No moría.
No tenía hambre ni sed.
No tenía algo a lo que me aferrase.

Thea, la que había sido considerada, líder de millones de ladrones, la reina del terror, por venganza al hombre en el trono, ahora, no tenía nada. Encadenada, con un vestido viejo, que antes era blanco, ahora era beige por toda la tierra y en algunas partes manchado de sangre por las veces que se le torturó.

Tanto que incluso por más que la colgarán, siempre volvía a la vida. Aquella mañana, tocaba la ejecución del hombre que estaba en la celda frente a ella.

—Bruja—le dijo cuando los guardias entraron por el—Así no saldarás tu deuda.

Aquel hombre empezó a convulsionar, espuma salió de su boca, como si su único propósito hubiera sido darle ese mensaje.

—¡Hey, oye, reacciona, mal nacido...!—gritaron los guardias

El hombre cayó raspandose la rodilla, entre el caos, Thea no escuchó a los guardias, miró los ojos de ese prisionero y en ellos tuvo una visión.

Había nieve, entre el silencio, escucho el llanto de una niña detrás de ella, pronto camino más y las primeras casas asomaron,  el corazón se le disparo al ver a una niña rubia, pequeña, con lágrimas en las mejillas, pero lo más aterrador, tenía desde la boca hasta el final de su falda, las piernas, las manos y las puntas del cabello, escurriendo de sangre.

—Vete—dijo entre sollozos

A lo lejos divisó un castillo. 《Dracula》

Como si acabará de salir de una pesadilla, desperto de golpe, tenia la espalda sudada y sentia la garganta cerrada,se dio cuenta que ya era de noche, el hombre ya no estaba y los guardias tampoco, se levantó para asomarse, solo una antorcha iluminaba.

《Una señal》fue lo único que pensó, hubo algo en su celda que llamó si atención, en una de las paredes, yacía un símbolo. Una copa, con una media luna encima, abajo de esta una balanza.

Aquel símbolo lo vio sentenares de veces, en los libros que llegó a robar en los castillos, en los que tenía su familia sobre esoterismo y sobre todo, sobre la magia que la instruyeron...

—No...—susurró

Un ser que era el bien y el mal, un ser que podía ser el mismo Nemesis en persona, acababa de renacer y de no cumplir su condena, todo aquel que no cumpliera la ley de oro, morirá. Puesto que una de sus extensiones ha renacido.

Las tripas se le estrujaron, el corazón se le aceleró más de lo que pudo imaginar, una parte de ella reaccionó a la.parte muerta, por algo ella había tenido esa señal y Thea era fiel creyente de que nada era casualidad.

Con una fuerza inhumana tiró de las cadenas, arrastrando consigo parte de la pared 《a la mierda la discreción》comenzó a golpear la pared para crear un agujero más grande por el cual salir, la luz de la luna aprovechaba la ausencia de esta para filtrarse por donde antes estaban las cadenas.

—¡¿Que demonios haces?!—gritó alguien detrás de ella

Thea no se inmutó y siguió con lo suyo. Entonces escuchó la puerta de su celda, antes de que esté la tomará por el cabello, con la misma cadena de su mano izquierda lo tomó por el cuello.

—Polvo eres y en polvo te convertirás.—sentenció

Sus ojos brillaban, ante el poder que ella todavía guardaba para sí, el guardia se hizo polvo y no dejó ningún rastro más que el arma que a ella siempre le perteneció. Un cuchillo de media luna, tomó las ropas del guardia y se las puso, al salir, sintió como una sensación de libertad la abrazó con fuerza, la luna en tanto tiempo le había iluminado la cara como ahora.

—Te tardaste demasiado en salir.—escuchó—la dama de las mil vidas.

Era un hombre de piel morena, igual que ella, vestido de negro, con los contornos de color rojo, este montaba un caballo un tanto extraño.

—Claro... —murmuró Thea, como si recordará de otra vida aquel hombre—Tú, asistias a cada condena...—ella camino hacia el—Tú fuiste quien me encerró en esa pocilga—dijo entre dientes como si el enojo no fuera suficiente

—No puedes hacerme daño. Alma errante—ella paro en seco—Has sido maldecida por la ley de oro. Antes no creía en eso, pero pensar que estas en juicio hasta que los dioses te perdonen, tu cuerpo y alma vagaran por la tierra.... la pregunta es, ¿tu que harás durante este tiempo?

Thea lo observó, tomándose su tiempo. Miró hacia la ciudad, le extrañó esa calma pero no lo cuestionó, recordó la razón por la cual ella salió.

—Debo encontrar a uno de los hijos de Nemesis.—confesó y se acercó hacia el—Mi tiempo inicia aquí.

—También tuve esa visión, pero no estaba seguro de que una hechicera que fue ladrona sería capaz de verlo, Thea.—le dijo con cierto recelo—Sube.

Thea no lo pensó, y se monto detrás del desconocido, ella ya no podía morir, ella ya no tenía nada que perder.... y eso, es a lo que los humanos temían, a alguien que ya no tenía nada que perder.

—¿Cuál es su nombre?—preguntó y vio el arma peculiar que el llevaba—Maestro forjador

El sonrió con ironía sólo se limitó a decir "Isaac", a partir de ahí, su lealtad pendía de otro hechicero.

Pasaron casi dos horas de viaje, cuando llegaron a una casa, cuyas criaturas protegían aquel lugar, arenisca y...

—¿Quién es el?—preguntó Thea

—Dracula.