado.
—¡Ese azul! —grito yo antes de arrepentirme.
Mientras Tximo me hablaba tenía en la mano el colgante y he podido ver las ocasiones en la que Noelia llevó cada uno de los vestidos. Ese es nuevo. Se lo regaló una joven diseñadora para que lo luciese en una entrega de premios, cosa que ella nunca hizo.
—¿De quién es?
—Su nombre no te dirá nada. Es Carmen Contreras, una joven promesa de Sevilla. ¿Qué te parece? Es bonito, sencillo, pero llamativo.
—Y un tanto peculiar. Muy del sur con tanto vuelo.
—Pero no lo he llevado antes —le digo apelando a la prensa que tan pendiente estará de mí.
Él duda por un instante, pero creo que sonríe cuando lo quiere ver sobrepuesto en mí. Por lo menos tapará el escote lo suficiente para no dejar ver mi colgante, que es de lo que se trata.
—¿Qué pensará Asier de esto?
—De él me encargo yo. ¿Me ayudas a elegir una de sus corbatas?
💚
No quiero sentarme en la cama, se puede arrugar el vestido. Camino de nuevo por el enorme dormitorio, y de nuevo controlo la mano antes de llevármela a la boca y morderme las uñas.
Asier ha llegado hace un rato y lo he seguido hasta aquí. No tardará en salir del baño, y no sé si lo hará vestido con el traje que he escogido para él. De otra manera, con el esmoquin puede dar un poco el cante en las fotos de prensa, junto a mi nuevo y original vestido. Ya puedo adivinar el titular de mañana: “Pareja discordante a una semana de su boda. ¿Qué pueden tener en común si no son capaces de ponerse de acuerdo en el vestir?”
Me asomo a la ventana, la noche todavía no cae y la gente ya se dispone a ocupar sus lugares en las mesas. Asier no puede tardar si no quiere que me dé un patatús.
—¿Y bien? ¿Qué tal estoy?
Mi elegante alma gemela abre sus brazos y gira sobre sus pasos como el mejor maniquí de exposición, pero ni el más cotizado de los modelos masculinos podría vestir con ese porte el traje que él lleva, mi traje, el que yo le he dado.
¡Y también tiene la corbata turquesa que me ayudó a escoger Tximo!
—Te lo has puesto —digo con la voz entrecortada por la emoción.
—Lo he hecho por ti. No he podido negarme —me contesta y empieza a recitar de memoria la nota que le dejé encima del traje—: “ME HARÍAS MUY FELIZ QUE TÚ TAMBIÉN ACEPTASE MI REGALO, ASIER”. ¿Lo he conseguido?, ¿te he hecho feliz?
Se ha vestido así por mí, claro que sí lo ha hecho.
Parpadeo varias veces, para que el trabajo de las maquilladoras no se vea arruinado, y contengo la emoción. Se lo he pedido yo, Candela, y no se ha negado.
Quiere hacerme feliz.
No puedo evitarlo. Me lanzo a su cuello. ¡A la mierda de veras el pintalabios, porque voy a besar a este hombre maravilloso!
Mi corazón se alegra por la decisión que he tomado de besarlo. Late con más fuerza que nunca cuando los labios de Asier se abren para recibir mi beso, cuando su lengua busca la mía, sedienta de ella, o cuando sus dientes muerden con tremenda ansia mi labio inferior.
Y yo también me alegro, porque es el beso que siempre he soñado.
Dulce, intenso y apasionado. Caliente y sensible. Ese todo en uno, es Asier, aunque me falte mucho todavía por conocer de él sé que es así.
—Esto es increíble —dice cuando se lo permito—. Me estás besando sin tener que acercarme yo o pedírtelo antes.
Me agarra por debajo del culo y me eleva hacia su boca. Un nuevo beso, mezcla de todo su ser.
Yo me sujeto a su cuello como a un salvavidas. No quiero separarme de él, porque presiento en el fondo de mi alma que comienza la unión con la suya.
—¿Sabes? Ya casi me acostumbro a ese sonido intenso de tu corazón —me dice sonriendo mientras abre la boca para un nuevo muerdo—. Y me gusta.
Cierro los ojos y sonrío cuando oigo un leve gemido. Le está gustando mi beso y soy yo de nuevo la que está logrando su excitación. Me estremezco.
Nuestro beso continúa minutos después. Parece que ninguno de los dos queremos darlo por finalizado.
Pero lo bueno no dura para siempre
Su madre, que no ha llamado a la puerta de nuestro dormitorio “privado”, nos interrumpe con una mala interpretación de una tos molesta.
Me despego de su hijo e intento rectificar el carmín corrido. Ella me mira con los ojos llenos de rencor.
—Tendrás que retocarte los labios, querida Noelia —me dice antes de desviar la mirada a él—, y tú, hijo, tendrás que esforzarte por quitarte eso de los tuyos. La gente os espera abajo hace rato y vosotros estáis aquí, baboseando.
“Eso”, a lo que esta odiosa mujer se refiere con tanto asco, es mi saliva, y Asier no tiene por qué quitársela de su boca. ¡Además, qué coño!, es la cena de compromiso de su hijo y bajará al jardín cuando le apetezca.
Me muevo para decirle un par de cosas a esta loca, si hiciera falta hasta del moño le tiraba. Pero Asier me lo impide al agarrar mi mano, ¿por qué no quiere que nos defienda de su ataque?
Para saber el porqué, ya no necesito agarrar el colgante.
El motivo de su pasividad son los escándalos que montó Noelia en más de una ocasión en el pasado. ¿Qué digo en más de una ocasión? Siempre. Cada vez que se han visto las dos mujeres, han estado a punto de dejar huérfano o viudo a Asier.
Además, Estela Llanes no ha cruzado una palabra con Noelia nunca sin dedicarle un calificativo despreciable. El de babosa está entre los más inofensivos.
Asier solo pretende que tengamos la fiesta en paz, nunca mejor dicho. No quiere que su madre estropee su día.
No me puedo contener, no seré Noelia, pero da la casualidad que a la que ha insultado hoy por besar a su hijo, ha sido a mí, y eso sí que no.
—Mejor ser una babosa y disfrutar de un buen beso de Asier, que ser una víbora y pasarme la vida arrastrándome por un poco de su atención, como parece que le ocurre a usted con él, querida Estela.
Noto como Asier gira su cabeza para mirarme. Está sorprendido, lo sé, aunque yo no le mire para comprobarlo. No aparto los ojos de su madre mientras elevo la barbilla esperando su siguiente golpe bajo.
No llega.
La gran señora gira sobre sus pasos en un gesto cómico de indignación y se marcha del dormitorio. Si quería que le jalase del moño para dárselas de víctima con su hijo, se ha quedado con las ganas.
Asier se sitúa frente a mí, sin soltar aún mi mano.
—Acabas de dejarme impresionado. No lo habías hecho nunca. ¿Sabías mantener la calma y me lo has ocultado hasta ahora? Me fascinas.
Sonrío porque he sido yo, Candela, la que ha puesto a su madre en su lugar sin que se derramase más sangre.
—Vamos, bajemos. No podemos permitir que tu madre dé su versión a la prensa de nuestro retraso.
Asier se ríe mientras le obligo a salir del dormitorio, y a falta de un nuevo beso, me conformo con que me lleve de la mano hasta el nido de buitres que lo apartaran de mi lado nada más llegar al jardín.
💚Y al fin esa conexión que se siente entre las almas gemelas, ¿lo has notado tú?
Es una carrera a contrarreloj que por ahora parece dominar bien Candela💚 ¿apostamos a qué día de la semana llega su conquista? ¿Tendrá algo que decir Estela?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro