Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

18

Descendí al sótano de la casa de mis padres, donde se encontraba el gimnasio que mi hermana había insistido en instalar, pero que nunca utilizaba.

—¿Por qué nunca usas el gimnasio que tanto insististe en tener? —le pregunté a mi hermana en una ocasión.

—No tengo tiempo —respondió ella, encogiéndose de hombros.

Decidí hacer ejercicio para calmar el torbellino de emociones que estaba experimentando, especialmente la ira que crecía dentro de mí sin remedio.

—¿Quién demonios era ese Logan? —me pregunté en voz alta, mientras comenzaba a correr en la cinta.

Conozco todo sobre ella y sé que no tiene amigos, solo amigas. Leí la conversación de principio a fin y no había mucha información que pudiera extraer, aparte de que, al parecer, eran viejos amigos que se reencontraron el viernes, el mismo día que decidí ir a arreglar las cosas con ella.

Parece que se vieron en su trabajo, él llevó a su gato y no esperaba encontrarla. Hablaban más de su mascota que de otra cosa, pero habían decidido quedar el sábado. Ella, al final, tuvo que posponerlo porque acabamos quedando con mis padres.

Ahora entiendo su reacción en la cocina. Tampoco podía poner cara a ese tipo, porque en su perfil aparecía una niña pequeña. ¿Sería su hija, su hermana o algún otro familiar? No tenía idea. Por lo que vi, habían quedado esta tarde, aunque no estaba del todo confirmado.

—¡¿Por qué demonios no me lo dijo?!—grité, apretando los puños.

Esto era lo que más me enfurecía, el que no me lo haya dicho.

Apagué la máquina de correr y me bajé de ella, todo mi cuerpo estaba sudoroso por el extenso e intenso ejercicio. Me sequé el sudor de la frente con la toalla pequeña y me la anudé al cuello, subiendo hacia la casa, encontrándome con mi madre.

—Buenos días, cariño, qué madrugador, espero que hayas dormido bien —dijo ella sosteniendo un cuenco que contenía alguna crema.

—Buenos días, madre, sí, dormí bien —respondí, depositando un beso en su mejilla.

—Oh, esto es inesperado, parece que esa chica te hace muy bien. Por cierto, ¿Aún sigue dormida?

—Sí, es una dormilona —bromeé.

—Igualito que tu padre, ronca tanto que estuve a punto de ahogarle con un calcetín. Por suerte recordé que hoy desayuno con mi nuera, así que me desperté para prepararlo todo —dijo como si nada.

Supongo que ahora debía agradecer a Elysia por lograr que mi padre viva un poco más.

—Mamá, ¿Qué tanto estás preparando? Te recuerdo que Elysia solo tiene un estómago —le recordé y ella se echó a reír.

—No solo es para ella, hijo. Bueno, te dejo que se me quemará todo por tu culpa. Oh sí, todo estará listo para las nueve —se despidió caminando hacia la cocina de nuevo.

Yo moví la cabeza de un lado a otro reprimiendo una sonrisa y de nuevo subiendo a la habitación de invitados. Mi chica todavía seguía durmiendo, en completa paz, como si nada la perturbara, mientras yo estaba aquí enfadado e irritado como un adolescente celoso.

Podría cambiar sus planes y hacer que se quedara todo el día con mi familia, pero sé que solo pospondría su encuentro con él, así que nada cambiaría realmente.

—¿Y si solo borro y bloqueo su número? —pensé en voz alta.

Podría llamarlo y amenazarlo para que nunca volviera a llamarla ni hablarla. Descarté la idea, por ahora, pues solo me perjudicaría a mí. Solo llevábamos unos meses juntos, no era el momento de actuar así. Pero quizás...

Me acerqué a la cama y me senté, teniendo cuidado de no despertarla. Me incliné ligeramente hacia delante y besé varias partes de su cuello. Ella gimoteó, pero no se despertó.

Satisfecho con mi travesura, caminé a la ducha para darme un buen baño. Para cuando salí, mi bella novia estaba despierta o al menos eso intentaba, pues aún se veía somnolienta, con su cabello rojizo hecho un completo desastre y tan hermosa e irresistible como siempre.

—Buenos días —me saludó con un bostezo, estirándose.

—Buenos días, bella durmiente, ¿Has dormido bien? —pregunté acercándome a ella.

—De maravilla. ¿Qué hora es? —quiso saber, depositando un suave beso en mis labios.

—Las ocho y media —le dije, mirando el reloj de mi muñeca.

—¿Y a qué hora tenemos que estar para el desayuno?

—Pues a las nueve.

—¡¿Qué?! ¿Y por qué no me has despertado? —se apresuró a decir, apartándome y levantándose de la cama, a toda prisa, en dirección al baño.

—¿Cómo podría hacerlo? Si te veías tan tranquila y adorable, durmiendo —dije en voz baja, sonriendo.

Además, sabía que si la despertaba en mi estado, estoy seguro de que acabaría pidiéndole explicaciones sobre ese tipo, lo que nos llevaría seguramente a una discusión.

Mientras ella seguía en el baño, yo aproveché para vestirme, con unos pantalones negros y un jersey de color gris. Cuando estuve listo, tomé la ropa que preparé para ella y abrí la puerta del baño, para encontrarla en toalla y con el cabello mojado.

—Tenías que haberme despertado —volvió a decir con mirada acusatoria.

—Quería que durmieras bien —dije, entregándole la ropa. Ella la tomó y comenzó a vestirse.

—No quiero quedar como una dormilona.

—Pero lo eres —me burlé.

—¡Aaron! —me fulminó con la mirada, a mitad de ponerse la sudadera gris.

—Ya, ya, no te enfades —dije besando sus labios y ayudándola a bajar mi sudadera.

Esta le quedaba un poco grande, al igual que los pantalones deportivos del mismo color, que ayudé a anudarse.

Me gustaba que llevara mi ropa.

—Ven, te ayudaré a secarte un poco ese cabello rebelde —tomé su mano llevándola de nuevo a la habitación.

—No tenemos tiempo, llegaremos tarde —me llevó la contraria, pero la ignoré tomando una toalla más gruesa.

—Prefiero que lleguemos tarde a que te enfermes.

Ya me costó mucho calmarme, no hagas que me enfade por algo así pensé, mientras la miraba con seriedad.

Ella suspiró, ante mi mirada severa, y se sentó al borde de la cama y yo comencé a secar su cabello rojizo. Su color rojo se volvía un poco más apagado cuando estaba mojado, y más rizado si cabía.

Mientras seguía secando su hermosa cabellera, dejé que el olor a lima del champú que emanaba me invadiera. No era el mismo que usaba ella de costumbre, pero también me gustaba.

—Creo que así será suficiente —dije dejando a un lado la toalla.

No estaba del todo seco, pero tampoco estaba tan mojado como antes y no goteaba, que era lo más importante.

—Gracias —dijo con una sonrisa, mientras se levantaba.

—Bien, será mejor que bajemos antes que mi madre suba a por nosotros —dije tomando su mano, entrelazándolas y saliendo de la habitación.

Bajamos a la cocina, pero no había nadie, por lo que salimos de esta a la parte de atrás, donde la escena era digna de ver. Para empezar, la mesa estaba abarrotada de comida. Más que un desayuno, parecía una cena de Navidad. Mi hermana tenía la boca tan llena que no habría diferencia entre ella y un pez globo, y mi padre, más de lo mismo.

¿Acaso mi madre los ha estado matando de hambre y no tenía idea?

Mi madre, por supuesto, tan elegante como siempre, tomaba una taza de chocolate caliente, sin dejar que ni un cabello saliera de su lugar.

—Buenos días —nos saludó Karen con la boca llena, lo que la llevó a casi atragantarse.

—Cariño, no hables con la boca llena —la reprendió mi madre y yo y Elysia tomamos asiento.

—Espero no hayas tenido ningún inconveniente para poder descansar, querida—dijo mi madre, sonriendo.

—Claro que no, descansé muy bien, Señora Hill —respondió ella con timidez.

—Por favor, ya eres como de la familia, llámame Amanda —dijo mi madre con gentileza.

—Ah, cierto, no sabía qué te gustaría comer, así que hice un poco de todo.

¿Un poco de todo? Si ha hecho comida para todo un regimiento. Pensé, mirando la mesa abarrotada.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro