·El siguiente trabajo puede contener temas que pueden incomodar a los lectores, por favor lea con precaución.
·HiceMiMejorEsfuerzoPorSuperarMisTraumasOkay?NoMeJuzguenPorqueDesaparezcoDeWattpadhijosdelachingada *se panikea y se va*
(***)
Elsa le dio otro trago a su copa y le compartió a Honeymaren. La morena vació la copa y Elsa volvió a llenarla.
—Ya es suficiente ¿no crees?
—No puedo embriagarme si Olaf esta en el castillo, necesito aprovechar que decidió ir a pasar las vacaciones con sus hermanitos.
—¿Aprovechar? Bueno —Honeymaren tomó la mano de Elsa y cuando escuchó la música del salón la sacó a bailar una pieza. Las fiestas de invierno en Arendelle siempre tenían un resplandor mágico y desde que Elsa se comprometió con Honeymaren, las noches de invierno se habían vuelto más encantadoras.
Las ventanas estaban cubiertas con una fina capa de hielo, nevaba suavemente y el viento silbaba. El interior del palacio se mantenía cálido por las velas en todos lados, la energía alegre envolvía a cada invitado.
Al bailar, Honeymaren se mordió el labio cuando le dio otro vistazo al vestido de Elsa. Azul noche que se ajustaba a la perfección a cada curva de su cuerpo, con un patrón de estrellas que descendían de la cintura hasta los talones del vestido, con escote asimétrico y una abertura en la pierna izquierda. Ella no podía negar que se veía increíblemente sexy en él.
—¿Te dije lo maravillosa que te ves con ese vestido?
Elsa sonrió antes de contestarle.
—Sí, pero gracias por repetirlo.
—¿Sabes cómo te verías mejor?
Elsa alzó una ceja con extrañeza. Honeymaren se acercó a su oreja y le susurró algo que la hizo temblar de emoción.
—Sino lo llevarás puesto...
Elsa por accidente perdió el ritmo del baile, pero se recupero al instante. Su cara ardió.
—¿Quieres... Subir ahora?
—Dejemos que la música acabe primero —continuaron bailando hasta que los músicos se detuvieron para preparar la siguiente canción. Honeymaren tomó la mano de su pareja y subieron las escaleras hasta la primera habitación que encontraron. Elsa cerró la cerradura y abrazó a Honeymaren para besarla, pero ella se lo impidió —. Estás muy ansiosa. Conversemos un rato —Elsa sabía que Honeymaren solo quería alargar el juego, aún así la acompaño —. Y tú ¿no piensas decir nada de mi vestido?
El vestido de Honeymaren era de un rojizo oscuro sin mangas con decoraciones floreadas en el busto y la espalda desnuda.
—Se vería mejor en el suelo.
Honeymaren se acercó más a Elsa, rozando sus labios.
—Intente de nuevo, Majestad.
—Eres sin duda la mujer más hermosa que he visto y ese vestido me esta volviendo loca.
—Sé que puedes hacerlo mejor —Honeymaren se divertía viendo a Elsa desesperarse. También ansiaba continuar la noche, solo quería llevar a Elsa más cerca del límite de su paciencia. La mayor contuvo un gruñido.
—Estás colmando mi paciencia —dijo atrayendo la morena más hacía su cuerpo. Finalmente la besó, acarició del rostro y la retuvo entre sus brazos, tomando el control fácilmente.
—¿Qué crees que haces? Es mi turno —le dio la vuelta para quedar encima.
—Lo sería, si no hubieras estado tan desesperada la semana pasada ¿recuerdas? Y si mal no recuerdo, dijiste que sería mi turno toda la noche.
Honeymaren maldijo. Había olvidado por completo aquello. Intentó seducir a Elsa para que bajará la guardia, pero ella ya sabía lo que quería esa noche.
—Por favor, deja que sea mi turno otra vez.
—Considéralo mi venganza por hacerme enojar —logró desprender el vestido de su cuerpo, Honeymaren se estaba molestando por no poder hacer lo mismo.
—Eres muy cruel —Honeymaren se inclinó y se apoyo en el hombro de Elsa cuando la sintió acariciando su columna. Elsa siguió recorriendo su piel con los labios, desde su mandíbula y hombros hasta su pecho. Honeymaren temblaba sobre Elsa y jadeaba cuando las manos frías de su pareja se deslizaban por sus muslos y se acercaban peligrosamente a donde más las ansiaba —. Elsa...
La morena se abrazó a ella y mordió en el hombro. Incluso cuando los vestidos habían desaparecido hace tiempo, aún sentían que existía una barrera que les negaba seguir adelante. Elsa exhaló y su aliento helado hizo que el vello de su piel se erizara. Honeymaren gimió y rasguño cuando al fin logró tener la clase de contacto que quería. Firme y constante, podía sentir que la propia Elsa entrecortaba su respiración para seguir complaciéndola de diferentes maneras. La tormenta de nieve ahogó cualquier gritó que pudiera producirse en la habitación, además, toda la música del salón principal también encubría su indecoroso encuentro privado. Se sostuvo con más fuerza a la espalda de Elsa y trató de contener sus jadeos ahogándolos besando a su pareja con desesperación cuando su auge de emoción alcanzó la cima. Continuó temblando y gimiendo, recuperando el aire para respirar con normalidad. Un escalofrío recorrió el cuerpo de Elsa y abrazó a su novia.
—¿A-ahora sí puede ser mi turno? —su voz agitada hizo que Elsa quisiera parar unos minutos, pero Honeymaren no acepto. Normalizo su respiración y le robó un último beso feroz y apasionado, para después ponerse de rodillas frente a Elsa e inclinarse hasta abajo de su vientre.
Antes de que Elsa pudiera decir algo al respecto, se tuvo que agarrar de las sabanas y maldecir en voz alta echando la cabeza hacía atrás. Hacer el amor nunca había sido sencillo con Elsa, principalmente por sus poderes que solían descontrolarse ante sensaciones fuertes. Aún maldiciendo entre gemidos, Elsa tuvo que contener su magia usando las sabanas de la cama. Se cubrió la boca con el dorso de su mano para evitar que una nuble helada se materializará. La última vez, esa misma nube comenzó a nevar sobre ambas y terminaron con un resfriado el día siguiente. Trató de distraer su mente pensando en algo más, pero a cada segundo solo podía sentir que se acercaba más al clímax y no estaba preparada todavía. Un escalofrío la hizo erguirse y gimió con fuerza. Se dejó caer a la cama y murmuró algo incomprensible.
Honeymaren se reincorporó y se limpió los labios. Se acercó a Elsa que se cubría los ojos con el antebrazo. Su cabello antes perfectamente recogido y peinado ya tenía mechones sueltos y pegados a la frente con el sudor.
—Quieres que tengamos un último round?
Sin decir palabra, Elsa negó con la cabeza y enseño que la punta de sus dedos de ambas manos ya estaban cristalizados y cubiertos de hielo.
—Puedo esperar —agregó Honeymaren. Elsa rió, pero volvió a negar.
—No, creo que ya quiero parar.
—Está bien —aceptó Honeymaren acomodándose al lado de ella en la cama. La tormenta de nieve en el exterior se había vuelto salvaje y descontrolada, pero de nuevo volvió a ser suave y delicada. Elsa miró que poco a poco sus dedos volvían a la normalidad y los pedazos de hielo caían. Honeymaren quitó un trozo de escarcha de la mejilla de Elsa —. Esto es nuevo —murmuró.
—Oh, genial. Ahora también suelto escarcha —se sonrojó tomando la capa de hielo que se derritió en su mano —¿En verdad podrás aguantar todo esto el resto de la vida?
—¿Qué? ¿El hielo? Sí, no me importa.
—El hielo también quema ¿sabes? Mis poderes crecen cada día y no sé si podré...
—Elsa, claro que puedes controlarlos, también puedes perder el control de vez en cuando. No hay forma de que puedas lastimarme, nunca lo haz hecho. Si algún día sucede tampoco me apartaría. Prometí quedarme contigo siempre, en las buenas y en las malas ¿recuerdas? Tú prometiste lo mismo.
—Sí, lo sé —Honeymaren tomó las manos de Elsa y las sostuvo con fuerza —. Te amo.
—Yo también te amo.
Ambas durmieron tranquilas. Cuando amaneció el cielo continuó nublado y nevando, cubriendo Arendelle con una capa gruesa de nieve. Elsa despertó y se preparó para iniciar el día mientras Honeymaren seguía durmiendo. Al cabo de un rato, la morena despertó e hizo lo mismo. Ambas estaban sufriendo los efectos negativos de beber tanto la noche anterior, así que cómo adultas responsables que eran decidieron ignorar el trabajo y volver a dormir.
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