Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

15

Comprendí que ella sería mi perdición, la que atormentaría mis días y de la dependería mi  mi felicidad. Lo supe incluso antes de posar mis manos sobre su cuerpo, de entrar en ella o de sentirla. Era la responsable de los años de búsqueda insatisfactoria, la fuente de mi dolor y agonía. Sin embargo, paradójicamente, ella también se reveló como la cura a esa aflicción.

¿Así se siente estar enamorado?

—¡Aaron!—exclamó Elysia, aferrándose a mis brazos y clavándome sus uñas, las cuales lejos de doler me producían aún más placer.

Se entregó al éxtasis dejándose ir una vez más por el orgasmo y cayendo sobre mi pecho agotada. Pero yo estaba lejos de sentirme satisfecho, no había tenido suficiente de ella, ¿Algún día tendría suficiente de ella? Lo dudaba.

Busqué ser paciente en nuestra primera vez, quería hacerlo lo más lento y calmando que pudiera. Quería tomarme mi tiempo, en poder explotar con mis manos cada maravillosa curva de su cuerpo. No podía explicar la magnitud de lo que estaba sintiendo, al tenerla aquí, a mi merced ansiosa, a la espera de mi toque, mis caricias, besos, palabras y más.

Soñar y fantasear con esta escena era una cosa, pero vivirla era surrealista. Aunque intenté mantener la calma, al entrar en ella, todo quedó en segundo plano. Me moví, dejando que el cuerpo de Elysia descansara debajo de mí y me miró como si la hubiera despertado de una siesta. 

Sonreí. No es hora de dormir, aún no había terminado contigo.

—¿Crees que puedas aguantar un poco más?—susurré, y ella respondió con una sonrisa.

—Soy toda tuya.

Toda mía... Dios, esta mujer realmente quiere matarme.

—Sí, eres toda mía—sentencié, reclamando sus labios mientras me sumergía una vez más en su ser.

Maldición, ¿Era normal que el interior de alguien se sintiera tan bien o era mi anhelo contenido lo que intensificaba esta sensación?

Elysia entrelazó sus piernas alrededor de mis caderas para sentirme más profundo y la embestí, haciendo que los dos gimiéramos el nombre del otro al unísono.

—Estar dentro de ti se siente celestial—murmuré, tirando de su labio y lamiéndolo después.

—Eres... un exagerado...—intentó decir.

¿Desconfiaba de mis palabras?¿Pensaba que mentía?

—No lo hago, es la verdad. Estás tan caliente, apretada y húmeda. ¿Cómo no sentirlo como el cielo?

Era cierto, en mis treinta años, nunca había experimentado tal placer y plenitud. Incluso el miedo que me atenazaba desapareció. Este era el lugar donde debería estar, siempre aquí con ella, dentro de ella, colmándola de amor y placer, llenándola, haciéndola mía.

—Siempre serás mía, ¿verdad?—murmuré, mirando sus ojos ámbares con deseo y amor. Ella volvió a sonreír.

—Sí, siempre seré tuya, Aaron—masculló, y mi cuerpo se estremeció en respuesta.

Ella desconocía la magnitud de mis palabras, pero ya lo había decidido. Incluso si no las expresara, ella sería mía para siempre, incluso si eso implicara retenerla a la fuerza, aunque eso desencadenara en su odio o desprecio. No me importaba si así conseguía mantenerla a mi lado.

Sinceramente, esperaba no llegar a tales extremos jamás, pero estaría dispuesto a hacerlo para retenerla. La tendría conmigo, sin importar el costo. Así como un enfermo requiere medicamentos para sanar, o los peces necesitan agua y las plantas el sol, nosotros, los seres humanos, necesitamos aire para respirar. Yo la necesito a ella para vivir.


[° ° °]


El estruendo de un relámpago me hizo abrir los ojos sobresaltado y desorientado. Al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que no estaba en mi casa, sino en la de Elysia, quien dormía profundamente a mi lado, desnuda. Otro trueno resonó, y ella se movió ligeramente.

Sí que tiene que estar frita, si no se despierta con estos fuertes relámpagos.

Sonreí, pues sabía que era el culpable de eso, lo estuvimos haciendo por bastante tiempo y aún quería seguir, pero me detuve al recibir una clara amenaza, por su parte, de echarme si no la dejaba descansar.

Vuelvo a reír y la observó un poco más, su cabello que era un completo desastre, descansaba de cualquier forma sobre la cama. Miré su cuerpo y fruncí el ceño. Tiene más marcas de las que pensé. Espero no haberla hecho daño.

Me gustaría hacerme cargo de eso, pero no quería despertarla.

Mi móvil comenzó a sonar, apresurándome a colgar sin verificar quién llamaba, para evitar despertar a Elysia. Cubrí su cuerpo con las sábanas y me vestí antes de salir de la habitación. Al revisar mi móvil, noté mensajes de Nath y la llamada reciente de él.

¿Qué tanto quiere? Decidí llamarle mientras me dirigía a la cocina. Debería prepararla algo para comer, seguro se despierta hambrienta. Mi amigo y secretario respondió a voz en grito.

——¡Por fin respondes, maldita sea! ¡¿Se puede saber dónde demonios estabas?! —exclamó con frustración.

—Me alegra escucharte también —respondí sarcásticamente, abriendo la nevera y buscando algo que cocinar.

Fruncí el ceño al ver la nevera, casi vacía y lo que había era comida basura.

— ¡¿Sabes en el aprieto en el que me has metido?!—me acusó.

—Te metes en aprietos tú solo, amigo mío —contesté con calma, extrayendo los ingredientes necesarios y cerrando la nevera.

—¡No tiene gracia!—gritó Nath con frustración.

Suspiré mientras buscaba en los cajones, encontrando lo necesario.

—¿Vas a dejar de gritarme como un loco y explicarme qué te tiene así?

—Eres tú el que me tiene así. Saliste en mitad de una reunión sin explicar nada, y tuve que lidiar con las consecuencias —explicó molesto.

—Lo siento por eso, tenía algo importante que hacer.

—¿Tan importante que no podías esperar a que terminara la reunión? —se quejó.

Encendí el fuego y preparé la salsa mientras mi amigo suspiraba al otro lado de la línea.

—No tengo problema con que quieras seguir haciendo locuras, incluso llevar tu propia empresa a la quiebra, pero al menos infórmame. Soy tu secretario, ¿sabes lo incómodo que ha sido cuando me han pedido explicaciones y no supe qué decir?

—Lo siento, fue improvisado. Serás el primero en saberlo la próxima vez —aseguré, colocando la pasta en el agua hirviendo.

—¿Dónde estás ahora? —preguntó Nath.

—Con Elysia —respondí sinceramente.

—¿Es en serio? —soltó incrédulo y se echó a reír.

—No pensé que te convertirías en el esclavo de alguien—se burló.

—No soy su esclavo, idiota.

—¿Y cómo llamarías estar detrás de una chica como un perro?

Iba a responderle, pero la figura de Elysia en el umbral de la puerta de la cocina, completamente desnuda, me distrajo. Su presencia me recordaba al cuadro del nacimiento de Venus; sin duda, parecía una diosa.

Caminó hacia mí con confianza y una sonrisa de oreja a oreja.

—Si sigues mirándome así, se te quemará la comida —se burló ella, sacándome de mi trance.

—Lo que yo decía, un perro —comentó Nath riéndose al otro lado, y colgué.

—Será mejor que vayas a ponerte algo o serás tú quien se convierta en mi comida —la advertí.

—No me molestará, si el que me come eres tú —respondió con voz coqueta.

—Deja de tentarme y ve a ponerte algo —le pedí.

Me gustaba su confianza en sí misma, pero sabía lo torpe que era en muchas ocasiones y no quería que se quemara. Hizo caso al fin y se marchó, moviendo sus caderas de forma exagerada. Me quedé embobado mirándola.

Supongo que de alguna manera me volví su esclavo.


Diez minutos después •


—¡Esto estaba delicioso! —soltó mi pelirroja después de vaciar su plato.

—Hay más si quieres —ofrecí, señalando el cuenco con la pasta.

—No, gracias. Estoy llena, siento que podría morir ahora —dijo, dejándose caer hacia atrás en la silla.

—No digas eso, si te mueres tendría que ir al infierno a por tu alma —bromeé.

—Oye, ¿Por qué al infierno? No soy tan mala como para acabar allí—se quejó haciendo un puchero, lo que la hacía ver adorable.

Hablando de infiernos...

—¿Tienes planes para el sábado? —pregunté casualmente.

No respondió de inmediato, y noté cómo su cuerpo se tensaba momentáneamente.

¿A qué ha venido eso?

—¿Por qué la pregunta? —inquirió ella.

—Estuve pensando mucho y me di cuenta de que tenías razón. Ya conozco a tu madre, así que creo que llegó el momento de que conozcas a mis padres. Nos invitaron a cenar mañana —expliqué, y ella me miró con la boca abierta.

—¿De verdad? —preguntó sin poder creérselo.

—Sí, claro, siempre y cuando tú quieras.

—¡Claro que quiero! —exclamó emocionada y se levantó para abrazarme con tan solo una sudadera.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro