第7章
— ¡Mira ese trajecito de osito! ¡Definitivamente le quedará bien a mí pequeña bebé! — chilló de emoción una vez entró a la tienda de bebés. La verdad me daba ternura ver a Yugi tan feliz— ¡Mira, Atem! ¡Estos zapatitos de unicornio son hermosos! ¡Ah! ¡Mira! ¡Hay que comprarle esa sabanita de Lady Bug!
Definitivamente no había remedio alguno. Mi tarjeta de crédito quedaría en números rojos, pero era mi culpa por llevar a Yugi a ese lugar.
Aun así, siento que mi bebé merece lo mejor de lo mejor sin importar si me dejaba en bancarrota.
— ¡Atem! ¿¡Qué tanto piensas!? ¡Vamos a ver las cunas!
Gritó al otro lado del pasillo mientras se dirigía a la antes mencionada sección de la tienda.
— Es... ¿Su primer bebé? — preguntó una de las empleadas de aquel lugar.
— Ah, sí. Lamento el escándalo.
— No hay cuidado, estamos acostumbrados. Además, valdrá la pena ¿No es cierto?
— Lo valdrá todo...
Después de sonreírme con aquella chica, me dirigí al pasillo donde Yugi se encontraba.
Lo visualicé observando las cunas y carriolas con una mirada perdida en ellas.
— ¿Ya elegiste una?
— No, te estaba esperando para decidir ambos.
— Si te soy sincero, no me gusta ninguna... He estado pensando en mandarla a hacer, para que sea original y única, así como ella.
— Si así lo quieres, no tengo oposición.
Decidimos mandar a hacer la cuna con un carpintero conocido de un buen amigo nuestro.
Salimos de la tienda con un par de bolsas repletas de ropa, zapatitos, cobertores, entre otros accesorios como chupetes, sonajas, y accesorios para el pelo.
Entramos a una tienda de diseño de hogar y nos dirigimos directamente a la sección de bebés. Elegimos un par de tonos de pintura y uno que otro papel tapiz. Además de tapetes y algunos muebles.
Después de eso compramos cuadros, juguetes y otros accesorios para decorar y amueblar la habitación del bebé.
Nos pasamos toda la mañana comprando y eligiendo cosas para finalmente darle forma a nuestra habitación más vacía de la casa.
La hora de decorar y amueblar las cuatro paredes que nos recordaban la desgracia de no poder concebir un bebé había llegado y puedo decir con certeza que era la mejor sensación que podía sentir en mi vida.
La decoración de la habitación fue lenta. Nos tomó alrededor de mes y medio terminar de decorar y amueblar la habitación. Sin embargo, el resultado valió la pena.
— Un mes de trabajo... Lo valió todo.
La sonrisa era imborrable del rostro de mi esposo. Mi bebé se merecía lo mejor.
— Hoy toca tu chequeó mensual ¿no?
— Es cierto. Tomo un baño y partimos.
— ¿Y si lo tomamos los dos? — insinué pícaramente, a lo que Yugi rio.
— Si quieres... Hace mucho que no me tocas.
— ¿Es un reclamo por no hacerlo?
— ¿Es un pretexto para poder hacerlo?
— Mejor apúrate. Tu cita es en dos horas.
— Lástima... Tan rico que se iba a poner todo...
Se burló mientras me robaba un beso.
La consulta resultó bien. El bebé no presentó problemas y el embarazo tampoco.
Aunque cada vez me emociona mucho más que se acerque el día en que Yugi dará a luz.
— Muy bien jóvenes... El chequeo terminó y todo va muy bien.
— Esa son excelentes noticias ¿Verdad Yugi?
Él sólo asintió mientras sonreía y me tomaba de la mano.
— Continúe con la dieta asignada y todo saldrá como está previsto... ¿Alguna pregunta?
— yo si tengo una— me apresuré a decir— ¿es malo si tengo sexo con mi esposo aun estando embarazado?
Noté como Yugi me apretó la mano y sus mejillas se sonrojaron.
— Mmm... No realmente. Pueden hacerlo con protección y de una manera delicada.
— De acuerdo, gracias doctor.
— Bien, si no hay más preguntas pueden irse. Los espero el mes entrante.
— Doctor...— se apresuró a decir Yugi mientras miraba al médico y le enviaba un mensaje por medio de sus ojos. Mensaje que no pude descifrar por más que lo intenté.
— Claro...— asintió en respuesta— Joven Atem, ¿me permite un momento a solas con su esposo?
Un poco desconectado accedí. Salí del consultorio y esperé fuera hasta que Yugi salió.
No pasó mucho tiempo, pero me preocupó. ¿Por qué no podía escuchar lo que tenía que hablar con el doctor?
Una vez salió él, salimos del edificio rumbo al estacionamiento.
— ¿Sucede algo malo?
Pregunté una vez en el auto.
— Para nada. Solo quería hacerle una pregunta personal.
— Ya veo...
— ¿Tienes hambre? Porque tu hija y yo sí.
Yo sonreí y encendí el auto. Lo llevé a un establecimiento cercano donde comimos y pasamos el rato divertido.
Sin embargo esa duda persistía en mi cabeza. ¿Qué habrán hablado él y el doctor?
Definitivamente Atem tenía la duda de mi conversación privada con el médico. Pero no podía decirle la verdad. Tenía que pensar en una excusa por si me preguntaba algo en algún momento, pero no se me ocurría nada coherente.
Terminando de comer, Atem pagó la cuenta y abordamos en auto otra vez.
Conducía por la ciudad cuando vi que pasó frente la plaza. Ahora que hago cuentas, me quedan cinco meses. Parece mucho tiempo, pero realmente es muy poco. Quiero dejar todo preparado y debo comenzar ahora.
— ¿Podrías detenerte? Debo ir a comprar algo a la plaza.
— Claro... — afirmó mientras buscaba un lugar para estacionar el auto— ¿Qué comprarás?
— Algunas cosas que necesito
— Te acompaño.
— Gracias, pero no. Mientras yo voy a comprarlas, tú ve a comprar algunas cosas para la despensa. Te hice una lista.
Atem aparcó en el estacionamiento y le entregué la lista de cosas que se necesitaban comprar.
— Dame una hora ¿Ok?
— ¿Sabes...? Haz estado muy misterioso el día de hoy.
— Lo siento. Esta noche sabrás porqué.
Me excusé robándole un beso de sus deliciosos labios sabor durazno.
Me quité el cinturón de seguridad y bajé del auto.
Tenía en mente lo que debía comprar, pero ahora debía solucionar lo que había comenzado. ¿Qué le voy a decir a Atem esta noche?
Mientras lo solucionaba, me apresuré al lugar inicial al que me dirigía; la librería.
Tal como lo prometí. Solo me tardé una hora en hacer las compras necesarias. Faltaban algunas cosas, pero en ese momento no podía comprarlas.
Atem me esperaba dentro del auto. Subí las cosas en los asientos traseros y me subí en el asiento del copiloto.
— Todo listo, amor— besé sus labios— vámonos.
— ¿Qué tanto compraste?
— Te he dicho que es sorpresa. No seas ansioso. Ahora vámonos a la casa que te tengo un regalo.
Atem encendió el auto y condujo camino a casa.
Al llegar, bajé las cosas que había comprado del auto mientras él bajaba las cosas de la despensa.
Subí a nuestra habitación mientras él comenzaba a acomodar las cosas en su respectivo lugar en la cocina.
Tomé una caja algo grande y vacía que encontré en nuestro armario y comencé a guardar mis compras ahí. La cerré y me dirigí con ella a un armario que se encontraba en el pasillo de la planta de arriba, justo fuera de nuestra habitación. En el armario no había nada más que sábanas y toallas limpias. Guardé la caja ahí y la cubrí con algunos de las sábanas y toallas por si acaso. Aunque después de todo, Atem nunca abría ese closet.
Finalmente bajé a la cocina.
— ¿Qué hacías?
— Guardaba algunas cosas que compré.
Respondí mientras me ponía a ayudarle a guardar la despensa. Aunque no era mucho.
— Y... ¿Ya me vas a decir por qué tan misterioso hoy?
Yo solo sonreí.
— Sube en 10 minutos a la habitación y lo sabrás.
Respondí mientras salía de la cocina y subía las escaleras a nuestra habitación.
Cerré la puerta y comencé a cambiarme la ropa a un conjunto más sensual que había comprado hoy en una tienda de la plaza. Era una batita transparente color rosa.
Tomé los pétalos que había comprado y los regué por la cama. Después cerré las cortinas y encendí un par de velas aromáticas. Apagué las luces y debido a que era de noche, el ambiente era perfecto.
Me recosté sobre la cama y esperé a que Atem entrara.
En cuanto lo hizo, se sorprendió al ver ese ambiente.
— ¿Es nuestro aniversario?
Yo solo reí ante tal pregunta.
— No... Solo que... Hace mucho que no lo hacemos, creí... Que sería un buen momento para hacerlo. Después de todo, tú me has insinuado querer algo más que solo manosearnos en la ducha.
— Sí, pero, tú dejaste muy en claro que no querías penetración mientras estuvieras así y sabes que lo acepto y respeto tu decisión.
— Sé lo que dije. Pero he cambiado de opinión. Así que ven aquí ahora.
Aún dudoso, Atem se acercó a la cama y se sentó en ella. Yo por otro lado lo jalé hacia mí y lo besé.
— escuchaste al doctor. — mencioné mientras lo miraba a los ojos— en el baño hay un sobrecito esperando por ti.
Atem solo sonrió mientras me daba un beso. Se levantó de la cama y entró al baño para prepararse.
Esta noche sería super especial para ambos. Después de todo, sería una de las últimas que pasaría así con él.
Continuará...
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