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how many things, shawn mendes✔️

you got a new message!
💌

"i wonder how many things you
think   about     before   you      get   to   me
i wonder   how  many  things  you   wanna
do, you think I'm in between. i feel myself
falling further down your priorities."

*

"me pregunto en cuántas cosas piensas
antes de llegar a mí. me pregunto cuántas
cosas quieres hacer, y crees que estoy en el
medio. siento que estoy cayendo
más abajo en tus prioridades."


🫧☁️📂



📨

SUS EXTREMIDADES COMENZABAN A DOLER, delatando que no había estado siendo muy amable consigo misma. Tenía la pista de hielo para sí sola, y sumida en un silencio sepulcral, Bella se lanzaba una y otra vez a toda velocidad a través del hielo, ensayando su última coreografía con minuciosa dedicación. Todo eso se traducía a ella haciendo su mejor esfuerzo en no volver a salir en busca de su celular ansiosamente para revisar si Shawn había podido comunicarse con ella.

Según sus últimas 10 llamadas perdidas y todos los mensajes sin recibir; la respuesta sin duda debía ser que no. Ni siquiera su manager había podido darle respuesta.

Bella recordó la imagen de su familia viéndola con pesar, prendiendo las velas de aquel pastel de cumpleaños que no pudo esperar más a que su novio apareciera. La comida se sirvió y las tradiciones festivas tomaron su curso, pero Bella no fue capaz de esconder su decepción más tiempo. Tuvo que refugiarse en el lugar al que siempre iba por consuelo; y ahí se encontraba, en el suelo después de otro mal aterrizaje. Sus mallas estaban empapadas, haciendo que el frío calara hasta sus huesos, pero estaba tan acalorada que no llegaba a inmutarla. Su pecho subía y bajaba de forma golpeada. Con la vista hacia abajo, y su cabello anaranjado corriendo como cortinas en el marco de su cara, Bella tuvo que utilizar todas sus fuerzas para evitar llorar.

No quería parecer malagradecida. Tampoco caprichosa. No quería que pareciera que ella no estaba completamente sobre las nubes por todo el éxito que su novio estaba teniendo internacionalmente. Su música era excelente y las puertas de oportunidades no paraban de abrirse a su alrededor. Y mientras su pecho más se hinchaba de orgullo y de felicidad por Shawn, más adentro su corazón se rompía en dolorosos pedazos por el abandono. Se estaba quedando atrás, abandonada.

Escuchó la puerta del gimnasio abrirse, puesto que el eco viajó por todo el vacío del lugar. Bella no se dignó a mirar; en parte, porque no quería saber y porque no quería verse en la necesidad de tener que hacerle espacio en la pista a otra alma que necesitara el mismo consuelo que ella ansiaba. Hubo un silencio que eventualmente se acompañó por pasos.

Sabiendo que la curvatura de sus hombros hacia abajo solo le generaría una joroba, Bella pasó sus frías manos por la calidez de sus lágrimas para limpiarlas de su cara. El frío fue bien recibido por su rostro, cuando decidió ahuyentar a la persona que estuviera merodeando por ahí.

—¡Ey, esto es una práctica privada! —gritó hacia el vacío, buscando al intruso con la mirada.

Al no tener respuesta, Bella sorbió por la nariz y regresó la mirada a sus manos, dejando que su visión se nublara nuevamente con lágrimas.

Se escuchó cómo se abría la puerta del rink, lo que provocó que Bella volteara de inmediato hasta ser atrapada por una mirada color chocolate. Cejas tensadas en el entrecejo, mechones de cabello cayendo sobre su mirada y un aire profundo de arrepentimiento; Bella solo podía pensar en huir al ser atacada por un pinchazo en el pecho.

Sin decir palabra alguna y manteniendo una mueca de dolor, Bella se puso de pie ágilmente y comenzó a patinar con dirección a la salida opuesta a él.

—No, no, no, Bells. Espera, espera —pidió con voz suplicante.

A pesar de estar comprometida con su escape, los años de entrenamiento de hockey en hielo que tenía Shawn lograron cederle la ventaja en la velocidad. En un segundo cruzó la pista hasta arrasar con ella. Debido a su naturaleza artística en el hielo, el instinto de Bella fue dejarse girar entre sus brazos para evitar caerse al ser arrollada por el fornido joven. Frente a frente, la pelirroja se tapó el rostro con ímpetu, mientras el castaño buscaba su mirada ansiosamente.

—Bells, por favor, mírame.

—Déjame, Shawn —pidió, mirando hacia la salida con tristeza.

—Lo siento mucho, bonita, de verdad, mírame —insistió, acunando su rostro con sus manos para encontrar su mirada.

Shawn sintió una parte suave dentro de su pecho apretujarse al ver los suaves ojos marrones que tanto amaba mirarlo con tanta tristeza.

—Dijiste que vendrías —fue lo único que logró decir.

Bella quería ser racional, si algo detestaba era hacer una escena enfrente a alguien más. Sin embargo, tenía que admitir que le estaba resultando especialmente difícil esconder el nudo en su garganta y sus palpables ganas de huir y esconderse.

—Lo sé, perdón, yo...

Ella lo detuvo poniendo una mano en su pecho.

—Hablemos de esto afuera. Iré a cambiarme —estableció con firmeza para proceder a patinar lejos de él.

Shawn accedió silenciosamente, encaminándose a ponerse el calzado adecuado para salir de la pista.

Minutos después, la pelirroja seguía portando el leotardo con el que entrenaba, ahora acompañado por un suéter que únicamente abrazaba sus brazos y hombros, shorts gruesos de pana color crema y calentadores rosados que se estiraban por encima de sus medias. Había hecho su mejor esfuerzo por remover los rastros de sudor que quedaban sobre su piel, pero sabía que bien podía lidiar con eso una vez que llegara a casa.

Afuera del gimnasio, Shawn ya la esperaba apoyado en los barandales de la entrada. Vestía todo de negro, manos en los bolsillos y su largo cabello fluía en ondas que enmarcaban su cara. Estaba sosteniendo un ramo de flores rosadas con flores blancas, mientras copos de nieve caían suavemente del cielo.

Bella no pudo contenerse. Caminó hacia él con decisión y dejó que su maleta de entrenamiento cayera a sus pies, mientras entrelazaba sus brazos detrás de la nuca del joven. La pelirroja se había dejado caer hacia él con tanta inercia, que Shawn tuvo que dejar que el ramo de flores cayera en seco al suelo. No lo tuvo que pensar dos veces, correspondió al abrazo instantáneamente, ciñendo sus brazos alrededor de su cintura. Mantuvieron esa posición unos momentos en silencio, ambos aliviados por la cercanía del otro, mientras pequeños copos de nieve comenzaban a acumularse en sus cabellos y ropas.

—Feliz cumpleaños, ángel.

Ella no respondió, sino que buscó enterrarse más en el abrazo con un pequeño suspiro. Por su parte, Shawn comenzó a dejar caricias en su cabello: rítmicas, suaves y reconfortantes.

—Eres lo mejor que me ha pasado, Bells —continúo el castaño, pronunciando cada palabra con lentitud y firmeza muy cerca de su oído—. Cada día me sorprende lo afortunado que soy de tenerte, bonita. Eres lo único que quiero en la vida.

—¿En dónde estabas? —logró formular la chica, hablando contra la tela de su chamarra.

Bella supo que no debió de haber preguntado eso. La curiosidad la carcomía, pero sabía que no era sabio: No quería escuchar todas las cosas que para Shawn habían sido más importantes que su cumpleaños.

—Los de la disquera vinieron al estudio sin avisar. Querían ver los progresos que tenemos con el álbum... Bells... —la pelirroja pudo sentir como sonreía contra su cabello—. Les encantó. Revisamos track por track y... No pude zafarme con tiempo. Para cuando alcancé el siguiente vuelo, ya era muy tarde. Pero aquí estoy. No quiero que pienses que no es importante para mí.

Disimuladamente, Bella revisó su reloj. 11:41 pm. Técnicamente todavía era su cumpleaños.

—Eres un idiota.

—Lo sé —Shawn la apretó más contra él y trazó círculos a través de su espalda—. ¿Quieres ir a cenar? ¿Ver una película? Lo que quieras, soy todo tuyo.

El corazón de Bella se hundió en su pecho, amenazando con aguar sus ojos.

—Solo... Sostenme un segundo más —pidió.

—Con gusto, ángel.

Bella inspiró el olor de Shawn (una combinación de cedro, limón y rosas), permitiendo que todos los copos de nieve que continuaban cayendo humedecieran sus figuras. Aún en ese momento de quietud, de arrepentimiento y de pena, Shawn se sentía como un rayo de luz. Cálido, suave y seguro. Bella se sentía como todo lo contrario. Tenía heridas abiertas en los pies por su extenuante entrenamiento, la piel fría, sangre en sus labios por tanto mordisquearlos, unas urgentes ganas de prender un cigarro (aquellos que Shawn tanto odiaba) y un resentimiento hacia él que no podía disipar, puesto que iba de la mano con lo mucho que lo amaba.

A veces parecía que no mucho había cambiado desde que habían comenzado a salir. Bella lo había visto esperarla afuera de esa misma pista de patinaje incontables veces, se habían abrazado con esa misma fuerza antes y su corazón había latido con la misma fuerza. Sin embargo, todo era distinto. Ella no sabía en qué momento Shawn se había convertido en el sol: tours, conciertos, entrevistas, reconocimiento y toda la grandeza que siempre habían soñado. Tampoco sabía en qué momento se había convertido en un cometa. Orbitando alrededor del sol, esperando a que sus rayos de luz fueran suficiente para hacerle brillar.

Si Bella así lo deseaba, sabía que podrían darle vuelta a la página, que estarían bien y que probablemente dejaría ir todos esos pensamientos que la abordaban como una colonia de abejas a la miel. Excepto que no sería así realmente. Cada que Bella estaba con él, Shawn estaba 100% con ella, era suyo; pero cuando estaba lejos, la fría noche nunca acababa y ya no podía soportar el tener que compartirlo con el resto del mundo. Le rompía el corazón con una lentitud agonizante, cayendo cada vez más lejos en su lista de prioridades.

Si seguían así, Bella no sobreviviría. Y Shawn utilizaría la experiencia para crear más arte. No era justo.

Le habían ofrecido una beca de patinaje en Moscú, Rusia. Sin comentárselo, Bella tomó la decisión en ese mismo momento: iría. Y esa sería la última vez que Shawn tomaría un avión con ella como motivo.

—Te extraño —confesó Bella.

—Yo más, como no tienes idea.

Shawn besó su hombro, besó su cuello y besó sus mejillas, hasta plantar un beso en sus labios. El beso era dulce, casi inocente, y Bella no podía creer lo fácil que era derretirse bajo la presencia del artista.

—Vamos a casa, ángel —la animó con una cálida sonrisa, recogiendo uno de sus mechones anaranjados detrás de su oreja.

—Vamos —accedió Bella, sonriendo débilmente.

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bonus songs:

midnight rain, taylor swift
when you're gone, shawn mendes

(n/a)

¿LES GUSTÓ O QUÉ? DIGAN BIEN.
LES AMO, BESOS

NIA

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