P R O L O G O
La arena aún en plena noche, quemaba, ardía y parecía carcomer las suelas de los zapatos de quienes caminaban entre las tormentas y los cambios de clima extremos.
《Estoy por llegar》 pensó, agotada, la sangre se le había secado y las heridas se le pegaban a la ropa que llevaba puesta. Llevaba dos camellos sujetados por una rienda que ella aferraba a su pecho, en un puño que se encontraba más que lastimado por el roce de estas. Detrás de lo que los camellos llevaban era una gigantesca carreta, en esta había un solo ataud.
Las rodillas le temblaban y solo podía pensar en cómo la torturarían, le harían hablar de millones de formas, pero ninguna la digna, todas eran crueles, despiadadas. "¿Quién es tu amo?", "¿quién te enseño?", "¿A quien cubres?"
La vista se le nublo y las voces en su cabeza fueron aumentando, deseó volver en el tiempo, deseó que quien fuera que la descubriera, ardiera en las entrañas del infierno. ¿Ella merecía el cielo, el infierno?
Había asesinado a más de la mitad del reino, uso su magia para acabar con todos los que se pusieron en su camino, asesino, hurtó y maldijo.
Los golpes que recibió a cambio, parecían ir de mal en peor, esta misma cayó por fin, pensando en el ataud que tanto había protegido. La luna pareció compadecerse cuando esta asomó, iluminando a su al rededor a un millón de soldados.
La mujer giró sobre su brazo izquierdo, sacerdotes, ministros, consortes...
Todos estaban ahí, mirándola.
—No, yo los mate...—aseguró—Yo los quite de este mundo...
Ella escupió sangre, entre la confusión de la vida y la muerte, levantó su preciado cuchillo en forma de media luna. Estaba por atacar cuando una voz resonó sobre su nuca
《TU JUICIO COMIENZA AQUI》
Ella miró sobre su hombro y busco por todos lados al propietario de esa voz, hasta que vio a una niña, señalando hacia el Este, cuyo rostro estaba oscuro y no lograba distinguir nada de lo que le diera señal de quien era.
—A partir de hoy, serás condenada a varios años por la tierra por cada vida que tomaste, por cada cosa que robaste y por cada situación donde hiciste mal uso de tu magia. Tu alma no conseguirá encontrar la paz hasta que cumplas con tu condena.
Algo me quemó la garganta, el cuerpo me tembló por completo, mi cabeza dio vueltas, al ver mis últimos momentos con vida.
Un hombre estaba parado a mi derecha, esperando.
T U C O N D E N A
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