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Me había quedado con las ganas de hacer su encuentro para tomar café, así que aquí está
Advertencias: No beteado (aún), posible OoC (se hace lo que se puede)
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Kyle
Eric no está nervioso, en lo absoluto. Primero, porque los nervios son para maricas y él podrá ser gay, pero marica no es. Segundo, porque es ridículo sentirse nervioso por algo tan simple como una reunión para tomar café. Para tomar café con su amigo-enemigo de la infancia de quién podría estar, o no, enamorado con quién se reencontró unos días antes y desde entonces ha protagonizado sus sueños. De nuevo. Sueños para nada inocentes. Sueños que le hacen sentirse como un jodido adolescente calenturiento de nuevo.
Eric no está nervioso, para nada, pero tiene al menos veinte minutos fuera de la cafetería dónde se supone se iba a encontrar con Kyle hace, más o menos, veinte minutos, tratando de convencerse de que todo va a estar bien y que deje de ser un cobarde.
Ok, es posible que sí esté un poco nervioso, ¿pueden culparlo? Cuando invitó al pelirrojo por un café en verdad no esperaba que realmente hicieran planes, mucho menos que esos planes se llevaran a cabo y, para echarle sal a la herida, fueran tan pronto, a menos de una semana de esa fortuita noche. Había llegado a la cafetería rayando a la hora de su encuentro, pensando que se encontraría conque el judío lo había dejado plantado o algo así, solo para notar, antes de entrar, a través de la ventana la maraña pelirroja de Kyle, lo que le comprobó que no sería plantado.
Aunque, si no se apresura a dejar de comportarse como una gallina, Kyle será quién piense que ha sido dejado plantado. ¿Por qué no se ha ido aún? Eric sabe que, de estar en su posición, se habría ido tras cinco minutos de espera, pero no, ahí está el pelirrojo, dándole la espalda a la ventana por la cuál lo está mirando, esperándolo pacientemente. Tal vez.
—Tu puedes —susurra para sí mismo, armándose de valor—. Es sólo un café, un par de horas nada más, ¿qué importa que estés esperando mucho más que eso? Un paso a la vez, Cartman, un paso a la vez.
Respira hondo pasando sus manos por su chaqueta, disipando todo lo posible la energía nerviosa que lo envuelve, antes de abrir la puerta y entrar. El cambio entre la suave brisa de otoño del exterior y la calidez del interior de la cafetería lo aturde por un momento, preguntándose porqué diablos había esperado tanto para entrar. El movimiento que percibe por el rabillo del ojo, proveniente de la mesa dónde sabe Kyle lo está esperando, le recuerda la razón y se gira en esa dirección encontrándose con la mirada del hombre. No sabe muy bien cuál es la emoción en la mirada verdosa, pero puede asegurar sin miedo a equivocarse que no es enojo. Eso debe ser bueno, ¿verdad?
Sacude la cabeza saliendo de su ensimismamiento, notando la mirada curiosa de una mesera, que seguro se había acercado para darle la bienvenida, y niega suave señalando la mesa de Kyle, indicándole con ese gesto que lo están esperando. La chica sonríe y dice algo que no escucha, sus pies llevándolo de inmediato hacia la mesa antes de que los nervios vuelvan a apoderarse de él y salga corriendo.
Eso sí lo haría ver como un cobarde. ¿Llegar tarde? Un desgraciado desconsiderado, nada nuevo, ¿irse una vez el pelirrojo notó su presencia? Cobardía pura y cruda.
—Hey, Khal —saluda al llegar a la mesa, tratando de regalarle una sonrisa confiada que termina en una mueca incomoda.
—Cartman —Kyle asiente, señalándole el espacio al otro lado de la mesa.
Eric se apresura a sentarse, consiguiendo esta vez si sonreir, a medias, pero es una victoria de todas formas cuando el pelirrojo le regresa el gesto, a pesar de que trata de ocultarlo llevando la taza que tiene entre manos a sus labios. Respira hondo frotando sus manos contra su pantalón en un intento desesperado de calmar sus nervios, agradeciendo la distracción que representa la mesera cuando se acerca a tomar su orden.
—Entonces —su atención regresa a Kyle de inmediato. El pelirrojo se remueve en su asiento, carraspeando suave mirando de él a su taza antes de volver a mirarlo. —¿De qué querías hablar? —pregunta, su voz con un tono de inseguridad que le toma por sorpresa y debe detenerse un momento antes de responder, porque, wow.
El contraste entre el Kyle que tiene en frente y el Kyle de la otra noche es tan abismal que se olvida por un momento de sus propios nervios. Lo mira de arriba abajo, observando cada pequeño detalle y tratando de categorizar en su cabeza lo que está viendo, hasta terminar en el rostro del pelirrojo, que se contrae ligeramente por el escrutinio, pero su expresión no traiciona gran cosa, salvo por el detalle de que parece haber perdido una batalla interna y ha dejado caer la mirada a la mesa en lugar de su rostro. Ataviado con un suéter verde de lana y el cabello amarrado en un moño en lugar de suelto y decorando su rostro, casi se ve tímido.
No. Espera. Tímido no. Kyle Broflovski siempre ha sido muchas cosas y tímido jamás ha sido una de ellas.
Se ve... receloso, nervioso incluso, por el encuentro o porque es con él y la noción, por un breve momento, le parece ridícula. ¿Por qué Kyle estaría nervioso de encontrarse con él? Sin embargo, pronto recuerda que mantenerse a la defensiva a su alrededor siempre había sido parte de la naturaleza del pelirrojo. Tiene muchas razones para desconfiar de él, dado a su historia compartida. Además, si nadie en su familia, o incluso Stan que es su super mejor amigo, sabía que trabaja en el club, el hecho de que Eric tenga esa información de seguro es alimento para hacerlo sobre pensar sobre sus intenciones.
Le parece ridículo. Primero, son adultos y de nada le sirve a Eric ir a delatarlo con los señores Broflovski como de seguro su yo de diez años habría hecho. Sí, sería divertido ver a Sheila perder la cabeza al saber que su perfecto hijo no es tan perfecto, pero la idea no es tan divertida si considera que eso, sin lugar a duda, arruinaría su oportunidad de volver a ver al pelirrojo.
En segundo lugar y mucho más importante, aunque Kyle obviamente no lo sabe, hace años que Eric había dejado de lado las ansias de hacer algo que pudiera perjudicarlo de alguna forma. De hecho, si estuviera en su poder, estaría junto al pelirrojo en todo momento, protegiéndolo de todo mal. De todo menos de él mismo, no es tan altruista como para alejarse de él, sólo lo suficiente como para no causarle mal a propósito.
—¿No te lo dije? —responde, cruzándose de brazos—. Ponernos al día, saber que ha tal ha estado la vida del otro —se endereza un poco cuando la mesera trae su café.
—Cartman —Kyle ríe, enderezándose mejor en su asiento—. Los dos sabemos que nunca te ha importado realmente cómo ''ha estado mi vida''
—Eso no es cierto —jadea, ofendido, llevando una mano a su pecho para agregarle peso a sus palabras. La mirada inexpresiva que le regala el pelirrojo le hace saber que no le parece divertido. Rueda los ojos envolviendo sus manos alrededor de la taza—. Ok, puedo admitir que durante un tiempo...
—¿Querrás decir toda tu vida? —alza una ceja.
—Una parte de mi vida —corrige, ignorando su pregunta—, esa afirmación sería correcta. Pero las cosas cambian, Khal, no puedes tenerle miedo al cambio.
El pelirrojo frunce el ceño, mordiendo su labio inferior y los ojos de Eric inmediatamente bajan, desando que esos fueran sus dientes contra esos labios. Ni siquiera es cuestión de morderlo en sí, no que vaya a negar que la idea le apetece, sino de simplemente... tocarlo... con sus labios... en sus labios.
—Finjamos que creo que tu interés es genuino —le cuesta un poco entender lo que está diciendo, decidiendo que lo mejor será mirarlo a los ojos si quiere que la conversación progrese. —¿Por qué?
''Porque todo lo que tiene que ver contigo me interesa.'' quiere responder, pero las palabras se traban en su garganta ''Porque tu simple existencia es la razón por la que no he perdido la poca cordura que me queda'' su respiración se corta bajo la atenta e intensa mirada de Kyle, que espera con paciencia su respuesta.
''Porque llevo toda la vida enamorado de ti''
—¿Por qué no? —responde cuando recupera la voz, apresurándose a darle un trago a su café para ocultar lo mucho que le costó responder. Baja la taza y alza una ceja, regalándole su sonrisa más encantadora, casi coqueta. —¿O vas a decirme qué no sientes curiosidad de qué tal ha estado mi vida?
''¿Vas a decirme que no me extrañaste ni un poquito?''
Y por alguna razón que Eric no comprende, y tal vez nunca comprenderá, la mirada del pelirrojo se suaviza, tomando un matiz que no puede comprender pero que considerará una victoria. Incluso puede jurar por Dios que los labios del hombre se mueven, muy ligeramente, en lo que está seguro sería una sonrisa afectuosa de no ser porque Kyle alza su taza para darle el último trago a lo que sea que está bebiendo antes de señalarle a la mesera que le traiga otra taza. Eso no es muy importante la verdad, no cuando el líquido ha dejado detrás un pequeño bigote sobre el labio superior de Kyle y debe suprimir el impulso de inclinarse y limpiarlo... con su lengua.
″Dios Cartman, contrólate″ se regaña apartando la vista, carraspeando con tanta sutileza como puede antes de mirarlo de nuevo, esperando su repuesta.
—Al carajo, no tengo nada mejor que hacer —comenta apoyando sus manos en la mesa y enlazando sus dedos, mirándolo con un brillo de desafío en los ojos. Eric, por otro lado, debe luchar con no quedarse colgado de la muy relevante información de qué, aparentemente, Kyle ha apartado el día para él. ¿Está sacando conclusiones por un inocente comentario? Sí ¿eso lo hace un poco delirante? Posiblemente ¿de igual forma se va a quedar colgado de ello y asumirlo como verdad absoluta? Por supuesto que sí.
—Para que sea más justo para tu sensibilidad judía —carraspea de nuevo, adoptando la misma posición que el pelirrojo, tratando de no reír cuando rueda los ojos por el ridículo tono de presentador de programa de juegos que decide utilizar. —¿Juego de veinte preguntas?
—Veinte preguntas me parece un poco exagerado —señala Kyle, alzando una ceja—, cinco.
—Quince —rebate, sonriendo divertido cuando el brillo en los ojos de Kyle se intensifica.
—Siete.
—Diez, no aceptaré menos que eso.
Kyle parece considerarlo, ladeando la cabeza de un lado a otro, de seguro intentando adivinar de antemano que tipo de preguntas le hará y es el turno de Eric de esperar pacientemente a su respuesta. Además, puede intentar adivinar todo lo que quiera, se siente lo suficientemente confiado de estar tres pasos por delante del judío como para que ese detalle lo estrese.
—Bien, diez preguntas —asiente finalmente—. Dudo que de verdad tengas tantas preguntas, pero adelante.
—Oh Khal, pensaría que a estas alturas habrías aprendido a no subestimarme —sonríe ampliamente, soltando sus manos para apoyarlas en la mesa, palmas abajo—. Empecemos con una fácil, ¿terminaste esa pomposa carrera a la que te inscribiste?
—Difícilmente puedes llamar un título en Finanzas 'pomposo' —Kyle se apoya contra su asiento, cruzándose de brazos—, pero sí, la terminé. ¿Qué hay de ti? ¿Te dedicas a estafar a la gente profesionalmente?
—Esas son dos preguntas Khal —señala, encantado cuando el contrario enrojece, interrumpiéndolo antes de que pueda quejarse de que es sólo una—. Y no, al final decidí ir a un Instituto técnico[1]. Desgraciadamente te toman más en serio con un pedazo de papel que valide tus credenciales, ¿dónde habrán quedado los buenos tiempos en que la gente se creía lo que fuera?
—Sabes muy bien que la mitad de tus complots funcionaban porque los adultos te veían como un niño adorable —sus palabras están cargadas de diversión, Eric sabe que intenta burlarse de él, pero no puede evitar la sonrisa malévola que se dibuja en sus labios.
—Oh, ¿crees que era un niño adorable? —pregunta agitando sus pestañas con inocencia, apartándose justo a tiempo antes de que una bola de servilleta lo golpee. —¡Oye!
—Esa fue tu segunda pregunta, y no. Eras molesto y pedante, sin mencionar que racista, fascista, antisemita...
—Ok, ok ya entendí, ya entendí —alza sus manos, gruñendo bajo—, la peor persona del universo.
—Y todo adulto que te creyera era o es estúpido —asiente el pelirrojo, esa expresión de autosuficiencia tan característica suya pintada en su rostro, antes de que sus facciones se relajen y baje la vista—, aunque a veces si eras adorable —murmura bajo, descruzando sus brazos para entretener sus manos con su segunda taza.
—¡Ja! Lo sabía —golpea suavemente la mesa de forma rítmica, encantado por la dirección en que va la conversación—. Siguiente pregunta: ¿cuánto tiempo tienes trabajando en el club?
—Hm —Kyle frunce el ceño, contando mentalmente—, no sé, cuatro años, casi cinco.
—Vaya —silva alzando las cejas. —¿Cuatro años siendo bailarín? Me impresionas Khal.
—Sólo por eso voy a contar esa como tu cuarta pregunta —advierte el pelirrojo, ignorando sus protestas—, y no. Técnicamente, bailando solo tengo dos años. ¿Tú en qué trabajas?
—¿Dos años? Me pareció que era más —sacude la cabeza—. Trabajo en una empresa de publicidad y marketing. Ese día en el club estábamos celebrando el final de un gran proyecto, de hecho, y lo terminamos antes de tiempo gracias a mí.
—¿A ti? —el tono de Kyle sugiere que no le cree, pero Eric lo deja pasar.
—¡Por supuesto! Soy lo mejor que tienen, sin mí estarían en la ruina.
—Ajá —asiente, su incredulidad palpable en esa simple silaba—. Lo que te ayude a dormir mejor de noche, Cartman.
—No tengo razones reales para mentir, Khal, sabes que se me da muy bien promocionar cosas —le recuerda, a lo que el pelirrojo niega.
—¿Por qué estás trabajando en publicidad y marketing? —pregunta luego de unos minutos en silencio.
—Te lo dije, se me da increíble promocionar cosas, y es divertido —se encoje de hombros, mirando hacia la ventana y los transeúntes que caminan frente a ellas, apresurados por llegar a sus destinos, envueltos en sus burbujas—. En realidad, quería estudiar administración, montar mi propia empresa, hacerme millonario y callarle la boca a todos los imbéciles que aseguraron nunca llegaría a nada.
—Cartman... —se niega a mirarlo, esta vez por miedo a encontrarse con una mirada de lastima en lugar de la diversión mezclada con irritación de momentos antes.
—Pero tuve algunas... diferencias de opiniones con algunos profesores, por lo que decidí que lo mejor para su bienestar era cambiar de carrera —termina, regresando la mirada al pelirrojo, que alza las cejas para luego fruncir los labios, ese gesto tan Kyle que significa será regañado sin derecho a réplica.
—Dime que por 'diferencia de opiniones' no te refieres a que... los eliminaste —lo último lo dice en voz baja, mirando alrededor para asegurarse que nadie más los está escuchando. Un poco inútil en verdad, considerando que salvo las dos meseras, el cajero y quién sea que esté preparando las bebidas, solo hay otras cuatro personas en el local sin contarlos a ellos, y están lo suficientemente lejos como para ignorar su conversación.
—¿Cuento eso como una pregunta? No lo hiciste con tono de pregunta, pero...
—Cartman.
—Dios, Kyle, no —no puede evitar reír, y su risa simplemente incrementa cuando el pelirrojo se relaja visiblemente—. No todo se resuelve con violencia, judío de Jersey.
—Ja ja, muy gracioso —frunce la nariz adorablemente, sacándole la lengua.
Dios, es tan jodidamente hermoso que, de nuevo, debe suprimir el impulso de inclinarse y plantarle un beso.
—¿Cómo terminaste trabajando de bailarín? —pregunta, regresando al punto principal de conversación.
—Te morías por preguntar eso —comenta con diversión. Y, bueno, no puede mentirle, claro que se muere por conocer todos los detalles de cómo la Excelencia Académica Kyle Broflovski terminó como Cherry Ember—. En realidad, empecé trabajando como bartender en el club, lo que ahora considero fue una mala idea porque no tenía conocimiento alguno de mixología, pero pagaba un poco más que mi trabajo de medio tiempo anterior así que —se encoje de hombros.
Esta vez es Kyle quién desvía la mirada hacia la ventana, organizando sus ideas, o decidiendo que tanto contarle del asunto.
—Una compañera de estudios, que trabajaba como algo similar a mesera, me recomendó para el trabajo, las razones no son muy relevantes —niega volviendo a mirarlo, apoyando sus manos en la mesa también, palmas abajo—, y era divertido cuando no tenía que lidiar con borrachos. Un día, una de las bailarinas se le ocurrió que sería buena idea er... tomarme prestado, fuimos al camerino, arreglaron un poco mi cabello, me peinaron, consiguieron unos tacones... casi me rompo el cuello.
En sus labios se dibuja una pequeña sonrisa y Eric se inclina, totalmente cautivado con la historia.
—Que, por cierto —Kyle parpadea, mirándolo, —¿Cómo carajos lograbas caminar en esos tacones cuando teníamos diez años? Me costó bastante acostumbrarme.
—Bastante práctica mi querido Kyle, bastante práctica —asiente, sonriendo divertido—, y voy a contar esa como otra de tus preguntas. Van cinco.
—Me lo imaginé —bufa divertido, rodando los ojos—. Pues nada, convencieron al administrador de tenerme en algunos turnos como bailarín, porque aparentemente le gusté a los clientes con todo y que casi me como el tubo un par de veces, y el resto es historia.
—¿Y ahora que te graduaste es tu trabajo a tiempo completo?
—Oh no, doy consultas y asesorías financieras en línea, te habrás dado cuenta de que Cherry Ember es... un acto esporádico y casi que exclusivo —Kyle trata de suprimirlo, pero la sonrisa que se dibuja en sus labios es de orgullo. Eric no puede evitar regresarle la sonrisa, encantado —. Entonces, ¿de qué era ese proyecto que, gracias a ti, oh magnifico Eric Cartman, terminaron antes de tiempo?
Se está burlando de nuevo, Eric sabe que se está burlando de nuevo, pero la explosión de emoción que se desata en su pecho por el interés que muestra Kyle en su trabajo le hace pasar eso por alto. Al parecer, va a pasarle muchas cosas por alto al judío. Las cosas que hace por amor.
—Permíteme ilustrarte, mi querido judío, en las maravillas del mundo de la publicidad —y el pelirrojo rueda los ojos por su dramatismo, pero de todas formas se inclina, brindándole toda su atención.
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En algún punto ambos olvidan que el punto era ponerse al día con su versión bastardizada del juego de 20 preguntas y la conversación se desvía a otros temas. Eric le cuenta algunas anécdotas de su trabajo, de lo inútiles que son muchos de sus compañeros, de qué a veces es un infierno ser la única persona competente, cosa que Kyle pone en duda múltiples veces con una mirada porque por supuesto que el pelirrojo no va a creerle, e incluso de la última vez que se juntó con Kenny y Butters. Por su parte, Kyle lo premia contándole algunas cosas de su trabajo como Ember, del cómo sus compañeras se comprometieron a enseñarle lo básico y lo guiaron a las partes más complejas, y cómo una de ellas se dio a la tarea de obligarlo a cuidar mejor de su cabello e imagen.
Eric, obviamente, se carcajea con la imagen mental que se le presenta de un Kyle, enfurruñado en la silla de un salón de belleza, siendo regañado por algún estilista profesional del correcto cuidado de su afro judío. El castaño se rio, por supuesto, pero la imagen mental calentó su interior y no podía negarse que le agradece a quién sea que haya intimidado al pelirrojo hasta conseguir que pusiera empeño en su imagen, porque por Dios que dio frutos. Kyle siempre ha sido atractivo, en su muy humilde opinión, no importa lo que un montón de niñitas hayan dicho en cuarto de primaria, ¿pero ahora? 10/10, no hay objeción, Eric podría mirarlo todo el día.
—¿Tengo algo en la cara? —parpadea con rapidez, alzando la vista encontrándose con la expresión confundida del pelirrojo, que toma una servilleta pasándola por sus labios. Demonios, se quedó perdido en sus pensamientos, de nuevo.
—Sólo lo usual, tus estúpidas pecas —y tu estúpida y hermosa sonrisa, —¿Es mi impresión o están más marcadas?
—Esa es, oficialmente, tu pregunta número diez —señala el pelirrojo lanzándole otra bola de servilleta.
—¿Estabas llevando la cuenta? Espera, yo no he hecho diez preguntas todavía —lo señala acusador.
—Y probablemente sólo son restos de maquillaje. A las chicas les gusta —continua, ignorando por completo su molestia.
—Las chicas, ¿eh? —alza sus cejas de forma sugestiva, intentando no dejar a la vista como su corazón es aplastado por esa declaración. ¿Por qué se sorprende? Está seguro de que Kyle es el sueño húmedo de muchas mujeres: fuerte, atractivo y sin masculinidad frágil.
—En el trabajo, imbécil, en el trabajo —reclama riendo con fuerza, como si estuviera escuchando sus pensamientos, aunque ciertamente esa aclaración aliviana el peso en su corazón. Se vale soñar, ¿no?
—Bueno, me parece que nos hemos extendido demasiado —comenta el pelirrojo cuando su risa se calma, alzando una mano para señalarle a la mesera que están listos para pagar.
—¿En serio? Hombre, nos estamos divirtiendo —Eric trata de sonreir, pánico removiéndose en su interior. ¿Volveran a encontrarse? ¿ahora podrá escribirle sin temor a que lo bloquee? ¿o se van a ignorar de ahora en adelante?
—Sí... sí, ha sido divertido —asiente el pelirrojo sonriendo con suavidad, alargando su mano para tomar la cuenta cuando llega.
—Yo pago —se apresura a ofrecer arrebatándosela antes de que pueda abrirla—. Yo invité, ¿no? Y tu invitas la próxima —revisa el total sacando el cambio exacto de su billetera, lo considera unos segundos y, sintiéndose generoso, agrega propina.
—La próxima... —murmura Kyle, mirándolo largamente, cosa que Eric no nota en sus prisas por no permitirle pagar.
—Listo, vamos —el castaño sonríe poniéndose en pie, ofreciéndole su brazo para ayudarlo a levantarse, consiguiendo con esto una sonrisa divertida por parte del pelirrojo, que rodando los ojos acepta su brazo poniéndose en pie.
En el corto camino a la salida Kyle agita su mano despidiéndose de las meseras y el cajero por nombres, y ahora considerándolo Eric se da cuenta que, tal vez, el pelirrojo había escogido esa cafetería porque ya la conocía y no por conveniencia. ¿O tal vez un poco de ambos? Abre la puerta, dejándolo ir para que pueda salir primero, buscando en su mente una excusa para quedarse más tiempo, unos minutos más. Si está será la última vez que se verán... si será la última vez...
—Es bueno ver que has mejorado un poquito y ya no eres tan racista, fascista, antisemita... —empieza a decir el pelirrojo, alisando su suéter, una vez están fuera del local.
—Ok Khal, eso fue divertido las primeras... cien veces —protesta mirándolo ofendido—, tienes que encontrar adjetivos más originales.
—Ajá, si tu lo dices —niega palmeando su hombro—, nunca dejará de ser divertido, culón.
—¡No estoy gordo! —protesta alzando la voz, conteniéndose de hacerle un gesto grosero a las personas que se detienen a mirarlo.
—Lo que tu digas, Cartman —Kyle niega—, lo que tu digas —aprieta su hombro con suavidad antes de soltarlo y empezar a caminar en la dirección contraria a la que Eric debe tomar.
''Di algo'' susurra en su oído una voz que sospechosamente suena como Kenny, ''No seas cobarde, asegura que vuelvan a verse'' la voz suena con mayor urgencia y Eric da un paso al frente, pero se queda paralizado. ¿Exactamente que podría decir que no haya dicho ya? ¿Con qué excusa podría asegurar que esta no sea la última vez en sabrá Dios cuanto tiempo que vuelvan a verse?
Piensa, piensa, piensa, pien...
—¡Kyle! —llama casi sin aliento antes de que pueda alejarse demasiado, incapaz, en su desesperación, de sentirse avergonzado por el volumen de su voz, las miradas desagradables de los transeúntes.
—¿Sí? —el pelirrojo se detiene, girándose para mirarlo con curiosidad y algo más, algo a lo que no puede ponerle nombre por miedo a estárselo imaginando.
Siente las manos frías, pegajosas por el sudor, y la respiración aún le falla. Un nudo se forma en su garganta, que crece con cada segundo que pasa sin encontrar su voz, el brillo en los ojos del pelirrojo atenuándose, nerviosismo filtrándose en su expresión por las miradas que reciben por personas curiosas que se han detenido a ver que sucede.
—Todavía... —traga intentando con desesperación aclarar su garganta. Este no es el momento para eso, tu puedes Cartman—. Todavía te falta una pregunta.
No sabe si es cierto, perdió la cuenta en el mismo momento en que se perdió en la mirada del pelirrojo. Confusión se debate con los nervios en el rostro de Kyle, casi puede ver los engranajes moverse en su cabeza, intentando contar las preguntas que hizo durante su conversación ¿para comprobar si es verdad? Por favor, que sea verdad.
De pronto la expresión de Kyle cambia, una sonrisa que raya en lo coqueto se expande por su rostro, sus ojos vuelven a brillar y Eric siente su corazón estallar.
Dios cuanto lo ama, cuanto lo ama, cuanto lo ama.
—Tienes razón —asiente caminando hacia él para acortar la distancia entre ambos. No puede respirar por razones totalmente diferentes.
—¿Entonces? —pregunta bajo, rogando porque con su nueva cercanía no pueda escuchar los alocados latidos de su corazón.
Kyle parece considerarlo, los segundos de silencio extendiéndose entre ellos como miel de abeja, y debe contenerse para no presionarlo y arruinar su oportunidad.
—¿Quieres ir a cenar? —pregunta con suavidad, mirándolo atentamente, arrebatándole el poco aire que le queda—. Mañana —aclara rápidamente.
''¡SÍ! ¡SÍ! Me encantaría, por supuesto que sí. Una y mil veces s...''
—Sólo si tu invitas —responde estúpidamente y solo la carcajada de Kyle le impide golpear su frente por estúpido.
—Bien, pero tu escoges el lugar. Envíame los detalles luego —limpia una pequeña lágrima de risa que se le escapa. Eric quiere decir algo más, agregar algún comentario ingenioso, lo que sea para no dejarlo con la última palabra, pero su mente entra en cortocircuito cuando Kyle lo mira directo a los ojos, mordiendo sus labios por unos segundos antes de palmear su pecho, otra sonrisa coqueta expandiéndose por su rostro—. Es una cita —agrega con un guiño, antes de girarse y apresurarse a marcharse.
No es necesario que lleve tanta prisa, de verdad, porque a Eric de todas formas le toma unos minutos reaccionar, emocionado y excitado a partes iguales. Una cita. Kyle usó la palabra 'cita'. Tienen una cita.
Una cita.
Quiere gritar, hacer un baile de victoria estúpido, lo que sea para liberar la energía que se acumula en su interior y hace arder su piel, pero recordando que está en público se limita a hacer un gesto de victoria.
Una cita.
Bueno, si Kyle cree que luego de algo como esto podrá salir de su vida como si nada, se le viene una gran sorpresa, porque acaba de darle combustible a sus ansias y planea usar cada truco bajo la manga para conquistarlo. No piensa desperdiciar esta oportunidad.
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[1] En EUA tienen algo llamado 'Community College' (que yo sabía de su existencia, pero no sabía en qué consistía hasta que tuve que echarle un ojo para ver de qué carajo estaba hablando) y según en español el equivalente sería Colegio Comunitario o Instituto Técnico... so elegí el término Instituto Técnico porque en mi país es lo que tenemos (y aunque trate de usar un español general, a veces no se puede y trabajo con lo que conozco)
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