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🕊️2: Pesadilla.

Estrellas brillaban, la luna lo hacía igual, están todo fresco pues el viento comenzó a aumentar rápido moviendo las hojas de los árboles, las flores, todas las plantas del reino de las hadas. En el castillo, en una habitación con un balcón abierto y las cortinas moviéndose por el viento. La habitación estaba oscura pero no del todo gracias a la luz lunar que entraba por el balcón y las cortinas de las demás ventanas abiertas.

En la cama estaba la princesa de las hadas junto con su amado el jinete de la muerte quién tenía su cabeza en su vientre como si tratara de escuchar algo, Nasiens solo acariciaba con una dulce sonrisa y cálida la cabeza de Percival quien tenía unas cuantas lágrimas en sus ojos.

—Amor, ¿Cuanto tiempo crees que tendremos que esperar para ver a nuestro bebé?—. Empezó a besar de forma cariñosa el vientre de la pelo-cafe.

Ella río. —Bueno, según lo que Tioreh me contó; El embarazo entre un hada y un gigante tomo un total de 10 meses—. Contestó ella sin dejar de acariciar la cabeza de su amado. —Al ser yo mitad Hada y mitad gigante lo más probable es que dure también lo mismo—. Sonrió algo impaciente ante esa idea que tenía, ojalá fuera menos tiempo.

—¡Aaaaah es mucho tiempo!—. Se quejo en forma chibi Percival sin dejar de acariciar el vientre de su amada.

—El que espera tiene su recompensa, Caramelito—. Besó la frente de su amante la princesa con él haciéndole un puchero tierno.

—¡Nasiens!, ¡Nasiens!—. Una voz chillona se escuchó al lado de la feliz pareja, ¡Era uno de los Percivalines!. Él junto a otros traían algunas cosas para Nasiens.

Los Percivalines tenían varias cosas en sus manos e incluso venían en grupos cargando algunas cosas que ellos no podían aguantar solos. Había té, fruta, verduras, ropa nueva y sábanas.

—¡Que alegría!, ¡Trajeron lo que les pedí!—. Percival se levantó rápidamente y lo que primero que tomo fue una pijama nueva para su amada. —¡Hadita, ten!, ¡Es para que tú y el bebé estén más cómodos, Cielo!—. Se lo entrego muy animado en las manos de la oji-miel.

—Caramelito...—. Susurró sorprendida y sonrojada, vio la pijama y su expresión cambió a una suave sonrisa. —Gracias, Cariño—. Le dió un beso de forma rápida para después levantarse e irse a poner la pijama.

—Amor!, déja que te ayude, no quiero que hagas muchos esfuerzos!—. El peli-verde se acercó a su pareja y la miró con angustia.

—Cariño, descuida, puedo hacerlo sola—. Tranquilizó a su amado quién siguió insistiendo.

Después de una hora, la adorable pareja al fin pudo irse a dormir una vez que Nasiens se vistiera con la pijama que Percival le había dado y haber tomado un té que según es bueno para el embarazo según el libro que el peli-verde habia leido titulado; "Como Cuidar A Una Embarazada".

Él futuro padre también quería leer unas cuantas páginas de otro libro que los Percivalines le habían traído con el título; "¿Como ser buen padre?", pero Nasiens termino por convencerlo que ya era hora de dormir y su bebé quería que su padre estuviera con ella.

Ahora ambos se encontraban en cama, con Percival durmiendo abrazando a la oji-miel escondiendo su cabeza en su pecho con una mano abrazándolo y la otra en el vientre de ella, Nasiens solo estaba acurricada en el pecho de su amado.

Comenzó a apretar sus labios el jinete mientras que a su ves comenzó a sudar...estaba comenzado a tener una pesadilla.

............

En sus sueños allí estaba en un lugar desconocido pero con mucha que neblina que apenas y podía ver con claridad, miraba a todos lados buscando con su mirada a su amada princesa Hada pero no la encontraba, eso comenzó a preocuparle...

Comenzó a caminar, gritando el nombre de su pareja con preocupación, entre más caminaba más se preocupaba por su amada que sin darse cuenta comenzó a correr desesperado gritando como loco el nombre de su amada.

—¡NASIENS, NASIENS, NASIENS!—. Gritaba y corría sin parar entre la neblina mientras su desesperación y preocupación crecían aún más.

El sentimiento de miedo creció poco a poco dentro de él, esto ya no le gustaba, no solo le preocupaba sino también tenía miedo...¿Y si algo malo le había pasado a su mayor tesoro?. ¡NO!. ¡No podía pensar eso!, ¡Su mayor amor de estar segura!, ¡Su amor era fuerte, podía cuidarse sola!.

Entonces...¿Por qué se sentía miedo?.

—¡Percival!—. El llamado alegre y cálido de la dulce voz de la princesa hada fue una música celestial para los oídos del jinete.

Volteó rápidamente el oji-morado a la dirección que había escuchado la voz de su tesoro, una luz comenzó a salir de ese sitio, una luz segadora que Percival tuvo que cubrir sus ojos.

—¡Caramelito!, ¡Aquí estoy!—. Una vez más escucho la voz de su amada provenir de esa dirección. —¡Tú bebé y yo te estamos esperando mi vida!—. Alegría era lo que había en su voz.

Aún que sus ojos le dolieran por aquella luz brillante, no dudó en correr hacia ella para reencontrarse con su amada ignorando por completo el dolor.

Percival solo quería una cosa en estos momentos: su familia. Él había encontrado a su compañera de viajes que su abuelo le había dicho, y estaba apunto de formar una pequeña familia con ella. ¡Ella le había dado la oportunidad de formar una familia!.

Aumento su velocidad al correr imaginando se una vida completa con su hada y bebé.

Imaginó a su Nasiens con su vientre ya crecido.

Imaginó a su bebé ya en sus brazos y al lado de él a su amada.

Imaginó como su bebé le tiraba la comida en la cara haciendo un berrinche como cualquier niño al momento de darle de comer mientras Nasiens se reía con ternura.

Imaginó los primeros pasos del bebé con Nasiens se rodillas animando lo a caminar y él lo cuidaba por atrás por si se caía.

Imaginó a su Nasiens sentada en una silla mesedora cantándole una canción de cuna a su bebé con una linda sonrisa mientras él los veía desde la puerta.

Imaginó incluso un lindo momento de él y su pequeño robándose un pastel de la cocina a la mitad de la noche, y siendo atrapados al final por su querida Nasiens quién los vería enojada y con los brazos cruzados.

Imaginó por último una foto familiar abrazado a su Nasiens y su bebé.

—Nasiens...—. Susurró acelerando el paso sonriendo ampliamente hacia a la luz. A lo lejos vio la figura de espaldas de su amada y su sonrisa se amplió. —¡NASIENS!—. Dió un gran salto extendiendo la mano hacia la castaña quien se fue dado poco a poco la vuelta.

La luz iluminó el lugar por completo y un gran silencio hubo por unos segundos hasta que la luz se fue dando a revelar una escena horrible.

El lugar había cambiado, ahora estaban en una zona verde solo que sin árboles y varios sitios destruidos del lugar con piedras por algunas partes y pequeñas colinas. La luz del sol era cubierta por la nubes que se formaron para crear una lluvia pequeña.

Cuando la primero gota de lluvia callo en una flor de color blanca, está luego resbaló de uno de los pétalos de la flor haciendo que cayera a la tierra.

Los ojos de Percival no tenían el brillo que siempre tenían y una lágrimas comenzaron a salir de sus ojos morados, cayendo rápidamente por sus mejillas.

Un relámpago iluminó el cielo, Nasiens estaba en el suelo con una herida mortal en su vientre, estaba en un gran charco de sangre que mancho todo el césped verde y los tallos de algunas flores, su mano izquierda estaba en el lugar justo de la herida mientras que la otra estaba en el suelo pero manchada de sangre de todas formas.

Lentamente el jinete se acercó al cuerpo de su amada temblando y dando respiraciones agitadas, sus ojos no dejaban de soltar lágrimas. Se arrodilló delante de ella y la tomó en sus brazos.

—..¿Na-Nasiens?—. Al fin pudo decir algo después de haber salido del shock. —Mi amor...¿Estarás bien, verdad?. ¿Amor?—. No hubo respuesta.

Se negaba a creerlo...

—Nuestro nuestro bebé y tú estarán bien—. Afirmó sonriendo sin dejar de llorar.

La "verdad" era otra.

—Tú despertarás y tendremos a nuestro bebé...—. se aferró aún más al cuerpo de Nasiens.

No había señales de vida de ambos...

—¿..Amor?—. Y su voz se quebró.

Nasiens no respondía, él no podía sentir la respiración ni los latidos del corazón su amada...ella...ella estaba...

Un fuerte dolor cubrió su pecho por completo ante esa idea...su amada no podía estar...¡SU BEBÉ!. Con miedo y su cuerpo temblando dirigió su mirada a la herida de la castaña...estaba en el vientre...

Su amada y su bebé...estaban...

—¡¡AAAAAAAHHHHH!!—. Un grito desgarrador, fuerte y horrible salió de su boca que se podía escuchar a kilómetros de distancia, las pocas aves del lugar prendieron huelo asustadas por el grito al igual que los pocos animales del lugar.

Aún sin dejar de gritar abrazó al cuerpo de su amada fuertemente sin intenciones de soltarle en algún momento, en el momento en que el calló y solo comenzo a sollozar fuertemente todo a su alrededor comenzó a morir poco a poco, las aves cayeron muertas, el césped perdió su color verde, las flores se marchitaron, los animales caían sin vida.

Era una escena horrible, todo al rededor estaba muriendo, todo, sin excepción alguna.

La muerte había perdido a su amada e hijo.

—Que patético...—. Levantó de inmediato la cabeza Percival reconociendo aquella voz al instante.

—...Arturo...—. Nombró al Rey del caos con una gran despreció y odio en su voz. Sus ojos habían perdido el brillo, un gran fuego se podía ver en sus ojos por la furia que sentía en esos momentos.

—No pudiste proteger a esa princesita hada y a tu bebé—. En sus manos Arturo llevaba la espada que le había rebatado su felicidad. —Que tristeza...que lástima...—. Cada palabra provocaba aún más el enojo de Percival que a causó de su poder las muertes aumentaban más a su alrededor.

........

A lo lejos en una pequeña aldea los habitantes estaban reunidos viendo como los animales del bosque comenzaban a salir pareciendo estar escapando de algo.

—¿Que-...Que está sucediendo?—. Anne salió de la posada en la que ella y Donny se encontraban.

—¿Por qué de repente los animales se pusieron así de locos?—. Arqueó la ceja confundido Donny saliendo detrás de Anne.

El par vio como algunos aldeanos estaban viendo com dirección al bosque, se vieron entre ellos y decidieron ir a ver también que estaba pasando.

—¿Que crees que cause todo esto, Anne?—. Donny vio a su amiga.

—No lo se. Esperó que Percival y Nasiens estén bien...—. Fue lo único que dijo.

Ambos vieron de nuevo el bosque y una expresión de asombró se mostró al ver cómo un ciervo corría más rápido que todos pero cayó dando vueltas en el suelo hasta llegar ante los pies de Donny y Anne.

El chico se arrodilló para revisar al venado, grande fue su sorpresa al no sentir ningunos indicios de vida. Dirigió su mirada lentamente a su amiga.

—...Está muerto...—. Le dijo a Anne.

La chica se sorprendió por completo, ¿El venado estaba muerto?, pero si hace unos momentos se veía bien, ¿Cómo alguien podía morirse así de la nada?.

Un grito de uno de las aldeas del lugar se ollo, Donny se levantó y vio junto con Anne como los animales y las aves comenzaban a caer muertos, algunos aldeanos que reaccionaron comenzaron hacer lo mismo que los animales, correr por sus vidas.

Donny también reacción, tomó la mano de Anne y comenzó a correr sin soltar a la chica.

—¡Donny!—. Llamó Anne. —¿¡Que sucederá con Percival y Nasiens!?—. Le pregunto con preocupación.

—¡No temas Anne!—. Fue lo primero que contestó. —¡Percival es muy fuerte al igual que Nasiens, ellos estarán bien!—. Terminó de contestar él.

—¡Esto es malo!—. Un hombre que iba corriendo al lado de ellos llamo su atención. —¡La leyenda era cierta!.

—¿¡Que!?, ¿¡Que leyenda!?—. Arqueó la ceja Donny completamente confundido.

—¡La leyenda de: "La Dama De La Misma Muerte"!, ¿¡Que acaso nunca han oído de esa leyenda!?—. Al escuchar eso Donny y Anne se sorprendieron, ambos negaron. —¡Según la leyenda; Cuando la muerte se enamoré, se enamorará tan fuerte de su amada que no soportará la idea de tan solo perderla por lo que hará de todo para protegerla!. ¡Cuando su amada muera, la muerte enloquecera y romperá él mismísimo equilibrio de la vida y la muerte matando todo a su alrededor hasta que la vida completa desaparezca!—. Terminó de contar.

—Esa leyenda...es bastante similar a la que él-.—. Anne fue interrumpida.

—¿¡Y por qué les estoy contando esto justo en estos momentos!?—. Exclamó el tipo. —¡CORRAN PENDEJOS, CORRAAAAAN!—. Y aumentó tan velozmente su paso que supero a todos los que iban adelante de él.

—...Que tipo tan raro...—. Susurró Donny.

.........

Regresando con el Rey Arturo y Percival, el jinete se había levantado aún aferrado al cuerpo de su amada que cargaba al estilo princesa. Nasiens aún tenía la mano en su vientre.

—Dime...¿Que se siente perder todo lo que te importa?—. Sonrió Arturo como si no hubiese hecho nada malo.

Tan solo su existir causaba la irá de Percival.

El jinete con delicadeza dejo a Nasiens recostada en una roca, beso la mano derecha de su amada en el dedo índice que portaba un anillo de compromiso.

—Volveré, Amor—. Le Susurró con delicadeza al cuerpo ya muerto.

—Niño, esa hibrida ya ni vida tiene—. Aún mantenía esa sonrisa en su rostro. Al abrir sus ojos Arturo su expresión se vio sorprendido al ver cómo Percival había cambiado.

Aquel jinete que se mostraba algo maduro pero también infantil ya no estaba...solo había un ser con una ira feroz en él desplegando un aura de odio.

En un movimiento rápido Percival fue directo a Arturo que reacción un poco tarde. La sangré de Nasiens caía por la roca.

—¡¡NASIENS!!—. Despertó de su sueño Percival con su respiración agitada, su cuerpo sudando, y sentándose la cama al comento de gritar y despertar.

—¡¡Con la chancla no, Dolores!!—. También despertó Nasiens por el grito de su amado, al igual que Percival, la princesa hada también se sentó al momento de despertar.

Percival miró al lado suyo y vio a su amada junto a él, a su lado, tallando se los ojos por el sueño que sentía aún y limpiándose la baba que tenía en su boca por haber dormido con la boca un poco abierta.

Apretó sus labios el jinete sintiendo un gran alivio en su ser que no lo pensó dos veces y se lanzó a abrazar a su amada.

—¿Eh?, ¿Caramelito?—. Dijo aún adormilada Nasiens sintiendo como su amado se aferraba a ella ocultando su cabeza en su vientre. —¿Estás bien?—. Comenzó a acariciar la cabeza de su querido Percival.

Nasiens comenzó a sentir como su vientre estaba húmedo, pudo escuchar como su querido comenzaba a sollozar.

—¡Amor ¿¡Está bien!?!—. Trató que su amado le mirará a la cara pero no le dejó. —Ah, percival...—. Susurró preocupada y angustiada, no sabía que había provocado el estado en que se encontraba su amado percival, sintió como el cuerpo del peli-verde comenzó a temblar.

—*Sniff* Amor—. Al fin dijo algo Percival.

—Si?, Caramelito—. Respondió a su llamado.

—Te lo suplicó, te lo ruego, perdoname si sueno egoísta y el peor amado y padre del mundo pero...—. Cada palabra que Percival decía, Nasiens podía sentir el dolor y la amiguita con la que lo decía. —Por favor, no digamos nada de nuestro bebé—. Eso tomo por sorpresa a la princesa. —Tengo miedo...—. y miró a su princesa a la cara; Nasiens vio preocupada a su percival pues tenía los ojos rojos de la fuerza con la que lloraba. —Estamos en guerra contra Camelot y tengo miedo de perderte a ti y a nuestro bebé. Perdí a mi abuelo, no soportaría perderlos a ustedes, son la poca familia que me queda, ¡Perdoname mi amor por ser tan egoísta, perdoname por ser mal amado y mal padre!—. Bajo la mirada sin poder dejar de llorar y aferrándose más a su hada.

—...Oh Amor...—. Nasiens tomo la cara de Percival con sus manos e hizo que la viera. —Todo estará bien, no nos vas a perder ni a mi y ni a nuestro bebé—. Comenzó a acariciar la mejillas de él para calmarlo. —No eres mal padre, ni mal amado por solo querer protegernos a mi y nuestro bebé, es normal, te preocupes por nosotros y eso no te hace malo, te hace bueno para mí y nuestro hijo—. Cada palabra de Nasiens sanaba el corazón lastimado de Percival por aquella terrible pesadilla. —Si no quieres que digamos nada de mi embarazo, así será. No llores más, sonríe para mí y nuestro pequeño—. Junto la frente de ambos con una calida sonrisa; Percival ahora solo dejan caer alguna lágrimas.

Y sus labios se unieron en un tierno beso donde demostraban lo mucho que se amaban al igual que el cariño, querer y lo enamorados que estaban.

El besó duro mucho hasta que ambos se separaron y decidieron volverse acostar está vez con Nasiens poniendo la cabeza de Percival en sus pechos.

Juro que si el mundo se atreve a arrebatarme lo que más quiero en mi vida...—. Pensó percival aferrándose a Nasiens quién ya estaba dormida con la boca abierta un poco. —...Ellos lo perderán todo...—. Abrió sus ojos revelando que su brillo se había ido como en su sueño.


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