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Candela 26💚


Tximo me coge por los hombros y me hace caminar, dirige mis pasos por la habitación porque tengo los ojos vendados, ha querido hacer todo un show de esta situación.

     —Me lo debes por haberte acompañado a Madrid —dijo al tiempo que me vendaba los ojos. 

     Y encima, el día de mierda  termina y todavía no he visto a Asier. ¿Qué unión puedo conseguir así?, ya solo me falta llorar cuando me vea de blanco frente al espejo.

     —Abre los ojos, bonita —me dice con ese tono feliz. 

     Adivino también un aplauso de Paulina, que nos acompaña, antes de poder enfocar la vista del todo nítida, ¿tan bello es el vestido? 

     No, si al final han conseguido despertar mi curiosidad. 

     El corazón me late de alegría, sé que no es mi boda, pero es un vestido de novia y no todos los días puedo ponerme uno. 

     Al grito de ¡preparada!, Tximo abre la cremallera de la funda, y ante nuestros ojos reluce… no, espera, reluce no, que parece que se rompe.

     —¿Qué es eso? —le pregunto asombrada cuando la tela empieza a caer a trozos al suelo. 

     —¡Se cae! —grita Paulina. 

     —No, no, no, no, no, no, no, no… ¡qué horror!

     El pobre Tximo se arrodilla mientras intenta coger los trozos de tela que siguen cayendo de la funda, Paulina corre a ayudarlo. No soy experta pero creo que abrazar esos pedazos de tela no hará que se peguen los unos a los otros. 

     Me río a carcajadas. Ya no podré ponerme nada. 

     Ambos me miran alucinados, todavía mantienen en sus manos los trozos del vestido. Me acerco a ellos y me arrodillo también, pero no dejo de reír mientras lanzo los pedazos al aire para que caigan sobre nosotros. La polilla que se lo ha comido debe de haber sido muy grande. 

     Y es una pena, porque lo poco que se adivina del tejido es bonito, el encaje es precioso, suave y delicado, y vuelvo a reír porque está todo deshecho.

     —Esto es una señal de que no debe haber boda —digo levantándome del suelo. 

     Mis amigos, porque después de esto voy a llamarlos así, porque me divierto mucho con ellos, se levantan conmigo.

      —¿Una señal del cielo? —pregunta la inocente de Paulina muy pendiente de mí.

     Hombre…, del cielo, cielo, no creo, y más viniendo de donde vengo. Juraría que es más bien un mal de ojo que alguien me ha echado para detener esta condenada boda.

      —O una señal del infierno, más bien, diría yo. ¡La mato!, ¡mato a esa mujer!

     Sí, esa opción es más correcta, todo esto puede ser perfectamente obra de alguien más terrenal, como es Estela Llanes. Menuda polilla ha resultado ser la hija de puta, con unas tijeras es el mismísimo demonio. 

     Tximo sale de la habitación y Paulina, que adivina a quien quiere encontrar para despellejarla viva, le grita que está en el comedor. ¡Vaya, forman un gran equipo! 

     Me va a gustar presenciar esto, si esta mañana Tximo se perdió mi conversación con Estela, no seré yo quien me quede sin oir la de ellos ahora.

     —Tú, maldito demonio, bruja del infierno. Hija de Satanás —le grita Tximo llegando al comedor e interrumpiendo su cena—. Vas a pagar lo que has hecho.

     Unai se pone de pie, pero no creo que sea para defender a su mujer, se aparta de la mesa y se sitúa junto a mí. 

     —¿Qué ocurre aquí?

     Asier entra desde el jardín, parece que salió a atender una llamada porque se guarda el teléfono en el bolsillo interior de la chaqueta.

     —Esta mujer ha destrozado el vestido de novia de Noelia —dice Tximo desde lo más profundo de su odio por ella, y yo no puedo evitar pensar que se ven ambos como sombra y maestro, enfrentados. 

     No, ella no puede ser, yo no tengo sombra, creo por completo en la Unión de Almas. 

     Todos los presentes miran la reacción de Estela, yo en cambio miro a Asier. Madre mía, está impresionante.

     —¿Es eso cierto, Noe?

     No puedo decir que sí, porque no tengo pruebas contra su madre, pero tampoco diré que no para que Estela se vaya, cual rata huidiza, sin castigo. Me encojo de hombros, no lo sé a ciencia cierta.

     —Pues claro que sí —interviene Tximo sin dar lugar a que yo hable o nadie más lo haga—. Ya ha estropeado el pedido de flores. 

     —¿Mamá?

     La mujer, que aparenta una calma increíble para estar siendo asediada, interrogada y hasta acusada por el propio Tximo, se limpia la boca con su servilleta y la deja tranquilamente sobre su regazo. Me exaspera.

     —No sé qué es lo que habrán inventado ahora contra mí, hijo —dice la loca—. Ya bastante tengo con haber aguantado esta mañana a Noelia con sus mentiras, como para que este hombrecito chillón me meta ahora en sus especulaciones.

     Agarro el brazo de Tximo, de no haberlo hecho se la hubiera comido, así sea cierto que no mide más de metro sesenta. 

     Niego con la cabeza ante su incredulidad de verme quieta.

     —Pero, bonita, no puedes dejar que ella se salga con la suya.

     —No, Tximo, no vamos a acusar falsamente a Estela, nadie la vio hacerlo. 

     —Señora… —Paulina me dice al oído que tengo el análisis de la copa de Asier que demuestra que lo drogó, que por algo podríamos empezar para desenmascararla.

     —Paulina, agradezco tu ayuda, pero por favor regresa a la cocina, Tximo y yo cenaremos allí. 

     Mi amiga se retira como le he pedido. Siento haber sido tan estúpida, pero he visto la cara de Asier y por nada del mundo quiero contribuir a hacerle más daño. Él no desconfiaría de su madre, ¿quién soy yo para lastimarlo? 

     El hombre que amo me mira apenado, no creo que sea por lo que pueda estar sintiendo Estela, porque ella está de lo más tranquila. Tengo la impresión de que lo lamenta por mí y por lo que me va a decir ahora:

     —Noe, no sé lo que habrá pasado, ni si el contratiempo del vestido es importante para casarnos, pero entendería que quisieras posponer la boda después de esto.

     Se dan todo tipo de reacciones en la sala. 

     A ver, por partes. 

     Unai acude a consolar a su hijo mientras le pide que recapacite. Tximo lo hace conmigo, él más bien me amenaza con un “ni se te ocurra cancelar la boda, o soy yo quien te corto a pedacitos”. 

     Asier y yo, que aceptamos las muestras de apoyo de ellos dos, nos mantenemos la mirada sin hablar. Ojalá vea el verde de mis ojos. 

     Y Estela, la culpable de todo, permanece en su silla. 

     Si mi abuela estuviera viva, y sentada frente a ella, me diría:

     —Esos ojos siniestros ocultan maldad, niña, esa boca que trata de sonreír no es buena. Aléjate del mal que lleva dentro o prepárate para destruirlo de una santa vez.

     Y como mi abuela era una mujer muy sabia, y yo siempre la admiré, no puedo más que darle la razón. 

     Solo que no me alejaré, lucharé por mi alma gemela. 

     A Satán se le vence desde el infierno, solo hay que bajar a él y comportarse como otro demonio más.

     —No, Asier, la boda continúa. Nunca me gustó ese vestido, buscaré otro, no te preocupes. 

     Tximo aplaude contento con mi decisión, y Unai felicita a su hijo con una palmada en el hombro, pero sé que ninguno de ellos estará más feliz que el propio Asier, que me sonríe agradecido.

     A continuación miro a Estela, adivino su siguiente movimiento. Descarto de antemano un desmayo, un grito y hasta la sonrisa hipócrita de felicitación por continuar adelante con la boda. 

     La mencionada no tiene nada que decir porque la he vencido. Por ahora. 

     —Se me ha quitado el apetito, me marcho a mi dormitorio. Buenas noches. 

      —Agur, señora —se despide Tximo riendo. 

     Espero a que salga por la puerta para hacerlo yo también, no puedo estar un segundo más junto Asier sin echarme a llorar. 

     —Papá, Tximo, ¿podéis dejarme a solas con Noelia? —su petición me detiene. 

     Agarro a Tximo por el brazo, pero él se ve que está de parte de mi alma gemela porque se marcha de todos modos. ¡Maldito maestro de unión que hace lo que quiere! A Unai lo doy por perdido, él me ha besado en la mejilla cuando ha hecho caso a su hijo. 

     Espero impaciente a que Asier hable. Seguramente querrá una explicación detallada de las sospechas que tenemos de su madre. Bien, puedo con ello, le diré que… 

     ¡Oh. Dios. Mio! 

     Asier me ha cogido por la cintura con un brazo, con su mano libre sujeta mi cara y pasa el pulgar por mis labios provocado mis ganas de chuparlo. A tan poca distancia la razón se me nubla, solo puedo mirar sus ojitos brillantes de deseo.

     —¿Qué me has hecho? 

     —¿Yo?

     Ay, joder, que me va a dar algo. Que este calor ya no habrá quien lo apague. 

     Con su mano, ahora, Asier busca mi nuca para poder adueñarse de mi pelo. Mi cabeza cede hacia atrás en el agarre brusco que me da, mis labios quedan expuestos para los suyos. Abiertos, sedientos. 

     —Quiero darte espacio, entenderte, lo juro por Dios, pero no haces más que confundirme, hacerme cambiar de opinión continuamente. Ayer no quería ni verte y hoy, hoy… Mírame, estoy deseando hacerte mía. 

     —¿De verdad? 

     ¿Será esta la ocasión ideal para decirle que esa confusión se debe a que comienza a sentirse atraído por mí, por Candela? 

     Mi cuerpo enardecido dice que sí, que lo diga, mi cabeza enloquecida aplaude además la iniciativa, y para mayor dilema mi alma exaltada me pide en llanto que lo haga, que me quite el colgante y que le haga ver a su alma gemela. 

     —Llevas unos días muy extraña, Noe, y lo extraño para mí es que eso me gusta más.

     —¿Ah, sí ? 

     —Necesito un nuevo descubrimiento cada día para saber que no me equivoco contigo. 

     Que no siga hablando porque lo hago, de esta se lo suelto todo. Ha visto a Candela desde el primer día en aquella habitación del hotel. 

     —No dejas de sorprenderme, de hacer que me enamore...

     Asier se muerde su labio inferior y me deja a medias, quiero saberlo. 

     —Sigue. ¿Qué ibas a decir?, ¿qué es eso tan extraño que hago, que te confunde? 

     —Todo. Es como si fueses otra mujer… no sé, no me hagas caso. 

     Y lo que parecía que culminaría en un beso a Candela, no es más que un nuevo alejamiento de Noelia. 

     Deja mi cuerpo temblando. 

     Asier respira agobiado, trata de entender la locura que cree estar viviendo. Y a mí me duele, me duele verlo así. Quiero calmar esa incertidumbre que le corroe. 

     Solo que no me lo permite. Abre la puerta y se marcha como hicieron antes los demás.

No he podido acortar el capítulo, necesitaba de las risas de Candela al principio, para enfrentar el dolor de Asier al final💚.
Ojalá os haya gustado el enorme corazón de Candela 💚

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