Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

7

Salía del ascensor agotado, sobre las once de la noche, cargando en sus hombros con la enorme mochila que le ralentizaba los pasos. Con el único pensamiento, de darse una ducha caliente y dormir en su cama por un día entero.

Dejó caer el equipaje en el recibidor, ignorando por completo el golpe sordo que éste dio al impactar contra el suelo.

Deseaba tanto el relajar los entumecidos músculos de su cuerpo, con el calor del agua, que no prendió la luz. Únicamente, se fue despojando por el camino de algunas prendas.

Tales como sus botas, los calcetines, el jersey y empezaba a desabrocharse el cinturón de sus pantalones, cuando reparó en ello.

No era el único que había allí. Por el rabillo del ojo, pudo detectar la figura alta a contraluz en la ventana, que había a su derecha en el pequeño salón.

Pero rápido redujo la tensión que había tenido en estado de alerta, al captar que quién fuese, no venía atacarle, dado que aún seguía allí parado de forma relajada con un cigarrillo en sus labios.

-Menos mal, que no has seguido desnudándote -Soltó con tono divertido, descubriéndose al fin por el sonido de su voz.

Una voz, que hizo fruncir el ceño a Gerard. Pues jamás hubiese pensado que lo buscaría y menos en su piso. Aunque, tratándose de la monarquía y su modus operandi, de pasar desapercibido...

Y fue en aquel momento, que su mente volvió a verse invadida por los recuerdos, recordándole la herida abierta de su corazón. Y ahora, aún se sentía más cansado, con el peso que llevaba su corazón roto.

-Vaya -Sonrió de forma socarrona-. Entre lo cansado que voy, y lo alejado que llevo de la prensa rosa, que no presté atención a mi alrededor en la calle, para no ver ningún coche oficial. Porque de seguro, que habéis despistado a los periodistas.

-La verdad, es que para la prensa rosa no tenías un aspecto tan... ¿Deplorable? -Bromeó Kénan.

-No creo que el rey de las joyas, quiera discutir sobre mi barba de meses sin afeitar -Reprochó con cierto suspiro, mientras decidía acercarse a su frigorífico y extraer de él, un botellín de cerveza-. ¿Te paso una?

-Perfecto -Aceptó, agarrando la que ya tenía en las manos el hombre.

- ¿Llevas mucho rato esperando? -Preguntó, antes de darle un trago al líquido dorado, mientras se apoyaba con aspecto cansado en la encimera de la cocina.

-Unos veinte minutos a lo sumo -Se alzó de hombros-. ¿Puedo darle a la luz? -Preguntó divertido.

-Sí, perdona -Sonrió-. Voy tan cansado, que ni me importa estar a oscuras

-Siento molestarte en éste momento -Dijo con tono de disculpa-. Pero, no sabía si ibas a querer recibirme, si te llamaba o me presentaba en tú oficina.

-No tengo nada contra ti -Confesó dando un nuevo trago-. ¿Pero no sé por qué me buscas?

- ¿De verdad que no? -Soltó con tono socarrón Kénan.

-No voy a pronunciar su nombre por tú gusto -Le marcó con tono seco-. Además, te veo muy relajado, para que sea nada grave.

-Júzgalo por ti mismo -Soltó, cogiendo un pequeño portafolios que tenía en un lado, para lanzarlo sobre la oscura encimera.

Solo era una carpeta.

¿Entonces, porqué demonios se le hacía un mundo el querer ver lo que había dentro? Por ella. Porque a pesar de todo ése tiempo transcurrido, no quería mover de su mente y retina, el como la vio por última vez.

Aunque ahora, también volvía el miedo a él. Miedo, a que pudiera ocurrirle algo. Y si era así, no pintaba nada en aquella ecuación, para ello estaba su familia.

-La carpeta no muerde -Se atrevió a señalar Kénan con tono socarrón, al ver su confrontación consigo mismo-. Aunque dudo de decir lo mismo de Harmonie.

Allí, sus ojos brillaron con determinación, justo antes de soltar un resoplo y alargar su brazo para recoger aquella carpeta, donde al abrirla, sus ojos ofrecieron primero estupor para acabar brillando de rabia.

Eran diferentes documentos, donde se veía claramente un informe detallado de la vida de la chica en la ciudad de Nueva York. Al principio, comprendió perfectamente que hubiera escogido cruzar el charco. Allí, no se tenía a la monarquía tan presente. Podía decirse, que si quería, podía pasar muy desapercibida.

Lo que no acababa de encajar, era la cantidad de idioteces que había estado haciendo.

A qué diantres venía el papel de chica problemática, y aquel corte de cabello, dejando cuatro mechones largos de color azul y violeta.

-No comprendo qué quieres al enseñarme todo esto -Frunció el ceño a la vez que hablaba con tono tosco, volviendo a dejar caer la carpeta.

-Nos haces falta -Se alzó de hombros.

-Utilizar vuestra fuerza mayor -Se encogió de hombros-. Sois la casa real, no me creo que no tengáis medios.

-Sí claro -Soltó irónico-. Tiene unas mazmorras la reina, que no dudaría nada en encerrarla.

-No comprendo, como puedes bromear con algo así -Frunció aún más el ceño con duda hacia el hombre.

-Créeme, no estoy de broma -Rio con sarcasmo-. Ya nos metió en ellas.

-Vaya, veo que la vida de palacio no es tan aburrida -Sonrió entonces Gerard incrédulo.

-La verdad, es que no para uno quieto con las sorpresitas que te traen los demás -Soltó con puntillita-. Y respecto a Harmonie, si fuera por Emmanuelle, estaría en el calabozo como te señalé... Y si fuera el caso de Ramón, la tendrías dormida en tú piso en éstos momentos.

-Qué quieres decir -Su mirada se encendió con cierta alerta.

-Que tiene cierta práctica, en dejarla al estilo bella durmiente con sus hombres -Lo miró fijamente-. La primera vez, fue en tú embarcación.

-Espera un segundo -Alzó las palmas clamando un espacio, para poder ordenar todo el lío-. Sabes lo que me estás afirmando con eso -Expuso con frustración.

-No tengo motivos para engañarte -Señaló serio-. Fue Ramón, quien la dejó allí. Nadie lo sabía, hasta que los hombres de mi esposa se lo comunicaron.

-Pero tú te la llevaste -Recriminó con aspereza.

-Alto, alto -alzó el dedo índice-, yo... -Calló sin saber cómo expresarse-. Es mi cuñada, la aprecio mucho y no quería que sufriera.

-No te entiendo -Puso los brazos en jarra-. Me la quitaste y ahora, me buscas para qué...

-Joder, Gerard -resopló frustrado-, la cosa no va por ésos tiros. Sé que eres un tío legal, realmente todos lo sabemos. Pero lo que hizo mi suegro, no era lo correcto -Lo miró compungido-. Harmonie te ama -El otro hombre alzó una sonrisa recelosa-. Vas a tener que acostumbrarte a no poder tener muchos secretos con ésta familia -Confesó sin poder evitar de mostrar un tono cálido.

-Para -Empleó voz cortante-. No sé a dónde quieres llegar, pero hay un detalle que no acabo de encajar...

Kénan, encogió sus hombros en un gesto de instancia, a que continuara.

-Harmonie, me acusó aquel día de traición -El otro hombre frunció el ceño-. Fue ella, quien subió a mi embarcación por voluntad propia -Kénan intentó interrumpir, pero Gerard lo detuvo alzando una mano-. Cierto, que yo la hallé dormida en el camarote, cuando al despertarse me acusó a mí de ello.

-Fueron los hombres de Ramón -Interrumpió con desespero.

- ¿Y de la traición también? -Expuso sin poder ocultar una sombra de dolor.

- ¿Traición de qué?

-A la casa real, a la amistad que me tendió siempre. Según ella, la dormí para poder enviar en alta mar por vía satélite unas fotos. Las cuales se suponían que salías tú con tú mujer en la intimidad...

-No sé de qué puñetas me estás hablando, pero creo que hay más gato encerrado del que sabíamos -Soltó sorprendido, mientras extraía su teléfono del bolsillo.

-Qué...

- ¡Hola Ramón! -Empleó un tono dicharachero, mientras le pedía silencio a él, y activaba el manos libres-. Verás, una dudilla que tengo.

-Dime hijo -Se escuchó la voz amable del monarca.

-Verás, sabías que me tocaba buscar a Gerard.

-Claro chico- sonó entonces algo insegura su voz-. Ha surgido problema alguno. Si necesitas de mis hombres...

-No, no... -Sonrió-. Hay cierto temita, que se te olvidó mencionar...

-No comprendo a qué te refieres.

- ¿No? -Chascó la lengua-. Entonces, deja que llamo a Emmanuelle, tal vez ella sepa de qué...

- ¡Espera, espera! -Su tono fue nervioso-. Qué quieres saber exactamente, seguro que recuerdo, para qué molestar a mi esposa...

-Fotos y traición ¿Te dicen algo ésas palabras?

-Ni una mención de lo siguiente a Emmanuelle, porque también te acusaré a ti -Lo amenazó con complicidad.

-Vaya, qué honor saber de tus secretitos, suegro querido -Rio divertido y guiñándole un ojo al reportero quien estaba expectante con la conversación-. Escupe...

-El día de tú boda, Harmonie estaba triste en un lado del jardín tras haber mantenido una discusión con Gerard, puede que me pusiera expresamente cerca de ella con Mac, y dejáramos caer algo de unas fotos... -Suspiró-. Todo fue, para que ella acudiera allí, solo quería que estuviera con Gerard alejada de todos por unos días y arreglaran sus diferencias.

-Joder Ramón, deja de ver películas románticas con mi mujer, no te sientan bien -Intentó restarle nervios al hombre-. Pero gracias, debo colgarte, ahora que ya tengo el puzle completo.

Volvió a guardar su teléfono en el bolsillo, mientras alzaba la mirada con una sonrisa triunfante, para quedarse en nada al ver como no le dejaban hablar más.

-Yo necesito pensar -Señaló, mientras con su cabeza hacía un gesto negativo y sus manos, restregaban su cabellera con gesto nervioso.

- Claro -Carraspeó un poco, observando por un segundo la carpeta de encima la encimera-. Te la dejo. En ella, tienes mi número.

No recibió respuesta, solo un gesto afirmativo con su cabeza, pero ni una mirada. Aquello, le preocupó un poco causando que antes de salir, le dijera algo.

-No tienes ninguna obligación con nadie, solo contigo mismo y tus sentimientos. Créeme, sé por lo que estás pasando ahora mismo en tú cabeza - Asintió con su cabeza-. Un placer volver a verte.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro