10
Siempre le gustaba impartir sus clases, de una forma cercana a sus alumnos. Nada de llegar, quedarse tras su pupitre y soltar por la boca todo a boca jarro y pirarse, sin importar que entendieran algo.
Pero también le gustaba, que lo tomaran en serio. Por ello, no toleraba tonterías.
Es lo que quería, si quería que le prestaran atención, dado que tampoco era tan mayor como sus compañeros de trabajo. Era uno de los pocos, que rozaban los treinta años. También había otro motivo, con el que había sido muy duro aquel curso.
Las chicas.
No quería que lo tomaran por un puto creído, pero no era un tipo corriente a la vista, más de una vez, le habían ofrecido trabajar de modelo. Pero no le iba aquel mundo.
Y por culpa de su físico, había tenido un primer año lleno de chicas, que solo iban a lo que iban. Y eso, eran problemas. Lo justo que no quería tener.
Por ello, que aquel año, había decidido representar un poco el papel de tirano.
Y creía, que aquel día le tocaba volver a emplearlo, para echar de su clase, a dos personas que podían estar quitándole la plaza a otro, que de verdad le interesaba estudiar.
Al entrar en clase, tras el descanso, había notado un poco de revuelo en las últimas filas. De manera disimulada, había comprobado, que se trataba de una alumna nueva de aquel año, con una chica que tenía al lado, siendo la primera vez que la veía allí.
Era por así decirlo, un polizonte en su barco. Ahora, solo faltaba comprobar si era un futuro grumete.
Ya llevaba tiempo, que había algo en su alumna que no le cuadraba y ahora, puede que averiguara que era una farsante más.
Aquellas dos bonitas princesas, iban a tener que demostrar de qué pasta estaban hechas.
-Mierda, Penny te juro que te mato –Susurró Harmonie, al saber que se les venía una buena encima, cuando tenían apenas a un metro al profesor, con la mirada fija en ellas.
Medio metro.
Aniquiladas.
- ¿Va todo bien por aquí? –Se detuvo junto a Penny, quien solo supo soltar una risa tonta, como única respuesta.
-Sí –Respondió Harmonie, con el corazón a mil por hora-. Disculpe, por si hicimos ruido. No va a volver a ocurrir.
Nadie decía nada. Sabían que, si lo hacían, los echaban a los tiburones.
Y aquel frío silencio, duró por un minuto más, el cual se hizo eterno, con la mirada de él, encima de ellas.
-Usted, no pertenece a mi clase - soltó sin más, mirando directamente a Penny, sin hacer caso a las disculpas de Harmonie.
- Correcto - Respondió la chica, con tono seguro y sin asomo, de la risa tonta que tenía antes. Notando ella, como su compañera daba un leve respingo en su silla. Porque la conocía de sobras, para saber que aquel tono de voz, solo lo empleaba cuando se prestaba a la batalla. ¡Diantres, para algo estudiaba periodismo! Quería ser reportera del Telenoticias.
- ¿Y bien? - Alzó una ceja inquisidora.
- Lo lamento, no tengo pase de oyente - trató de disculparse-. Pero en secretaría se suelen demorar bastante con ello, y me interesaba saber rápido, si debía pedir su clase como asignatura.
- Sin pase, no acepto a nadie. Me gusta saber el motivo, del porqué solicitan tarde, entrar en mis clases - Le respondió con tono seco y las manos, a cada lado de sus caderas.
- Créame, que sí se solicita pase para el ogro que escuché que es usted - soltó sin más, notando como Harmonie soltaba un leve graznido con su garganta y se cambiaba de posición en su silla, con gesto nervioso. Mientras que él, alzaba su ceja izquierda y su comisura del mismo lado-. Es porque imparte unas maravillosas clases sobre finanzas en negocios emprendedores, algo, que muchos de los que estamos en ésta universidad, nos va hacer falta el día de mañana.
- ¿Cuál es su carrera? - Atacó nuevamente sin piedad.
- Periodismo - Le aguantó la mirada en todo momento.
- Si de verdad le interesa tanto, quiero un trabajo de la clase de hoy, en mi mesa pasado mañana - Ordenó sin bromear-. Si no me lo presenta, acudiré a sus profesores. Por cierto, Harmonie - se dirigió a ella con sonrisa tirana-. También va por usted, quiero saber si está en mis clases por tonterías como su compañera, hace tiempo que la observo y hay algo, que no me acaba de encajar en ti.
- De acuerdo - se giró a mirar a su amiga con mirada asesina.
- Bien clase, volvamos a dónde lo dejamos... - Empezó a bajar los escalones nuevamente a paso lento-. Cojan apuntes... - Se giró a mirar por encima de su hombro a Penny con prepotencia-. Les va hacer falta, mucha...
Fue cuando ya lo tenía algo lejos, que se inclinó hacia su amiga, para susurrarle nuevamente.
- Está de broma verdad - se quejó.
-La hiciste bien buena Penny, más te vale empezar a tomar apuntes porque no se anda con chiquitas - Gruñó Harmonie, agarrando su libreta y prestando atención en clase.
-Se va a tragar su prepotencia, créeme... - susurró ella, tras sacar una libreta y bolígrafo, de su bolsa.
Tocaba el timbre de fondo, logrando que muchos de allí soltaran un profundo suspiro de alivio, por lo intensa que había resultado la última hora de clase, gracias a su amiga.
-Necesito comer por dios - Se quejó Penny por lo bajo, guardando las cosas en su mochila-. Te apuntas algo fuera o pedimos en casa.
- En casa - gruñó entrecerrando la mirada-, quiero ir pasando a limpio los apuntes, ahora que aún lo tengo todo fresco
- No me vas a perdonar en tú vida, verdad - hizo un puchero, colgándose la mochila del hombro.
-Como nos echen de ésta clase, no –Soltó entrecerrando los ojos, consiguiendo que su amiga soltara una risa baja.
-Sabes que, si eso ocurriera, solo tendríamos que tirar de ciertos hilos, cualquiera de las dos y... -Se alzó de hombros.
- ¡No quiero tener que tirar de ningún hilo! No quiero que conozcan mi título por cosas así –Soltó altiva y alzando un poco la voz.
- ¡Cálmate! –Susurró divertida-. Sabes que a mí tampoco me gusta, que me conozcan por mi familia –Recogió su bolsa y tras cargársela en su hombro, le dio la espalda para comenzar a bajar los peldaños, tensando por un momento su cuerpo, al ver que el profesor aún seguía allí-. Joder, que lástima que sea tan capullo –susurró tan bajo, que solo lo escuchó su amiga.
-Olvídate de él, es lo mejor –Volvió a insistir con amargura-. Además, por cómo nos está mirando, creo que nos tiene ya manía... -Susurró con cierto fastidio.
-Me importa un pepino, que eso sea así –Sentenció Penny.
-No querida –soltó con sarcasmo, logrando que su amiga se detuviera y volteara a mirarla, con el ceño fruncido -. Lo quieras o no, acabas de inscribirte en ésta clase, sino quieres tener problemas con las tuyas –Recalcó con sonrisa forzosa-. Y ahora, sigue bajando –Siseó entre dientes.
-Eso no es así –Rebatió, dándole igual que aquel presuntuoso la escuchase-. Haré el trabajo, pero es uno mismo quien decide.
-Cierto –Respondió él, sentado desde la esquina del escritorio con los brazos cruzados-, quiero el trabajo en mi mesa –Se puso en pie-. Y según califique ése trabajo, veremos si tienen derecho a una silla en mi clase.
-Que lo haga conmigo, por ser culpable de colarme –Se alzó de hombros-, me parece correcto –Achicó su mirada y alzó el dedo-, pero Harmonie, si pidió su plaza.
- ¡Penny! –La amonestó ella-. No son maneras de comportarte con tú superior –Indicó, pidiendo disculpas con su mirada al hombre.
-Sí lo son, cuando hay abuso de poder –La miró por encima del hombro-, bien lo sabes.
-Me gustaría recordarle, que no, nos hallamos en el instituto –Indicó con tono irónico.
-No hace falta que me lo diga, estoy segura que usted aún tiene también fresca ésa época –Le devolvió con cierta soberbia.
Allí, el hombre achicó su mirada, después de observar como la amiga volteaba los ojos al techo. Era obvio, que aquellas dos chicas no estaban en su clase por él. Dado que en ningún momento se habían puesto adularlo con tonterías, sino más bien, todo lo contrario.
Sonrió sin poder ocultarlo. En verdad, apostaba a que, si no se largaban de allí en un plazo de diez segundos, se le tiraba a la yugular a morderle.
-Saque de aquí a ésta leona –Se giró a Harmonie-. Y espero encontrar ése trabajo encima de mi escritorio.
Entraba primera por la puerta del pequeño apartamento, que, al escuchar con el fuerte golpe, que cerraba ella la puerta, que adivinaba el grado de enfado que llevaba encima.
A decir verdad, no debía sorprenderse, si no le había dirigido ni una palabra, en todo el trayecto del tren.
Pero no sabía estar enfadada con ella. Sabía que la había pifiado, pero espera que no afectara en ellas.
- ¿Me perdonas? -Fue directa al tema, soltando su bolsa encima del sofá, y observando como la chica la fulminaba por un segundo, antes de alejarse por el pasillo a los dormitorios.
La cosa no pintaba bien. Pensó frustrada y desanimada, dejando caer su cuerpo al lado de su bolsa.
Pero tres minutos y apareció allí de nuevo, levantando esperanzas.
-No deberías haber actuado al final de ésa manera –Le echó en cara-. ¿En qué pensaban tus hormonas? –Cuestionó al final con una sonrisa en sus labios.
-Lo siento de corazón –Se giró en el sofá de cara a ella, y abrazando un cojín en el proceso-. Prometo echarte una mano con el trabajo.
- ¡Ni hablar! –Se sentó también soltando un gruñido-. Solo falta que se dé cuenta y me expulse de ésa asignatura.
-No creo que lo haga, no deja de ser un...
- ¡Oh vamos! –Se rio Harmonie-. Aunque sea el profe más borde, no quita que esté bueno... -Se rio junto con Penny-. Le vas hacer morder el polvo con el trabajo –siguió riéndose, sabiendo de la sed de venganza de su amiga-. Me gustaría poder ver su rostro, cuando empiece a leerlo.
-Pido de nuevo disculpas –Habló sincera, mientras se levantaba y agarraba de un estante un menú de comida china-. Y por ello, invito a la comida.
-Respecto a la comida, me parece bien, pero no te preocupes por el trabajo. Tú sacarás tú excelente como de costumbre, pero mi notable, no hay quien me lo quite –Le guiñó un ojo con total seguridad. Pide, que tengo un hambre voraz.
El pequeño entumecimiento de su cuello y hombros, fue lo que hizo que parara de trabajar en su ordenador, para tratar de relajar sus músculos. Y al levantarse de su sillón, que notó la oscuridad de la ciudad al mirar por la ventana tras las cortinas. Frunciendo el ceño, alzó su muñeca izquierda, para comprobar que el día caminaba hacia las siete de la tarde.
Soltando un profundo suspiro, mientras se refregaba la cara con sus manos, decidió que mejor era terminar ya con su jornada laboral. Ni siquiera había parado al mediodía.
Y con aquella idea en mente, lo interrumpió el sonido de dos golpes a su puerta.
-Adelante –Cedió paso, volviendo a su mesa y para comenzar a guardar y cerrar archivos, y poder cerrar sesión en el ordenador, para irse a casa.
-Te debo un favor enorme –Saludó con tono alegre Fran, el director ejecutivo de allí, entrando con aire divertido para quedarse parado enfrente de él, con las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones negros de pinza.
Gerard, con el ceño fruncido observó al alto y elegante hombre, que, tras pocos días de estar allí, había visto que era un buen tipo.
-Que yo sepa, no te he salvado el culo aún –Soltó sonriendo, dejando el ratón en su sitio al cerrar sesión-. Me das miedo, mirándome con tus ojos negros de forma tan persistente.
-Solo será por dos semanas –Señaló divertido por sus palabras-. A la que vuelva yo de Europa, te relevo.
- ¿Me relevas? –Su curiosidad le pudo.
-Claro –Se alzó de hombros-, a no ser que quieras quedarte en ello hasta Mayo –Alzó las palmas de su mano en conformidad.
Gerard abrió sus ojos por lo extraño de su petición.
-Déjate de juegos y dime –Gruñó por sentirse cansado, por tener hambre y por no comprender, como podía tener Fran tan buen humor a aquellas horas.
- ¿Y ése mal humor? –Inquirió alzando una ceja.
-No comí y algo de cansancio –Respondió seco-. Así que no me adornes, lo que sea qué tengas que pedirme.
Fran chacó los dedos.
-Perfecto, te lo expongo mientras comemos algo –Impuso sin perder el ánimo-. Yo solo desayuné tarde y poco, y mis tripas, llevan también rato sonando –El otro, solo supo voltear los ojos al techo con cierto gruñido, consiguiendo divertir aún más al hombre alto-. No me seas quejica, agarra tus cosas y vamos.
-Adiós a una deliciosa tarde en mi sofá –Refunfuñó en medio broma-. Según lo que me pidas, serán dos favores.
-Genial, eso es que aceptas –Mostró una enorme satisfacción, caminando ya fuera del pequeño despacho.
-Te recuerdo que soy periodista –Le enseñó el dedo corazón-, primero llego al fondo de la cuestión.
Sentados en una tranquila mesa, de un pequeño restaurante familiar de comida tailandesa, esperaba a que Fran colgara la llamada, para poder continuar, con lo que los había llevado allí. De mientras, picaba un poco de su pollo en leche de coco, revisando también en su teléfono las notas que se apuntaba a lo largo del día.
- ¡Por fin! –Exclamó al guardar de nuevo el teléfono, en el bolsillo interno de su traje-. Te juro que a veces sueño que me llaman y busco el teléfono, que pesadilla.
Gerard rio, asintiendo con su cabeza y guardando también el teléfono en su bolsa.
-Bien –Pinchó también de su plato-, vayamos al favor. Hasta el año pasado estuve dando clases de periodismo en Stony Brook University –Allí, Gerard se detuvo de continuar con su plato, y prestó total atención al hombre, al escuchar como nombraba la universidad donde iba ella-. Lo dejé porque éste año, quería abarcar nuevos proyectos en Europa –hizo una mueca de fastidio-. Pero hoy recibí una llamada de ellos –Se inclinó un poco más hacia delante con total interés-. El profesor que me suplantó, ha tenido un accidente en bici de camino allí ésta mañana –Gerard hizo un gesto de dolor-. Puede tardar el resto del curso en volver, y no encuentran a nadie para ya... Y yo, marcho dos semanas a Europa... -Lo miró fijamente con sus ojos.
Y Gerard, le devolvió también la mirada en silencio, por unos segundos. Pero los ojos negros de Fran, a veces, parecían transmitir un frío polar.
-Ni de coña –Sentenció mordaz.
¿Qué resultaba muy tentador? Joder, sí. El hecho, de poder caminar cada día, por los mismos pasillos que ella, con una excusa perfecta y creíble. Resultaba pero que muy tentador. Porque sería una manera de poder aparecer sin asustarla, con un acercamiento lento y precavido.
¡Pero coño, no era profesor! No creía que tuviera paciencia para aquello.
Lo mejor, seguir con su plan.
-Gerard, por favor, solo son dos semanas –intentó restarle importancia-. Si seguro lo tienes tú por manga la materia.
Le achicó la mirada, por ver que no aceptaba su negativa.
-No son chavales de instituto, qué te van hacer –Soltó divertido la pulla.
- ¿Qué te toca impartir?
-Tercero –Allí su espalda se tensó por la coincidencia, de ser el mismo año de ella, por suerte, estudiaba economía y política. Muy en su línea-. Periodismo económico y su tratamiento, más...
- ¡Que son varias! –Exclamó despavorido-. Tú no estás bien... -Rio con cierta burla.
-Y periodismo político y su tratamiento... -Tomó su copa de vino para dar un trago y después, tras mirarlo con burla se apoyó con prepotencia en su silla-. Sacaste excelente, miré tu expediente académico.
-Muy buena –Brilló la admiración en sus ojos-. Pero sigo diciendo que no, gracias.
-Somos periodistas, llevamos la investigación en la sangre –Respondió divertido-. Nos van los retos difíciles –Trató de incitarlo empleando buen humor.
-Tío –Rio agarrando su cerveza para darle un buen trago-. Me estás hablando de algo, que estudié hará diez años.
-No tienes que hacer nada más, que sacarle el polvo a mis apuntes que utilizo siempre y a tu cerebro –Rio algo más animado al ver una pequeña posibilidad de que aceptara. Vamos, son dos semanas solo. Un cambio de ambientes, que a veces no va mal. Ya verás, como se te pasa volando y así, dejas de lado ése puntito amargo que te trajo a Nueva York, y aceptaras al final el puesto de trabajo.
Una vez más, volvió a brillar admiración y sorpresa en la mirada de Gerard.
-Vamos, no seas tonto... Cuando uno se cura heridas, éstos aires frescos van muy bien –Le guiñó un ojo, sin saber.
-Si tú supieras –Rio por lo bajo, por lo intrincado de la situación.
- ¿Entonces? –Se inclinó hacia delante.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro