Candela 17💚
Cuando estoy desayunando en el comedor, reparo en Paulina. Recoge las cosas del anterior desayuno de Estela y Unai, que han debido de bajar antes que yo, y me sonríe en complicidad por lo que hicimos anoche.
Se me ocurre entonces una idea con ella.
Paulina es castaña, tiene un cuerpo mono, y si me apuras, hasta descaro para enfrentar un casting. Ese que en pocas horas Asier llevará a cabo.
Toco el colgante en mi escote y me alegro de tener razón. Noelia leyó el guion de Asier para su papel, y por eso sé que su hermana en la película ha de ser esa chica castaña, cuyo papel está abierto, más joven que ella. Esa mujer bien podría ser Paulina.
Asier llega al comedor, y como siempre, no puedo hacer otra cosa que mirarle extasiada. Está tremendo, no parece que anoche estuviese fuera de combate por los sedantes.
Sí, a primera hora me han llamado del laboratorio para darme los resultados. Anoche Tximo vino a recoger la copa y me prometió llevarla a donde unos amigos suyos. Así sé que Estela Llanes sedó a su hijo para hacerle dormir lejos de mí. De nuevo esa arpía de mujer me declara la guerra, a la que yo pienso entrar encantada, usando malas mañas como ella. Eso sí, sin dejar de oír la voz de mi abuela que me mantiene a raya.
Hoy mi impresionante alma gemela viste su acostumbrado traje de tres piezas, y hoy de color negro, lo suficientemente serio para dirigir el casting de su próxima película sin perder su encantadora sonrisa. Me derrito.
—¿Cómo te encuentras esta mañana? —pregunto apurando un trozo de fruta.
—Cansado, pero bien —me dice Asier con cara de no entender mucho nuestra separación de anoche. Aunque no debería, porque ya sé que Noelia y él acostumbraban a dormir separados de vez en cuando sin dar explicaciones al otro.
—Anoche dejé que durmieras —le digo con un guiño de ojo, y riendo—. Hoy es lunes y tienes demasiado trabajo con el casting.
—Supongo que tengo que darte las gracias —me dice confuso aún, pero me sonríe.
—No lo hagas, es puro egoísmo. Me debes ya… —Hago que miro un reloj inexistente en mi muñeca derecha—, …setenta y dos horas. Toma vitaminas hoy, cariño, porque vas a necesitarlas.
Asier ríe a carcajadas, despertando de su pereza. Se agacha a darme un beso en la frente, pero no se sienta a la mesa a desayunar, dice no querer tomar nada, excepto un zumo de naranja que Paulina, atenta, le sirve sin demora.
—¿Sigue en pie tu propuesta de acompañarme hoy? Me gustaría pasar la mañana contigo, está visto que la noche aún no la controlamos.
Levanto la vista de sus labios húmedos de naranja y le miro a los ojos. Sonríe y espera paciente. Mucho sedante, sí, pero mantiene su memoria intacta y sus ganas con más… ganas.
—Por supuesto, quiero ir al teatro contigo —digo mientras me levanto y echo la silla hacia atrás—. Pero antes quiero pedirte un favor, ¿podrías hacer una prueba a Paulina para el papel de mi hermana?
La jarra de zumo cae al suelo. Paulina la ha soltado en cuanto ha oído su nombre. Puede que me haya precipitado y después de todo no tenga ese arrojo para hacerse con el papel de la película.
Miro a Paulina mientras recoge sonrojada el desastre del zumo. Va a tener que dejar esa vergüenza a un lado y echarle huevos, porque yo la necesito cerca de la otra víbora, cómplice de Estela, cuando yo no pueda estar presente en los castings de esta semana.
Y si voy a jugármela con Asier por ella, quiero más iniciativa de su parte que un susto de ese calibre.
Asier no entiende mi petición, pero apura lo que le queda de zumo y tras limpiarse la boca, me dice con una amplia sonrisa:
—Os quiero listas, a las dos, en diez minutos.
Pero míralo, ¡si es que me lo como! Ya hasta me complace sin hacerme preguntas.
Paulina se deja llevar por nosotros, creo que teme perder su empleo.
Le he pedido que se dé prisa en cambiarse de ropa para no hacer esperar a Asier. Ha corrido hacia su dormitorio, y antes de esos diez minutos de margen que nos dio él, está frente a mí en el vestíbulo de la entrada, mientras yo, espero al chófer que nos llevará al estudio.
—No sé cómo me he dejado convencer, señora.
Puedo plantearme ser amiga de Paulina, como pensé anoche, pero en este caso echo mano de la relación dominante que tenemos de jefa-empleada.
—Lo has hecho porque quieres ayudarme, pero si además no haces preguntas, yo te lo recompensaré bien.
Paulina sonríe. Ahora solo me queda no asustarla cuando la ponga al corriente del resto de mi plan.
Asier nos abre la puerta como todo el caballero que es, y Paulina y yo salimos del coche delante del lugar escogido para el casting, el teatro Arriaga, tratando de evitar a los fans congregados en la puerta. ¿Dispongo de guardaespaldas?
Tres hombres, vestidos de negro por completo, se acercan a dirigir mi camino.
La gente que aguardaba en la puerta principal, en cuanto han reconocido a Asier, acude a nosotros corriendo. Quieren su autógrafo, y al verme junto a él la locura se desata.
El equipo de seguridad los mantiene a distancia, y tras empujar a Paulina al interior para que no la dejen caer, se concentran en ayudarme a entrar. No puedo evitar ponerme nerviosa con tanta gente frente a mí. Este tipo de acercamiento con el público es algo que no había previsto, ¡yo no soy la famosa!
Asier me mira, por su cara sé que no le parece bien que deje a tantos fans sin el autógrafo de Noelia, y espera a que me decida a contentarlos.
Así que no me da otra alternativa.
Abro el bolso y busco mi pintalabios rojo. Voy a tardar un poco más de lo previsto en atravesar las puertas del teatro, pero dejaré a todos contentos con mi actuación, ya verás.
A Asier el primero.
Me pinto los labios con una buena cantidad de carmín y antes de que nadie reaccione beso al primer fan que tengo delante. La gente enloquece con mi arrebato, y uno a uno, van pidiendo su beso.
Vuelvo a usar el pintalabios. Vuelvo a estampar mi beso en la cara de otro fan.
Sonrío con ellos, ya hasta hay quien prepara su teléfono móvil para inmortalizar el momento en que mis labios alcanzan su piel para hacernos un selfie. Me pinto de nuevo y sonrío todavía más para las fotos que se quieren hacer conmigo, mientras beso caras y frentes, e incluso los más atrevidos me muestran el cuello para que les marque.
La gente no me deja caminar entre besos y fotos, me encuentro un poco perdida dentro del tumulto. Mis guardaespaldas mantienen las distancias, pero no es suficiente, porque alguien me agarra del brazo y me arranca literalmente del resto de la gente.
Tardo un par de segundos en ver que ha sido Asier quien me ha sacado del gentío.
Asier camina alterado y hace que yo le siga de igual manera, sin entender del todo su actitud.
Abre de un empujón la puerta del teatro y se asegura de cerrarla para dejarme caer sobre ella, antes de que su cuerpo caiga también, pero sobre el mío.
Me mira a los ojos, está excitado.
—Eso es nuevo, ¿así vas a contentar a tus fans a partir de ahora? —pregunta con una sonrisa torcida.
—Puede que lo haga, más fácil y rápido es —le digo entrando al juego de su seducción.
—Pues vas a volverme loco, porque cuando te he visto…, cuando has pintado tus labios y has hecho eso…
—¿El qué?
Para nada quiero saberlo, sé que se refiere a los besos. Miro su boca, me gusta sentirme poseída por ella y sé que no tardará en besarme él.
Asier sujeta mis mejillas con una sola manos exponiendo mis labios en un morro descarado, han de estar rojos todavía del pintalabios. Muevo la cara lo justo para alcanzar los suyos.
—Quiero que tus besos fuera de una pantalla sean solo para mí.
Con total excitación al verle así, le digo:
—Ya lo son, solo para ti.
—Porque eres mía.
—No lo sabes tú bien. Tu mitad.
¡Menudo contrato de propiedad acabo de firmar sin necesidad de autógrafo alguno!
De repente me veo arremetiendo contra su boca y hago que emita un gemido al sentirme dentro de ella. Sus labios me corresponden, me devoran, se inundan de mí. Asier me muerde buscando mi lengua, mi labio inferior e incluso mi barbilla, a la que marca en su recorrido desde el lateral del cuello hasta la garganta. Más jadeos, más calor que nos abrasa.
Él muerde de nuevo mi boca. No ha encontrado mejor manera de devolverme la vida, me había dejado sedienta de sus increíbles besos con tanta respiración entrecortada.
Mis manos se enredan en su pelo, se aferran a él, y Asier emplea las suyas para subir mis piernas a sus caderas. No hace falta. Mi cuerpo se imanta al suyo sin necesidad de que lo sostengan.
—Ya no puedo más —me dice con la voz entrecortada. Utiliza sus manos para apretar mi culo, mi cuerpo más al suyo
—Lo sé, mi amor —contesto yo entre gemidos y sonrisas. Me alegro de que nuestras almas estén cachondas.
—Otra noche sin ti y me muero.
—Me pasa igual, te necesito también.
Y es cuando se aparta de mí, me acaricia el rostro y contesta:
—Cuando lleguemos a casa. ¿Vale? No quiero que hagas planes para esta noche. Nada va impedir que pueda tenerte al fin. Esto ya raya la locura,
Yo sí que me voy a acabar loca, y pasada de raya.
¡Y hasta la noche quedan horas de las que no dispongo para nuestra unión!
No sé a qué está acostumbrado Asier, pero resulta que yo no controlo mi excitación como pueda hacerlo él. Está claro que hablamos diferente idioma al respecto. Cuando yo me dejo llevar por la locura, la pasión y el desenfreno, él me corta con la cordura, la frialdad y la sensatez.
¡El calentón de mi alma me abrasa, no puedo calmarla!
Lo aparto de un empujón cuando alcanzo el suelo.
—Estupendo, porque así puedo invitar a tu madre a que nos sostenga un par de velas también hoy.
Me tapo la boca. No sé cómo ha salido semejante frase de ella. O sí, sí que lo sé, estoy desesperada. Abuela ayúdame.
—No puedo, niña, esa boca te va a traer problemas.
¿Por qué siempre que he creído llegar a la unión de nuestros cuerpos, como anticipo de la unión de nuestras almas, ha habido algo que nos lo ha impedido?
Recapitulando, cada acercamiento entre nosotros acabó en la nada, y para hacerlo más estresante todo, ¡su madre está loca y quiere sacarme de en medio!
Cualquier cosa ya parece apartarlo de mí, si no, mira este momento, la obligación del puto casting de su película. ¡Ya no puedo más!
Y solo con pensar que en menos de cinco días dará el SÍ a Noelia, he enloquecido por su negativa.
—Es muy injusto de tu parte, ¿no crees?
—Lo siento, Asier, no he querido decir eso.
—Siempre soy yo el que tiene que arrastrarse mendigando tu atención, ¿y ahora resulta que te sientes ofendida porque no sigo tu calentón cuando a ti se te antoja? Algunos nos tomamos en serio nuestras carreras, Noe.
Intento alcanzar su brazo mientras procuro no pensar en que tiene razón, que me he comportado de manera muy egoísta al querer satisfacer mis propios deseos sin pensar en él o su anterior relación con Noelia.
Pero Asier es más rápido y no puedo detenerle.
Tampoco le seguiré, necesitamos espacio, necesito que mi alma se aleje un poco de él y pueda pensar con tranquilidad, que demasiado cachonda está ya.
Me marcho, y sin guardaespaldas.
Les pido que me dejen ir sola cuando me ven salir dos minutos después de haber entrado. Si tengo que despotricar de lo que me ocurre con Asier cuantos menos testigos tenga mejor. Solo me quedo con Roger, no conozco la ciudad y quiero que me lleve a reunirme con Tximo.
Le he llamado en cuanto dejaba el teatro, y me ha dicho que me espera en un restaurante cerca de la Ría. Buena hora para empezar a beber, las once de la mañana.
Al llegar, la gente no parece reconocerme, o quizá sea que están tan acostumbrados a ver por aquí a Noelia Arenas que no les resulta interesante hoy. Mejor así, si no despierto ese interés me dejarán en paz en cuanto a los autógrafos, solo ellos tuvieron la culpa de lo que me ha ocurrido con Asier en el teatro.
Distingo a Tximo en una mesa junto a las ventanas del fondo, se lo digo al encargado y me conduce hasta él. Está solo, como le he pedido, y creo que ha tenido que suspender una importante cita porque está muy elegante. Se retira las gafas en cuanto me ve aparecer entre las mesas.
—Siento haberte molestado en tu cita —le digo en cuanto llego.
—No importa, solo era trabajo. Anda, siéntate y cuéntame qué ha pasado, encanto —me dice al separar la silla de la mesa para que me siente. El encargado nos deja a solas—. Dime que no es verdad que has discutido con ese bombón de Llanes a pocos días de vuestra boda.
Asiento a punto de llorar, no necesito que nadie me diga los pocos días que me quedan para conquistar a Asier.
—No te pongas así, cielo. No vayas a llorar aquí, por favor, glamour ante todo. Levanta la barbilla, bonita. Ya llorarás en casa.
Resoplo para recomponerme. Yo ahora mismo me cago en el glamour, y la barbilla me tiembla del llanto que Tximo no me deja derramar.
Sin saber qué otra cosa hacer, y adivinando mi pensamiento, Tximo me ofrece una copa de vino blanco, ¿qué pasa?, ¿que aquí nadie bebe ron? Me la tomo de un trago antes de contarle nada, y no será la última. Le pido que me llene de nuevo la copa.
—No creo poder arreglarlo esta vez, Tximo. Asier y yo somos muy diferentes. Polos opuestos diría yo.
Candela ya no puede más, ¿qué opinas, está teniendo poca paciencia con Asier? 💚
Tal vez ser conocedora de la atracción de las almas gemelas está haciendo que se precipite y no quiera oír a su propio corazón.
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