Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Extra · Frío

No es que Elsa molestara a Honeymaren, mas bien eran sus poderes. Honeymaren reconocía que Elsa se lo había advertido cuando iniciaron su relación pocos años atrás, en ese entonces, la morena le aseguró que sus poderes eran hermosos y que no le importaba tener que lidiar con ello. Ahora, consideraba que eran algo fastidiosos. Le seguían pareciendo maravillosos, pero lo que al principio eran accidentes divertidos se habían convertido en problemas habituales. Un suave toque de manos que siempre estaban frías, besos que le congelaban la lengua, incluso un mal día significaba una tormenta. Honeymaren buscaba la manera de confesar estos disgustos de alguna forma sin herir los sentimientos de Elsa, no porque le importará la tormenta que seguro se vendría encima, sino que conocía que el tema de los poderes de hielo era algo sensible para Elsa. Sentirse como un monstruo, un estorbo, cargar una década de culpa por haber nacido con habilidades que nadie más tenía.

Cuando comenzaron a vivir juntas, Honeymaren no prestó mucha atención a los comentarios de Elsa sobre las desventajas de tener poderes mágicos y al mismo tiempo, una pareja. Dormir juntas siempre la hacía temblar en la madrugada, su aliento se congelaba si Elsa estaba en el mismo cuarto que ella y así varios ejemplos.

Considero guardarlo para sí misma un tiempo, cuando los pequeños accidentes sucedían, contenía un jadeo de molestia y evitaba girar los ojos. Elsa no se daba cuenta y eso era un alivio, pero a veces solo se necesita tener un mal día para cometer un error y herir a quienes amas. Honeymaren despertó y tuvo que realizar doble trabajo porque su hermano; Ryder, se había resfriado. Yelena la presionó para terminar temprano, pues era su turno de preparar el campamento para la próxima excursión por el bosque, además, no había dormido bien. Elsa podía manifestar sus sueños con ilusiones de nieve a su alrededor, nada problemático cuando eran buenos sueños, pero una nevada caía si se trataba de una pesadilla. Estaba cansada y estresada, así que cuando Elsa llegó a entregarle el almuerzo, no pudo evitar explotar.

— Ya te traje la comida ¿quieres que te ayude mientras almuerzas?

—Preferiría que me dejes dormir. Deja el plato en el tronco, estoy ocupada.

—¿Qué te deje dormir? ¿Sucedió algo mientras...?

—¡Volvió a nevar, Elsa! ¡Siempre nieva! ¡Todas las noches hay una maldita nevada sobre mí, no te puedo sujetar de la mano sin que me arda por el frío y ni besarte sin que me hagas tiritar! —exclamó en un quejido.

Elsa la miró sorprendida. Asintió con la cabeza y dejó el plato en el tronco. Honeymaren se arrepintió un instante después, pero continuo con el trabajo.

Cuando anocheció y regreso a su hogar con Elsa, la observó leyendo. Al toparse en la sala de su cabaña, la ojiazul regresó la mirada a su lectura.

—¿Ya estás mejor?

—Yo en serio lamento lo que te dije en el bosque, no pretendía decirlo de esa manera.

—Esta bien, no estoy enojada contigo —confirmó Elsa.

—¿De verdad?

— Lo juro —levantó la mano en señal de juramento.

—¿Te veo en la cama entonces?

—Voy a terminar el libro primero —Honeymaren se había sentido aliviada con el juramento de Elsa, pero al despertar en la mañana, no encontró a Elsa a su lado como de costumbre. Se levantó para buscarla y la encontró en sillón de la sala, con pequeños montículos de nieve a los lados y sobre ella. El libro estaba en la repisa acomodado con los demás. Quiso creer que su lectura finalizó tan tarde que prefirió dormir en la sala, pero otra parte de ella creyó que la había herido más de lo que pensó.

Honeymaren se acercó a despertarla. Elsa murmuró algo y abrió los ojos.

—Buenos días —susurró Honeymaren.

—Sí, buenos días —Elsa se estiró y esparció la nieve por todo su alrededor, después con un movimiento de su mano hizo cada copo desaparecer —¿Ya es tarde?

—No, de hecho falta una hora.

—Uh, nunca nos hemos levantado tan temprano —mencionó. Era verdad, desde que vivían juntas se quedaban en cama hasta que se les hacía tarde para sus labores en la tribu, llegar temprano era un acontecimiento tan raro como sus peleas. A Honeymaren se le formó un nudo en el estómago de solo pensarlo. No se dijeron nada relevante durante la mañana, incluso trabajaron con normalidad, de nuevo Elsa se ofreció a ayudarle con sus tareas además de ofrecerle el almuerzo. A Honeymaren le pareció extraño que Elsa se quedará con ella almorzando después del modo en que le grito el día anterior. Ella no podía comer, no tenía hambre y aunque la tuviera, le era imposible dar un bocado sin tenerlo que escupir.

—Elsa, háblame.

— Es grosero hablar con la boca llena —dijo robando un trozo de carne del plato de Honeymaren —¿No tienes hambre? Puedo ir a buscarte otra cosa.

—¡Basta! No actúes amable conmigo si estás enojada ¡Y no digas que no estás enojada!

—Pero es la verdad

— Entonces dime porque actúas tan rara.

—Supongo... Que sigo impresionada. Aguantaste más de lo que creí.

Eso hizo a Honeymaren alzarse un poco de la sorpresa.

—¿A qué te refieres?

Elsa tragó el último bocado de su plato y lo hizo de lado. Miró directamente a los ojos a Honeymaren.

—Me hizo feliz que alguien pudiera amarme incluso con mis poderes, pero sabía que eso no iba a durar.

—¿Qué...?

—Mis padres dijeron lo mismo. Dijeron que me seguían amando aún con mis poderes y que me enseñarían a "encajar", pero cuando no lo lograron me dieron los guantes. Cuando reconocí la maldición de mis poderes intente aislarme del mundo y aún así condené Arendelle, cuando pensé que mis poderes eran un regalo, mi reino casi es destruido de nuevo por mi culpa. Sé lo incómodos que pueden ser mis poderes para todas las personas que me rodean, por eso, cuando dijiste que me amabas y querías estar conmigo, lo primero que dije fue: "¿No te molestará el frío?" Que hayas contestado: "Me encanta el frío" me hizo feliz, pero tarde o temprano te ibas hartar de mi magia.

—¡No es que este harta! Es que... Es difícil adaptarme a tu magia, cada día se vuelve más complicado.

—Lo sé, yo tampoco puedo seguirles el paso —murmuró mirando la palma de sus manos —. Todos los días puedo sentir en mis venas que mis poderes crecen y no sé controlarlos. Es frustrante.

—Dijiste lo mismo de tus poderes antes, seguro solo falta averiguar cómo...

—¡¿Crees que no lo he intentado?! ¡Me he esforzado por mantener a raya cada aspecto de mí y aún así fracaso! —gritó. Se recompuso en un momento e inhaló profundo —. Solo no quiero molestarte ¿bien? Son fechas ajetreadas en Northuldra, necesitas descansar.

—Elsa, sé que te lastimé y lo quiero arreglar.

— Lo hablamos después ¿sí? —se despidió Elsa recogiendo los platos del suelo. Sí estaba herida, pero sinceramente no encontraba las palabras adecuadas para describir lo que sentía.

Pasaron horas, Honeymaren estaba angustiada, Elsa aún no volvía y no sabía dónde buscarla. El bosque era inmenso, podían pasar días para recorrerlo completo, incluso cuando pasaba de la medianoche Elsa seguía sin mostrar rastro alguno, antes de que Honeymaren pudiera ir a salir a buscarla, finalmente ella apareció en la puerta.

—Oh, esperaba que ya estuvieras dormida —admitió Elsa.

—¿Dónde estabas?

—Fui a Arendelle, necesitaba despejar mi mente.

—¿Lista para hablar conmigo de verdad?

Elsa suspiró. Se sentó e invitó a Honeymaren a sentarse con ella. Por unos segundos no se dijeron nada, hasta que Honeymaren intentó tomar la mano de Elsa y ella la apartó rápido.

—No estoy cómoda con que intentes tocarme por ahora.

— No sé que hacer.

— No hagas nada. Ahora solo puedo pensar en lo dijiste. Lo de congelarte las manos, helarte los labios e incluso nevar sobre ti. Son cosas que no puedo controlar, Honey.

— ¡Lo sé! Pero... ¿Qué? ¿No dejarás que vuelva a tocarte nunca?

— No lo sé.

—¿No lo sabes? ¿Significa que solo serás un fantasma en nuestra casa?

—No lo decía de esa forma, es que ¿cómo esperas que te dejé acercarte si me acabas de decir que solo sientes un cubo de frío gigante?

—¡Mira quién pone palabras en mi boca, jamás me referí a ti de esa manera! —Honeymaren se levantó del sillón y Elsa la imitó comenzando a molestarse.

—Poco te falto para hacerlo. ¿Es todo lo que ves? ¿Hielo y nieve? ¿Es la única manera en que la gente me percibe? ¿Es todo lo que soy, la reina de las nieves? No tengo humanidad, primero soy un monstruo, luego un espíritu y termino siendo solo ser con corazón de hielo que no sabe hacer otra cosa que congelar a quien este a su alrededor.

—No, lo que dices no tiene sentido.

—Tal vez debamos dejar las cosas cómo están —sugirió Elsa —. No esperaba que fuera para siempre, pero al menos que durará toda la vida. Y mi maldición jamás me permitiría ser feliz tanto tiempo.

Elsa se fue. Honeymaren se quedó paralizada. Consideró si en verdad era lo mejor. Los poderes de Elsa se fortalecían todos los días y ella no se sentía capaz de seguirles el ritmo. Al día siguiente, una suave nevada cubría la copa de los árboles, era un poco raro, instintivamente Honeymaren se giró para ver a Elsa trabajar y sus miradas se cruzaron por un segundo.

— No todas las nevadas son mi culpa —gruño hastiada. Negó con la cabeza y rodó los ojos antes de seguir trabajando. Honeymaren no insinuó nada, pero entendía que Elsa estuviera a la defensiva.

—Aún puedes quedarte a dormir conmigo. Deberíamos pensarlo mejor. En calma. Bien.

Elsa no respondió. Honeymaren siguió trabajando. Al anochecer, Honeymaren se sorprendió de que Elsa la estuviera esperando detrás de los árboles.

— Hola.

— Hola —respondió la ojiazul —. Creo que exageré un poco.

— Yo no lo creo. Creo que reaccionaste cómo deberías. Esta bien, yo no estoy enojada.

—Mis poderes seguirán creciendo.

—Ya veré cómo encargarme.

—No podrás recuperar tu vida si sigues con esto.

—Mi vida eres tú.

—¿No te molestará el frío?

—Me encanta el frío.

Elsa respiró con una sonrisa.

—Hablo en serio. A mí también me harta el frío algunas veces.

—Bueno, si necesito un descanso de la nieve y el hielo, te lo haré saber de una forma amable. Ahora ¿quieres ir conmigo a la cama ya? ¿o volverás a dormir en el sillón? o mejor aún ¿volverás a dormir sola en la cueva de algún oso?

—No dormí en una cueva —bufó Elsa.

—Gale me dijo que sí.

—Gale es un mentiroso y lo sabes.

(***)

Cuando volvieron a casa, cenaron con normalidad, Elsa tomó uno de sus libros y se sentó a leer en el sillón. Después de un rato, Honeymaren la llamó para ir a dormir.

—Solo un capítulo más.

—No volveré a caer en eso —Honeymaren se sentó en el suelo frente al sillón —. Vamos a dormir juntas porque vamos a dormir juntas.

—Solo me faltan tres páginas, ahorita te alcanzo.

—Nope. Aquí me voy a quedar.

Cuando Elsa terminó de leer, Honeymaren la arrastró a la cama. Las sabanas se sentían cálidas.

—¿Estás segura?

—Por millonésima vez, sí, estoy segura. Te amo, Elsa. No pretendía herirte, te digo la verdad cuando digo que me encantan tus poderes y me parecen maravillosos. Pueden ser cansinos, pero forman parte de ti y amo cada parte de ti.

Honeymaren se abrazó a Elsa, en poco tiempo se quedaron dormidas. Para sorpresa de ambas, cuando despertaron no había rastro de nieve. No había nieve. Ni un solo copo en toda la habitación. Honeymaren se alegró de no despertar y estornudar por el frío. Elsa estaba emocionada, no estaba segura, pero creía que al fin había encontrado la forma de detener sus nevadas nocturnas. Tenía que ser sincera sobre sí misma, incluso de sus miedos, guardar el miedo dentro de ella siempre le traía problemas.

—Bueno, falta una hora para ir a Northuldra —murmuró Honeymaren volviendo a dormir abrazando a Elsa. Ella la imitó y continuaron su rutina con normalidad, iniciando con llegar tarde a sus tareas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro