Candela 5💚
La noche transcurre sin más incidentes que podamos provocar ninguna de las dos, parece que mi suegra esperará a una próxima ocasión para devolvérmela y no me quedará más remedio que estar pendiente de ella.
Mi abuela tenía otro dicho para eso.
—Abre bien los ojos y verás la "puñalá" por detrás venir.
Pero ya los abriré a partir de mañana, que la noche entre Asier y yo no ha hecho más que empezar.
Porque tras llevarlos a ellos en la limusina de regreso al hotel, nosotros volvemos a casa celebrando todavía que el día de hoy no acaba.
—Es pronto para dormir, ¿no crees?, yo sigo con jet-lag —dice Asier riendo y besando mi mano.
Miro la botella de champán cuando estamos a punto de terminarla. Me dejo llevar por la sensación tan buena que provocan las burbujitas en mi cabeza, empiezo a olvidarme de Noelia.
—No digas tonterías —le contesto riendo yo—. No han sido ni dos horas, Asier, y seguimos en España.
—Pues yo pensaba, precisamente, en recuperar esas dos horas contigo, pero si no quieres que te bese, te acaricie y te haga el amor... —dice al tiempo que va dejando claro con su boca, en el dorso de mi mano, lo que va a hacerme en el resto del cuerpo-, tú misma.
Me río a carcajadas, por eso no me he dado cuenta de que Asier se ha pegado a mí, en el asiento, y roza ya su nariz en mi cuello, la coleta alta le facilita la tarea.
—¿Qué me dices, quieres?
—¿Qué haces? —Creo que mi pregunta sobra.
No necesito respuesta, este juego ya lo conozco de mis anteriores parejas, y puedo decir que Asier ya ha dado con mi punto débil, el que está directamente conectado con mi entrepierna. ¿Cómo lo ha sabido tan pronto?
Sonrío, ¿será porque es mi alma gemela?
—Asier, el cuello no... —jadeo más que digo.
—¿Seguro? —pregunta él consciente de lo que me provoca.
—Está bien, pero solo un poco —miento con un nuevo gemido que le hace sonreír.
Su aliento penetra por mi piel hasta alcanzar mi sangre. Asier apira luego mi aroma y termina por besar, con la humedad de su lengua, el contorno de mi oreja.
Como respuesta, mis gemidos son tan evidentes que espero que hayan quedado a este lado del cristal que nos separa de Roger.
Asier continúa dándome besos en el cuello y consigue que el placer me alcance partes más íntimas, como hace su mano, que aparta la chaqueta para llegar a mi pecho.
—Me estás poniendo duro, cariño —me dice cuando me he sentado de verdad encima de sus piernas, con las mías bien abiertas.
—Lo sé. —Y me restriego contra su pene para que vea que no tengo dudas.
—¿Y qué vas a hacer para sofocarme?
Asier toma mi cintura y me ayuda a mover mis caderas. El movimiento de ambos es sincronizado, llevo mis caderas hacia delante y luego el culo hacia detrás, una y otra vez, con sus manos dirigiéndome.
—¿Qué te parece esto?
Me quito la chaqueta y las tirantas del top para que me deje el sujetador al aire. Sin pudor alguno bajo ambas copas y le muestro mis pechos desnudos.
—¡Me gustan! —dice, y los coge hasta unirlos delante de su boca.
No sabe por cuál empezar, yo tampoco tengo preferencia mientras acabe de hacer lo mismo con los dos.
El coche se detiene y nos pilla con las manos enredadas en caricias calientes que no terminan de satisfacernos del todo.
—¿Terminamos en la piscina? Hace calor —me propone.
Él se está colocando la erección para que no sea tan evidente por el pantalón, yo lo hago con el top y la chaqueta que me pongo.
Cualquier lugar me vale para estar con Asier, mi alma no hará ascos si se trata de su unión física, y si la suya necesita bajar la temperatura que tiene, por mí bien. La mía está igual de excitada y no hará otra cosa que gozar de él.
—Con terminar me basta —le digo yo con un beso antes de abrir la puerta del coche
Roger nos ha dejado en la puerta principal.
Cuando Asier me ayuda a salir del coche, que se marcha de inmediato, tenemos otro acercamiento. Esta vez son nuestros ojos en una mirada divertida los que se buscan.
—Corre —me pide un divertido Asier.
Y juntos lo hacemos. Entramos a la casa riendo, dejando atrás un reguero de prendas por el suelo, camino del jardín.
Las caricias se intensifican antes de terminar de quitarnos toda la ropa, los besos pasan a ser muerdos al otro con ese deseo de nuestras almas.
—Noe.
¿Qué? Asier ha gemido al decir su nombre mientras me besaba. No puedo decir que no lo haya oído, lo ha dicho claro. Y no sé por qué, pero eso es superior a mí.
—Espera, espera, Asier. Para, por favor.
—¿Qué te pasa? —Me he apartado de él.
—Necesito otra copa dentro del agua, hace calor, ¿qué me dices? —propongo yo a la desesperada para poder irme de aquí, para quitar a Noelia de su vista.
—Vale —me dice sonriendo, con el labio inferior entre sus dientes.
«No sonrías, o no podré irme, alma endemoniada»
—Yo la traigo. —Y me marcho al interior de la casa sin dejar que él se oponga.
Necesito encontrar un espejo pronto, uno que me muestre quien soy, mi verdadero yo, de lo contrario no podré volver a esa piscina, ¡porque Asier le hará el amor a su mujer y no mí!
Uno de los baños de la planta baja es el escogido, en él hay un espejo que me devuelve la imagen de Candela, una cara que Asier no ve cuando me mira.
Esto tenía que pasar, y ha sido más temprano que tarde. Mi propia locura.
Mis ojos verdes me miran burlones. No, es mi alma la que a través de ellos me ordena, enfadada, que regrese con el hombre que nos dejará satisfechos a ambos.
No tengo otra alternativa que dejar de lado mi amor propio y tomar la miseria que me toca de él cuando parece que mi alma gana en esta lucha interior con mi cerebro.
María nos lo advirtió, está escrito en el destino de la verdadera Unión de las Almas, la atracción única, caliente e irremediable que sienten nuestras dos mitades, la que es tan necesaria para que también se unan nuestros cuerpos. ¿De qué otra manera si no, podría acceder tan pronto a Asier, que está enamorado de Noelia?, que yo lo haga diferente a cualquier otra vez con ella es algo que él tiene que distinguir en mí.
Me miro bien al espejo y, comenzando a volverme loca, me digo al reflejo:
—Sal ahí y demuéstrale a ese hombre que sois almas gemelas, que la atracción que HOY siente por ti no es coincidencia con Noelia. Bésalo, acarícialo y ámalo como nunca hicieron con él. Haz de esta noche el principio de vuestra unión.
Obviamente, el reflejo no me responde, sobre todo porque he salido del baño para ir a buscar a Asier antes de arrepentirme.
Pensé que lo encontraría dándose el primer baño, pero en el agua no hay nadie. Los focos interiores de la piscina no son suficientes para ver nada, así que con la ayuda de los recuerdos de Noelia adivino donde están el resto de interruptores.
Cuando ya me doy la vuelta para encender las luces, lo veo, está en una hamaca. Sonrío al verlo. Asier se ha dormido.
No quiero despertarlo, se ve tan relajado que hasta me parece que ha cerrado los ojos mientras sonría.
Me siento en el suelo, a su vera, solo para poder admirarlo. Le aparto el corto flequillo de la frente y se la beso.
—Voy a demostrarte que somos almas gemelas, Asier, que la atracción que hoy has sentido por mí no es coincidencia con ella. Te besaré, acariciaré y amaré como nunca hicieron contigo. Sé que esta noche ha sido el principio de nuestra unión —le digo con un nuevo beso, uno leve en los labios, para luego buscar una toalla seca en la caseta de vestuario y echársela por encima.
Cuando ya me marcho al interior de la casa, me vuelvo una vez más a mirarlo. Sonrío. Seré tonta después de todo, pero me alegro que aún pueda enamorarlo antes de acostarnos juntos.
¿Candela y Asier están cerca de su unión física o se lo imagina ella? 💚
Menos mal que tiene una semana💚
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