16
Como mencioné anteriormente, a lo largo de esta aventura, que poco a poco se estaba convirtiendo en mi locura y necesidad, cometí muchos errores, o mejor dicho, bajé la guardia en muchos aspectos, y uno de ellos fue con mi familia.
Bajé la guardia con mi madre, la mujer que en muchas ocasiones vi comprar talismanes para que yo pudiera encontrar pareja, a pesar de ser atea y no creer en ese tipo de cosas. Esa misma familia que incluso se atrevía a hacer apuestas para ver si era o no homosexual, debido a que seguía sin tener pareja. Bajé completamente la guardia y no pensé, ni se me ocurrió advertir o especificar más a mi madre sobre lo que deseaba. Quizás, si lo hubiera hecho, me habría evitado lo que se avecinaba.
Conducía de camino a la casa de mis padres. Era sábado por la noche y, a mi lado, como copiloto, estaba mi hermosa y deslumbrante Elysia, quien lucía increíble con ese elegante vestido negro que le llegaba por debajo de las rodillas.
—¿Crees que les agradaré? —preguntó, rompiendo el silencio.
—Claro que sí —respondí, intentando una vez más transmitirle tranquilidad.
—Es que... no quiero causar una mala impresión —insistió, mordiéndose el labio.
—No lo harás, confía en mí —le aseguré, tomando su mano por un momento.
Rara vez podía verla con vestidos, pues era algo que no le gustaba mucho. Supongo que por ello, cada vez que lo hacía, me deleitaba y babeaba tanto por ella. Bueno, a lo que iba, ella estaba a mi lado, hecha un manojo de nervios, preguntándome una y otra vez si creía que les iba a agradar.
—Ya te dije que sí —repetí, suspirando.
No había nada que pudiera hacer, llevaba así desde ayer. A pesar de verse segura de sí misma, a veces no lo era tanto en otros aspectos y le daba demasiadas vueltas a las cosas, lo cual podía llegar a desesperarme a veces, pero bueno, sé que forma parte de ella y de su encanto.
Al llegar, aparqué el coche y ambos bajamos de este. Me acerqué a ella entrelazando nuestras manos y caminamos hacia el porche de mis padres.
—¿Lista? —le pregunté, sonriendo.
—Lo intentaré —respondió, apretando mi mano.
Mi corazón latía más rápido a medida que avanzábamos y me di cuenta de que también estaba nervioso. Llamé a la puerta y esta se abrió enseguida.
—¡Aaron! Bienveni... do.
La persona frente a nosotros era mi prima Lía, su sorpresa era el reflejo del mío.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, sin poder ocultar mi sorpresa.
—¡Hermano, por fin estás aquí! —mi hermana apareció como un torbellino y se lanzó sobre mí, abrazándome.
Se alejó minutos después, para detenerse en Elysia y sonreír.
—Nos vemos otra vez, siento lo que pasó la otra vez, no queríamos interrumpirlos —soltó Karen, enfatizando las últimas palabras y haciendo sonrojar a mi chica.
—No te preocupes, eso quedó en el pasado. Soy Elysia, un gusto una vez más —respondió con voz calmada y con una sonrisa.
—Yo soy Karen, hermana de este cascarrabias, y ella es Lía, una prima —siguió presentándose mi hermana. Con Lía, a su lado que mostró una sonrisa forzada y asintió a modo de saludo.
—Nos están esperando, vamos —Karen tiró de nuestros brazos, ignorando el evidente malestar de Lía, y nos adentramos en la casa de mis padres.
Al llegar al salón, varios pares de ojos se giraron hacia nosotros, con sorpresa.
—¿Qué significa esto? —murmuré para mí mismo.
Se suponía que iba a ser una cena solo con mis padres.
Los primeros en acercarse a nosotros fueron mis padres. Mi madre me estrechó en un abrazo, ignorando mi mirada de desaprobación por lo que había hecho. Luego siguió mi padre, con un apretón de manos y una palmada en mi hombro, como si quisiera darme ánimos.
—¿No nos presentarás a tu acompañante? —dijo mi madre al ver que yo seguía sin abrir la boca.
Por mucho que me molestara esta situación, que me irritaba mucho el que mi madre una vez más hiciera de las suyas sin tener en cuenta lo que yo pensara, solo para alardear con sus hermanas y los demás parientes, ya no podía escapar. No quería compartirla con tantas personas, pero en fin, supongo que acabaría pasando tarde o temprano.
Carraspeé un poco y, todavía con las manos entrelazadas con Elysia, se los presenté a mi más que alocada y bulliciosa familia.
—Ella es Elysia, mi novia. Cariño, ellos son...
Comencé la presentación, desde mis padres, Ivanna y Joseph, luego seguí con las hermanas de mi madre, Amanda, una mujer de cabello rojo y ojos marrones claros, madre de Lía, que era la viva imagen de su madre. Después la otra hermana, Hannah, de cabello rubio y ojos grises, era la madre de otro primo mío, Scott, que tenía el cabello castaño claro al igual que sus ojos. Era el más soportable de todos mis primos con diferencia.
Luego estaba el hermano de mi padre, Aaron, con su característico cabello canoso y ojos azules. Era el padre de mi primo Dylan, con su cabello grisáceo, ojos marrones y sus gafas, que pretendía verse más inteligente, pero para mí seguirá siendo el mismo idiota de siempre. Y por último, pero no menos importante, mi cuñada Ela, esposa de Dylan.
Después de las tediosas presentaciones, nos sentamos todos a la mesa para disfrutar de una agradable cena. Mi familia estaba más calmada de lo habitual, cosa que agradecía.
—¿Te sientes bien? —le susurré a Elysia, notando su nerviosismo.
—Sí, solo un poco abrumada —admitió, sonriendo débilmente.
Estoy seguro de que mis padres les advirtieron que se comportaran, aunque seguían acribillándola a preguntas.
—¿Cómo te va en el trabajo, Catherine? —preguntó mi tía Amanda, con curiosidad.
—Va muy bien, gracias. Estoy trabajando en un nuevo proyecto que me tiene muy emocionada —respondió mi pelirroja, mostrando seguridad, a pesar del movimiento en su pierna debajo de la mesa, que denotaba todo lo contrario.
Contuve una sonrisa y dejé caer mi mano en su muslo, acariciándolo, intentando calmar sus nervios. Se estremeció por mi caricia y calmó el temblor de su pierna.i "Dios, es tan adorable, que quiero comérmela" pensé, sonriendo para mis adentros.
—Nos has hablado de tu madre, pero ¿Qué hay de tu padre? ¿Dónde se encuentra? —preguntó Hannah, mi tía.
Mierda. Su padre estaba muerto, se me olvidó avisar a mi madre que no sacara el tema. El cuerpo de Elysia se tensó y su rostro se ensombreció por un momento, pero respondió a la pregunta.
—Él falleció hace unos años, solo estamos mi madre y yo.
—Lo siento mucho —respondió mi madre, con la cara contrariada.
—Está bien, no pasa nada —respondió mi chica.
El silencio se hizo en la mesa, y el ambiente se había vuelto incómodo.
—Es verdad, se me olvidó decirles, Olga siente no haber podido venir, tuvo que quedarse con Oliver, no se sentía muy bien —dijo mi primo Scott, desviando la conversación.
—Qué mal, esperemos que el pequeño se recupere —dijo mi tío Aaron, y Scott asintió en respuesta.
—Hablando de poder venir, ¿No dijiste que también traerías a tu novio, Karen? —soltó con una sonrisa maliciosa Ela.
Mi hermana enrojeció y fulminó a Ela con la mirada. La conversación se había dirigido a ella y la mesa volvía a estar animada y en un mejor ambiente. Sonreí tanto a mi primo como a mi cuñada, agradecido por desviar la atención de nosotros.
—¿Estás bien? —le pregunté en un susurro.
—Sí, no te preocupes, fue hace mucho tiempo —intentó tranquilizarme, pero su rostro aún se veía un poco sombrío.
Claramente me está mintiendo. Tomé su mano y la llevé a mis labios, besando sus nudillos, intentando reconfortarla de alguna manera. No quería verla triste, pues si ella lo estaba, yo también lo estaría. No quería que me mintiera, pero lo dejé pasar por el momento y las circunstancias.
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