Capítulo 6
Os dejo otro capítulo de mi nueva historia, pronto serán revelados los secretos ;)
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Dhalia siguió a Joane hasta la biblioteca, abrió la puerta y entró tras ella, un hombre de unos cuarenta años se encontraba de pie frente a una de las estanterías ojeando un libro que le había parecido interesante y que hablaba sobre enfermedades infecciosas, alzó la mirada al escuchar la puerta. El hombre era alto y llevaba un elegante traje marrón oscuro de buena calidad, su pelo oscuro estaba peinado hacia atrás de forma cuidadosa. Sobre uno de los sillones se encontraba un bonito maletín de piel. Cerró el libro con un sonoro golpe y lo vuelve a dejar en su sitio.
—Aquí tiene su té —le indica Joane dejándolo sobre la mesita—. Les dejaré para que puedan hablar —aseguró fingiendo ser la perfecta anfitriona con una falsa sonrisa, la curiosidad le corroía por dentro. Segundos después abandonó la biblioteca cerrando la puerta. Se sintió tentada a escuchar, pero prefirió no hacerlo y volvió a la cocina.
—Usted debe ser Dhalia —la saludó con educación—. Mi nombre es Eduard Smith, abogado —sacó una tarjeta del bolsillo interior de la chaqueta y se la entregó, Dhalia la observó leyendo su contenido "Smith y asociados" "Eduard Smith Harris, abogado" y la dirección del bufete.
—Encantada Eduard —Dhalia le dio la mano de forma amable, seguía sin entender que podía querer de ella un abogado que por lo que aparentaba seguro que tenía unos honorarios altísimos y que solo alguien con dinero podría pagar.
—Seguro que se está preguntando a que he venido, siéntese, creo que se va a sentir realmente sorprendida —le indicó que se sentase en el sillón libre junto a la chimenea el otro seguía ocupado por su maletín.
Dhalia se acomodó en el sillón y Eduard hizo lo mismo colocándose el maletín sobre su regazo.
—Por favor dígame de que se trata, no tengo familia y ningún asunto pendiente que requiera de un abogado —le informó asegurándose de que no se equivocaba de persona.
—Sé que es usted huérfana, pero precisamente por eso estoy aquí porque un familiar suyo me encargó la tarea de encontrarla —respondió con una sonrisa un tanto nostálgica que Dhalia no llegó a entender al igual que tampoco entendía a que se refería, ella no tenía familia.
—¿Un familiar? Me abandonaron al nacer, no tengo familia —estaba confusa y sorprendida—. Y si la tuviese han tenido muchos años para venir a buscarme y nadie lo ha hecho.
—Déjeme decirle que este familiar no sabía de su existencia hasta hace un mes —aseguró Eduard sabiendo que debía ser un shock para ella recibir la noticia.
—¿Cómo me ha encontrado?
—Vayamos por partes —abrió el maletín y sacó un sobre de gran tamaño y lo colocó sobre él.
—Explíquese —le exigió, no entendía nada ni por qué estaba siendo tan misterioso.
—Su abuela contactó conmigo hace un mes para que la encontrase. Ella sabía que había sido abandonada en un orfanato de la ciudad, su nombre y algunos datos que según ella su madre le había proporcionado. Con esa información y su nombre poco común no me fue difícil dar con su paradero —Eduard hablaba con calma y cautela como si hubiese un trasfondo que aún no quisiese mencionar—. Sor Leonor fue quien me informó que había empezado a trabajar en esta casa y me facilitó la dirección.
—¿Mi abuela? —preguntó sorprendida—. ¿Mi madre no le dijo que había tenido una hija?
—Así es, su abuela no sabía que su hija había tenido una niña. Se lo ocultó todos estos años —prosiguió midiendo las palabras, no quería abrumarla.
—Y mi madre dónde está, ha dicho que ella le proporcionó información sobre mí a mi abuela —el abogado hablaba en pasado algo que la estaba confundiendo.
—Su madre falleció —le confesó—, pero antes encargo a su abuela la tarea de encontrarla.
Dhalia realmente no sentía nada, nunca la conoció y aunque le gustaría haberla conocido no pudo evitar no sentir su muerte, solo lamentaba su muerte como lamentaría la de cualquier otra persona. Seguía sin entender por qué la abandonó y por qué después de tanto tiempo quería encontrarla, ¿acaso se sentía culpable por haberla abandonado a su suerte? Realmente ya no importaba. Al menos podría conocer a su abuela a la que no culpaba de nada ya que tampoco sabía de su existencia.
—Vaya —es lo único que alcanzó a decir mientras agarraba un pellizco de tela de la falda y la arrugaba entre sus dedos—. ¿Y mi abuela?
El abogado tardó unos segundos en responder la pregunta, sabía que la respuesta sería muy dura de asimilar.
—Falleció poco después de venir a verme y contratar mis servicios, solo estoy cumpliendo sus deseos —le confesó con todo el tacto que se podía tener al contar a una joven que su única familia había fallecido y nunca podría conocerla.
Dhalia sintió que su mundo se venía de nuevo abajo, la idea de conocer a su abuela realmente le gustaba ahora volvía a estar tan sola como antes, pero con la pena de saber que ya no tenía ninguna esperanza de saber quién era realmente.
—Lo siento —se disculpó por no decir nada, pero realmente no sabía que debía decirle al abogado.
—Entiendo que esto supone un duro golpe para usted, pero tenía que saberlo, para eso me contrató su abuela.
—No se preocupe lo entiendo, es su trabajo —admitió Dhalia con un nudo en la garganta que no era capaz de deshacer.
—No solo he venido a traerle malas noticias —Eduard cogió el sobre que guardaba sobre el maletín y se lo entregó—. Este sobre es para usted no sé cuál es su contenido, pero su abuela se aseguró muy bien de que se lo hiciese llegar, quizás en su interior encuentre alguna información que pueda ayudarla.
—Gracias -Dhalia cogió el sobre que era bastante abultado y observó que no había nada escrito en él.
—Mi trabajo aquí ha terminado —se puso en pie, Dhalia también se levantó dispuesta a despedirse—. He de marcharme, tengo otros asuntos que atender.
—Gracias de nuevo, al menos ahora sé que alguien quiso encontrarme —observó el sobre con tristeza, al menos alguien se había molestado en encontrarla, pensó, refiriéndose a su abuela a la cual nunca conocería, pero con la cual le hubiese gustado hablar.
—Siento mucho haber sido portador de malas noticias, pero piense que quizás en ese sobre encuentre las respuestas que busca —Eduard esperaba tener razón y que lo que quiera que hubiese en su interior le sirviera de ayuda.
—Eso espero.
—Buenas tardes —se despidió Eduard saliendo de la biblioteca, ni siquiera esperó que Joane apareciese, agarró el sombrero y la chaqueta y se marchó de la casa.
Joane escuchó el sonido de la puerta al cerrarse y acudió rápidamente, observó que Eduard se había ido y regruñó en voz baja acusándole de tener poca educación, después se dirigió a la biblioteca. Al entrar vio a Dhalia ensimismada mientras observaba el sobre.
—He dejado que os reunierais aquí, pero nada más —sacó un pequeño sobre del bolsillo del delantal y se lo entregó—. Esta es la paga correspondiente a su día de trabajo, recoja tus cosas y márchese.
Dhalia agarró el sobre mientras la desafiaba con la mirada, ya no trabajaba ahí y por lo tanto no le debía ningún respeto.
—Nunca había conocido a nadie tan desagradable como usted con mucho gusto me marcharé de esta casa en cuanto recoja mis cosas —asegura enfrentándose a ella—. La única persona que merece la pena está ahí arriba encerrado día tras día sin poder ser un niño, debería darle vergüenza —le reprochó con rabia, dejar solo a Jason le produjo un gran dolor.
—Yo solo sigo órdenes y ya ha visto qué consecuencias tiene desobedecerlas —le respondió con soberbia justificando su comportamiento.
—A veces hay que hacer lo que uno cree mejor no lo que otros quieren imponer sabiendo que está mal —la irá iba creciendo poco a poco en su interior, escuchar esas palabras hizo que le hirviese la sangre.
—¡Márchese! —le gritó sin más argumentos que justificasen su comportamiento—. Y no piense que la dejaré despedirse del señorito —sentencia.
La taza de té situada en la mesilla empezó a temblar sin motivo, Joane la miró con asombro recordando el incidente de la cocina y después a Dhalia que la estaba mirando con sus ojos oscuros y profundos los cuales le produjeron escalofríos, sabía que algo estaba a punto de suceder y así era. La taza con el té caliente voló y pasó a escasos centímetros del rostro de Joane e impactó en una de las estanterías. Joane no dio crédito a lo que acababa de pasar, pero ya no tenía dudas, Dhalia era quien había estado provocando los extraños sucesos acontecidos en la casa. La mujer sintió que su corazón latía tan rápido que parecía estar a punto de salirse del pecho, estaba aterrada, podría haberle quemado la cara.
—¡Fuera de aquí! —le gritó asustada lo que hizo que Dhalia reaccionase.
Dhalia observó la taza rota en pedazos en el suelo sin comprender como lo había hecho, pero si albergaba alguna duda ya no le quedaba ninguna de que era ella quien producía esos fenómenos. Aterrada se marchó a toda prisa sin ni siquiera recoger sus cosas ni despedirse de Jason que observaba por la ventana con gran tristeza como se alejaba corriendo de la casa.
Dhalia estaba confundida y sola, los sucesos se arremolinan como un torbellino en su mente. Su familia a la que nunca conoció estaba muerta lo que hacía que se sintiese más sola aún. Le hubiese gustado conocer a su madre y pedirle explicaciones sobre su abandono, pero sobre todo le hubiese gustado conocer a su abuela, la única persona que había intentado buscarla después de todo y que quizás tuviese alguna respuesta sobre los fenómenos que había provocado y que le daban miedo.
Abrazó el sobre que le había entregado el abogado, en su interior podrían estar las respuestas que necesitaba. Contó el dinero que Joane le había dado, era lo suficiente para alquilar una habitación en algún hostal durante un par de días mientras pensaba que hacer. Al menos podría revisar con calma el contenido del sobre, lo que menos le apetecía ahora mismo era volver al orfanato y dar explicaciones de lo sucedido. Siguió corriendo varias calles más sin mirar atrás, la gente la miraba con curiosidad preguntándose por qué corría desesperada, algunos incluso pensaban que podía no estar bien de la cabeza, pero Dhalia lo único que quería era saber quién era.
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