Capitulo 2: Vinculo carmesí.
Era alto, imponente, el cabello azabache, negro abundante como la barba, las manos grandes y con uñas afiladas, los dientes caninos más largos y los ojos... parecían tomar todo de ti con solo una mirada.
Había otro forjador ahí presente, moreno y de cabellera gris, quien presentaba ser el más manipulable de los 3, este último, se hacía llamar Héctor.
—¿Es ella a quien realmente buscas?—preguntó Héctor
Thea no se inmutó, en tanto tiempo era capaz de oír a otras personas charlar, pero se sentía ajena a la conversación, aún cuando se trataba de ella.
—Supe de tu situación con el emperador.—habló entonces Dracula—Tenerte aquí, sería una desventaja para mí.
Thea levantó la vista, sus ojos observaron los de Dracula.
—¿Que quiere decir con desventaja?—preguntó Thea—¿y como es que sabe tan bien nuestro lenguaje?—inquirio la pelinegra hacia Isaac, como si lo acusará
—Es un erudito, ¿que esperabas?—respondió Isaac—¿piensas responder?
Héctor la miró fijamente, Isaac observaba la mesa que hacía la distancia entre los tres presentes.
—No se que busca de mi.—confesó—Se las historias de usted, de la raza inmortal.
Dracula no se movió, pero si levanto el mentón, expectante a lo que Thea decía.
—Si lo que buscas es mi sangre, lamento decirle que no es lo que querría para la cena. Si busca hechizos, podré ayudarlo con lo poco que se y si busca medicina, quizá pueda brindarle el último cuaderno donde pude plasmar las plantas más venenosas, hasta las que son una segunda oportunidad para la vida
Un silencio sepulcral se manifestó en el lugar, Héctor carraspeo y Isaac se limitó a mirar a otro lado.
—Te he comprado, Thea.—comentó Dracula—A ti y tu libertad, no como una prisionera, si no como mi compañera.
—¿Que?—soltó Thea
—El había negociado tu libertad esta mañana—aclaró Héctor
Héctor iba a volver hablar pero Dracula alzó la mano y con la misma voz profunda y calmada añadió:
—Esos años en los que bebía sangre quedaron atrás, ahora necesito a un humano, pero que también sea inmortal.
—¿Para que exactamente?—espetó Thea
Isaac miró a Dracula, este le regreso la mirada; Isaac se levantó de la mesa y se dirigió a uno de los estantes cercanos al lugar.
—Tú buscas a la extensión de Nemesis y yo necesito el alma errante que cayó en su maldición. Dime, Thea, ¿Que es lo que más quieres en esta nueva oportunidad?
Isaac mostró dos papeles dejándolos frente a ella, uno que era su compra venta y la otra, un contrato con Dracula; Thea observó las hojas con desprecio pero, la pregunta de aquel hombre le hizo un retumbar en su cabeza, recordó como se sintió cuando salió de aquella cárcel, sentir la luz de la luna, la arena aferrarse a sus manos y la belleza del aire helado de aquel lugar.
—Quiero mi libertad.—soltó—Jurame que me la darás una vez hayamos encontrado a la extensión de Nemesis.
Héctor miró incrédulo a Thea y Isaac se mantuvo firme, Dracula la envolvió en su mirada, sus ojos resplandecieron, haciendo que Thea se hubiera visto reflejada en ellos.
—Los caballos, ¿están listos?—preguntó Dracula
—Si, desde antes, Dracula—respondió Isaac
—A partir de este momento borra la memoria de estos humanos presentes y cerraremos nuestro contrato.—ordenó Dracula
Thea asintió lentamente, Isaac y Héctor iban a protestar cuando ella posó sus manos sobre la mesa, una fuerza invisible obligó a Héctor y Isaac a recargarse sobre la mesa, Thea habló en el idioma Galico, sin dejar pausa a que aquellos humanos añadieran alguna palabra.
* * *
Dracula esperaba bajo la luna, Thea se acercó hasta el, los dos en un silencio que compartía la paz de dos seres inmortales.
—Han quedado inconscientes.—comentó Thea—Tuve que alterar algunos de sus recuerdos.
Dracula enarcó una ceja y después se giró hacia ella.
—¿Por qué buscas a Nemesis?—preguntó Thea
—Nada distinto a lo tuyo.—respondió Dracula
El vampiro se acercó hasta ella y le paso la mano fría por la mejilla, Thea sintió el aliento de aquel monstruo como si fuera su única salvación, el pecho se le alteró y sus ojos eran magnetismo con los de ella.
—Hasta tener mi libertad. Juralo.
—Yo Vlad Dracula Tepes, jurare brindarte la libertad que tanto deseas una vez que encontremos a la extensión de Nemesis; mientras tanto eres y serás mía, hasta que tu maldición se depure o repitas otra vida.
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