CAPÍTULO XIII: PLANES MACABROS
POV DE LILITH:
Ahhhh, cómo me encanta el Infierno, ese lugar tan cálido, tormentoso, lleno de pobres miserables que a diario me agobian suplicando piedad, víctimas que podía tomar para satisfacer mis deseos sexuales fuera directa o indirectamente usando a mis súcubos e incubos me gustaba ver a mis víctimas retorcerse de placer mientras eran poseídos por ellos, me gustaba ver la lujuria y el deseo en sus rostros.
La sola idea de verlos cometiendo ese acto impuro siendo o no yo participe me arancaba una sonrisa. Si, amo este lugar, en especial cuando gobierno casi la mitad de demonios que ofrecí a Zigor, pensar en él también me despertaba un deseo, deseo que solamente podía darme el lujo de satisfacer cuando él volvía de sus viajes en busca de su aprendiz, quién seguiría el legado e imperio que él comenzó. Zigor no se andaba con estupideces o cosas pequeñas, por eso cuando nos ofreció al vejestorio chupasangre y a mi una alianza no lo dudé ni por un instante, aunque ahora sea solamente su esclava sexual.
Sin embargo ese pensamiento se disipaba cuando a través de mi bola de cristal veía al que ahora es el rey de ese pueblito insignificante llamado Nottingham, Herzel Jonestone era perfecto para ser mi heraldo, ¿Qué mejor si no era la combinación de un poder tan grande como el que él llevaba dentro?, ¿Quién si no era el fruto de una unión exquisitamente prohibida entre un demonio y un ángel?, de pensarlo sonreía mientras reía y acariciaba tanto la bola de cristal como uno de mis costados, ese híbrido también despertaba en mi un deseo de poseerlo de todas las formas posibles.
Imaginaba la cantidad de cosas que podría hacer cuando él estuviera bajo mi influencia, cómo gobernaríamos juntos el Infierno y cómo haríamos nuestra rebelión contra esos seres celestiales que no le permitían dejar salir su poder; sin embargo había un problema: Un individuo muy bien vestido, barbado, llamativos ojos grises y de porte elegante que siempre estaba con él como si fuera su padre, lo miré con interés antes de hablar y acariciar la imagen que reflejaba de él.
-Si no interfirieras en mis planes, podríamos ser algo cariño, no haríamos mal tercio-. Me mordía el labio mientras lo veía con otras más personas, pero solo me centré en él, lo miraba con interés y deseo que rápidamente pasó a enojo, ese guapo elegante no se interpondría entre el híbrido y yo, si debía matarlo lo haría.
-¿Me hablabas a mi, cornuda de los infiernos?-. Escuché aquella voz detrás de mi con acento rumano y rodé los ojos, "Mira imbécil, no todo el maldito mundo gira en torno a ti y tu especie Nosferatu", pensé para mis adentros antes de girarme y verlo con desagrado, lo soportaba solo porque éramos aliados en esta guerra contra las tropas del bien.
-No hablo de ti vejestorio, ni siquiera con tanto poder puedes atrapar a un simple hombre, deberías rendirte o clavarte una estaca de plata en el corazón-.
-Cuidado con lo que dices-. Dijo iracundo mirándome fijamente y sujetando mi cuello, yo solo sonreí ante eso, intencionalmente dejé escapar un jadeo y me reí inclinando mi cabeza hacia atrás de manera sensual y placentera, noté como su enojo se disipó y me soltó, así que me le acerqué quedando bastante cerca, con una de mis manos iba recorriendo sensualmente su torso hasta llegar a su cuello y apretarlo con fuerza mientras lo miraba con mis ojos inyectados en furia, vi como pasó saliva consciente de que no era buena idea hacerme enojar, si bien podía ser una demonio sexual, también tenía mi lado peligroso y sanguinario. -Lo siento madre de los demonios-.
-Te perdono, vejestorio fracasado-. Lo solté y me alejé para de nuevo centrarme en Herzel, mientras analizaba cómo podía debilitarlo por su lado demoníaco o hacer que su furia saliera a flote, dando rienda suelta a su demonio interno. -Supongo que no estás aquí solo para una "plática amena"-.
-Si, ya sé que tenemos una alianza con Zigor pero pensaba que tú y yo podríamos unir fuerzas para lograr lo que queremos. -Lo miré con interés instándolo a continuar mientras me acostaba en mi sofá largo con mi copa de veneno y mis serpientes rodeándome. -Podríamos mejorar la raza-.
-No me acostaré contigo vejestorio-. Dije con cara de asco, solía ser selectiva sobre con quién acostarme.
-¿Siempre piensas en sexo, cornuda?-. Lo miré, la respuesta era evidente, no por nada gobernaba junto a Asmodeo el tercer círculo del Infierno, no por nada tenía mis atributos que usaba para hacer caer tanto a hombres como mujeres en el pecado de la lujuria y no por nada era la reina de la misma, no por nada tenía a Zigor de mi lado como aliado. -Hablaba de hacerlo con magia, uniendo lo mejor de nosotros dos, crear una especie de...-.
-¿Vampiro demoníaco? o un ¿Dempiro?-. Pregunté con una sonrisa, no sonaba nada mal juntar a uno de sus pobres y miserables sirvientes con uno de mis más letales demonios. Él asintió algo orgulloso con su idea, yo me limité a verlo antes de dar un trago a mi bebida. -¿Cómo lo haremos?-.
-Es sencillo Lilith, escojemos a uno de tus demonios letales para extraerle la sangre y uno de mis servidores que sea fiel y como un adicto a la sangre la tomará sin dudar, así las dos sangres se fusionaran en su organismo como pasó con ese chico y los hará más poderosos o bien puedo usar a uno de tus demonios y ofrecerlo como sacrificio a mis hambrientos muchachos y ver qué pasa-.
-Está bien, además una vez hagamos eso le avisaremos al Lord sobre sus nuevas y mejoradas tropas, pero no solo eso, una vez tengamos ese experimento listo, podríamos enviarlos a buscar a nuestros heraldos, tú el peliblanco y yo el híbrido-.
-Bien, además podemos ayudar al Lord a deshacerse de ese gótico del que hablaba, nos llevaremos una generosa recompensa por ello-. Y hablando del rey de Roma, Bastián acababa de entrar y nos miraba fijamente como de costumbre, con superioridad porque sabía que nosotros dos estábamos bajo su mando.
-¿Qué estaban haciendo?-. Preguntó autoritariamente con rostro serio, fulminándonos con la mirada.
-Estábamos planeando cómo derrotar a esas tropas del bien-. Hablé mientras me acercaba a él, caminando como si danzara, quedando muy cerca, tanto que cada quien podía sentir el aliento del otro. -Este vejestorio propone unir la sangre de mis demonios con la sangre de sus criaturas nocturnas para crear nuevas tropas, así podríamos atraparlos más fácil, incluso tú podrías usar al más letal de este experimento para que se encargue de el chico que quieres matar-. Zigor sonrío ante la idea y aprobó la decisión antes de irse nuevamente y dejarnos solos, pero se detuvo para lanzarnos una advertencia.
-Perfecto, pero como todo falle... Los dos tendrán un castigo-. Me miró brevemente y sabía que debía ir a acostarme con él.
Horas después, nos encontrábamos el vejestorio chupa sangre y yo listos para hacer el experimento, yo tenía uno de mis demonios sometidos, amarrado y este inútilmente suplicaba para que lo dejase en libertad, cosa que no iba a suceder. El Brujo Maestro se acercaba con uno de sus Condes con una sonrisa de sasitfacción como si ya estuviese viendo el resultado final mientras su súbdito lo seguía como perrito faldero, El Brujo maestro se acercó a una mesa buscando una navaja, yo me dedicaba a observarlo todo mientras sujetaba la cadena que estaba atada al cuello del demonio.
-Dime, ¿Quieres algo de sangre?-. Le preguntaba el Brujo a su súbdito que solamente asentía casi desesperado como perro rabioso y se saboreaba ante la palabra en mención, el Brujo solo sonrió bajo su máscara, sin mediar palabra cortó el cuello del demonio y el vampiro con desespero se abalanzó a su cuello para chupar su sangre con ansiedad y necesidad de controlar su sed, el demonio se quejó y gritaba antes de caer rendido ante la falta de su sangre contaminada, el vampiro sonrió ante su "premio" antes de sonreír.
Esperábamos que la sangre tuviera efecto en el Nosferatu pero él parecía bastante normal, no mostraba cambios o algo, le lancé una mirada al Brujo algo enojada por su estúpida idea y suspiró, sin embargo cuando el Conde estaba por irse el demonio se alzaba con sus alas desplegadas y sus garras para saltar hacia el vampiro y destrozarlo con sus manos y dientes, ahí estaba nuestra unión: El demonio tenía sus ojos rojos con esclerótica negra, dientes puntiagudos y prominentes (en especial sus colmillos) garras, orejas puntiagudas y una piel pálida con marcas rojas similares a tatuajes, sus alas eran de un rojo sangre similares a las de un murciélago, nos miraba con ira mientras que de su boca chorreaba sangre la sangre entre negra y roja del vampiro al que había destrozado, lo sujetó para neutralizarlo que no hiciera daño, el Dempiro solamente gruñía con la respiración agitada.
-Lo tenemos cornuda, tenemos lo mejor de nuestras especies-. Sonreía mientras acariciaba el rostro del espectro, luego miró al cuerpo del demonio destrozado que aún despendía sangre con una sonrisa macabra antes de llamar a más vampiros para que se abalanzaran y acabaran con lo poco que quedaba del cuerpo del vampiro. Sin embargo el efecto de la sangre de demonio era diferente en los Nosferatus, los ojos de ellos se tornaban negros completamente, su rostro se deformaba hasta el punto de quedar casi en los huesos y sus dientes se asemejaban un poco a los de los Licántropos, lo habíamos conseguido, habíamos creado las tropas pefectas para el Lord, lo llamamos para que viera sus tropas y simplemente sonrió antes de decir:
-Acaben con ese maldito gótico-. Las tropas salieron disparadas siguiendo las órdenes de Bastián, menos dos de los Dempiros que habíamos creado, esos dos fueron una especie de recompensa por parte del Lord para nosotros por el trabajo que habíamos hecho. Miré al demonio al que decidí bautizarlo Arkarog, él sería por decirlo de alguna manera mi segundo al mando, también pensaba usarlo para atormentar a Herzel y obligarlo a sacar su lado demoniaco que estaba reprimiendo, pero me contuve de hacerlo y decidí yo misma darle una visita...
Él se veía tan tierno, mientras se preparaba para dormir sin siquiera sospechar que yo estaba ahí asechándolo, observándolo y analizando cada uno de sus movimientos, y mirando como su aspecto iba cambiando desde su cabello negro sedoso con tintes rojos, su ojo izquierdo que poco a poco se iba tornando naranja, sus garras aumentaban, además de unos pequeños cuernitos y sus dientes filosos.
Sonreí viéndolo como si aquel hídrido hubiese sido una obra que yo creé y no ese amor prohibido del que tanto hablaban los conocidos y cercanos de Herzel, esa tonta historia amorosa que me parecía patética pero a la vez intrigante debido al poder que Herzel llevaba dentro. El baño se había oscurecido y las luces comenzaron a parpadear, él que se estaba echando agua en su rostro y esta bajaba por su barba en diminutas gotas, me vió detrás de él y se giró con miedo para verme pero yo ya había desaparecido de allí, las luces siguieron parpadeando a medida que el baño se volvía negro con un ambiente pesado.
-No, no no, esto no es real, esto no está pasando-. Decía apoyándose en el lavamanos y respirando pesadamente mientras trataba de calmarse, veía como clavaba sus garras en el borde del mavamanos. -No estás aquí, no estás aquí-. Se repetía una y otra vez a si mismo, como si quisiera convencerse de que no lo estoy atormentando pero era inútil. Me reí de su patético intento por ignorarme y me acerqué a él por detrás para abrazarlo y hundir mis garras en él dejándole marcas en su cuerpo, para agilizar el proceso de metamorfosis en demonio.
-Es inútil que lo niegues-. Se giró de nuevo para intentar atraparme pero no podía, lo notaba desesperado, confundido, aturdido y sudando en exceso por lo que le estaba provocando.
-No, no eres real, no lo eres-. Decía mientras miraba con desespero cada pared y rincón del baño, buscando algún indicio de que yo estaba ahí, reía mientras lo miraba presa del pánico, atemorizado.
-Oh cariño, si tan solo tú pudieras entender lo que puedes llegar a ser con tu poder-. Dije mientras él se tomaba la cabeza y comenzaba a respirar con pesadez, me limité a reír de nuevo mirando a mi presa. -Mira Herzel, si tan solo liberaras ese potencial...-.
-¡No, no lo haré!-. Decía con ira mirándome, estábamos frente a frente y pude notar que sus dientes estaban apretados, su ojo izquierdo se tornaba más naranja y su pupila amenazaba con convertirse en una pupila de gato, sonreía mientras miraba que sus marcas de demonio comenzaban a aparecer como tatuajes rojizos similares a los de los Dempiros en sus antebrazos, cuello y contorno de los ojos.
-Eso es lo que debes hacer querido, déjalo salir-. Decía mientras que en mis labios se asomaba una sonrisa perversa, unos golpes en la puerta arruinaron el momento.
-Herzel, ¿Cariño estás bien?-. Percibí que era una voz femenina, supuse que sería su amada y desesperada esposa preguntando por su bienestar, aquella interrupción me hizo hervir la sangre y apreté mis puños, provocando más dolor y pesadillas en Herzel que comenzó a gritar con dolor y agonía. -¡¿Herzel?!-.
-Esto no ha terminado-. Dije tomando su rostro con violencia antes de arrojarlo contra el espejo para que se rompiera y desaparecer, el baño volvió a la normalidad al igual que las luces y entonces la vi: ojos azules, cabello rubio y ropas de la realeza; corría desesperada hacia él.
-Herzel, Herzel cariño despierta-. Decía tomando su rostro y palmeándolo con cuidado, las marcas en su cuerpo habían desaparecido, ahora solo tenía cicatrices. -Por favor despierta-.
-¿Clara?-. Dijo algo adormilado mientras despertaba aturdido, la rubia asentía mientras seguía acariciando su rostro y él desesperadamente se abrazó a ella buscando refugio y lloraba como un niño pequeño. -Ella está aquí-.
-¿Quién amor?-.
-Lilith, Lilith está aquí-. La rubia lo miraba con compasión mientras examinaba meticulosamente cada rincón, sin embargo ella no podía verme a menos que yo así lo quisiera, me limité a reír una vez más.
-Cariño, solo has tenido un día pesado, vamos a dormir-. Lo ayudaba a levantarse y lo abrazaba rodeando su cintura mientras se dirigían a la cama donde los esperaba el pequeño, sonreí al verlo pero me reprimí, podría ser la madre de los demonios pero tampoco sería una desalmada y atacaría al inocente niño, por el momento solo estaba centrada en el padre, en Herzel, buscaba la manera de hacerlo caer, de alejarlo de las personas que tanto lo protegían como por ejemplo ese maldito barbado de vestimenta elegante y ojos grises.
-Tengo miedo-. Confesaba el hombre mirando a su amada y dejando que algunas lágrimas se escaparan de sus ojos, la rubia simplemente tomó su rostro para limpiar sus lágrimas con sus pulgares antes de tomar su mentón para besarlo mientras él la aprisionaba en sus brazos como si no quisiera dejarla ir en ningún momento, como si algo bastante malo fuera a pasar si aquella rubia se alejaba de él. -Gracias-.
-Por nada, nunca te dejaré solo y si es necesario te ayudaré a combatir a esa perra del infierno-.
-¿Lady Clara, reina de Nottingham usando ese lenguaje?-. Preguntó el híbrido divertido mientras reía un poco bajo ella y la rubia atinaba a masajear uno de sus pectorales antes de descender para besarlos con suavidad antes de tomar de nuevo su mentón con una sonrisa.
-Si cariño, lo usaré si eso te ayuda a que no pienses en ella-.
-Entonces...-. La giraba cambiando de posición para que ella quedara bajo él y comenzara a besar su cuello con ternura. -Sigue haciéndolo toda la noche querida-.
-Como ordene su majestad-. Decía ella fundiéndose con él, pero con cuidado de no despertar al pequeño, antes de que perdiera completamente el control y cometiera una locura que pudiese perjudicar mi plan decidí irme, pero esto no se iba a quedar así... Tarde o temprano Herzel Jonestone rey de Nottingham caería bajo mi poder y obedecería mis órdenes cueste lo que cueste.
Después de esa pequeña visita al híbrido volví al Infierno y Arkarog me esperaba paciente, con una mirada llena de deseo y ansias de matar pero aún no le permitiría hacerlo, quería divertirme un poco más con mi víctima antes de ejecutar mi plan, quería verlo sufrir y que lentamente se simiera en el desespero, la confusión y el miedo, lentamente lo llevaría a la locura y después a la ira y con la ira su demonio interno despertaría hambriento de poder y sangre, Herzel por fin reclamaría lo que le pertenece, pero necesitaba un pequeño impulso para lograr mi cometido final. Cogí mi bola de cristal y me dediqué a observarlo al parecer era como nada hubiera sucedido antes, estaba durmiendo plácidamente en los brazos de su amada como si no existiera ninguna preocupación
-Tonto patético, ella no podrá salvarte siempre-. Decía con algo de enojo mirando la escena romántica que proyectaba mi bola de cristal, una parte de mi estaba enojada por ello y otra parte deseaba ser ella y estar con él, pero en lugar de decirle tontas palabras cursis y toda esa basura romántica, inspirarlo a ser lo que fue destinado a ser: gobernante del infierno, él estaba destinado a ser mi herdaldo y sin importar qué tuviera que hacer para conseguir ese propósito lo haría-
-Mi señora, ¿Desea que haga algo por usted?-. Preguntó Arkarog con su voz rasposa y con gruñidos, me giré a verlo.
-Tal vez si tenga una misión importante para ti querido, hazla y serás recompensado-.
-¿Qué es lo que debo hacer?-. Sonreí antes de acercarme y suspender la bola de cristal para que la imagen no solo se proyectara en ella sino en la habitación como si fuera un holograma, la imagen proyectaba a la rubia llamada Clara.
-Es simple, ve al castillo de Nottingham, búscala y hazla sufrir... Te daré la total libertad de que te diviertas con ella como más te plazca-. Arkarog sonrió mostrando sus dientes filosos mientras sostenía su navaja de hueso. -Ve por ella y tendrás tu recompensa-.
-Como ordene mi señora-. Decía el Dempiro antes de desaparecer en una nube de polvo, tomé la bola de cristal y la acerqué a mi cara mientras reía macabramente.
-Lady Clara de Nottingham, deserarás no haber provocado a esta "perra del infierno"-....
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro