Capítulo 2
La noche se hizo más presente y fría, y ambos caminando por una larga arboleda, estábamos a pasos de llegar al pub y Layne me detuvo.
—Ternura ¿Tú me acompañarías a fumar un poco de marihuana? — le sonreí y me colgué de su brazo con mimo.
—Tú no cambiarás nunca, Staley — rio.
—Bueno, al menos he dejado un poco de fumar tabaco.
—¡Jajaja! Eso sí.
Los dos reímos, y sin soltarme de su brazo, Layne me sujetó con cariño y entramos a la oscura, solitaria y pequeña plaza, que estaba frente al pub.
Buscamos donde sentarnos y él se sentó en unos asientos de cemento y yo le imité; Dios, sí que estaba congelado allí, y congelándome, me hice la fuerte para que Layne no se diese cuenta y él sacó su pequeña pipa, le hecho la hierba y la encendió. Yo lo miré atenta y el corazón se me aceleró.
Layne fumó un poco y luego botó el humo; Se veía tan guapo con su cabello largo y ese sobrero negro.
Él me miró y me sonrió.
—¿Tienes frío?
—Solo un poco, pero tranquilo, estoy bien — se me quedó mirando con sus ojos brillosos y coquetos y volvió a fumar.
—Estoy tan contento de haber regresado y estar contigo — un calor recorrió mi cuerpo y las mejillas se me enrojecieron.
—... Yo también estoy feliz, contenta de que estes aquí y que nos hayamos vuelto a ver — botó el humo.
—Ternura. De verdad me siento muy feliz, jejeje — tomé su mano.
—Yo también lo estoy, mi Layne.
Ambos nos miramos con complicidad y ese mágico brillo de alegría en nuestras miradas y yo, nerviosa, sacudí mi cabello, lo que a él le causó risa.
—¿Qué haces?
—Viendo si mi cabello huele a marihuana, ya sabes y no es nada personal, pero me desagrada el olor ya sea a tabaco o a lo que sea en mi cabello — más rio.
—Si es cierto, pero mira, siéntate mejor de este otro lado, así no te tiraré el humo, aunque...
—¿Aunque qué cosa?
—Ahora podría tirártelo todo en la cara si quiero — le pegué en su brazo.
—Ni se te ocurra, Staley.
—¡Jajaja!
—Recuerdo a tu prima, la que fuma más marihuana que yo, y te lanza todo el humo en tu cara. Me da tanta risa.
—¡Jajaja, verdad! ¡Ya que pesado!
—¡Jajaja!
Nos vimos riéndonos y de pronto los ojos de Layne brillaron con más ternura y alegría y yo se los contemplé con afán y cariño.
—Que haría yo sin ti — le solté sin pensar y él me miró perdidamente.
—Yo pienso lo mismo de ti, ternura.
—...
Lo vi casi sin aliento, con el corazón todo acelerado y Layne finalmente me sonrió todo dulce, contento y con destellos.
A punto de que me diera una hipotermia, él me miró y se enderezó. Había acabado de fumar.
—Será mejor que ya entremos, o si no, te morirás de frio aquí.
—Gracias a dios.
—Jejeje.
Me colgué con mimo de su brazo y salimos, así juntos, de la oscura placita...
Había muchas piedras y el pasto estaba mojado, y Layne sin soltarme, me miró.
—¿Estás bien, ternura?
—Si, con tal de que no me sueltes, no me caeré, eso seguro.
—Ok, jejeje.
Salimos de aquella plaza, cruzamos el paso cebra y entramos al pub, que estaba en el segundo piso al aire libre. Se podía ver toda la ciudad iluminada desde allí.
Buscamos una mesa vacía y nos sentamos muy juntos. Era como que no queríamos alejarnos del uno del otro, ni perdernos; una mesera se nos acercó y amable, nos colocó una estufa junto a nuestra mesa.
—¿Qué piensas pedir, ternura? — la mesera me miró con doble intención al él llamarme de esa manera.
—...Em, no lo sé.
—¿Tiene happy hour? — le preguntó él.
—Si. Los happy hour comienzan a partir de las siete — vio su reloj.
—Son las siete con quince. Super ¿Los mojitos vienen incluido en la promoción del happy hour?
—Si, todo lo que sea mojitos, cervezas, piscos sour y fanshops — Layne me miró — Yo quiero un mojito con corona, por favor — yo me entusiasmé.
—Yo también quiero un mojito, pero de frambuesa.
—Entonces serían dos mojitos ¿Algo para comer? — ahora yo lo miré a él.
—¿Qué tiene?
—Chorrillana, empanaditas de coctel, salchipapas, churrascos, dedos de queso apanados.
—Eso, los dedos de queso ¿Te gustan, ternura?
—Si. Ya me dio hambre.
—Jejeje, a mi igual — los dos reímos y la mesera nos sonrió.
—Perfecto, les dejo este ticket. Esto es por si quieren otro happy hour. Me lo tienen que mostrar al agregar otro pedido, porque así yo lo cobraré con el descuento y no por el valor total ¿De acuerdo?
—De acuerdo — le respondió él y la tipa se fue con nuestra orden.
—Dedos apanados de queso, en serio, ya me dio hambre.
—Jajaja, y a mí, bueno es que los dos siempre andamos con hambre — dijo él con ironía, lo que más me hizo reír, porque era cierto.
De pronto, Layne se me quedó viendo atento.
—Entonces ¿Todo bien? ¿Ya estás mejor? — le sonreí.
—Si, ya. Por fin te puedo decir que soy libre y que puedo respirar hondo.
—Eso me alegra tanto, en serio. Amo verte sonreír, que seas feliz — lo vi abruptamente y Layne se sonrojó y se puso nervioso.
—...
—...Quiero que decir, me alegra mucho que por fin hayas terminado con ese jodido reemplazo... Ternura, lo hiciste muy bien, de verdad.
—... ¿En serio?
—Si. Nadie más hubiese durado, en ese puto puesto, todo ese tiempo, que tú, solo tú. Y lo hiciste increíble — sonreí con pudor.
—Gracias, tampoco fue para tanto.
—Claro que lo fue, ternura. Tienes que creerte más el cuento. Fuiste capaz y lo hiciste, con eso tienes que quedarte y sentirte orgullosa — lo miré amándolo con todo mi corazón.
—Mi Layne.
—... — Layne me miró perdidamente enamorado y a punto de decirme algo, llegó justo la mesera con nuestro pedido.
—Ya chicos, aquí les traigo lo que me pidieron. Un mojito de frambuesa, otro mojito con corona y los dedos apanados con queso.
—¡Super! ¡Que rico se ven!
—Si... — dijo Layne con una breve sonrisa y yo bebí un poco de mi mojito.
—¡Mmm! ¡Esto está exquisito!
—¿Te gustó?
—Si.
—Entonces ahora yo probaré el mío — volvió a sonreír y bebió con ganas de su mojito.
Yo lo miré y otra vez los ojos se me fueron a sus facciones. No podía hallarle ningún defecto y Layne me miró.
—Está muy sabroso.
—¿Verdad que sí? — le pregunté contenta y le di otro sorbo al mío y sentí que mi corazón no dejaba de latir alborotado. Estaba muy contenta e ilusionada de estar compartiendo esos momentos junto a él. Que Layne estuviese conmigo en aquella mesa, tomándonos algo juntos.
Layne se me quedó viendo con detenimiento otra vez.
—No te lo había dicho antes, pero te ves muy bonita con ese flequillo. Me gusta — lo vi embelesada y me sentí más y más loca por él. Le sonreí de oreja a oreja muy feliz y con anhelos y por inercia me llevé la mano a mi flequillo.
—¿En serio te gusta? Me lo dejé hace un par de semanas.
—Mucho. Te queda muy bien — le sonreí con pudor, muriéndome de dicha por dentro.
—...Gracias, Layne — él me miró con ternura, y sin resistirlo más, tomó mi mano con cariño.
Yo lo vi abruptamente. No me esperaba que me tomara la mano.
—... Hay algo que he querido decirte desde hace mucho — comenzó a hablar. Se veía nervioso y a la vez muy tierno.
—... Yo también tengo que decirte algo, Layne — él me miró atento y yo me puse aún más nerviosa. Estaba histérica por dentro.
—... Verás, yo em...
Justo se volvió a acercar la mesera a nuestra mesa.
—Muchachos ¿Desean ordenar algo más a parte de lo que están bebiendo? — Layne deseó matarla ahí mismo y frunció el ceño.
—Estamos bien señora. Cuando queramos algo le avisaremos — dijo todo cortante y yo lo miré sorprendida.
La mesera atónita, nos miró con enfado a ambos y se alejó.
—Lo siento, sé que fui un poco descortés, pero es que esa tipa ya me está cayendo gordo.
—¡Jajaja! Te entiendo — nerviosa, le di un gran sorbo a mi mojito.
—A ver, quiero probar esos dedos apanados — cambió la conversación.
—Yo también quiero probarlos.
Le dije con ganas de comerlos y los dos sacamos uno cada uno. Teníamos una rica salsa para acompañarlos y untamos los dedos apanados con queso en ella.
Estaban realmente deliciosos.
Los dos nos chupamos los dedos, nos miramos risueños y volvimos a beber de nuestros mojitos.
Sus ojitos de cielo se posicionaron de nuevo en los míos y brillaron con fervor y alegría. Amaba mirarlos y perderme en ellos.
—¿Te parece si brindamos? — le propuse contenta y Layne más me sonrió.
—Perfecto ¿Y por qué brindamos?
—Por esta genial salida y porque estas de vuelta — me vio perdidamente.
—Porque al fin he vuelto a verte, ternura
—...
Lo miré abrupta, locamente y él me vio con su iluminada mirada, todo enamorado y un poco nervioso, levantó su vaso.
—Bueno, brindemos entonces — me dijo riéndose, y yo aún nerviosa y llena de felicidad por dentro, me reí y los dos juntamos nuestros vasos y brindamos.
Reímos los dos al cabo de ese brindis y bebimos de nuestros mojitos.
Aquel adictivo sabor a frutilla estaba calando más y más en mí, y riéndome contenta, volví a dar otro sorbo y Layne me miró.
—No te lo tomes tan rápido, se te puede subir.
—Creo que ya se me subió todo, y no me importa, porque esto está muy rico.
—¡Jajaja!
Su risa, amaba cuando reía. Se veía tan adorable.
Layne riéndose, también dio otro sorbo a su mojito y yo me le quedé viendo con mi tonta y enamorada sonrisa y se me ocurrió una idea loca del momento.
—Oye, hagamos una competencia.
—¡¿Qué?! — preguntó riéndose.
—Bebamos los dos al mismo tiempo sin parar, el que se ahogue primero pierde y tendrá que hacer un baile ridículo aquí junto a la mesa.
—¡Jajajaja! ¿Estás bromeando, verdad, ternura?
—No, jajajaja ¿Aceptas el reto? — sus ojos brillaron en los míos y me sonrío con dulzura e interesado.
—Acepto, pero luego no te quejes, jajajaja.
—No me quejaré, porque tú serás el que pierda.
—Yo no estaría tan seguro de eso.
—Jajajaja. Perfecto, entonces a la cuenta de 1,2 ¡3!
Los dos tomamos rápido nuestros vasos, nos lo echamos a la boca y bebimos de nuestros mojitos sin parar; bebí y bebí y Layne hizo lo mismo. De pronto sentí que lo vomitaría todo, y sin poder resistir, me ahogué y comencé a toser. Layne estalló en risas.
—¡Perdiste! ¡Te he vencido, ternura! — fruncí el ceño.
—Solo fue suerte de principiantes.
—Claro que no. Ahora colócate ahí y empieza a bailarme.
—¿Qué?
—Es lo justo. Acordamos que él perdedor bailaría ridículamente, y tú perdiste, así que cumple con lo acordado — lo miré decidida.
—Bien — me puse de pie — Para que veas, que yo siempre cumplo con lo que digo y prometo — me sonrió.
— Lo sé.
Nerviosa, no me importó y ya sintiendo un poco los efectos del mojito, miré a Layne y comencé a bailarle ridículamente. Él estalló de risa y yo moviendo mis manos y piernas, también me reí y le hice un baile estúpido.
Los dos riéndonos a todo dar, causamos la atención de los demás y oímos que había karaoke en el pub de junto.
—Oye ¿Escuchas eso?
—Si.
—Si lo hubiésemos sabido, mejor hubiésemos ido allá — le sonreí.
—Pero no importa, puede ser para la próxima salida que hagamos — me vio todo tierno.
—No sería mala idea.
Volví a sonreírle y por inercia volví a beber de mí ya casi vacío vaso, cuando en eso la mesera nos trajo el segundo pedido del happy hour.
—Aquí les traigo la segunda ronda, antes que se acabe la promoción — Layne me miró.
—Pero aún no hemos pedido la segunda promoción ¿O sí?
—No, que yo lo recuerde.
—Yo traje lo que ustedes me pidieron y recuerden de avisarme lo del ticket, para cobrarles el descuento.
—Ok...
Le dije Layne y volvió a sonreírme.
Yo miré mi nuevo mojito y ansiosa le di un rápido sorbo, él me imitó.
—Ternura ¿Te molesto si me fumo un cigarrillo?
—No, descuida. Siempre y cuando no hayas fumado alguno en el día.
—De acuerdo, lo reconozco, me fumé uno cuando pasé a buscarte a tu casa ¿Estás feliz? — le sonreí.
—Si, mucho, porque eso significa que, con este cigarro, solo te has fumado dos este día, lo que ya te lleva por muy bien camino. Me siento muy orgullosa de ti — me vio todo enamorado y volvió a sonreírme con ternura y hasta un poco de vergüenza.
—Gracias, ternura — lo vi amándolo con todo mi corazón y Layne con pudor, sacó su cajetilla de cigarros de su bolsillo y encendió uno.
No podía negarlo, hasta así fumando y con el cigarrillo en su mano, se veía atractivo y guapo.
Layne botó el humo por la nariz y yo bebí de mi segundo vaso. Me sentí un poco mareada y me reí. Él me vio atento.
—¿Estás bien, ternura?
—De maravilla. Hacía mucho que no me sentía así, jajaja.
—Jajajaja.
—Oye ¿Podría dar una fumada? —sonrió.
—Claro, toma.
Feliz, me hice la importante y se lo recibí; Nunca había fumado, pero no quería aparentarlo frente a él y empecé a darle fumadas, como yo creía que se hacía. Layne me vio tierno y con su mágica sonrisa, la que amaba con todo mi corazón.
—¿Y hay algo más de lo que quisieras contarme, ternura? — me preguntó con cierto interés y yo di otra fumada y lo miré sin comprender.
—¿Algo más? ¿A qué te refieres?
—No lo sé, quizás en este tiempo, cuando estuve de gira con la banda, hayas conocido a alguien, un amigo — di otra fumada.
—No, la verdad que no — sintió un alivio en su corazón — ¿Por qué preguntas?
Layne rio y sonrió.
—Por nada en especial, solo pregunté por preguntar.
—¿Y tú? — pregunté ahora yo con intereses, pero temía a la vez que me respondiera lo que no quería oír.
Layne volvió a reír.
—¿Ahora tú quieres saber si yo conocí a alguien? — me puse nerviosa.
—¿No me lo quieres decir acaso? — se rascó la cabeza.
—No, no es eso, es tan solo que, tampoco he conocido a nadie, es todo — lo miré con detenimiento y sentí un gran alivio en mi corazón.
—¿En serio? Quiero decir, entonces tampoco has conocido a alguien — me miró con suma ternura. Sus ojos otra vez brillaron en los míos.
—No, al igual que tú, ternura.
—...
Ambos no nos dijimos nada, más solo nos miramos y yo otra vez muriéndome de nervios por dentro, sentí el suave sabor al tabaco en mi boca y le devolví su cigarrillo.
—Ten, creo que ya le he dado muchas fumadas.
—Jejeje, ok.
Me lo recibió y me contempló por unos momentos.
—...
Su intensa mirada en mí me puso otra vez nerviosa y di un rápido sorbo al mojito.
El corazón de Layne vibró fuera de control y me sonrió.
—Estás muy bonita, ternura.
—... — abrí los ojos.
—Sé que solo somos amigos, muy buenos amigos, pero aún así te encuentro muy preciosa y tierna.
<< ¡Oh Dios míos! >>
<< ¡¿Y ahora que le digo!?
<< ¡Nunca creí que me diría algo así! >>
<< ¡Dios, sus ojos son tan preciosos y profundos! >>
<< Cuanto te amo y te adoro, mi Layne. >>
<< Si pudiera decírtelo. >>
<< Eres lo más hermoso y tierno del mundo. >>
No sentía las mejillas y fija en él, Layne desvió la mirada al no tener respuesta mía y rio con vergüenza.
—... Creo que el mojito está un poco fuerte ¿No? — soltó para arreglar lo anterior y los dos nos miramos nerviosos.
—Si — me reí de los nervios — Pero aún así me lo seguiré tomando.
—Te apoyo.
Nos reímos y los le dimos un rápido sorbo a los mojitos, los que otra vez estaban casi vacíos.
De pronto, sentí que todo me daba vueltas y vueltas y mareada, lo vi a él y me reí fuera de contexto. Layne me miró.
—¿Estás bien?
—Más que nunca, mi Layne — me miró sorprendido.
<< Mi Layne. >>
<< Me llamó mi Layne. >>
Rio todo tierno y me sonrió.
—A ver, mejor dejemos este vaso por acá — me quitó mi vaso y yo fruncí el ceño.
—¡No! ¡¿Qué es lo que haces?! ¡Es mi vaso y yo quiero seguir tomando! ¡Jajajaja!
Me encontró tan adorable y no pudo negarme a seguir tomando y se rio conmigo.
—¡Jajaja!
—Como que estoy un poquitín mareada — le dije con una voz muy rara y Layne me vio de nuevo todo dulce y a la vez sobreprotector.
—¿En serio estás mareada, ternura?
—Si, pero no te preocupes... La noche es joven y no quiero que aún se acabe... No, no quiero que nos separemos.
—Yo tampoco, ternura.
—Oye ¿Tú no estás mareado?
—Solo un poco, pero descuida. Tengo mucha resistencia — estallé otra vez en risas.
—¡Él! ¡Él que tiene mucha resistencia!
—¡Jajajaja!
—¡Oye, brindemos otra vez! ¡Espera, ya no tengo, me bebí todo mi mojito otra vez! ¡Jajajaja!
—¡Wuajajajajaj!
De pronto, la mesera nos trajo otra orden de mojitos.
—Aquí les traigo otra orden de mojitos — Layne la miró sorprendido.
—Espere. Nosotros no pedimos esto ¿O sí, ternura?
—¡Ay no lo sé! ¡Con tal que podamos seguir bebiendo y haciendo brindis, me basta y me sobra!
Layne se puso a reír y la mesera dejó la orden en la mesa y se fue. Yo más que feliz y entusiasta, tomé mi vaso y me di un largo sorbo. Solo quería seguir bebiendo y disfrutando de la compañía de mi amado Layne.
—Ternura, en serio, bébete ese vaso más lento.
—¡Ay mi Layne, si no me va a pasar nada! ¡No te comportes como mi madre!
—¡Jajajaja!
—¡Oye! ¡Tomémonos una foto!
—¡Que buena idea!
—Tómala tú, eso sí. Tu celular toma mejores fotografías que él mío.
—Ok, jejeje.
También un poco mareado, sacó su celular del bolsillo, lo posicionó frente a ambos y yo toda feliz y mimada me recargué en su hombro. Layne me miró embelesado, muriéndose de amor por dentro y los dos sonreímos a la cámara y él nos fotografió.
La miramos con cariño y yo quise otra foto junto a él.
—¡Otra! ¡Tomémonos otra!
—Jejeje, bueno.
Volvimos a posar a su cámara y esta vez hicimos unas morisquetas graciosas y Layne nos fotografió.
—Me encantan. Tienes que enviármelas ¿Sí?
—Claro, ternura. Ahora mismo te las envío.
—¡Super!
Bebí de mi nuevo mojito y Layne se me quedó viendo fijo.
Sin contenerse posó su mano en mi mejilla y me la acarició.
Yo toda derretida, lo vi sin aliento, perdidamente; a él se le iluminaron sus ojitos de cielo y ya no se contuvo más y me besó largamente, como tanto lo había deseado y anhelado.
Mi corazón y alma se glorificaron con su apasionado y rico beso, y aún besándonos, Layne me abrazó y yo me colgué de su cuello.
Nuestros labios tronaron al cabo de nuestro beso; nos miramos perdidamente enamorados, y yo por un impulso, me abalancé a sus labios y ahora yo comencé a besarlo.
Layne se estremeció por completo al sentir mi tímido y dulce beso, y feliz, me lo correspondió y sostuvo mi cabeza con cariño.
Besándonos sin parar, escuchamos de pronto el bullicio, de la gente, del pub de junto, quienes estaban cantando una entretenida canción y dejamos de besarnos y nos vimos todos enamorados y con la respiración entre cortada.
—... ¿Quieres ir a bailar? — insistía en mirarme de esa apasionada manera. Se moría por volver a besar mis labios.
—... Si, me encantaría.
—... — Anhelaba, deseaba acariciarle su rostro angelical, pero algo me retuvo.
—... Ok, pediré la cuenta.
—Bueno.
—¿Segura que te sientes bien?
—De maravilla, jajajaja.
—Ok, jajajaja.
Nos miramos con complicidad, cariño, y ebrios, nos sonreímos, cuando la mesera nos trajo la cuenta.
Vimos el total y a mí se me fueron los ojos. No podía ser que nos estuviesen cobrando enorme cantidad. Layne miró sospechoso a la mujer.
—Esta cuenta está equivocada. Nosotros no consumimos todo lo que aparece aquí.
—Ustedes pidieron y nosotros se los trajimos. Es lo que aparece aquí.
—¿Y el descuento de los happy hour?
—Ese viene incluido.
—Pero si no más, lo recuerdo, usted nos trajo una orden de mojitos, los cuales nosotros no pedimos.
—Es cierto.
—No sé en que estarán pensando, pero si gustan, iré a conversar con el administrador. Él les puede aclarar que tanto como el descuento y los últimos mojitos fueron pedidos y entregados a ustedes.
—Por favor, quiero que él no los aclare este error.
La mesera molesta, fue a hablar con el administrador y yo miré a Layne. Él me miró con dulzura.
—No te preocupes, ternura. Tiene que haber un error y lo hay. No pagaremos tal cantidad si lo que consumimos estaba con el descuento.
—Exacto, espero que lo arreglen — me sonrió.
—Tranquila.
Lo miré perdidamente y él me vio de igual manera. Los dos recordamos lo que acababa de ocurrir entre ambos y nuestros corazones se elevaron de dicha e ilusiones.
La mesera se nos acercó.
—El administrador dice que no hay ningún error, que ustedes consumieron todo lo que hay en la boleta, por ende, es ese el total a pagar — Layne se molestó.
—Esto es muy extraño. No es justo que usted sola haya conversado con el administrador, siendo que es él el que tiene que venir a explicarnos del por qué esta cuenta.
—Lo siento mucho joven, pero al administrador no se le puede cambiar de parecer...
—Layne la miró furioso y yo la miré de igual manera.
—Ni modo...
Dijo sin querer darle más vuelta al asunto y pasó su tarjeta de crédito. Yo lo miré y volví a mirar enfadada a la tipa.
—Muchas gracias y otra vez lo siento — se excusó la mesera.
—Si como sea — dije y ambos nos miramos.
—Vieja sinvergüenza.
—Tranquila, ya pasó. Para la otra, tendremos más ojo en quien nos atiende y en lo que pediremos.
—Es que no va a ver otra vez, no en este lugar y menos con esa vieja.
—Jajajaja.
—Jejejeje.
—¿Te parece que nos vayamos a bailar?
—¡Si! Es lo que más quiero.
—Jejeje.
Me levanté de la mesa y me vino un fuerte mareo. Layne rápido me sostuvo en sus brazos y yo lo miré riéndome.
—Por casi te me caes, ternura.
—Estoy bien. Solo que todo me da vueltas, es todo.
—¡Jajaja!
—Ahora vamos, que veo que allá están todos bailando.
—Ok. Sostente de mi brazo para que no te caigas — lo vi con ternura.
—Bueno.
Feliz me recargué de su brazo y los dos nos acercamos al tumulto de gente, bailando, en el pub de junto.
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