CAPÍTULO 12
Lo tomé en mis manos, era un pequeño cuaderno parecido a un diario, algo viejo, cerré la gaveta y camine hasta Bere, iba a decirle lo que encontré pero sé que me pediría que lo devuelva, así que solo lo guardé debajo de mi falda. Seguí arreglando los zapatos y zapatillas de la señora. Aquí sí quería quedarme, eran tan bonitas y elegantes moría por una de estas.
—¿Te gustaría unas así? —preguntó Bere, como si pudiera leer mi mente, se me acerco y tomó una.
—Son muy Lindas pero papá no tendrá suficiente dinero para comprarla.
—Ay! pídelo para cuando cumplas los diesiceis asi tendrá suficiente tiempo para comprarlo.
—No puedo, me permite salir ese día desde que cumplo los 12, si le pido esto de seguro no podré salir, ya sabes cómo es él.
—Es decir, que solo has salido cuatro veces la ultima conmigo.
—Así es —dije después de terminar de arreglar los zapatos.
—Tu padre es cruel, ya terminamos, no era tanto reguero después de todo.
—Donde debe de haber reguero es en la habitación de esos hombres —ambas sonreímos imaginando las caras de los otros criados.
—Ahora me alegra que me hallan dado esta habitación —comentó Bere al salir, caminamos hasta pasar al otro lado de la mansión con carcajadas.
—¿Es gracioso limpiar? —Preguntó papi parado en la puerta de la cocina.
—No, solo hablábamos —contestó Bere.
—Papá me puedo ir a la habitación estoy cansada —dije, la verdad no estaba tan cansada pero quería leer en el pequeño cuaderno que tenia escondido.
-Esta vez si te iras a la habitación sin salir.
—Lo haré papá —contesté, afirmo con la cabeza y salí de ambas presencia despidiendo me, al entrar en el pasillo casi corrí hacía mi habitación. Tranque y me tire en la cama, saque el pequeño diario y lo abrí. Conté las páginas, cosa que siempre hacía con los libros antes de leerlos, Solo tenía once paginas escrita, lo que me parecio bastante bonito, si era un diario puesto a que tenía una presentación, tal cual, me guiaba hacia una persona muy mencionada, mi hermana.
Nombre: Rebecca.
Edad: 16 años
Gustos: Montar caballos y comer zanahorias.
Padres: Eladio Johnson y Germania Johnson.
—Se me olvidó decirte...
Papá entro a la habitación diciendo aquello y calló cuando me vió el diario en las manos.
—Papá ella no puso mi nombre aquí, —dije mostrándole—. ¿Ella no me quería verdad?, por eso nunca me hablaste de ella —Mi papá tomó el diario aún en silencio y acarició las letras escritas.
—E...
—¿Papá, por qué lloras?
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