Candela 22💚
Subo las escaleras. Si Asier se fue a la cama a la hora que era esta mañana, debe de seguir durmiendo tres horas después.
No pego el portazo que estoy deseando dar. Solo entro despacio en su habitación hasta dar con las cortinas, que sin ninguna consideración, abro de para en par.
Asier se revuelve en la cama. Tiene que tener una buena resaca. Intenta cubrirse la cara con las sábanas, pero yo, más lista, se las he retirado antes. Solo puede taparse con el antebrazo.
Estoy a los pies de la cama esperando a que me mire. Le obligo a que lo haga con un golpe en sus piernas.
—La has liado, y bien, Asier. Una mala prensa para la película es lo que menos necesitamos ahora que te ha costado tanto convencer a Ortega para la producción. Así que me vas a dejar que dé una rueda de prensa para lavar la imagen de nuestra pareja.
No sé cómo he hablado así, creo que me he metido demasiado en el papel de Noelia Arenas.
—¿De qué me hablas?
—De tu juerga de anoche con esa actriz.
Asier levanta una ceja.
—Ah, eso… ¿Qué?, ¿al fin estás celosa?
Yo no estoy celosa, sé que esa bruja buscó la foto, y que encima evitó dar la cara al objetivo. No dudo de que ella fuese la que lo preparó todo junto a la propia Estela. ¡No son celos, es impotencia por no conseguir todavía a mi alma gemela!
Intento largarme de la habitación, puedo esperar fuera a que él sea persona, y no zombie, para poder seguir discutiendo. Pero Asier, que ya sabía qué tramaba, me alcanza en la puerta con un abrazo por la espalda.
—No has contestado a mi pregunta, cariño, ¿estás celosa? —me dice restregando su inminente erección en mí.
—Yo valgo mil veces más que esa mujer, no tengo celos de ella ni de ninguna otra.
Asier se retira de mi cuerpo. Callado y serio. Yo le miro.
—A lo mejor eso es lo que hace que nuestra pareja no termine de funcionar. No te importo lo suficiente como para celarme lo más mínimo.
—¿Eso es lo crees?, ¿qué no me importas como hombre?
—Olvídalo, Noe, ya sé que estás por encima de todo eso. La gran mujer nunca dice “te quiero”.
Asier se da la vuelta hacia la cama para seguir durmiendo, pero es cuando le empujo sobre ella y me subo con él.
¡No soy Noelia, joder!
Lo tengo debajo de mí. Permanece quieto, a la espera de mi próximo avance. Nuestras cabezas están a menos de un centímetro, sus manos agarran mi culo hasta acomodar su pene en mi entrepierna. Le dejo hacer. Llevo cuatro interminables noches fantaseando con este momento y nada hará que no lo disfrute.
He olvidado lo que tenía que decirle. Estas caricias de Asier como preludio del verdadero sexo entre nosotros ha conseguido excitarme.
—Vamos, dime. ¿Cuánto te importo? —pregunta él absorbiendo mi aliento.
—Mucho —gimo en su boca.
Asier sonríe mientras eleva su pelvis. Su bulto alcanza mi abertura ya lubricada para dejarse penetrar por él. Siento un calor tremendo. No puedo pensar con claridad.
—¿Cuánto? —Y lame el lóbulo de mi oreja para dejarme inútil total.
—Tanto como para no dejar que te hagan daño, ni si quiera la prensa sensacionalista.
Ha detenido sus caricias, no continúa tocando mi culo, es más, se retira de mí. Se sienta en la cama y me deja sin beso.
—¿Qué sucede ahora? —pregunto al ver cómo se viste.
—De las miles de respuestas que has podido darme, has optado por la más profesional.
—Eso no es así, escúchame.
—No. Llevo tres años mendigando un amor que no te veo dispuesta a darme. He esperado paciente a que tus traumas y tus dudas se esfumasen, pero tú pareces no querer deshacerte de ellos. Y yo ya no puedo más, Noe. No puedo.
Asier consigue emocionarme, de no saber que es mi alma gemela me conmovería el amor que siente por Noelia.
Esto se complica para mí mientras esté así de implicado en su relación con ella, todavía busca su amor, su cariño, el resto del mundo le importamos poco. ¿Cómo haré para desnudarle mi alma siendo Candela si él no se desvincula antes de Noelia?
Me quedo sentada en la cama viendo cómo Asier sale de la habitación. Dolida, sin ganas de seguir luchando.
💚
No consigo olvidarme de las últimas palabras de Asier, las que mi alma siente aún como heridas abiertas.
He comido en la cocina para evitar a Estela, lo que menos necesitaba era que me arrease al verme la cara de pena, porque podría saltar y morderla en cualquier momento sin tener en cuenta que parió a Asier.
Un arroz exquisito, muchas risas con Paulina y varios consejos de su madre sobre la masa de las croquetas de chipirones me han hecho casi olvidar a Asier.
Casi, ya he dicho que sigo pensando en él.
Paulina me sirve una limonada. He decidido recibir a Tximo en la piscina esta tarde, así podré disfrutarla como he querido hacer desde el primer día que la vi, pasará a traerme mi vestido de novia.
No he podido negarme a que viniera. Decirle a mi organizador de bodas que no voy a necesitar el vestido porque no me casaré con él después de todo, puede resultar extraño si no he anulado antes la ceremonia. Así que le dejaré entrar, que lo cuelgue donde lo tenga que colgar, para que crea que lucirá hermoso el sábado, y luego ya lo recogeré yo. Porque ese vestido no va a servir de nada. Eso te lo juro.
Con los ojos cerrados me dejo atrapar por el calor húmedo del bikini y la calma que reina en el ambiente, sin Estela rondando cual mosca cojonera esto es la gloria.
Pero mi móvil suena de pronto trayéndome de vuelta a la casa infernal.
Solo es Tximo, seguro y llega más tarde porque tiene trabajo.
—Hola, encanto —le digo al tiempo que me giro sobre la toalla, boca abajo—, he puesto a enfriar el vino, ¿qué me dices, tardas mucho?
—Bonita, dime que estás sentada o de lo contrario tendrás que hacerlo para no caer de culo.
Bueno, la postura que tengo bien puede valer para eso, no me pegaré la hostia. Le digo que sí, riendo, que continúe.
—Tu padre está en Antena5 con Laia, contando en horario de máxima audiencia tus inicios en las agencias de interpretación. Lo siento, cariño, pero si nadie lo remedia va a contar hasta lo que tuviste que hacer en aquella película.
Los programas de «Contigo, Laia», no se caracterizan precisamente por su buen hacer en el periodismo, sino por la basura mediática que sacan a la luz, sea cierta o no. Esa que importa poco para promocionar logros personales, pero que, como buena mierda que es, deja pegado al público a la televisión.
Doy las gracias de llevar al cuello el colgante todavía. Lo pillo con la mano libre mientras me incorporo en la tumbona hasta quedar sentada.
El móvil se me cae de la otra mano, no puedo evitar estremecerme al ver los recuerdos de Noelia.
Siento en mí cada golpe, patada y tirón de pelo que ella recibió, cada lágrima que derramó en las noches de soledad, escondida bajo su cama por culpa de ese asesino que dice ser su padre.
Recuerdo que Tximo está al teléfono, lo cojo y me lo llevo a la oreja.
—Bonita, ¿estás ahí?, voy a verte.
—No.
—Pero necesitas…
—Lo que necesito es estar sola.
Y cuelgo.
Haciendo acopio de fuerzas, me dirijo a la biblioteca por las puertas de cristales, que están abiertas. Al entrar, enciendo la tele.
Y ahí está el muy cabrón.
Mi padre, el de Noelia quiero decir, vuelve a fastidiarle la vida, aunque siga en la cárcel.
Ese cerdo borracho —que le dio cada día de su niñez, y su adolescencia, una paliza— no tuvo bastante con arruinarle esos años, sino que regresa ahora para hacerlo también con su carrera, con un golpe definitivo: Sus inicios.
¿Qué coño le puede importar a la gente que Noelia hiciese una película porno antes de llegar a su primer papel protagonista? ¿No es más jugoso hablar de la infidelidad de Asier desde hoy?
Claro, que ambos temas están de actualidad aprovechando el tirón mediático que tiene la boda en pocos días. Se habrá pagado una importante suma por esta repugnante entrevista.
Me retracto de mis palabras de esta mañana, este hombre me da más asco que Estela Llanes. Laia me da más asco que el padre de Noelia por darle cobertura.
Tengo que ir a verlo, a prisión, limpiaré la imagen de Noelia antes de abandonar su vida, no la veo a ella preparada para hacerlo sola.
El móvil no tarda en sonar.
Es el agente de Noelia. Le cuelgo, no quiero hablar con él. Vuelve a sonar. Es Ortega. Lo que me faltaba, tampoco hablaré con él, no quiero oír que retira su dinero de la producción de la película de Asier. Me voy a volver loca con tanto ruido.
Apago la televisión, lo que menos necesito es la voz de ese hombre de fondo, y no lo hago con el teléfono también porque supongo que el próximo en llamar será Asier.
No quiero pensar que haya visto la entrevista y no quiera venir a darle la cara a Noelia porque esté enfadado. Cabe la posibilidad de que ella le contase un día la verdad a su prometido y que él la haya pasado por alto.
Cuando se va a compartir el futuro con alguien, qué menos que compartir el pasado antes, ¿no? De mí, Samuel sabe que mi madre me abandonó siendo niña y que jamás conocí a mi padre, —creo que ni ella misma supo nunca quién era—, que mi abuela fue una hechicera gitana y que yo bailaba de niña para turistas por unas monedas, para no caer en los trapicheos de la droga del barrio, por eso que ya no bailo ahora si no es por gusto.
Sí, sé que no hay comparación con lo que tuvo que pasar Noelia de niña, o de joven en esa película, ni yo misma quiero recordar lo que he visto.
Pero tener una relación con alguien implica que no haya secretos, o al menos quiero pensar que ese es el caso de Noelia y Asier, porque yo sería incapaz de enfrentarlo en una desgracia de esa magnitud sin corresponderme a mí hacerlo. No puedo. Yo no soy Noelia, no es mi vida, no lo haré.
Las llamadas no cesan, voy a reventar si escucho ese maldito teléfono una vez más. Paulina aporrea la puerta de la biblioteca para que le abra. No puedo, si espera que le dé una explicación a la prensa que se agolpa en la verja de la entrada principal, va lista. Salen en televisión. Están trasmitiendo en directo el asedio al que me quieren someter tres horas después de las declaraciones del cabrón de Arenas.
No anochece todavía, pero veo en televisión cómo los focos de las cámaras alumbran bien a los reporteros que hablan de la vida artística de Noelia, la que se ha ganado honradamente así fuera en una peli porno. Todos están expectantes a mi aparición, nadie quiere perdérsela.
Y según los reportajes que dan, parece ser que pronto hablarán ex novios, ex compañeros y ex protagonistas de esas películas que trabajaron con ella, buscando su minuto de fama.
Miro por la ventana, los camiones y furgonetas de los distintos canales no dejan de llegar.
—Señora Noelia —oigo que dice al otro lado Paulina—. Por favor, abra, ¿está usted bien?
No lo estoy. Este daño es gratuito y si yo, que encima no soy Noelia, lo estoy sufriendo, no quiero ni pensar cómo ha de estar ella.
Miro el teléfono móvil, tengo treinta llamadas desde que hablé con Tximo hace casi dos horas, algunas son suyas, pero tampoco quiero hablar con él ahora. Solo hay una persona que puede hacerme salir de aquí, y ese es Asier, que por cierto él no me ha llamado.
—Señora Noelia.
Y es así cómo Paulina me da la idea.
Todo el que está ahí fuera quiere verla a ella, no a mí, puedo salir de aquí siendo Candela.
Me descuelgo el zafiro del cuello y la oculto entre unos libros, sigo en bikini y no tiene precisamente bolsillos.
Tras asegurarme de que será difícil que alguien pueda dar con el colgante, salgo al jardín para recoger por lo menos una toalla que me tape, Paulina vio el bikini y puede atar cabos que no me interesen.
Pongo la toalla alrededor de mi cuerpo, ya solo me queda dar con otra entrada que me permita vestirme arriba en el dormitorio, descarto los ventanales de la biblioteca donde se supone que está Noelia, y Paulina espera al otro lado de la puerta.
Pruebo un par de puertas más, pero no consigo que los cristales se abran. Tampoco veo factible trepar por la fachada aunque tenga un práctico enrejado para las jardineras, no quiero que tengan que llevarme a un hospital estando en bikini y sin documentación de Candela.
Cuando estoy a punto de ir a la puerta principal, y pasearme por delante de los periodistas, una mano me agarra de la muñeca para esconderme entre las columnas del porche.
—¿Dónde está Noelia, está bien?
Asier me mira a los ojos, y por primera vez está viendo el color verde de ellos. Mi respiración se descompasa, tengo el temor de que me pueda descubrir. ¿Y si hablo y nota algo diferente en mi voz? Hoy no está borracho.
—Vamos, te he hecho una pregunta muy sencilla, ¿cómo está Noelia?
Me deshago de su agarre, con un movimiento violento de mi brazo.
—La has dejado sola ante esos buitres, imbécil, ¿por qué iba a decírtelo yo?
—Porque soy su prometido y quiero saberlo.
Y a mí que me molesta horrores ese adjetivo viniendo de él, se me escapa la mano que va directa a su bonita cara.
—Pues llama a su teléfono y averígualo tú, que todavía no lo has hecho.
No llego muy lejos porque de nuevo Asier me agarra. Me zarandea por las muñecas para que le dé una respuesta a su pregunta, una explicación por mi reacción. Estamos demasiado cerca, no puedo pensar con claridad si le oigo un segundo más respirar tan exaltado. Si no deja de mirar tan detenidamente mi boca, mis ojos y otra vez mi boca, le beso.
—¿Quién eres?
—¿Qué?
—No puedo recordarlo, pero te conozco de algo, ¿verdad? —me pregunta tratando de colocar mi rostro en alguna experiencia de su pasado.
¡Joder, soy Candela, él ve a la verdadera Candela! ¿Será posible que esté empezando a conectar con mi alma? Trato de no delatarme demasiado pronto, tiemblo, y no puedo decir que sea excitación. Tengo miedo de lo que su descubrimiento sobre mí pueda hacer a nuestra unión. ¿Y si me rechaza?
—Soy una amiga de Noelia —digo tratando de mantener distancias nombrando a la que dice ser su prometida.
—Eso ya lo sé, ¿pero tú y yo nos conocemos de antes?
¿Por qué insiste tanto? Estoy siendo considerada, de lo contrario estaría besando su boca tras decirle que soy su alma gemela. Que me dé las gracias por no hacerlo para que no acabe con sus huesos en una residencia mental antes de llegar la noche.
—No, nunca, hasta esta mañana.
—Esta mañana…
Me mira más detenidamente, sin poder creer todavía mis palabras.
Hasta que parece despertar del largo sueño de su resaca matutina, cuando mueve su cabeza negando.
—Está bien, puede que esté equivocado. Lo siento. —Y Asier termina por aceptar mi respuesta porque me suelta.
Quiero marcharme, he de volver a la biblioteca para recuperar el colgante, pero me quedo mirando qué puerta puedo abrir para no delatarme demasiado.
—Dile también a ella que siento lo que está pasando.
—¿Por qué no lo haces tú?
La sensación es confusa. Por un lado me alegro de que no quiera ver a Noelia, pero por el otro me entristece que sea capaz de dejarla sola en el peor momento de su vida, ¿haría igual conmigo?
—No me corresponde. Noelia me quiere mantener al margen de su pasado, dice que es por no perjudicarme en mi carrera, pero la verdad fue siempre que prefiere no compartirlo conmigo.
Por eso su reacción de esta mañana. Cuando Asier necesitaba el consuelo de su mujer, y no de la actriz preocupada por una mala prensa tras una juerga nocturna, no la tuvo a su lado. No creo que la haya tenido nunca.
—Quizás no sea el mejor momento para hacerle caso, y debas ir con ella. —Y yo debo de estar tonta si encima pretendo un acercamiento entre ambos. ¡Así no hay quién unifique ningún alma dividida, joder!
—Tienes razón, niña, estás agilipollada, pero eso te hace muy valiente.
—O quizás es el momento de que cada uno tome su camino. Y el mío parece no estar junto a Noelia si tengo que enterarme por el cerdo de su padre de su pasado.
¿Es eso lo que he creído oír, que se da por vencido con ella al fin?
Asier se gira para entrar por el primer ventanal que ve, junto a nosotros está el comedor, ¿estaba abierto en serio? Miro el cristal cuando ya se lo ha tragado el interior de la habitación, y adivina… me veo reflejada en él.
Yo, Candela.
Entro también para ir a buscarlo. No es posible que haya salido ya del comedor. Llego al hall de la casa y lo veo subir las escaleras. Corro por ellas, necesito alcanzarlo. ¡Puta casa enorme!
—¿Y qué piensas hacer? —le pregunto dispuesta a acompañarlo.
Él no parece querer esa compañía porque sigue su camino hacia el dormitorio común sin decirme nada.
—Asier, ¿me oyes?
Se detiene a dos metros de mí, yo hago lo mismo, se está girando para mirarme.
—Repítelo.
—¿Qué? —Hablábamos de Noelia, de sus dudas respecto a ella, ha de ser más concreto.
—Mi nombre.
¡Joder! Con eso no contaba.
Abro los ojos, ¿qué le pasa ahora? Lo habrá oído millones de veces desde que nació hace treinta y cuatro años.
—¿Asier?
—¿Quién eres tú?
Su mirada me interroga más allá de mi identidad. Ya no le basta con pensar que soy un recuerdo del pasado, es como si creyese que voy a convertirme en una pesadilla de su futuro.
—Olvídalo, no sé lo que digo.
Y reanuda sus pasos hacia el dormitorio.
Cuando entro tras él, porque entro al dormitorio de ambos aunque no sea el mío como Candela, sino de Noelia, la escena me impacta más que cualquier palabra que pueda decirme.
Asier pone una maleta sobre la cama, la abre y no tarda en meter en ella, con prisas, ropa para un par de días.
Evito que pueda cerrarla al coger su brazo.
—¿Qué estás haciendo?
—No te preocupes, Noelia sabrá solucionarlo, maneja a la prensa muy bien.
—No hablo ya del circo montado ahí fuera, hablo de vosotros, ¿a dónde coño vas?
Asier me mira a punto de enfadarse. ¿Cómo lo sé?, soy su alma gemela, ¡y yo estoy a punto de soltar espuma por la boca de la rabia que me está provocando!
—¡Necesito estar a solas! Ahora lo que menos quiero es ver a Noelia, ¿no lo entiendes?
Mi mano cae muerta, deja de tocarle.
Asier comienza a desprender esa venda de sus ojos. Mi corazón, mi alma, o lo que sea que me une a él en latido y excitación, se descontrola. La cabeza va a estallarme, las entrañas ya me duelen hasta alcanzar mi entrepierna.
—No te vayas —le pido sin necesidad de desvelar mi secreto. No tendré que hablar mucho más, con ver mis ojos a punto del llanto se dará cuenta de que algo me pasa.
Pego un bote del susto al ver cómo Asier arroja la maleta al suelo, se agarra del pelo en tremenda desesperación.
—No sé quién coño eres, de verdad —me dice alterado, su gesto de impotencia me conmueve—. Pero por algún jodido motivo no puedo irme si me lo pides así. ¡No puedo verte llorar!
—Gracias —atino a decir a través del nudo en mi garganta.
—No me las des. Estoy decidido a no dormir con Noelia.
Y en media docena de zancadas abandona la habitación. Oigo el portazo que da cuando ya ha entrado a otra.
Un nuevo secreto que tambalea ambas uniones💚.
¿Cómo hará Candela para sacar a Noelia de semejante chisme?
Y Asier, ¿es cierto que ya no ve igual a Noelia?
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