Capítulo 7
Nuevo capítulo de Embrujada, en él vais a descubrir muchas cositas que van a dar origen a la trama.
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Dhalia siguió caminando en busca de un hostal que pudiese pagar con el dinero que tenía, recorrió las calles sin saber exactamente dónde iba; dejó de llorar hacía un rato. Tras media hora de camino llegó hasta una calle alejada del centro donde se encontraba un modesto hostal donde poder alojarse durante la noche e intentar poner en orden su cabeza y de paso abrir de una vez el sobre para saber que escondía en su interior. Respiró profundamente antes de entrar en el viejo hostal. Una vez dentro se encontró con un pequeño mostrador de madera, detrás había algunas llaves colgando de viejos clavos que debían ser de las habitaciones. Dhalia se acercó con cautela al hombre que se encontraba tras el mostrador, este llevaba una ropa un tanto desgastada pero limpia. El hombre sonrió al ver a la muchacha, le pareció muy guapa pero un tanto pálida y delgada para su gusto; en realidad lo único que le importaba era que podía dejarle un poco de dinero. Eran pocos los huéspedes que habían pasado por allí esa semana. Sonrió de forma amable dejando ver sus dientes amarillos seguramente debido al tabaco y la poca higiene algo que la desagradó y la repelió en cierta forma.
—Buenos días señorita, en qué puedo ayudarla —la saludó de forma amable mientras se agarraba la solapa de la chaqueta marrón.
—Buenos días, me gustaría alquilar una habitación para pasar la noche —respondió Dhalia aún no muy segura de si quería pasar la noche ahí, pero estaba muy cansada y no tenía fuerzas para seguir buscando otro hostal por la ciudad; le sería imposible pagar cualquier otro lugar mejor que ese. No conocía la ciudad y acabaría perdida de un modo u otro.
—El pago debe hacerlo por adelantado —le advirtió—, ya he tenido problemas con algún cara dura que se ha marchado sin pagar.
—No tengo problema con eso. ¿Cuánto cuesta una noche? —preguntó esperando llevar dinero suficiente, no quería volver al orfanato, al menos no esa noche.
El dueño del hostal fijó el precio, un precio razonable que costó a Dhalia casi todo el dinero que le habían pagado, tan solo le sobraran unos centavos.
—Aquí tiene —depositó sobre el mostrador las monedas equivalentes a una noche que el hombre recogió rápidamente.
—Bienvenida —le dijo entregándole una de las viejas llaves colgadas detrás—. Tiene la habitación diez, suba las escaleras y diríjase al final del pasillo —le indicó—. A las doce de mañana debe abandonar el hostal. Mi nombre es Carl, si necesita algo venga a verme.
—Gracias, pero no creo que salga de la habitación hasta mañana —le aclaró para que supiese que no debía molestarla.
Dhalia subió las escaleras bajo la atenta mirada de Carl que la observó con lascivia y se dirigió al final del oscuro pasillo como le había indicado hasta llegar a una puerta vieja con la madera roída y con el número diez pintado de forma descuidada con pintura roja. Con cuidado introdujo la llave en la cerradura y la giró hacia la izquierda abriendo la puerta, una vez dentro la cerró por dentro. Carl no terminaba de gustarle y no se fiaba.
La habitación estaba limpia a excepción del polvo que se acumulaba sobre los muebles. En el centro se encontraba una cama individual cubierta con una manta azul y a los lados de esta dos mesillas de noche destartaladas. Justo en la pared frente a la cama había un pequeño baúl para guardar sus cosas y sobre este una pila con agua para su aseo. Observó la ventana que estaba cubierta por una gruesa cortina que apenas dejaba pasar la luz exterior. Dejó el sobre sobre la cama y se acercó a la ventana, apartó un poco la cortina y la abrió para ventilar la habitación. Se aseguró que nadie la podía verla desde fuera y se sentó en la cama dispuesta a saber que contenía el sobre misterioso.
Antes de abrirlo algunos mechones de pelo le cayeron sobre la cara, debía tener un aspecto horrible; pensó. Soltó su larga melena negra como la noche y volvió a recogerla en un nuevo moño. Sus ojos oscuros miraron fijamente el sobre, por un lado, quería saber que se ocultaba dentro, pero por otro tenía miedo de descubrir quién era realmente, una vez viese su contenido no habría vuelta atrás y tendría que aceptar cuál era su verdadera identidad, pasar de ser tan solo Dhalia a tener unos apellidos y un pasado, algo que sin duda afectaría a su futuro, y lo que más le asustaba... Descubrir porque era capaz de provocar esos fenómenos. Con sumo cuidado abrió el sobre de papel marrón y vació su contenido sobre la cama poniéndolo boca abajo, de su interior cayó un papel color crema doblado por la mitad, una carpeta de cartón con documentos y una pequeña caja de madera con un símbolo grabado en la tapa. Observó por unos segundos los objetos y decidió empezar por el papel doblado en el cual se transparentan las letras de un texto. Tras un suspiro lo abrió para leer su contenido. La letra era clara y con trazos elegantes, la fecha que figuraba era de hacía algo más de un mes. Sin más dilación comenzó su lectura temerosa por lo que pudiese encontrar en sus líneas.
"Mi querida Dhalia mi nombre es Roselyn Ewart y soy tu abuela. Si estás leyendo estás líneas es porque lo inevitable ha sucedido, yo también he muerto. Siento en el alma que hayas estado sola todos estos años, pero no tenía conocimiento de tu existencia, tu madre se ocupó de ello. Yo hubiese hecho lo mismo de encontrarme en su situación. Imagino que ha debido ser muy duro no saber quién eres o de dónde provienes. Primero te hablaré de dónde provienes.
Tú madre era Gisele Becket Ewart y digo era porque como mi abogado ya te habrá contado murió hace poco. Ya estabas en peligro antes de nacer y tu madre no tuvo otra opción que ponerte a salvo dejándote en un orfanato dónde nadie pudiese encontrarte. Para entender quién eres antes debes saber la verdad, pero la verdad que estás a punto de descubrir no es fácil de entender..."
Dhalia se detuvo un momento y tomó aire, en el fondo sabía que la verdad tenía que ver con los sucesos que había provocado y tenía miedo de averiguar quién era realmente, pero ya estaba cansada de no ser nadie.
"Estoy casi segura que durante tu vida has experimentado fenómenos a los que no puedes darle explicación pero que tienen una muy sencilla y que para llegar entender tienes que estar abierta a otros horizontes que se alejan de lo racional. Empezaré desde el principio. Nuestra familia desciende de un linaje de brujos que se remonta al albor de los tiempos, poseedores de algo invisible llamado magia y que sus descendientes hemos ido heredando nacimiento tras nacimiento hasta llegar a ti Dhalia la última bruja de nuestro linaje viva. Sé que esto que te estoy contando es muy difícil de asimilar e incluso pienses que soy una vieja loca, pero si has experimentado los fenómenos a los que me refiero sabrás que el fondo te estoy contando la verdad"
La palabra bruja resonó en su mente, pero no pensaba que su abuela estuviese loca, mientras leía esas líneas sintió que por fin tenía sentido todo lo que le había sucedido. No es rara, tan solo había algo que no entendía y que escapaba a la compresión de cualquier ser racional y que la hacía diferente. Algo totalmente desconocido.
"Junto a esta carta encontrarás las escrituras de mi vieja casa la cual he puesto a tu nombre y de la que puedes saber su ubicación gracias al mapa que también te adjunto. Ve cuanto antes, es el único sitio donde puedes estar segura, la casa está protegida y nadie excepto tú o alguien de tu total confianza que quieras invitar podrá entrar en ella. Aún no conoces el alcance de tus poderes, pero lo sabrás muy pronto, estos fueron encerrados en el colgante de tu madre y que ahora te pertenece, ella me lo entregó antes de desaparecer y yo lo escondí en la casa. Debes tener en cuenta que cuando te lo pongas estos se activarán y ya no podrás deshacerte de ellos, son tu legado, para lo que has nacido. Dhalia, estás en peligro y tus poderes es lo único que tienes para protegerte, ni yo ni tu madre estamos ya para hacerlo, aunque no estás sola, otros velan ya por ti"
No pudo evitar pensar en los cuervos y en si alguien los había enviado para vigilarla, era una locura, pero estos habían aparecido en su sueño y uno la había seguido durante todo el paseo. No podía ser solo una coincidencia, ya no.
"Tú madre te amaba y antepuso tu seguridad ante todo, por favor no le guardes rencor yo también la perdí a ella. Mi querida nieta no me permitieron conocerte, pero sé que al menos gracias a mi muerte ahora tendrás un pasado y puede que un futuro si aceptas tus dones y poderes para protegerte a ti misma. Cuando descubran tu existencia estarás en peligro Dhalia, márchate cuanto antes de la ciudad, pronto vendrán a buscarte.
Mi pequeña niña ahora ya sabes quién eres, una bruja. La última de nuestro linaje.
Te quiere Rosaline"
Cuando pronunció las últimas palabras del escrito las lágrimas brotaron sin control de sus ojos. Seguía estando sola en el mundo, pero ahora al menos sabía quién era, Dhalia Edward y todo tenía sentido para ella. La última frase "márchate cuanto antes de la ciudad" no dejaba de resonar en su cabeza, incluso imaginó la voz de su abuela pronunciándola. Dejó a un lado la carta y agarró caja de madera con el extraño símbolo en su tapa, al depositarla sobre las manos esta emitió un sonido metálico y se abrió por sí sola, algo que la sorprendió. Dentro había un papel enrollado. Al abrirlo se topó con un papel vacío, miró las dos caras, pero no vio nada escrito, solo al pasar la mano sobre él empezó a mostrarse lo que parecía ser un mapa dibujado a mano. En ese momento entendió que solo ella podía abrir la caja y que su abuela había debido poner un hechizo sobre los objetos para que fuese la única con acceso a su contenido. Observó el mapa con detenimiento, la casa se encontraba en lo más profundo del bosque, alejado de la ciudad, llegar hasta allí sería complicado ya que si su abuela había tomado tantas precauciones para que solo ella pudiese saber su ubicación debía llegar por su propio pie sin involucrar a nadie más. Aún le costaba asimilar todo lo que acaba de descubrir, pero decidió emprender su viaje al amanecer, llegar quizás le llevaría más de un día, pero era el único lugar seguro al que podía dirigirse. En la casa encontraría más información sobre su familia y quizás de su padre ya que en la carta no decía nada sobre él, pero lo más importante era recuperar la magia que su madre le arrebató al nacer, sentía que era la única forma de protegerse de aquello que tanto temía su abuela que la encontrase. Una vez recuperada ¿sabría cómo usarla? ¿Podría controlarla?
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