Un poco de mi vida.
Probablemente estaba más nervioso de lo que debería, quizá estaba siendo alarmista y algo extremista. Pero él no podía dejar de pensar que la visita de sus padres sería un completo calvario que lo dejaría con más entradas que una pista de cuatro carriles. Hasta ahora no le había mencionado nada a Yuuri, ni siquiera se había atrevido a insinuarlo. ¿Cómo podría haber hecho aquello? No podía de buenas a primeras decirle a su pupilo - y algo más- que los primeros días de su estancia en tierras rusas para su entrenamiento formal, sería bajo el escrutinio de sus padres. No, de ninguna forma podía mencionarle aquello. Y para ser franco no había hablado mucho con Yuuri sobre su familia. El chico sólo sabía lo básico; tenía una madre y un padre -obviamente- que habían permanecido más tiempo en el extranjero que en su madre patria, que los visitaba con regularidad cuando el entrenamiento se lo permitía o que ellos algunas veces iban a verlo y a pasar unos días con él.
Ni un detalle más y ni uno menos.
Viktor consideraba que había sido completamente estúpido guardar la distancia entre su vida privada y Yuuri. Después de todo cuando por fin había convencido al japonés de que él sería su entrenador sí o sí, insistió tanto en meterse en la vida del patinador más joven que se asombraba de que éste no hubiera puesto una orden restrictiva en cuanto quiso indagar hasta el más nimio detalle de su vida.
Si bien inicialmente Yuuri había sido tan reservado como él mismo habría sido, poco a poco lo había dejado entrar no sólo en su vida, sino en sus más íntimos pensamientos, miedos y anhelos. Lo había dejado ser parte de su familia y queriendo o no ahora figuraba en cada uno de los aspectos de su... Pareja.
Aquel chico tímido le había contado todo de él sin querer indagar en la vida personal de Viktor Nikiforov. Y con ello, él se sintió tranquilo, Yuuri lo iba a conocer como Viktor entrenador, como ser humano... Como una persona normal a pesar de que le había considerado un ídolo por mucho tiempo. Nadie más había llegado tan lejos con él tal vez eso lo hizo sentirse tan confiado que olvidó por completo que debía contarle un poco más de sí mismo. A su vez Yuuri no lo presionó de ninguna forma.
Y él estaba agradecido con ello.
Ahora, sin embargo creía que aquello había sido un total y completo desastre.
Yuuri no era el tipo de persona oportunista que buscara sacar provecho de donde pudiera. Tampoco lo había buscado por su dinero o posición económica. Yuuri lo quería a él por sus propias habilidades y por lo que representó en su vida durante mucho tiempo como figura deportiva. Además con el paso de los días el japonés iba notando que lejos de ser ese dios del hielo inalcanzable y frío era un ser humano con tantos defectos como virtudes.
Hoy estaba tan nervioso que en el entrenamiento había chocado más de dos veces con la barrera de contención y al querer hacer un simple Flip había trastabillado hasta quedar a unos pocos centímetros del hielo. Yakov lo había visto raro y le había lanzado una horda de comentarios filosos sobre su pésima condición física y sobre que los años ya le estaban pesando como para darse el lujo de lesionarse por estupideces. Yuri lo había llamado anciano por milésima vez y Georgi sólo se acercó a palmearle la espalda con algo parecido a compasión.
Yuuri iba a llegar a San Petersburgo en cuestión de horas y él estaba más nervioso que en cualquiera de sus competencias. La corta llamada que había tenido con el japonés hace dos días simplemente se había basado en ajustar los itinerarios del vuelo. Yuuri viajaría de Narita a Moscú en un vuelo directo y ahí mismo esperaría abordar otro avión que lo llevara a San Petersburgo donde él esperaría para llevarlo a su departamento, donde ya estaban instaladas todas las cosas del patinador nipón.
Lo cual de ninguna forma iba a ocurrir.
Tenía tiempo suficiente para arreglar todo; el vuelo de Yuuri le dejaría un rango aceptable antes del desembarque para poder preparar una maleta con todo lo que su pareja pudiera necesitar. Viktor prefería no decirle a donde se dirigirían sino hasta que estuvieran plantados en el recibidor de la casa de sus padres. Si lo hacía de otra forma terminaría tomando a su pupilo y llevándolo al Tíbet en lo que sus padres regresaban a París y desistieran de analizar su relación con lupa y pinzas.
-Viktor... ¿Estás bien? Has estado callado desde que nos subimos al auto. ¿Pasó algo con tu entrenamiento? Yuri me dijo que habías estado... Distraído y que Yakov se molestó y te regañó. Espero que no estuvieras llegando tarde o con resaca, recuerda que una de las condiciones que Yakov te puso para ser tu coach de nuevo fue que fueras completamente responsable con los horarios y que intentarías acatar sus indicaciones.- Yuuri lucía completamente serio y preocupado. Su corazón dio un lutz entre sus costillas. Nadie nunca se había preocupado sinceramente por él. Y eso sólo logró que algo de pena se filtrara en su súbita alegría.-
-¿Qué tal estuvo tu viaje? ¿Estás muy cansado? ¿Quieres ir a comer algo antes de llegar?.- La mirada que le dirigió le menor lo hizo suspirar y removerse incómodo frente a la luz roja que los detenía de llegar a su destino.- Estoy bien Yuuri; es cierto que he estado distraído, pero he estado puntual en la pista y he intentado hacer algunas de las cosas que Yakov me pide, es solo que tengo otras cosas en la cabeza que no me dejan estar en paz.-
Por toda respuesta Yuuri posó lentamente su mano sobre la suya que se encontraba apoyada en la palanca de cambios. Probablemente Yuuri no le estaba diciendo nada verbalmente, pero con la calidez de su mano sobre la suya, supo que debía hablar con la verdad.
-Cuando era un niño todo era normal, recuerdo ir al jardín de niños tomado de la mano de mi madre y charlando con mi padre. Relativamente todo era como en cualquier otra familia. Mi padre trabajaba en el Severyanin como chef. Mi madre había tomado un receso de algunos años en lo que su hijo estaba listo para ir al colegio. Ella amaba más que nada pasar tiempo conmigo. Yo era un niño de una familia acomodada, con padres excepcionalmente buenos. Pero cuando descubrí que mi verdadera pasión no estaba en ningún otro lado más que en una pista de hielo y decidí pasar más tiempo ahí que en casa se hicieron algunos cambios en la familia.
>> Mi madre regresó a la universidad a dar clases y mi padre buscó la forma de independizarse con un negocio propio. Los primeros años que pasé en una pista no ocurrieron aquí en Rusia, de alguna forma mi padre consiguió montar un restaurante en la Rue de Seine muy cerca de la École nationale supérieure des beaux-arts donde mi madre por mérito propio había conseguido una plaza en la facultad de literatura. Mientras que yo me dedicaba a entrenar en la pista del Ayuntamiento muy cerca de donde habían decidido residir.
>> Pronto pasé de ser un niño con talento a un niño con un potencial que tendría un futuro prometedor en las competencias no sólo locales. Ahí fue cuando supe que mi vida estaría entre competencias, lesiones y hielo. En esos años cuando el entrenamiento se fue por la ruta de lo profesional permanecí junto a mis padres, sin embargo yo quería más. Como podrás imaginar ellos no me negaron nada. Buscaron a un entrenador lo suficientemente bueno para "lidiar conmigo" y que a su vez les garantizara que todo esto no iba a terminar en un completo desastre.
>> Fue así como conocí a Yakov y me mudé de nueva cuenta a Rusia, primero a un campamento en Moscú y luego a una pista en Ufa y años después cuando ya era una figura dentro del patinaje juvenil me mudé a San Petersburgo con el equipo nacional. - De pronto no sabía cómo seguir, todos esos años se fueron entre competencias, medallas, podios, trofeos. Sin embargo realmente no había vivido mucho. Recordaba pasar las fechas importantes junto a su familia, los cumpleaños en algún lugar del mundo en vacaciones familiares, siempre y cuando no se atravesara ninguna competencia. En retrospectiva; había cumplido su sueño sacrificando la oportunidad de vivir una vida medianamente normal.-
-¿Quieres decir que algo está ocurriendo con tu familia? ¿Tu padre o tu madre... Alguno enfermó? Viktor lo que sea que ocurra, si tú lo quieres así, estaré a tu lado para apoyarte.- Y si es que había un ser omnipotente y bondadoso en alguna parte del cosmos debía extrañar a una de sus criaturas de sonrisa tierna y mirada deslumbrante. Yuuri podría no tener alas fuera del hielo, pero ese corazón de cristal que se alojaba dentro de él, era lo más valioso que alguna vez alguien le hubiera entregado.- Vik...-
-No, no Yuuri, ellos están bien. Es sólo que su visita me ha tomado por sorpresa. Ellos se han tomado un pequeño receso para venir a visitarnos.- Por un momento quiso morder su lengua, sin querer estaba usando el plural de la misma forma en la que su madre había hecho días atrás.-
-Supongo que estarán molestos porque te fuiste durante un año... Viktor a veces me pregunto de quién heredaste el ser tan impulsivo y torpe, deberías haber hablado con ellos sobre tus decisiones, es probable que ellos más que enfadados estén desconcertados y preocupados. Es tu obligación como hijo hacerlos parte de tu vida aún si ellos están a varios cientos de kilómetros.- Viktor sólo pudo sonreír, Yuuri no tenía forma de saber de quién exactamente había heredado esas... pequeñas cualidades pero estaba seguro de que dentro de poco averiguaría incluso mucho más de su persona que él mismo, sólo esperaba que al notar que dentro de su familia no era el único con ciertas conductas decidiera que iba a regresar con Celestino y con "Su mejor amigo Pichit".-
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