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Capítulo 3

Capítulo 3

"A veces quisiera sentir esas mariposas de nuevo, esa sensación vibrante de tener tus labios sobre los míos"

No he podido sacarme de mis pensamientos al hermano de los chicos. Aunque mi pasión es comprar ropa, no puedo concentrarme. Es un deseo de verlo, al menos entender si es sincero lo que siento o simplemente me dejo guiar por su belleza. Les digo a las chicas que voy al baño para lavarme la cara, y ponerme firme. El baño queda en el segundo piso de la tienda. Me lavo la cara y me miro al espejo, tengo las mejillas sonrojadas y mis orejas están rojas. Me digo a mi misma que no puedes enamorarte de alguien que ni conoces, pero que si bien los sentimientos son así, igual mantener el margen de la situación en caso de encontrármelo, esquivarlo y no decirle mi nombre y que este lo averigüe por su cuenta.

Al salir me siento refrescante y con mejor actitud. Subo hacia el tercer piso donde están mis amigas probándose diferentes ropas, a mi me escogieron varias para medírmelas en el vestuario. Al probarme esa cantidad, solo me quedo con dos shorts, una blusa transparente y un suéter de capucha que todas escogimos como símbolo de amistad.

Al tener muchas bolsas, no podemos seguir así, puesto que es incómodo. Llegamos a la parada para esperar un taxi o un bus que nos lleve hacia el hotel.

—Si quieres les doy un aventón. —Es el chico, no está con sus hermanos, lo cual es raro. Mi cuerpo se vuelve gelatina, pero aviso a mi mente que se calme y no piense con el corazón sino con la cabeza.

—No hace falta, pedimos un taxi —digo como excusa, no es cierto, pero quiero saber que tan lejos puedo resistir.

—Inventa mejores cuentos, las puedo llevar sin problema. Conocen a mis hermanos, eso me basta y sobra que son gente confiable —puntualiza con esa voz gruesa que me eriza la piel.

—Deberían ir ustedes, dejan las bolsas en el hotel. Es que volveré a la tienda y pediré una cosa para mi hermana. —Nanny se divierte jalándome a los nervios con el chico, ella sabe lo que hace.

—Sí, y nos vemos luego en el hotel —opina Rosa siguiendo la idea de Nanny.

—No dejes pasar la oportunidad, campeona —me susurra Megan antes de unirse con las demás y entrar de nuevo en la tienda.

Él ya tiene las bolsas, las carga como si fueran plumas. Lo sigo sin decir nada hasta el estacionamiento. El auto se encuentra cerca, y caminamos hacia allá. Al llegar abre la maleta, e ingresa las bolsas ahí. Me invita a montarme de copiloto y cierra la puerta una vez dentro. Mis nervios aumentan, no sé cómo iniciar una conversación sin que no suene estúpido. Él ingresa y prende el auto, luego pone música en volumen bajo y nos marchamos de allí.

—Soy Nick Claus —se presenta de manera muy breve.

—Alex Chambers —me presento con voz suave.

—Supongo que estudiaste Producción, así como mis hermanos, ¿no?

—Sí, es así —afirmo controlando el fluido de mis nervios.

No me doy cuenta que estamos ya al frente del hotel donde me hospedo. Él baja las bolsas y camina hacia adentro. ¿Qué pretende hacer? ¿No va a subir o sí?

—Gracias, me las puedes dejar aquí, yo las subo —digo con voz grave.

—No subirás, no hace falta, uno de los botones te lo lleva a tu habitación. Solo quería tener una excusa para hablar contigo y saber tu nombre. Ahora estoy satisfecho.

—Ammm... ¿no estás ocupado? —suena tonto preguntar eso, muy tonto.

—Sí, un poco. ¿Me podrías dar tu número?

¿Cómo que darle mi número?

—¿Para qué? —si seré idiota, pero no sé qué ando haciendo.

Él se ríe, y me pide mi celular, se lo entrego sin saber el porqué, anota el suyo y me da el de él para que anote el mío. Tecleo en su cel de alta gama y se lo entrego.

—Voy camino hacia la misma tienda, ¿te dejó allá o prefieres quedarte aquí?

—Me quedo, así descanso un poco.

Él asiente, me da unas palmaditas en el hombro y se va. Mi corazón vuelve a la normalidad. ¿Qué fue todo esto?

Camino hacia el ascensor pensando que fue todo eso, y cómo es que me pone los nervios de punta. Ninguna persona me había intimidado de la manera en que lo hizo, siempre soy la ruda, la fría, sin sentimiento, amargada como me llaman mis hermanos. Desvanezco su imagen en mi cabeza, sigo hacia la habitación, me quito la ropa que use, me doy una ducha caliente y aprovecho de ponerme algo cómodo, para recostarme y ver algo de televisión mientras las chicas llegan. Cambiando los canales, hay uno donde pasan películas decembrinas, las odio así que sigo pasando, y nada me llama la atención. Ingresó en Netflix, aprovechando para ver que consigo de interesante.

»«

Mi tía está en la entrada del hotel esperándonos, echamos un último vistazo hacia la habitación y luce igual que como entramos la primera vez. Al llegar a planta entrego las llaves y agradezco por el buen servicio. Al salir se vislumbra un auto fucsia estilo Barbie, ella siempre con sus gustos extravagantes. La saludamos y colocamos las maletas en el maletero para luego ingresar en el.

Durante el recorrido hacia su casa, nos quedamos en silencio. Todos andan como agotados, el caminar e ir para todos lados cansa un poco.

Llegamos a su humilde casa, que tiene varias rosas en la entrada y está pintada de azul cielo, la puerta está hecha de madera y tiene las iniciales de los dos (mi tía y su bebé) en cada parte de ella, y por dentro es más increíble todavía. Conserva su modernidad y es cálida. Ese es el estilo de mi tía, nada de sillas, todo sencillo y elegante, cuadros de pintores famosos y tiene una parte de la sala donde yacen varios puffs, un televisor enorme y el patio, donde las flores abundan. Ha cambiado desde la última vez que vine junto a mi familia, se nota que han hecho pequeñas remodelaciones, en la cocina más que nada y que ampliaron el dormitorio de Emmil, su precioso niño.

Ella nos lleva a la habitación de huéspedes, tiene cuatro colchones, un baño y dos mesitas de noche, el closet, y un balcón con vista paradisiaca.

—Vimos a los hermanos Claus, ¡Dios mío!, casi derramo una bebida cuando paso por nuestro lado —comenta Rosalie aplicándose una crema hidratante en la cara—. A veces siento que es inalcanzable.

—Deberías hablarle —le recomienda Megan cruzando las piernas—. No tienes nada que perder.

—Exacto, lucha hasta el final —Nanny parece estar muy extraña. No suele hablar demasiado bajito.

—¿Nan, qué sucede? —pregunto interviniendo en la conversación.

—No les había comentado, pero me ofrecieron un trabajo en Escocia, y mañana debo salir. Pediré que mis cosas me la trasladen lo más pronto posible y no podré continuar el viaje con ustedes.

Nos abrazamos entre todas, y caen algunas lágrimas en mi camisa. Desde hace cinco años no nos habíamos separado, pero tendría que llegar el momento, aunque siempre podemos mantenernos en contacto a distancia.

—Mi madre me llamó, paso algo con mi padrastro, y debo volar mañana temprano —comenta Megan con lágrimas en los ojos. Sé que para ella no ha sido nada fácil su asunto familiar, puesto que su padrastro golpea a su madre y no es nada lindo. Imagino los nervios que debe estar sintiendo y comprendo todo.

—Bueno nos iremos todas —digo abrazando a Megan que sigue llorando.

—Hoy podemos beber vino en un restaurante y celebrar. Sé que no era lo que habíamos planificado, pero al menos podemos llevarnos lindos recuerdos —sugiere Nanny hablando con voz normal—. No tienen por qué irse con nosotras, chicas. ¡Disfruten el viaje, por favor!, nosotras le damos el dinero que sobra. Eso sí, en diciembre nos vamos a ver, y pasaremos un lindo mes, ¿de acuerdo?

—¡De acuerdo! —respondemos al unísono.

Al menos Rosa y yo nos gusta lo mismo, quizás cambiar los planes y hacer algo más divertido y aventurero. ¿Qué otra cosa puede pasar? ¡No lo sé!

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