Candela 1💚
Cuando ya hemos salido de la cueva, Noelia me mira alucinada, aunque es más apropiado decir que la que me mira así soy yo misma, sigo bajo el embrujo de su cristal esmeralda, y ella tiene ahora mi cara, mi color de pelo y piel.
Al principio le ha costado creerlo para no tener conocimientos de hechizos gitanos, pero poco después su reacción no ha estado mal. Se lo ha tomado muy bien, con mucho valor y entusiasmo, y me alegro, sobre todo por Samuel, porque sé que ella ha aceptado esta locura por lo que sinceramente empieza a sentir por él.
—No esperaba que algo así me sucediese cuando llegué a Granada.
—Yo tampoco cuando desperté esta mañana.
Nuestras sonrisas no engañan a nadie, estamos nerviosas, y a un paso de cagarnos del susto.
—Es todo tan desconcertante. Ni en el mejor guión de cine podría encontrar semejante disparate —me dice Noelia confusa. Cruzo los dedos con la esperanza de que no se eche atrás, ahora que Asier ha llegado a mi vida no podría soportarlo —. Por otro lado —continúa—, no puedo dejar de pensar en Samuel. Te ocurre a ti lo mismo con Asier, ¿verdad?
Caminamos juntas hacia ningún destino concreto, me da la impresión de que ninguna quiere alejarse de la otra.
—Desde que le he visto en la sala junto a ti. Siento que amo ya a ese hombre y que lo que pueda hacer por su felicidad es poco.
—¿Así de fuerte es la Unión de Almas, que nos hace cometer el disparate de intercambiarnos?
—Yo tampoco puedo creerlo. —Detengo mis pasos, Noelia me mira—. Nunca pensé que la unión fuese así de poderosa en su atracción común, me siento incapaz de amar ya a nadie que no sea a él.
He cerrado los ojos, la imagen en mi recuerdo del hombre que me complementará en vida, e incluso más allá de ella en ese destino que nos une para la eternidad, me hace feliz.
—Yo no lo hubiese explicado mejor —me dice Noelia—. Si no es Samuel, no creo que haya ningún otro.
—Después de todo, hemos tenido suerte con el cruce entre ellos para poder cambiarnos —le digo sonriendo.
—Hacemos bien con esto, ¿verdad? Digo, no podemos rechazar ese destino que ha dicho María y que nos pertenece, no podemos dar la espalda a nuestras almas si no queremos hacerles sufrir sin amor una vida tras otra, ¿no? Necesito que me lo digas una vez más, Candela, por favor, porque yo también estoy aterrada.
Agarro sus manos para infundirle ánimos, comienza a temblar, y ya dije que es julio y no hace frío.
—No, Noelia, no podemos huir de nuestro destino junto a Asier o Samuel. Ellos son lo primero. Y me alegra que en cierta manera lo aceptes.
—¿Y no estamos locas por dejarlo todo y correr tras…, ya sabes —dice bajando la voz—, sus almas?
—Es algo que no podemos evitar cuando ya las hemos conocido, Noelia. Y locas estaríamos de verdad si no buscamos esa unión con ellas.
—Ay, Candela, que no creo que pueda hacerlo.
—Si te sirve de algo, yo tampoco lo creo.
Sonreímos, pero nuestros ojos no lo hacen.
—Lo hago solo por Samuel, lo entiendes ¿no?, por no condenarlo a una vida infeliz sin amor. —Noelia busca de nuevo mi aprobación, asiento para dársela. Mira a un lado y a otro de la calle, en la que permanecemos sin decidirnos a emprender esta aventura—. Dios mío, ¿qué estamos a punto de hacer, Candela?, yo no tengo idea de cómo llevar una casa o trabajar en la cocina de un hotel. Hace años que hacen todo por mí.
—¿Has podido ver eso?
Noelia me dice que sí y me señala el colgante de su cuello. Agarro el mío y me veo como si fuera ella, en los enormes estudios de televisión en los que trabaja y en las fiestas a las que suele acudir. La de gente que conoce, y la que necesita conocer, para seguir en la brecha de la fama. Esto de ser actriz famosa asusta.
—Tengo miedo —me dice, y no hace falta que lo haga, yo también lo tengo—. ¿Qué será de nuestras vidas de siempre, Candela? No es que vaya a echarla mucho de menos al principio, pero es mi vida, la que yo elegí vivir y me gustaría compartirla de algún modo con Samuel, no mantenerla aparte de nosotros.
Tiene toda la razón. Yo no quiero ser una conocida actriz de cine, ni vivir en una casa descomunal. Yo me conformo con una vida sencillita, pero plena de felicidad al lado de Asier, y en cualquier lugar del mundo.
—Míralo de este modo, Noelia. No la perdemos, solo la posponemos hasta unirnos al alma de nuestros hombres. Entonces recuperaremos nuestras vidas, para vivirla con ellos de verdad.
—Suena bien saber que volveré a ser yo algún día, aunque no sepa cuándo. —Noelia sonríe, ya anhela el regreso a su vida y aún no la ha abandonado del todo—. Bueno, parece que esta es nuestra despedida, y que todo esto va en serio. Hagámoslo antes de que me arrepienta de seguir con esta locura, por favor —me dice.
—Ahora tenemos que ser fuertes —le pido yo.
—Valientes —corrobora ella.
—Lo conseguiremos.
—Eso espero. Ha sido un placer conocerte, Candela. Estaremos en contacto, solo tienes que llamar a tu teléfono cuando me necesites. —Y me guiña un ojo.
No la conozco tanto como para abrazarla, pero supongo que después de usurpar su vida junto a Asier, lo merece. Así que le doy un abrazo enorme.
—Sin remordimientos, ¿verdad? —le pregunto para que me dé su último ánimo.
—Sin remordimientos —contesta decidida.
—Que tengas mucha suerte, nos veremos cuando todo esto acabe —le digo mientras le guiño yo también el ojo—. Y cuida de Samuel por mí.
—Te encomiendo a Asier y su felicidad a tu lado.
Parece mentira, pero nos cuesta separarnos de la otra. Yo me resisto a moverme del sitio y sigo en mitad de la calle, y Noelia, que camina hacia la que hasta hoy ha sido mi casa con Samuel, en el Zaidín, se gira varias veces a mirarme, como resistiéndose una última vez.
En un par de minutos ya no la veo.
Y es cuando respiro, cierro los ojos y tomo el control de mi vida, o la de Noelia mejor dicho.
Lo primero, regresar con Asier.
Tengo suerte cuando miro en el bolso, encuentro varias tarjetas de crédito que en la vida yo podría pagar. Me da vergüenza utilizarlas, no son del todo mías, claro que si ya me he adueñado de la vida de Noelia, ¿por qué no hacerlo de sus cosas? He de repetirme varias veces que ahora soy Noelia Arenas y que ya no tengo que preocuparme por el dinero.
Puedo llamar a un taxi para que me lleve de regreso al hotel.
Tal como entro al asiento trasero del vehículo, veo mis ojos verdes en el espejo retrovisor. Sonrío, me queda un resquicio de personalidad. Al menos no llegaré a perder la cabeza y la mantendré en su sitio cada vez que me mire a un espejo.
Porque si ya me resultará difícil acercarme a Asier, sabiendo que él ve a otra mujer en mí, de piel lechosa, pelo rojizo lacio y ojos azules, como para que yo me olvide de mí misma. Morena, piel canela oscura y ojos verdes, de pelo color chocolate, y rizado.
En cuanto pago al taxista y le doy las buenas noches, bajo frente a la puerta principal, la que nunca antes atravesé con el uniforme de cocinera del restaurante.
Nadie se extraña de verme entrar al hotel, el colgante funciona muy bien y me permito relajarme.
Avanzo por el vestíbulo ante la mirada de admiración de los pocos clientes que encuentro y que creen ver a una actriz famosa. Terminaré por acostumbrarme.
Llego al ascensor, y mientras lo espero busco la llave tarjeta de mi habitación. Entonces veo a Rocío salir de la sala de copas al acabar su turno. Mi amiga.
Me entran ganas de llorar.
Contengo el saludo en el último momento, no le digo nada. Recuerdo que no la puedo saludar bajo la apariencia de Noelia o me tomaría por una loca. Menos mal que abandonaré Granada mañana, de lo contrario, no soportaría vivir cerca de quién he conocido y no poder decirles quién soy ahora.
Llego al pasillo de habitaciones y necesito tocar la piedra del colgante para saber el número. La doscientos catorce.
Abro, y todo está a oscuras.
—Suerte, Candela —me digo para darme una dosis de ánimo.
Y cuando le doy a la luz me llevo una desagradable sorpresa. ¿Asier no duerme en la cama de Noelia?, ¿no llevan vida de pareja?
💚
A la mañana siguiente despierto sobresaltada, el móvil está sonando y no me da lugar a cogerlo, pero sí que leo el nombre de Asier antes de que cuelgue.
Me incorporo, y asustada, busco mi colgante en la mesita que tengo junto al cabecero. Al ponérmelo me doy cuenta de que no me lo tenía que haber quitado. ¡Qué inconsciente! No debe ocurrir jamás.
Anoche necesitaba saber lo que es ser Candela por última vez, dormir como ella para despedirme de Granada, de todo lo que viví aquí, pero tengo que pensar a partir de ahora en el peligro que corro si soy descubierta en la habitación de una actriz famosa, usurpando su lugar.
La puerta suena esta vez, seguro que es Asier. Su insistencia me obliga a abandonar la cama.
Tardo un segundo en ponerme el colgante, no puedo abrir la puerta sin ser Noelia.
Y casi me caigo de la impresión al hacerlo.
Es la primera vez que veo a Asier de cerca, así de natural. Siendo para mí, una modesta cocinera, un hombre inalcanzable.
No dudo de que asista siempre a esos actos de cine, prensa o televisión, con un impecable traje, dando buena imagen a su público, pero hoy viste informal, como solo podría verlo su mujer. Sin corbata y con vaqueros.
Pero no por ello está menos atractivo.
Asier está recién duchado, huele a champú de melocotón y a perfume caro. Su aroma penetra en mi nariz nada más entrar a la habitación, dejando en blanco mi capacidad de hablar. ¿Es así esto?, ¿mi alma se queda agilipollada con su gemela en frente?, ¿capaz de olerla como si se tratase de feromonas?, ¿caliente y cachonda, como predijo María?
Me apoyo en la puerta, perpleja todavía. He de recuperarme de su inesperada visita.
¡Oh, no!
Estoy en bragas y sujetador y busco desesperadamente algo con lo que cubrirme, que mi piel arde bajo su mirada.
—¿Qué quieres, Asier? —pregunto yo dolida, he caído en que sus ojos miran con ese deseo a su mujer, no a mí.
—Sé que no atravesamos el mejor momento en nuestra relación, Noe, pero de ahí a obligarme a coger otra habitación anoche…
No sé de qué me habla, ¿las habitaciones separadas no son idea suya también?, tengo que ver el flashback, peor no puedo llevarme la mano al colgante porque tengo su cuerpo encima y se resiste a dejar de abrazarme.
Me quedo quieta, respirando con él e intentando calmar esa angustia que tiene. Trato de controlar mis manos para no ser yo quien lo abrace y me dejo llevar por la sensación de tenerlo así. Pegadito a mí.
—¡Wow! ¿Qué ha sido eso?
Asier se aparta de repente, mira mis pechos. Yo bajo la mirada a ellos sin entender. ¿Habrá notado mis curvas en comparación con las de Noelia? ¿Mis pechos son diferentes?
—He podido sentir tu corazón.
—¿En serio?
—Bueno, no sé, sé que eran tus latidos… pero ¡Joder, Noe, si parecía que se te iba a salir del pecho!
Sonrío, yo no he notado nada. ¿Será posible que lo que haya oído Asier sea el grito de mi alma en su reclamo?
—Es lo que tiene verte aquí, tan guapo y tan de mañana —le digo con una media sonrisa con la que pretendo disimular mi rubor.
—Ojalá pudiera decir que me lo creo.
Su cara entristece.
Toco el colgante de Noelia y veo la despedida de ambos en la sala de fiestas, anoche. No quiero parecer cotilla y escuchar la discusión que tienen, pero la piedra no me hace esa distinción. Vista y sonido va de la mano.
Él le reprochó a Noelia la falta de ganas últimamente, ella no dejó de mirar a Samuel dándole la razón.
—Perdona por lo de ayer, Asier, no me encontraba bien.
Suena a excusa manida, y por la cara que pone él, Noelia ha debido de emplearla en numerosas ocasiones. Tengo que ser más original la próxima vez, yo no soy ella.
Claro que no habrá tampoco próxima vez qu elo rechace, porque este hombre me pone a mil.
—Bueno, me voy, no queremos que tu dolor de cabeza regrese, ¿no es así? En una hora te recojo para ir al aeropuerto.
Indignado, Asier desaparece tal como ha llegado, dejando un rastro a perfume que no deja que me recupere de su presencia arrolladora.
Que el embrujo de Candela y Asier te alcance y te haga disfrutar.
Ellos buscarán la unión de sus almas, así el camino se les complique💚
@palomagomez78
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro