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第3章


—  su embarazo corre riesgo... Es usted, o el bebé.

El corazón se me paralizó. Mis ojos se abrieron a todo lo que dan y las lágrimas salieron sin control.

Mi respiración era entrecortada y el temor se apoderó de mí para no dejar salir ni una palabra de mi boca.

—  ¿Qué? ¿Cómo es eso posible?

Habló mi hermano quién estaba a mi lado.

— los estudios arrojaron que el joven es muy débil para un embarazo. Es de alto riesgo y solo hay un 15% de probabilidad que ambos sobrevivan a la hora del parto.

— pero...

— ¿hay... Algo que se pueda hacer?

Finalmente me atreví a hablar. Pero a pesar de todo sentía que mi voz no se escuchaba; que no quería salir.

— si pero... No es lo mejor. Hay tratamiento para esto, sin embargo los síntomas secundarios son terribles.

— ¿Porqué?

— el tratamiento garantiza que ambos sobrevivan al parto. Pero no garantiza el bienestar del bebé al 100%. Las consecuencias pueden ser que el bebé nazca con problemas auditivos, de respiración, visuales o incluso del corazón.

No. Mi bebé se merece lo mejor a pesar de todo. No me gusta la idea que nazca enfermito. Me dolería el corazón de solo verlo sufrir.

— sabiendo esto... ¿Quisiera tomar el tratamiento?

Un silencio se formó en el consultorio. Las palabras no salían de mi boca. Simplemente mi cuerpo no me obedecía.

— dígame doctor, ¿hay madres que toman ese tratamiento a pesar de las consecuencias?

— temo que sí joven Jaden.

— pues yo seré la excepción. No tomaré nada. Si le voy a heredar algo a mi hijo, no será una enfermedad. No me importa el riesgo a la hora del parto. Lo único que deseo, es que mi bebé viva ante todo, sin importar lo que suceda conmigo.

— Yugi...

En ese momento, a mi hermano y a mí se nos escaparon las lágrimas.
Podía sentir como mi corazón era oprimido y despedazado.

— así será entonces. El embarazo continuará normalmente en lo que cabe. Le recetaré un par de vitaminas y una dieta adecuada.

El doctor me entregó mi receta al igual que a Jaden.

— las citas cambiarán. Ya no será cada trimestre si no cada mes.

— entiendo.

— para usted- se dirigió a mi hermano— si será cada trimestre si lo desea.

— prefiero venir junto con mi hermano.

— en ese caso nos vemos el mes entrante. Buena tarde.

— gracias doctor.

Agradeció mi hermano.

Ambos nos dirigimos a la salida del consultorio. Jaden salió primero y yo me detuve unos instantes en la puerta.

— ¿Yugi?

— doctor ¿Puedo pedirle un favor?

— ¿de qué se trata joven?

— el próximo mes que venga a consulta... ¿Podría no comentarle nada a mi esposo?... Sinceramente no quiero preocuparlo...— nuevamente sentí esa sensación de opresión en el pecho. Esas inmensas ganas de llorar por todo. Esa necesidad del abrazo reconfortante de Atem— es nuestro primer bebé... Nuestro sueño cumplido... No quiero desilusionarlo con esta noticia... Si se desmotiva él... Todo se acabó para mí...

Miré al doctor. Lo miré suplicándole que me concediera mi petición.
Estaba dispuesto a arrodillarme delante de él para que cumpliera mi favor.

— mi ética profesional me impide ocultar información a mis pacientes...

— yo soy el paciente, no mi esposo. Así que no estaría rompiendo su regla...

— en efecto... Así será entonces. Prometo no decirle palabra alguna a su esposo... A menos que la situación empeore trágicamente.

— gracias doctor. Buena tarde.

Al salir y cerrar la puerta, me topé con los ojos marrones de mi hermano.

— ¿Que no le diga a Atem?... ¿Estás consciente de lo que sucede? ¡Tu vida y la de tu bebé están en riesgo! ¿¡y no quieres que Atem se entere!?

— ¡Respóndeme algo Jaden!... — le hablé firmemente pero a la vez con dolor en mis palabras— Si tú bebé y tu vida fuesen las que están en riesgo... ¿Se lo dirías a Yusei? ¿Lo preocuparías y desilusionarías con tu embarazo? ¿O preferirías que disfrute de todo el proceso sin preocupaciones o tristezas?

Jaden no respondió.

— te recuerdo que es mi primer embarazo... No quiero que Atem lo recuerde de una manera triste...

Las lágrimas regresaron al igual que la necesidad del abrazo de Atem.

Avancé hacia el elevador pasando de alto a mi hermano.

— ¿Y qué harás al momento del parto?... ¿No crees que después de todo será un recuerdo triste?

Me dijo desde su lugar. Me detuve pero no lo voltee a ver.

— por lo menos recordará con cariño las veces que mi bebé le dé una paradita o cuando salgamos a pasear por la plaza... Este es mi sueño y sobre todo el de Atem... A pesar de las circunstancias no voy a hacer que sea un momento de tristeza en lugar de alegría.

Mi hermano caminó hasta quedar frente a mí y me miró con tristeza.

— admiro tu valentía Yugi... Pero no puedo creer que esto esté pasando...

Nuestras pancitas no fueron impedimento para que nos diéramos lo que parecía ser un abrazo reconfortante. Pero siendo sincero, era un abrazo de nostalgia y dolor.
El dolor más grande jamás sentido por mí... Hasta ahora.

— Yugi. Que alegría verte

Tristán. Uno de mis mejores amigos desde preparatoria.

— Quise pasar a saludar— respondí con una sonrisa sincera pero a la vez forzada. La verdad no tenía ánimos de nada. Pero sí necesitaba el apoyo de un amigo.

— Me alegra. Siempre que vienes solo entras a consulta y te vas de hospital sin siquiera decirme adiós.

— Bueno, eres el jefe de hospital, no puedo hacerte perder tiempo.

— Tú nunca me haces perder el tiempo. Pero siéntate, no te quedes ahí en la puerta. La oficina es muy grande.

— Gracias pero solo quería saludarte. La verdad tengo prisa pero no me quería ir sin decir hola.

— Pues me alegra verte. Espero un día de estos ir a tomar un café o algo. Como en los viejos tiempos. Claro, si no te causo problemas.

— Si te refieres a Atem, no hay problema. Sabes que él no es celoso. Pero bueno. Me voy. Jaden me está esperando en el auto.

Con una sonrisa y un abrazo me despedí de Tristán. Salí de su oficina y me dirigí al estacionamiento.

Me quería desahogar. Pero no era el momento.

Después de pasar por los pasteles, Jaden condujo hacia las oficinas donde su esposo y Atem de encontraban trabajando.

El silencio que habitaba en el auto era demasiado pesado. Se podía sentir el dolor que desprendía Yugi quién solo miraba por la ventana del auto.

Jaden entró al estacionamiento de la empresa y estacionó el auto. Apagó el motor y suspiró profundo.

— no comentes nada ¿ok?

Rompió Yugi el silencio.

— ¿Estás seguro de ésto?

— solo mantén tu boca cerrada.

Ordenó para después bajar del auto.

Momentos después, Jaden hizo lo mismo.
Ambos se dirigieron al ascensor y subieron hasta el piso donde se encontraba el despacho de Atem y Yusei.

Al abrirse la puertas, Yugi salió y detrás de él Jaden. No era necesario preguntarle para saber cómo se sentía. Su semblante lo decía todo.

Antes de entrar a la oficina de Atem, Yugi respiró hondo y exhaló profundamente. Sonrió y entró sin avisar.

— hola amor...

Saludó Atem en cuanto vió a Yugi entrar por la puerta.

— hola Yugi, ¿Y Jaden?

— ¡aquí estoy!

Expresó el castaño con supuesta alegría. La verdad, ambos chicos se estaban esforzando mucho para no expresar lo que realmente sentían.

— los estábamos esperando. Vámonos.

— ¿a nuestra casa cierto? Por cierto, mi madre vino de visita, espero no les importe que una invitada sorpresa se nos una para el festejo del desvelo del sexo del bebé.

— no te preocupes Yusei, tu mamá es bienvenida. ¿Verdad Aibou?

Preguntó Atem a Yugi, pero este hace tiempo que había perdido interés en la plática.
Más bien estaba en su propio mundo.

— ¿Yugi?

Preguntó nuevamente Atem acercándose a él.
En cuanto estuvo enfrente, Yugi lo abrazó de la cintura y hundió su rostro en su pecho.

— te amo Atem... Te amo mucho.

Confesó mientras se soltaba a llorar.

Un poco confundido, Atem correspondió el abrazo. Que sin saberlo, Yugi necesitaba mucho.

Yusei y Jaden miraban la escena. Sin embargo lo hacían de diferente manera.

En un punto, Yusei miró a Jaden quién se notaba triste. Éste notó la mirada de su esposo y sonrió para ocultar ese semblante que no podía ocultar más.
Pero parecía que no convenció a su esposo.

— ¿Todo bien Aibou?

Escucharon ambos.

Sin embargo no hubo respuesta pronto parte de Yugi.

— de-deben ser las hormonas...— comento Jaden con nerviosismo- hoy estuvo muy... Bipolar.

— ¿Si, Yugi?

Éste sólo asintió pero sin despegarse de Atem.

No podía ni siquiera verlo a los ojos. Es decir...

¿Cómo le dices a alguien que el bebé que esperas corre riesgo de morir al igual que tú?

¿Serías capas de desilusionar a tu esposo?

Porque Yugi no.

Continuará...

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