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CAPITULO XI: NUEVA AMISTAD

Kendall se sentía decepcionado, incluso hasta el punto de pensar que Jacob ya no era el mismo hermano que alguna vez conoció, Jacob ya no era el mismo hermano mayor que estaba dispuesto a sacrificarse por él una y mil veces, Jacob ya no era el mismo que no le importaba enfrentarse a diez personas a las vez por defender a su hermanito, Jacob ya no era el mismo Jacob amable pero rudo con el que podía contar para lo que fuera, Jacob había dejado de ser Jacob para ser alguien más. La verdad lo había golpeado en la cara y fuertemente, pero eso no era todo lo que Truthbelly estaba por contarle, había más y solo dependía de si Kendall era lo suficientemente fuerte para aceptar esa verdad. 

Kendall sintió como su respiración se aceleraba y las venas de sus manos se hacían más notorias, estaba teniendo una crisis mientras se seguía convenciendo de que lo que decía Truthbelly era falso y que solamente estaba fingiendo y manchando el nombre de su hermano, en pocas palabras pensaba que el director estaba del lado de Simeone y por ende en su contra.

-Sé lo que estás pensando Kendall, Jacob dejó de ser el para convertirse en otra persona, alguien más salvaje y más violento que el hermano que él solía ser para ti-. Interrumpió el director, Kendall lo miró sorprendido pero de nuevo bajó la mirada, se sentía fatal e indeciso, no sabía a quién creer, se sentía perdido.

-Yo... Me niego a creer que Jacob golpeó a un maestro-. Trtuthbelly lo miró algo resignado mientras mentamente rezaba por que el joven McQuoid entendiera lo que había pasado y entendiera la gravedad del asunto, Kendall debía entender que Jacob tal vez no era el mismo que alguna vez conoció y que probablemente ya no lo sería más. -Por favor dígame que es mentira, director-.

-No lo es Kendall y no voy te voy a decir lo que quieres oír, porque eso sería mentirte y a nadie en la vida la mentira le ha hecho bien-. Kendall se sintió desfallecer, una parte de él se negaba a creer que Jacob había cambiado tanto, la otra parte quería forzarlo a aceptar la verdad. -Tu hermano, su mejor amigo y Sinclair tuvieron una pelea, pero si algo puedo decirte es que tu hermano estaba experimentando con magia avanzada, magia oscura-.

-¿Magia avanzada?-. Preguntaba aún con asombro y negación al viejo director que solo mantenía una mriada serena y seria similares a las que le lanzaba Ramsey durante el tiempo que lo entrenó, lo miró antes de volver a preguntar, como si eso fuera o pudiera cambiar las cosas. - ¿Magia oscura?-.

-Si, espero lo aceptes-. Le respondió algo cortante y cansado de su negativa. - Mira, si quieres seguir buscándolo, debes estar listo para lo que puedas encontrar o ver, debes ser fuerte y mantener la cabeza fría Kendall, puede que te lleves una sorpresa o algo que pueda destruirte emocionalmente-. Kendall tragó saliva ante las duras palabras del director. -Puede que incluso tengas que enfrentarlo en el futuro-.

-No creo que pase, solo... Encontraré a mi hermano, sin importar qué digan-. 

-Y otra cosa, si quieres irte así como él lo hizo, al menos hazlo con dignidad y con un motivo que valga la pena-. 

-Yo no...-. Kendall se quedó callado, en eso sonó el timbre y el director se fue mientras ordenaba a los estudiantes ir a sus clases correspondientes, Kendall se quedó asimilándolo todo un tiempo, quería llorar y destruir todo, también tenía ganas de golpear algo, de nuevo la maldición de Lazarus lo asechaba, estaba tan perdido en sí que no sintió una mano en su hombro y cuando levantó la mirada se encontró con unos hermosos ojos azules que lo miraban con preocupación, de nuevo Kendall sintió lo mismo que cuando la vió por primera vez en la ceremonia.

-¿Estás bien?-. Le preguntó la chica elfo con una sonrisa amable, algo característico de la fraternidad a la que correspondía, la cual era Wendolin, apretó un poco su hombro, esperando que eso atrayera su atención y que al menos lo hiciera cambiar de expresión a otra menos ida.

-Eh...-. Kendall solo suspiró antes de verla y sonreír torpemente, pero de nuevo su expresión pasó a una casi enojada y a la defensiva. -No te lo tomes a mal pero no es algo en lo que puedas ayudarme-. La chica lo miraba confusa y con deje de enojo.

-Genial, eso me pasa por ayudar-. Dijo la elfo antes de darle la espalda, era como un dejavú para él, "Sí que sabes tratar a las chicas" se decía Kendall a sí mismo con sarcasmo antes de  suspirar y darse cuenta de su actitud hacia ella, que ni tenía la culpa de todo este asunto, la detuvo con delicadeza tomando su muñeca y ella no opuso resistencia. -Lo siento... Asuntos familiares-.

-Oh, entiendo, debe ser complicado-. Le dijo de nuevo con tono amable, como olvidando su pesima actitud con ella, le sonrío y Kendall se contagió de ello, carraspeó un poco antes de responder.

-Lo es, en especial cuando conoces tan bien a tu hermano que lo defiendes a capa y espada de las falsas acusaciones en su contra-. Jacob seguía siendo el mismo chico según Kendall, se aferraba con todas las fuerzas de su ser a pesar de que las pruebas eran irrefutables. Estaba en plena fase uno de un duelo personal: La negación. La chica elfo no supo qué decir ante la confesión de Kendall, sintió que debía darle su apoyo.

-No sé si te sirva de consuelo o algo pero... Si necesitas hablar con alguien, puedes hablar conmigo-. Le sonreía, ella venía  de una familia poderosa con modales, además de su que su especie ra reconocida por velar por el bienestar de todas las especies, incluyendo a los mundanos a los que ayudaban con tratos en los cuales no les hacían firmar un arcuerdo a cambio de favores. De todas las especies,  los elfos y hadas, eran los únicos que no expresaban interés por el alma o la escencia de los demás seres, en cambio pedían cosas como dulces, leches o azúcar.

-Gracias, ¿Cómo te llamas?-. Le preguntaba mientras limpiaba un poco sus lágrimas y sus anteojos que se habían empañado por su llanto.

-Peggy Hemmingway-. "Es un lindo nombre para un lindo rostro", pensó Kendall mientras aceptaba la mano que Peggy le había tendido y depositaba un dorso en su mano, poniendo colorada a Peggy. -Por cierto, ¿Eres de la fraternidad de Slay, verdad?-.

-Si, fénix de Slay... ¿Por qué la pregunta?-.

-Compartimos clase, así que andando... Vamos al salón-. Le dedicaba una sonrisa mientras caminaban a su clase en los jardines, Slay compartía clase con la fraternidad de Simeone y la maestra de la clase era el ser que nunca buscaba problemas, que siempre era el mediador en cualquier grupo, los estudiantes de Wendolin y Slay entraron a la basta aula para una clase que para algunos era aburrida, mientras que para las fraternidades de Wendolin y Trisquel era un tesoro. Kendal se sentó junto a la chica elfo, de alguna forma ella lo hacía sentir seguro y también lo ayudaba adaptarse.

Al cabo de un rato terminan las clases y caminan rumbo a la cena, Kendall y Peggy están caminando juntos como si se conocieran de tiempo atrás, no se podía negar que ambos disfrutaban la compañía del otro, Kendall había conseguido una nueva amistad, alquien más en quién confiar y alguien que parecía entenderle u no juzgarle. Agradecía a los dioses de encontrarla.

-¿Entonces tu hermano se fue sin más?-. Le decía ella muy atenta a lo que le contaba, Kendall se sentía con libertad de poder expresarse y contarle a alguien lo que le agobiaba, si bien podía haberlo hecho con los miembros del escuadrón o con el mismo Ramsey, pero su maldito orgullo no lo dejaba.

-Si, el idiota ese se fue sin decirme ni media palabra-. Peggy lo miraba sorprendida, pues si bien Jacob y Kendall tenía sus problemas de hermanos nunca lo había tratado tan mal o con ira, ahora Kendall estaba en la segunda etapa de su extraño duelo: Ahora estaba en la fase de la ira y era notorio. -Perdona, lo que quise decir es que... No dijo nada y se fue como un cobarde, ahg demonios-. Dejaba caer su cabeza en la mesa, rendido.

-Oye, calma... Estás algo enfadado-.

-¡NO LO ESTOY!-. Peggy lo miraba con cara de "¿En serio?", Kendall se quedaba rojo de pena mientras la miraba. -Por un demonio, lo siento Peggy-.

-Sí que tienes un humor horrendo-. Decía riéndo y de nuevo Kendall se perdía en su sonrisa de nuevo, como hinoptizado por ella, pero para disimular tomaba un poco de su jugo.

-Tienes razón, pero si vieras el temperamento de mi hermano, yo sería un ángel al lado de él, lo digo en serio-. Tomaba otro sorbo antes de hablar. -Pero, me siento enojado con todo-.

-¿Por qué?-.

-Si nada de esto hubiera pasado, si Jacob no hubiera ido a ese maldito bosque cuando niños o a esa cabaña abandonada o si simplemente no se hubiera ido como un cobarde, yo... Nada de esto pasaría, seríamos un trío imparable, el trío de los McQuoid-.

-¿El trío?-.

-Oh lo olvidé, tengo una hija-. Suspiraba y movía un poco su cabello antes de responder, si Peggy iba a ayudarlo de alguna manera, al menos él le debía contar parte de su pasado. -Tengo un hermano llamado Jacob, él y yo éramos bastante unidos, ya sabes cosas de hermanos, evidentemente no somos normales o mundanos aunque nuestro padre lo era, así que Jacob comenzó a interesarse en este mundo y deliraba-.

-¿Entonces se perdió y se dejó llevar?-.

-Correcto, y desde entonces he estado buscándolo sin parar, las últimas piestas que tuve me rrojaron aquí pero, creo que llegué tarde porque él ya no está y la escuela no deja de hablar de eso-. 

-Un segundo-. Peggy parecía haber atado cabos de todo lo que Kendall le contó brevemente sobre él y su hermano. -¿Tu hermano es el otro chico que se escapó de la escuela con ese libro y ese otro chico de su fraternidad?-.

-Si, ese imbécil que tengo por hermano parece que ha dejado a Slay en decadencia, con razón Simeone me odia... Maldito idiota, ¿Por qué tenía que joderlo todo?-. Decía golpeando la mesa con rabia, pero Peggy le tomaba la mano con dulzura, acariciando su dorso y lo miraba a sus ojos. -Lo siento Peggy, pero es que aún estoy procesándolo todo-. Se disculpaba y agachaba la mirada.

-Tranquilo, es normal sentirse así-. Terminaban la cena y cada quién iría a su torre correspondiende, pero antes de irse Kendall hizo un acto de amor puro: Cogío a Peggy y la abrazó como si fuese su hermano, su hija perdida o incluso su propia madre, la apretaba fuertemente mientras lloraba un poco en su hombro.

-Gracias por entenderme-. Decía en su oído para después, agradecerle con un beso en su mejilla y dejarla ir a su torre antes de irse él, Simeone lo miraba de reojo algo enojado (como de costumbre) y el director también lo miraba, era como si Asher tuviera un sexto sentido para adivinar la determinación de Kendall en econtrar todas las pistas que pudisese obtener de su hermano, pero había algo más que le preocupapa al viejo director y era que su gran secreto fuera descubierto por cualquiera de sus superiores o incluso un estudiante...

El tiempo pasó rápidamente y ya estaban a final del primer año de todos los estudiantes de Mexerth, todos estaban extasiados y emocionados por saber los resultados de sus pruebas para saber si habían aprobado o de nuevo tendrían que estar bajo la presión de las intensas clases de sus maestros, los cuales después del primer ataque y del ahora robo del DMB se habían puesto más que estrictos tanto con sus nuevos alumnos como con los recién llegados (en especial Simeone). 

Pero eso no era lo único que tenía a todos los de instituto muriendo de curiosidad, también estaba el asunto de qué fraternidad se haría con el trofeo de la competencia anual de las fraternidades ; aunque muchos habían apostado por Slay... La confianza y la fe en ellos se perdió ese día, ahora las fraternidades apostaban por Fenrir o Midger, sin embargo eso no quitaba algunos estudiantes fieles que aún creían en el fénix que alguna vez dirigió Struan Sinclair.

Sin embargo y a pesar del ambiente y de la incondicional compañía de Peggy, Kendall aún se sentía devastado y decepcionado por las acciones de Jacob, acciones que siempre escuchaba de los rumores que traía el viento. Aún los de su fraternidad lo odiaban y ni hablar de Simeone que ni soportaba verlo en pintura, estaba en la fase del duelo de la negociación, sin embargo Kendall aún aguardaba una pequeña y casi diminuta esperanza de que las cosas mejoraran para bien y de que su hermano tal vez no fuera el monstruo que todos describían aún con toda la evidencia en su contra. Aún tenía un dolor en el corazón y estaba en una lucha interna con sus sentimientos y pensamientos sobre la situación, sentía dolor y rabia a partes iguales; estaba confundido, triste, dolido y furioso al tiempo, sin saber cómo contenerse comenzó a llorar.

-¿Estás bien?-. Preguntaba Peggy sentándose a su lado y colocando una mano en su hombro.

-No, no lo estoy... Aún sigo pensando en mi hermano y en cómo arruiné una bonita relación fraternal por un tonto deseo de buscar a Jacob-. Peggy lo miraba comprensiva, dejando que se desahogue y acariciando su espalda. -Si,  ya mencioné que tengo una hija y cobardemente la dejé por buscar al idiota de mi hermano, pero ahora veo que todo fue en vano-.

-Comprendo, ¿Y si hablas con el director?-.

-Dudo que me ayude, aunque me salvó de sus perros infernales cuando llegué aquí-.

-Oh, Los Hellhounds, si el director puede controlarlos porque es mitad humano y mitad demonio, es un Cambión-. Le explicaba Peggy y Kendall quedaba sorprendido por eso, la naturaleza del director explicaba muchas cosas, como por ejemplo cómo podía seguir vivo después de tanto tiempo y envejecer lentamente. -El director usó esa medida luego de que tu hermano robara el libro prohibido que tenían en la tore del director...-. 

-El hijo de perra no solo lo robó-. Los interrumpió Simeone que pasaba por ahí, miró a Kendall con algo de desprecio y a Peggy con admiración, suspiró un poco antes de seguir hablando del tema. -Solo diré que por su culpa, Slay se fue al carajo-.

-No sé cómo reaccionar a esto, Jacob... Lo desconozco-. Y por fin después de casi año y medio, Kendall terminaba su duelo extraño, por fin abrazaba la aceptación de que Jacob había cambiado pero ahora temía que hubiese sido para mal...

Meses después, Kendall y Peggy estaban en cuarto año y la amistad entre los dos había crecido demasiado, a donde fuera Peggy iba Kendall y viceversa, los dos tenían sentimientos encontrados el uno por el otro pero ninguno había dado el paso. Sería una clase común de Historia en el instituto mágico de Mexerth, todos estaban emocionados, en especial Peggy por dos razones: la primera era que le encantaba esa clase.

 Peggy usualmente respondía las preguntas que se hacían (aunque no era la única, también había estaba Kendall), la segunda era porque esa clase la compartían con la fraternidad de Slay, a la cual pertenecía Kendall, el chico que la volvía loca, tenían una amistad desde hace años pero ella tenía sus dudas sobre los sentimientos hacia el peliblanco, suspiró agobiada por ese último pensamiento. Al cabo de unos instantes de que llegaran los demás, Kendall se hizo a su lado, Peggy se sonrojó un poco, sentía que se iba a desmayar, él simplemente la miraba.

-Hola Peggy-. Saludó con una de sus típicas sonrisas, la chica elfo se quedó un rato viéndolo y dejándose llevar por su belleza, le devolvió la sonrisa.

-Hola Kendall, ¿Cómo ha estado tu día?-.

-Normal, lo mismo de siempre: preguntas y deberes-. Respondió con naturalidad ese chico que le había robado el corazón y en mas de una ocasión la había hecho entrar en crisis respecto a las aventuras y pensamientos sobre su hermano y su hija  que solían compartir cuando no tenían clases.

La clase continúo como de costumbre, sin que él se diera cuenta le lanzaba miradas y sonreía tontamente, y cuando se veían, Kendall devolvía la sonrisa y volvía a centrarse en la actividad que habían asignado; al cabo de media hora él se había levantado para entregar su cuaderno y salir del aula, así que rápidamente ella terminó su actividad para alcanzarlo antes de que se fuera a otro lugar. Entregó su trabajo y salió siguiéndolo sin que él lo notara, pero se detuvo antes de irse al patio.

-Kendall-. Él se dio vuelta para verla extrañado, pero con una sonrisa, le preocupaba que quisiera ausentarse para dedicar tiempo para resolver acertijos que pudiesen llevarlo a donde estaba su hermano, se acercó más a él.

-Peggy, ¿Qué haces aquí?-.

-Solo quería ver...-. Por poco se delataba, casi le dice que quería verlo y pasar tiempo a su lado, aunque sospechaba que él quería lo mismo, rápidamente improvisó para no delatarse. -Quería ver si podíamos reunirnos para estudiar en la Biblioteca-.

-Me encantaría pero...-. Él posó sus ojos en ella, los dos sabían que se amaban el uno al otro pero no se decían nada. -Debo hacer otros deberes, tal vez otro día-.

-Oh, entonces...-. Se acercó mas a él, era innevitable no hacerlo, sus ojos verdes, su cabello gris casi blanco, sus lentes y esa maldita sonrisa la descolocaban, sonrió mientras se perdía en sus hermosos ojos. -Podría ayudarte si gustas-.

-Bueno...-. No se movió, notaba la tristeza y preocupación en su voz, él era un caballero en todo sentido y no le importaría sermonear a alguien solo para que hiciera las cosas bien. -Pero por más que me gustase, tú también tienes deberes pendientes-.

-Déjame ayudarte-. Susurró, definitivamente estaba diciendo la verdad, Kendall no quería que ella dejara sus estudios por ayudarlo, y Peggy tampoco quería dejar pasar esa oportunidad de estar con él, por más insignificante que fuera. -Así terminaremos más rápido-.

-Peggy...-. Comenzó hablando pero ella lo interrumpió.

-Sé que no quieres que me desvíe de mis estudios, pero no hay nada malo con ayudarte, y me encanta hacerlo, en verdad me encanta que estudiemos juntos, pero tienes razón-. Odiaba que la tuviera, a veces Peggy odiaba que fuese tan correcto.

-Veo que lo entiendes, pero... Lo pensaré-. Por un segundo creyó que iba a alejarle y que sus esperanzas se irían al diablo, le dio la espalda para comenzar a caminar, sin embargo no se iba a rendir.

-No me importaría, Kendall... Arriesgaría mi promedio con tal de ayudarte, lo haré cueste lo que cueste, adoro pasar tiempo contigo, por eso lo hago-. Expresó mientras comenzaba a caminar hacía la casa de mi fraternidad, pero cuando volvió a verlo estaba cerca, estaban frente a frente, ambos miraban los ojos y labios de quien tenían al frente.

-Sí que eres persistente... Entonces ven, por favor-. Le respondió suspirando abatido porque lo había doblegado, en un impulso sus labios rozaron los del chico con temor, no sabía si la rechazaría o no, sin embargo Kendall la atrajo más hacía el sujetando su rostro y cintura, sin pensar mandó sus manos a sus costados, duraron así un rato largo hasta que se separaron, era un beso apasionado cargado de cosas que debieron decir hace mucho tiempo.

-Haría todo lo que me pidieses porque... Te amo-. Susurró aún abrazada a él, solamente le devolvió la sonrisa mientras sujetaba su menton, le gustaba sentir su tacto. -Te amo Kendall McQuoid-.

-Yo también te amo Peggy-. Tomó su mano entrelazando los dedos, sonrieron y caminaron hacía la Biblioteca, ese era el mejor día de sus vidas, pero sin que Peggy lo esperara la hizo girar chocándola con él para darle otro beso corto. -¿Sabes?, tampoco me importaría romper algunas reglas, con tal de estar contigo, mi amada elfo-.

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