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El Brujo

Las hojas de los árboles se agitaban, como si se acercara una tormenta, pero no había viento. Nethan escuchó con atención y asintió.

"Promételo" parecían susurrar.


Hubo un largo silencio, que sólo se interrumpió cuando Akhos dio un paso al frente.

— ¿Qué salgamos? No lo creo. Para empezar, ¿quién diablos eres? ¿Cómo lograste entrar?

Hizo ademán de avanzar hacia el hombre de la capa, pero no pudo, pues el hombre misterioso se volvió hacia él y entre ellos el suelo de madera crujió y comenzó a desprender humo. 

— En el salón solo se queda Rodas, Nisya y Elysium — repitió el hombre. Nuevamente, su tono no varió ni demostró ninguna emoción, pero los cristales en las ventanas empezarona a agrietarse poco a poco como si fuere el indicativo de la paciencia que le quedaba, así que Akhos tuvo que irse junto con Paean. Éride quiso irse también, pero la puerta se cerró antes de que la cruzara y no pudo abrirla; estaba completamente sellada.

Quedaba claro que el hombre de la capa era un brujo, y también estaba claro que su acompañante era un salvaje; el cabello oscuro, la piel morena y la forma de la cara lo delataban.

— Es usted un brujo — dijo el rey Rodas, recto como una vara—. ¿Qué hace un brujo llegando de la nada y exigiendo algo así?

— La gente suele llamar a este brujo de muchas formas, pero la más común se ha vuelto el Insensible. Y el Insensible cumple todas sus promesas — respondió el hombre de la capa—. Le hizo una promesa a los espíritus del bosque y por eso ha venido.

— ¿Qué es lo que está pasando aquí? — Preguntó Éride, quien finalmente se había rendido de intentar abrir la puerta—. ¿Qué promesa hizo? ¿Qué tiene que ver conmigo? Yo no soy Elysium.

El hombre de la capa, el Insensible, lo miró y Éride se preparó para mantenerle la mirada, pero sólo transcurrieron unos segundos para que el mismo brujo apartara la vista.

— El Insensible te salvó la vida. Cuando agonizabas por culpa de la gran fuerza de Aite, Ivar imploró para que te salvara — dijo, con calma. Miró a su sirviente, aparentemente Ivar, y éste asintió energéticamente con la cabeza.

— Los espíritus del bosque me hablaron y dijeron que debíamos salvarte. Así que mi señor habló con ellos. Por eso ahora estás vivo.

— Un momento. Entonces ¿se supone que yo soy Elysium? Eso es imposible. ¡Él era...! No sé, increíble — exclamó Éride, frunciendo el entrecejo—. Además, no recuerdo nada. Me llamo Éride. Y, ¿Elysium no debería tener al menos treinta años? ¡Míreme! ¡Tengo la mitad de eso!

— Los espíritus del bosque le impusieron al Insensible condiciones. Querían que vivieras, pero que fueras incapaz de salvar a nadie — respondió—. Porque entonces no tendrías otra opción más que volver a casa.

Su respuesta le picó el orgullo a Éride y estuvo a punto de decir algo para defenserse, posiblemente algo estúpido, pero afortunadamente Nisya intervino.

— ¡Pero necesitamos a Elysium para vencer a los salvajes! El... que yo conozco. No tengo nada contra ti, Éride, ¿pero no hay alguna forma de volverlo a la normalidad? —preguntó Nysia avanzando hacia el hombre de la capa, suplicante.

— Sí. Elysium debe regresar a su hogar — respondió el brujo, observándola y posteriormente ladeó la cabeza—. Tú no estás en condiciones para emprender ese viaje. Podría ser peligroso.

— ¿¡Cómo que no estoy en condiciones!? — Exclamó la mujer, ofendida y tomó su arco—. ¡Soy la capitana de los arqueros, brujo! El hecho de que sea mujer no...

Pero él se limitó a señalar su vientre.

— Siete lunas. El insensible no pudo verlo a simple vista, pero siente una vida en tu vientre. Debe de ser un niño muy pequeño si tu estomago no se hincha. Nethan duda que quieras perderlo a tan poco tiempo de tenerlo en tus brazos.

La mujer retrocedió, súbitamente sorprendida y estuvo a punto de tropezar, de no ser porque Ivar la sujetó justo a tiempo. Ella puso una mano sobre su estómago.

— ¿Com-cómo...? — pero no pudo articular más. Hasta el rey parecía sorprendido. Claramente, no lo había notado, y probablemente muy pocos además de ella lo habían hecho, pues el vientre de la capitana se mantenía plano.

— A veces pasa — se limitó a decir Nethan, y concentró su atención en la lanza, que seguía clavada a la madera del suelo. Como si el arma pudiera percibir al brujo, vibró con gran energía, pero él no la tocó—. La lanza sigue cumpliendo su cometido, pero Nethan no cree que este chico sea capaz de aprender a manejarla a tiempo. Este es el consejo del brujo: vayan de vuelta al hogar de Elysium, y hablen con los espíritus del bosque. Ellos le devolverán lo que le hace falta.

— Me tendrá que disculpar, brujo, pero ahora mismo tengo muchas preguntas — dijo el rey, acercándose por primera vez al hombre de la capa—. ¿A tiempo para qué? Y tengo entendido que los brujos vienen de las tierras más allá de Valres. ¿Por qué un brujo, con un salvaje, se interesaría en mi reino?

— Nethan ha visto el futuro de Yelize y sólo ha visto sangre. A veces debe derramarse sangre, pero ha visto demasiada.

— Pero... si yo soy Elysium... ¿Dónde se supone que está mi hogar si no es aquí? — Preguntó Éride, tragándose el nudo en la garganta que le había dejado la respuesta del brujo—. No sé mucho de Elysium, pero... ¿él no creció en esta ciudad?

Recordaba las historias que habían contado los soldados sobre Elysium. Todos estaban de acuerdo en que venía de era de Houser. Estar tan cerca de la frontera explicaría sus facciones salvajes, al fin y al cabo, no sería el único mestizo. Pero Nethan negó con la cabeza y señaló la ventana. A través de los cristales se veía la muralla de la ciudad, pero más allá estaban las tierras salvajes.

— Allá. El capitán de la Reina Serpiente te ayudará.

— ¿La Reina Serpiente? — Preguntó el rey—. Es sólo un barco mercante. Últimamente nos ayuda a traer comida a los soldados, pero no veo porque ese barco le sería de ayuda a Elysium.

Fue una cuestión que Nethan no se dignó a responder. Éride suspiró y se sentó. Sentía que se estaba mareando, era mucho para asimilar. Todavía le retumbaban en la cabeza las palabras que Nethan había dicho apenas unos momentos antes. "Y sólo ha visto sangre" Si Éride no conseguía "lo que le hacía falta" los salvajes iban a masacrar todo el reino.

— Bien, última pregunta — suspiró el rey —. ¿Por qué no querías que Akhos y Paean escucharan esta conversación?

— Su segundo al mando teme del regreso de Elysium — respondió Nethan —. Y Paean debería hablar directamente con su maestro sobre este asunto.

Éride miraba el suelo, todavía sentado. El brujo le había confirmado prácticamente que él era Elysium pero, siendo honestos, habría preferido mil veces no serlo. Ser el único capaz de manejar la lanza le era por sí mismo suficiente peso. Ser un héroe al que dedicaban historias y estatuas de bronce... ¿cómo podía Elysium vivir con ello? ¿Con tanta gente creyendo en él?

— La Reina Serpiente tocará tierra esta noche, entonces deberán hablar con su capitán — anunció Nethan—. Si ya no hay más cuestiones, Nethan quiere hablar en privado con Rodas.

Éride y Nisya se miraron, pero al final, ambos se levantaron y salieron, dejando al rey a solas con el brujo y su sirviente. En toda la conversación, el brujo no había variado el tono de su voz. Ni siquiera un poco, seguía totalmente carente de emociones.

Daba escalofríos.



— Nethan no ha querido decirlo enfrente de su capitana — empezó el brujo —, pero cree conveniente que debe saber esto.

— ¿Qué cosa? ¿Es también sobre Elysium? — preguntó el rey, pero el brujo negó con la cabeza. Se dirigió a la ventana y el rey le siguió. En la ciudad antes vacía pudo ver entonces las casas incendiadas, cientos de soldados muertos, con su sangre manchando la tierra. Y los salvajes, celebraban

— Esto es el futuro. Los salvajes van a superar sus fuerzas — explicó el Insensible, mirando el fuego arder—. Usted y sus soldados morirán en esta ciudad dentro de una semana. Para entonces, Elysium y sus seguidores ya estarán rumbo a Valres.

El rey guardó silencio unos momentos.

— ¿Acaso puedes ver el futuro?

— Lo veo. El que será y no puede cambiar, y el que podría ser y podría cambiar. Este fuego y esta sangre es lo que será.

— Si no puedo cambiar mi muerte, ¿Por qué me cuenta esto, brujo?

— Nethan ha visto mucha sangre. Cree que debe de avisar a su ejército y a su pueblo de que los salvajes ganarán.

El rey Rodas no respondió de inmediato. Se giró para contemplar el mapa que había estado analizando antes, tratando de mantenerse sereno.

— Si los salvajes van a ganar ¿por qué envía a Éride al reino de los salvajes, como si él pudiera salvarnos?

— Elysium y su lanza pueden cambiar el rumbo de las cosas. ¿No fue su mejor soldado? — respondió Nethan y también se acercó al mapa. Señaló un par de ciudades —. Los salvajes querrán tomar estas, antes de escuchar la rendición de su pueblo. Si su Yelize se rinde, rey Rodas, muchas vidas van a salvarse. Debe enviar a Akhos a defender la Ciudad Dorada.

— ¿Me estás insinuando que debo dejar que tomen esas ciudades? ¿Y dejar que mi pueblo sea gobernado por esos salvajes? Esa es una broma muy mala, brujo.

— ¿No es eso mejor que dejar que le pasen espada a todos, y que tomen a los niños como esclavos para sus clanes? — preguntó Nethan, inmutable—. Los salvajes se están vengando por la muerte de su bestia sagrada, y no van a aplacar su ira tan fácilmente. Esto es invariable; están furiosos y sedientos de sangre. Elysium no llegará a tiempo para evitarlo, pero sí puede ayudar a su pueblo a levantarse nuevamente.

— Van a buscar a mi hijo, ¿no es cierto? Para matarlo a él también. Los salvajes saben lo que es un heredero.

— Sí.

El rey guardó silencio unos momentos.

— Entonces hágame un favor, brujo. Y todo mi reino estará en deuda con usted.                

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