I.
Añoremos el tiempo de nuestra juventud,
En donde mi corazón guarda los recuerdos,
Como cálidos pétalos de rosa.
Su pelo negro de blanco se tiño,
Mientras su piel fue perdiendo lo delicada que era,
Y su mirada de volvió compasiva, cansada.
Sí, nos ha de separar la muerte,
Pero hay amores que simplemente
No van a dejar de existir.
Porque se que Dios lo ha de guardar
Eternamente para mi.
Por qué su recuerdo prevalecerá,
Aquí en mi corazón,
Como el mejor regalo,
Que Dios le dio a mi juventud.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro