9
Sentía todo mi cuerpo pesado, y me costó bastante abrir los ojos, pero lo hice porque un sonido realmente espantoso no dejaba de sonar.
Abrí los ojos de mala gana, apartando mi cabello para poder ver. Miré a mi alrededor un tanto desorientado, hasta que caí en cuenta de que estaba en mi habitación. Pero no estaba solo; a mi lado yacía una hermosa mujer, de cabello rojo como la puesta de sol, que dormía plácidamente ajena a todo.
Elysia.
Me llevé las manos a la cabeza, intentando recordar qué pasó la noche anterior. Recuerdo que ambos nos besamos. Fue por tanto tiempo que nos olvidamos por completo del resto.
Cuando volvimos a la realidad, Nath y Leyla ya habían desaparecido de nuestro radar, y Elysia estaba bastante borracha, así que, sin saber qué otra cosa hacer, la traje a mi casa.
No nos engañemos, también la traje porque deseaba hacerlo.
El timbre de la puerta me sobresaltó, e inmediatamente me incorporé de golpe de la cama. ¿Quién demonios será a estas horas?
Al momento de abrir la puerta, me arrepentí enseguida de hacerlo, porque frente a mi puerta estaba mi madre y hermana, que se abalanzaron hacia mí en cuanto me vieron. Era como si no nos hubiéramos visto en años, a pesar de que nos vimos antes de ayer.
Intentaron entrar a mi casa, pero fui más rápido y les bloqueé el paso con mi brazo.
—¿Aaron?—mi madre frunció el ceño, sin comprender mi comportamiento.
—¿Qué hacéis aquí? —me apresuré a decir.
—Queríamos invitarte a comer —dijo mi madre con entusiasmo.
—¿Y para eso debéis venir hasta la puerta de mi casa?
—He estado llamándote sin parar, pero como siempre, tienes el móvil de adorno —me reprochó mi hermana y yo suspiré.
—Lo siento, ayer salí con Nath y se nos hizo muy tarde.
Ambas mujeres me miraron, como si hubiera contado un chiste sin la menor gracia.
—Me dijiste que ibas a pasar el día de ayer trabajando —dijo mi madre, poniendo los brazos en cruz.
Una clara señal de que esto iba a acabar en una discusión, que seguramente perdería.
—Fue algo improvisado de último minuto.
—Si tienes tiempo para estar con tus amigos, también lo tendrás para tu familia, ¿No? —soltó mi madre haciéndome a un lado con facilidad.
Yo suspiré y me acabé apartando. Era mejor dejarla hacer que llevarle la contraria; podía llegar a ser bastante terca cuando se lo proponía.
Seguro que después de desahogarse, se acabará yendo.
Mi madre y hermana entraron como en su propia casa, dirigiéndose a la sala de estar, mientras mi madre seguía expresando lo mal hijo que era y lo desatendida que se sentía al volver de su viaje.
Yo asentía y le daba la razón en todo para dar por concluida la conversación, rezando porque Elysia siguiera dormida. No se cómo explicaría la situación si ella se...
—Esto... ¿Hola?
Una melena rojiza como la de un león apareció ante nosotros y mi madre y hermana quedaron con la boca abierta, mirándola y luego mirándome a mí en busca de una explicación.
—Lo siento, escuché ruidos y...— dijo ella, muerta de vergüenza, sin saber a dónde mirar.
Su cara estaba roja como su cabello y evitaba mirarnos directamente. Tengo que poner fin a esta situación cuanto antes. Me acerqué a ella con total naturalidad, tomé su muñeca con suavidad y luego me dirigí a mi familia.
—Enseguida estoy con vosotras.
—Oh, sí, un gusto en... conocerlas —dijo Elysia, mientras la llevaba de vuelta a la habitación.
Al llegar, se apresuró a disculparse de nuevo.
—Dios, lo siento, no sabía que estarías con gente...—la interrumpí colocando un dedo en sus labios para detener su balbuceo.
—Está bien, es culpa mía. Llegaron sin avisar, pero no pasa nada —la tranquilicé.
Aparté mi mano, y ella retrocedió un poco, nuevamente evitando el contacto conmigo. La observé detenidamente; su cabello estaba revuelto, se notaba que acababa de despertar, y su ropa también lucía desaliñada por la noche agitada de ayer.
—Puedes darte una ducha si quieres; el baño está por allí y mis ropas en ese vestidor. Sírvete como gustes. Cuando estés lista, te llevaré a casa, y ahora intentaré deshacerme del inconveniente —expliqué, y ella asintió con una media sonrisa.
La miré por última vez y me dirigí a la sala de estar, donde mi hermana y madre me esperaban con la cara llena de preguntas.
—¡Lo sabía! ¡Mi hermano no es gay, gané la apuesta!
—¡Karen! —la reprendió nuestra madre.
Yo también la fulminé con la mirada, molesto por escuchar algo tan absurdo.
—¿Qué? No soy quien lo empezó. Dylan no dejaba de meterse con él, así que se le ocurrió apostar para salir de dudas —se explicó, cruzándose de brazos.
Esto era el colmo. Tener familia para que te usen como parque de atracciones.
—Hermanita, sé que puedes ser terrible en algunas ocasiones, pero no por eso, pienso que eres una loca Psicópata, lo mismo va para mí, no deberías dejarte engañar por cosas que wscuchas.
—¡¿Qué me has dicho?! —gritó ofendida.
Solo me reí por su reacción, y mi madre se interpuso entre nosotros.
—¡Suficiente ustedes dos!
Mi hermana bufó y se sentó de mala gana en el sofá, cruzándose de brazos.
El humor de mi madre cambió drásticamente, y ahora, era toda sonrisas mientras me miraba. Tengo un mal presentimiento.
—No sabía que tenías compañía.
¿Cómo ibas a saberlo si no me dejaste casi hablar?
—¿Quién es ella? —preguntó mi madre, con los ojos azules llenos de esperanza.
—Solo una amiga —respondí de forma seca.
—¿Solo una amiga? —volvió a preguntar con la ceja levantada.
Ya estaba empezando, siempre era igual. No entendía su reacción; no es como si nunca me hubiera visto con una mujer antes.
—Sí, solo eso, mamá. Así que, si no os importa...—Señalé la puerta, una clara indicación de que deseaba que se fueran, pero mi madre no se inmutó.
Entonces, miré a mi hermanita en busca de ayuda. Ella, al verme y captar mis señales, se levantó de nuevo, tomando a nuestra madre del brazo.
—Vamos, mamá. Aaron puede encontrarnos más adelante —soltó, pero eso último no me gustó para nada.
—Sabes cómo es, este no vendrá.
—Claro que lo hará, así podrá compensarte, ¿Verdad, hermano?
La miré con mala cara, pero ella solo me sonrió a modo de respuesta.
—Sí, después de acompañarla a casa, nos encontramos donde sea que queráis ir.
Mi madre finalmente reaccionó y sonrió también, complacida por mis palabras.
—Como no aparezcas, ya no serás más hijo mío.
—¿Al fin se cumplirá mi sueño de ser hija única?
No respondí a ninguna de sus provocaciones y las acompañé a la salida, prometiendo reunirme con ellas después.
Qué familia me tocó tener.
Suspiré para calmar el malestar que estaba sintiendo y luego me apresuré a la habitación. Sin embargo, ella no estaba por ningún lado, pero me tranquilizó escuchar el sonido del agua en el baño.
Mientras esperaba que terminara, me cambié de ropa y revisé mi móvil, el cual tenía varios mensajes, entre ellos de Dylan y Nath. Abrí primero el de Dylan y lo leí.
¿Es verdad que tu madre y tu hermana te pillaron en pleno acto con una mujer?
Y yo, que pensaba que eras gay, me has hecho perder dinero.
Fruncí el ceño y quise atravesar la pantalla para ahorcarlo. ¿Ahora será mi culpa que hagan apuestas absurdas?
¿Y qué es eso de pillarme en pleno acto?Todavía no había salido de casa y mi hermana ya estaba haciendo de las suyas, como siempre. Decidí dejarle en leído y procedí a abrir los mensajes de Nath.
No vuelvo a beber, tengo todo el cuerpo hecho mierda, por no hablar de las caderas.
No quiero ni imaginar qué estuvo haciendo para terminar así de molido. Seguí leyendo el resto de sus mensajes.
¿Y a ti cómo te fue? Por lo que pude ver, parece que no te fue nada mal, vi cómo te llevabas a esa belleza pelirroja.
Ni siquiera pensé en que nos pudiese ver, pero era algo que no me importaba. Lo cierto es que estaba tan absorto en ella que no podía ver más allá.
Cuando estaba por responder, la protagonista en cuestión apareció, abriendo la puerta del baño, con su cabello mojado y con tan solo una toalla, ¡Una toalla mía!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro